Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 26 abril 2012
Categorías: Comunicación, Derechos, Educación, Eventos, Infraestructuras, SociedadRed
Otras etiquetas: debatesic
1 comentario »
El día 2 de mayo, a partir de las 19h en la sede de la UOC en Sevilla (Virgen de Luján, 12), participaré en la segunda jornada de [sic] Debates sobre tendencias en la Sociedad de la Información y el Conocimiento. La inscripción puede realizarse en el formulario del evento. Los usuarios de Twitter, pueden seguir #debateSIC. Habrá también streaming de vídeo.
La sesión está más pensada como debate que como una conferencia magistral. Marc Bogdanowicz — líder de grupo de Análisis de la Economía Digital del Centro Común de Investigación del Instituto de Prospectiva Tecnológica de la Comisión Europea — hará una breve introducción titulada Sociedad de la Información: ¿hacia dónde vamos? ¿y con quién?. Mi introducción pretende ser una crítica a la persistente fijación de las políticas con las infraestructuras, cuando, si bien necesarias y todavía en fase de despliegue, ya no deberían ser, en mi opinión, la principal prioridad.
Esta es, en síntesis, la presentación de mi introducción:
Más que cables. Indicadores de la sociedad de la información
Los conceptos “autopistas de la información” y “brecha digital” se acuñan a mediados de la década de 1990 para definir, por una parte, el gran potencial de Internet y, por otra, los riesgos de quedarse rezagado en lo que ha venido a denominarse la Revolución Digital.
Pasados casi 20 años, da la impresión de que algunos conceptos quedaron fijados en el pasado, mientras que la realidad cambia a ojos vista. Un ejemplo claro es la definición de “banda ancha”, que se fijó a nivel internacional en 256 Kbps hace más de 10 años y la definición sigue vigente. Aunque España actualizó el concepto en 2011 y consideró la velocidad de 1Mbps como servicio universal a partir del 1 de enero de 2012, es probable que esa velocidad sea considerada ya obsoleta para acceder cómodamente a muchos de los actuales servicios de Internet.
No obstante, el problema no es la poca actualización de los indicadores tecnológicos sino, precisamente, el absoluto sesgo hacia indicadores tecnológicos o relativos a la infraestructura. Así, todavía muchas de las decisiones públicas y políticas de desarrollo de la Sociedad de la Información se centran en el acceso a las infraestructuras dejando de lado, por ejemplo, cuestiones fundamentales como la competencia digital (que da lugar a la ya llamada segunda brecha digital), la existencia de contenidos y servicios de Sociedad de la Información, o la actualización del marco legal y regulatorio para acomodarlo a la creciente digitalización de la economía y la sociedad.
A medida que la penetración de Internet avanza y su uso está cada vez más extendido es necesario completar los indicadores de infraestructuras con otros indicadores de adopción y uso efectivo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Y, en base a dichos indicadores, diseñar e implementar políticas de fomento de la Sociedad de la Información que respondan a las necesidades reales de la población y no a los intereses o presiones de determinados sectores industriales.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 11 febrero 2012
Categorías: Comunicación, SociedadRed
Otras etiquetas: escacc
1 comentario »
Tradicionalmente, los ciudadanos que querían dirigirse a los medios de comunicación tenían un puñado de vías y poco más: las cartas al director, una llamada a la emisora, una invitación a participar con un pequeño comentario … La voz del lector, del oyente o del espectador podía tener un espacio predefinido en el medio o no, pero, en todos los casos, era una voz que tenía que pasar un filtro: ya fuera a manos de un editor o un director que aprobaba la publicación, ya fuera — en el caso de un directo — a manos de un realizador o un director que aprobaban o mandaban cortar la emisión.
Desde que tenemos la Web y, sobre todo, desde que tenemos los llamados medios sociales, esto ha dejado de ser así. Y no es así en dos planos bien diferenciados. Primero, porque ya no depende de un editor, realizador o director que la opinión de un ciudadano vea la luz. Segundo, porque ya no hace falta la plataforma institucional del medio para hacerlo (el diario, el programa de radio o de televisión), dado que el mensaje tiene infinidad de plataformas para ser difundido.
