La ‘irresponsabilidad’ de utilizar software libre

Leo en Nación Red que El PP [de A Coruña] ve «irresponsable» proponer el software libre en la administración.

Los argumentos que la teniente alcalde de Hacienda del ayuntamiento de A Coruña, Rosa Gallego, esgrime para tachar el uso de software libre en la administración local son, básicamente, dos:

  1. El software privado «no crea dependencia».
  2. El uso de software privado «beneficia a empresas gallegas».

Estos son argumentos que hemos oído hasta la saciedad sobre esta cuestión, aunque la inmensa mayoría de veces justo en sentido opuesto, es decir:

  • El software privativo crea dependencia tecnológica, dado que los desarrollos los hace una empresa que no comparte el código y, por tanto, siempre se depende de la misma para cualquier tipo de modificación.
  • El software privativo crea dependencia económica, dado que las licencias son de obligado pago para poder disfrutar del programa.
  • El software privativo beneficia única y exclusivamente a la empresa que licencia el programa. Dado que por norma general estas son grandes corporaciones extranjeras (Microsoft, Oracle), el dinero va fuera. De Galicia y del Estado.
  • El software privativo puede ser solamente modificado por la empresa propietaria del mismo. Así, además de suponer un drenaje de fondos hacia el extranjero por la venta de licencias, se inhibe la creación de un tejido empresarial local centrado en la instalación y adaptación de software.

Estos argumentos están explicados con todo lujo de detalles en la bibliografía que figura al final de esta entrada — una breve y rápida compilación a vuelopluma de entre la ingente cantidad de documentos que existen.

Pero, antes de terminar, vale la pena destinar unas palabras más a la apelación a la responsabilidad (o la irresponsabilidad) como argumento político. Es de un insoportable hartazgo ver reducido cualquier argumento al no-argumento de la responsabilidad. No hay día en que dos opositores políticos no se reprochen la falta de apoyo mutuo a sus respectivas propuestas en nombre de la responsabilidad de apoyar.

Sin embargo, la responsabilidad no radica en apoyar a ciegas una u otra política, sino en aportar información, fundamentos, pruebas de los pros y los contras de esa política así como de sus posibles alternativas. Y transparencia y coraje para defender los criterios y valores utilizados para escoger, de las posibles alternativas, la política a implantar.

Eso es responsabilidad. El resto, es puro sofismo.

Bibliografía recomendada sobre el software libre y su impacto en el desarrollo:

Abella, A., Sánchez, J. & Segovia, M.Á. (2004). Libro Blanco software libre en España 2004. [online]: libroblanco.com.
Abella, A. & Segovia, M.Á. (2005). Libro Blanco del Software Libre en España (II). [online]: libroblanco.com.
Abella, A., Sánchez, J. & Segovia, M.Á. (2007). Libro Blanco del Software Libre en España (III). [online]: libroblanco.com.
Bastos, M. (2005). Reader on «Free/Libre and Open Source Software (FLOSS) and its relevance for development». Working paper submited to the discussion list of the Virtual University-IIEP-UNESCO, February 19th, 2006. Paris: UNESCO.
Benkler, Y. (2006). The Wealth of Networks. Lecture presented on April 18, 2006 at Harvard Law School. Cambridge: Harvard Law School.
Benkler, Y. (2006). The Wealth of Networks: How Social Production Transforms Markets and Freedom. New Haven: Yale University Press.
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Dravis, P. (2003). Open Source Software: Perspectives for Development. Washington: The World Bank.
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Notas de Análisis y Prospectiva, Noviembre 2005, (12). Madrid: Fundación Auna.
Himanen, P. (2003). L’ètica hacker i l’esperit de l’era de la informació. Barcelona: Editorial UOC.
Jiménez Romera, C. (2002). “Software libre y administración pública”. En
Boletín CF+S, Junio 2002, (20). Madrid: Instituto Juan de Herrera.
Lerner, J. & Tirole, J. (2000). The Simple Economics of Open Source. NBER Working Paper No. 7600. Stanford: NBER.
Levy, S. (1984). Hackers. Heroes of the computer revolution. Champaign: Project Gutenberg.
McInerney, S. (2005). Using Open Source Software – the HealthInsite Experience. Canberra: HealthInsite.
Monge Benito, S. (2003). ¿Es aplicable el modelo de producción del software libre a contenidos educativos?. Leioa: Universidad del País Vasco.
Moyle, K. (2004). Total Cost of Ownership and Open Source Software. Mount Gambier East: Grant High School.
Open Source Inititiative (2006). The Open Source Definition
Peña-López, I. (2005). e-Learning for Development: a model. ICTlogy Working Paper Series #1. Barcelona: ICTlogy.
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Rosenblatt, G. (2005). “Three Pillars of Social Source”. En Rosenblatt, G., Movement as Network, March 21, 2005
Sibisi, S. (Coord.) (2004). Free/Libre & Open Source Software and Open Standards in South Africa. Version 2.6.9, July 2004. Pretoria: National Advisory Council on Innovation.
Siemens, G. (2003). “Free and Open Source Movements”. En Siemens, G., elearnspace, March 3, 2003
Upadhaya, G.R. (2004). Free/Open Source Software. Network Infrastructure and Security. Kuala Lumpur: UNDP-APDIP.
Wong, K