El análisis de esta revolución, sin embargo, ha tenido a menudo una aproximación desde el punto de vista del contenido. Así, se habla de periodismo ciudadano (un término controvertido, por otra parte) y de cómo las personas a pie de calle pueden convertirse en cronistas de lo que pasa ante sus ojos. No obstante, se echa en falta el punto de vista del continente: ¿qué están haciendo los ciudadanos con estas herramientas en relación a las instituciones, los medios de comunicación?
Muchos, si no todos, los medios de comunicación han abierto ya, dentro de sus plataformas corporativas, canales de comunicación entre el ciudadano y la institución. Estos canales suelen tener dos vertientes: o bien acompañan la noticia, en forma de comentarios o un buzón específico para una determinada pieza (del tipo «corrige la noticia») o bien en un espacio desvinculado de la pieza y más asociado a la cabecera, normalmente en el espacio institucional en una red social.
Unos y otros no dejan de ser, sin embargo, la reencarnación digital (suponiendo que la Red sea un lugar de seres corpóreos) de aquellas cartas al lector o llamadas a la emisora ??que mencionábamos antes.
Resultan, por independientes y espontáneas, más interesantes aquellas participaciones que tienen lugar fuera de los espacios institucionales, pero apelando directamente a las instituciones y a aquello que hacen, sin entrar en el comentario centrado en la noticia.
Un primer ejercicio de este tipo es la crítica al medio en lo que se refiere a la forma. Más allá de la crítica fácil sobre contenidos poco cuidadosos o los (a los ojos de quien escribe) cada vez más presentes errores ortográficos, hay críticas a las formas de los medios que el muelle del hueso, a la esencia del periodismo. Un ejemplo es el profesor Josu Mezo de la Universidad de Castilla-La Mancha que, desde hace cerca de ocho años, mantiene Malaprensa, un blog (y un linkblog) que hace una revisión constructiva ya fondo de algunos errores garrafales que van apareciendo en los medios.
Otro ejercicio pertenece al ámbito del fondo o la política de la información, de la política comunicativa que, de forma explícita o implícita, queriendo o sin darse cuenta, siguen los medios. Un ejemplo de esta práctica es la del periodista Roger Vilalta, que en su blog hace un análisis de los porqués y porqué nos del tratamiento de determinadas cuestiones en los medios de comunicación.
Un último tipo de ejercicio, y quizás el más interesante por su naturaleza emergente y distribuida, es el que de repente acapara el debate virtual con motivo de una determinada actuación de un medio. Dos casos que rápidamente me vienen a la cabeza son la cobertura por parte de Antena 3 y la correspondiente «descobertura» por parte de Televisió de Catalunya — ambas emitiendo en directo en aquel momento — del desalojo de los indignados el 27 de mayo de 2011 en la Plaza Cataluña de Barcelona, ??o el poco menos que anecdótico seguimiento de la mayoría de medios de la manifestación, el 9 de julio del mismo año, del aniversario de la manifestación del 10 de julio de 2010 por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña. En ambas ocasiones, Twitter hervía de indignación en tiempo real por la impasibilidad de Josep Cuní, en el primer caso, o del canal 3×24, en el segundo: medios públicos que se esperaba que fueran testigos y cronistas de los ciudadanos.
En los tres ejercicios presentados — y muy especialmente en el tercero — podemos aventurarnos a afirmar que lo que mueve a las personas a comentar sobre los medios no es el afán destructivo — como en algunos foros o páginas o piezas informativas —, ni tampoco una soberbia aleccionadora — como es también habitual encontrar en las redes más instantáneas —, sino una genuina preocupación por la salud del cuarto poder.
No es seguramente arriesgado pensar que muchos de estos comentarios no se hacen desde la posición del consumidor, sino desde la posición del ciudadano. El ciudadano que, inmerso en una grave crisis económica y, sobre todo, democrática, ve desfallecer las fuerzas de aquellos que se erigieron en los vigilantes legítimos del poder. Mientras muchos profesionales tienden a mirar desde la distancia a la crítica, a rechazarla por intrusista, a responder a la defensiva, me gusta pensar que, precisamente, se está dando la espalda al último aliado que le queda a los medios: aquel ciudadano que cree que el Periodismo, con mayúsculas, tiene todavía una función social.
Es por ello que algunos asumen la responsabilidad de vigilar al vigilante, de configurarse en un quinto poder que ayude al cuarto a ocupar el lugar que le corresponde. Un lugar que no está en las juntas de accionistas, sino en las ágoras de la polis.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 13 enero 2012
Categorías: Comunicación, SociedadRed
5 comentarios »
Llego a través del blog de Escacc a un artículo del Washington Post que repasa los cinco mitos sobre el futuro del periodismo. Según el artículo los mitos que hay que romper son:
- La crisis de audiencia es un mito. La audiencia, de hecho, crece. La crisis es económica, no de audiencia.
- Es un mito que el gasto en publicidad haya bajado. El problema es que ya no está concentrado en los medios tradicionales.
- Lo de «el contenido es el rey» es un mito: lo que verdaderamente importa es conocer el comportamiento de los usuarios en Internet, controlar los datos sobre la audiencia.
- Otro mito es que la prensa está en declive en todo el mundo, cuando en realidad está en pleno auge en los países en vías de desarrollo.
- La solución de concentrarse en lo local es, de nuevo, un mito, ya que las noticias locales no consiguen generar una masa crítica de audiencia.
Nada que añadir. Desde un punto de vista de la audiencia, nada que añadir.
Sin embargo, es muy sorprendente (o no) que los cinco mitos hablan, exclusivamente, del periodismo como venta de audiencias, no como venta de contenidos, o del periodismo como negocio que debe arrojar márgenes, no como servicio público que únicamente debe ser sostenible.
Estamos en una nueva época, tras una revolución digital que está dando paso a la Sociedad de la Información. En esta nueva época los intermediarios pierden a marchas forzadas su lugar en el mundo. Dejamos dejando atrás a toda velocidad la necesidad de mantener instituciones multifuncionales que servían a mil propósitos, ya que ello era lo eficiente. En el caso de los periódicos, básicamente dos: (1) dar información a los lectores y (2) vender ojos a los anunciantes.
En mi opinión, en los próximos debates sobre «el futuro del periodismo» habrá que decidir si se habla, en realidad, del futuro del periodismo como servicio público o del futuro de los periódicos como negocio. El periodismo como servicio público y los periódicos como negocio son dos cuestiones distintas que, gracias a la revolución digital, pueden dejar de estar atadas la una a la otra por culpa de la tiranía el papel, su coste, el largo y también costoso proceso de impresión y distribución, etc.
Es sintomático leer a un periodista hablar del futuro del periodismo cuando, en realidad, habla del futuro del negocio de la prensa. En eso se ha convertido el cuarto poder, en empresarios, olvidando lo que muchos — los periodistas incluidos — considerábamos que era su misión en la sociedad. Creíamos que el cuarto poder venía a controlar al ejecutivo y al legislativo, igual que creíamos que el ya llamado quinto poder — la opinión expresada por los ciudadanos a través de los medios sociales — venía a controlar los sesgos e intereses ocultos de este cuarto poder. No es así: queda cada vez más claro que el quinto poder viene a ocupar el vacío dejado por el abandono de responsabilidades de la prensa.
No le querrán llamar periodismo ciudadano — y seguramente no lo sea — pero, viendo el tono de las reflexiones del sector, es lo único que nos va a quedar.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 15 marzo 2011
Categorías: Comunicación, SociedadRed
Otras etiquetas: gferreres, kirai, ungatonipon
2 comentarios »
Las agencias de prensa nacen hace más de 150 años (France-Presse, 1835; Associated Press, 1846; Reuters, 1851; Centro de Corresponsales — después EFE —, 1865) al ver, los periodistas, las tremendas posibilidades de un reciente invento: el telégrafo.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, en especial las que posibilitan la creación y transmisión de contenido digital, no han hecho sino potenciar el papel centralizador y distribuidor de dichas agencias. Por si fuera poco, este papel se ha acentuado todavía más con los recortes drásticos que la industria de los medios de comunicación ha tenido que aplicar en los últimos años debido a la mayor competencia, menores ingresos por publicidad y, también, mayores costes relativos de generar un contenido propio en relación a comprarlo a terceros.
Una crítica que se suele hacer a los medios de comunicación de masas hoy en día es que siguen empeñados en ofrecer los mismos comunicados de las mismas agencias (un pequeño oligopolio con poca variedad dónde escoger), sin ofrecer información añadida o diferencial, sin ofrecer un análisis, sin apenas un proceso de edición. A menudo, hacer una búsqueda en Google por una frase literal en una noticia puede resultar en déja-vu rayano en lo vergonzante.
La presión, pues, sobre los medios para que abandonen el dato, la actualidad a favor de la información, el análisis es, en mi opinión, clamorosa y creciente. Y es una tendencia que se acentúa, como demuestran algunos hechos que, aunque aislados, no paran de repetirse una y otra vez. Porque ya todos tenemos acceso al dato, aunque solamente una minoría la capacidad de analizarlo con criterio.
El 11 de marzo de 2011 hubo un tremendo terremoto con tsunami en Japón. Los tempos habituales en una situación así suelen ser dos: en una primera fase, las agencias de noticias que tienen personal destacado mandan información urgente a los medios; en una segunda fase, estos deciden si vale la pena enviar al propio corresponsal allí.
Con Internet y algunas de sus herramientas (como Twitter) se ha añadido una tercera fase, previa a las otras dos: la respuesta de los protagonistas de la historia, los que la viven en primera persona y que, por primera vez en la historia, pueden capturarla y difundirla, literalmente, a todo el mundo en tiempo real.
Y los «lectores» de los medios lo saben.
A continuación se presentan la evolución en número de seguidores de tres cuentas de Twitter cuyos propietarios (españoles twitteando en español) estaban en Japón en el momento del terremoto — @kirai, @ungatonipon y @gferreres — y que han visto triplicado su número de seguidores en las horas posteriores al acontecimiento.
Evolución en Twitter del usuario @kirai
Cabría preguntarse, de esos seguidores, cuántos son medios de comunicación que tampoco quieren perderse el tiempo presente. De hecho, podemos hacerlo con Twiangulate. 20 seguidores tienen en común estas tres cuentas, prácticamente la totalidad de ellos profesionales de la comunicación.
No es de extrañar: beber de esas fuentes es saltarse al intermediario de las agencias, tal y como hizo Al-Jazeera durante la revuelta en Egipto, amplificando masivamente lo que sucedía en las redes sociales. Ahora es posible y, lo incomprensible, es que la tendencia no sea todavía más acusada.
NOTA: mi agradecimiento a @chechar y @dilluns por algunos datos que me han facilitado.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 16 noviembre 2010
Categorías: Comunicación, Política, SociedadRed
Otras etiquetas: escacc
Sin comentarios »
Explica la Amin Maalouf en Las identidades asesinas que Arnold J. Toynbee (he sido incapaz de encontrar la referencia original) divide la historia de la humanidad en tres etapas.
- En una primera etapa — la Prehistoria — las comunicaciones eran muy lentas pero la creación de conocimiento todavía lo era más, así que las ideas tenían tiempo de propagarse por todas partes antes de que surgiera una nueva.
- En una segunda etapa — la Historia — la velocidad de creación de nuevas ideas era más rápida que su difusión, lo que conllevó la diferenciación de las sociedades.
- En una tercera etapa — la etapa contemporánea — las comunicaciones se tornan muy rápidas, así que se debería esperar de nuevo una convergencia de las sociedades.
Más allá de las derivadas identitarias de esta clasificación, es interesante poner de manifiesto la evolución en paralelo de la creación de nuevas ideas con la velocidad de su difusión. En términos políticos esto significa que lo que se dice o lo que sucede es ampliamente conocido prácticamente al instante (podríamos aventurarnos a predecir una cuarta etapa en la que quizá ya nos encontramos: sabemos qué dirá un político antes de que ni siquiera lo piense …).
En este contexto, el Colegio de Periodistas de Catalunya reivindica que los periodistas puedan informar con independencia también durante las campañas electorales
y, entre otras cosas, que se ponga fin a los bloques electorales, las imposiciones de tiempo y orden que la Junta Electoral Central establece en la cobertura informativa de las campañas electorales
.
A esta reivindicación, fundamentada en el derecho a la información, se añaden otras voces que ponen de relieve la contradicción de amordazar a los medios tradicionales cuando, en la Red, no se tiene ningún tipo de barrera ni de cuota. No estaría de más recordar aquí al publicación de encuestas de intención de voto que hizo El Periòdic d’Andorra durante la jornada de reflexión de las elecciones de 2008, una práctica explícitamente prohibida en el territorio español, pero que El Periódico (de Catalunya) supo esquivar a través de su sucursal pirenaica.
El problema es que la información levanta conciencias y cambia pareceres. El profesor de la UOC Albert Padró-Solanet, en los resultados de su investigación sobre Internet y las elecciones legislativas de 2008, nos explica cómo las personas que recibieron información electoral en línea eran más propensas a la abstención o a abandonar el voto por los grandes partidos (PSOE, PP) en beneficio de los minoritarios, tendencia totalmente opuesta a quien recibía la propaganda electoral por los medios tradicionales (radio, televisión, papel).
Como la inmensa mayoría todavía recibe los lavados de cerebro fuera de Internet, la propaganda de los partidos (todos los partidos) todavía funciona, sobre todo a costa de la abstención. No sería de recibo, pues, que los partidos mataran la gallina de los huevos de oro, no al menos hasta que controlen Internet. Tendremos bloques electorales hasta que los blogs electorales tomen el relevo.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 13 octubre 2010
Categorías: Comunicación, SociedadRed
Otras etiquetas: escacc
1 comentario »
Una de las definiciones clásicas de qué es la Economía es la que la describe como la ciencia para administrar la escasez. Es escaso lo que es prácticamente inexistente — agua en el desierto — y es escaso, a efectos prácticos, lo que, aunque exista abundantemente, es muy costoso de hacer llegar al lugar donde se utilizará — alimentos en las zonas más pobres del planeta —.
En lo que a periodismo respecta, esta gestión de la escasez queda bien ejemplificada con la frase «Yo estaba, tú no, deja que te lo cuente», frase de Jay Rosen que utiliza al hablar de James W. Carey y su idea del informe. En su obra de 1974 The Problem of Journalism History, James Carey aboga por el informe explicativo (explanatory report), una forma de explicar la realidad con detalle, minuciosamente, con introspección, pero también con un estilo llano, comprensible, lejos de la abstracción, con fuerza narrativa y descriptiva.
El «tú no [estabas]» era la demanda de un bien escaso, el «yo era» era la economía, el informe, el «deja que te lo cuente» era la manera en que el periodista gestionaba esta demanda de una información escasa.
Ha llegado un momento en que muchos diarios han dejado de estar, porque ya estaban las agencias de noticias, un momento en que muchos otros han acabado estando, porque blogs, twitters, youtubes, flickrs y otros artilugios digitales han dado voz a los que son, y un momento en que el informe explicativo ha dejado de ser minucioso, introspectivo, descriptivo, porque los que no estaban han acabado reproduciendo maquinalmente lo que hacían los que sí estaban: noticias de agencia, por un lado, y productos «amateurs» por otro.
En términos económicos, en muchos escenarios han desaparecido tanto la escasez como quien la gestionaba: la información es ubicua, y muchas piezas son apenas enriquecidas o incluso editadas antes de aparecer en los medios, especialmente en las ediciones digitales.
Si los periodistas ya no están, y mientras todo el resto sí está, a los medios sólo les queda la parte de la elaboración de la noticia, los informes sesudos pero comprensibles, de la erudición con pedagogía.
Si la cantidad ya no es escasa, lo que sí es — ¡y mucho! — es la calidad. El problema es que la calidad cuesta, y la monetización de los contenidos no es fácil en un mundo digital. A ver cómo lo vamos a hacer.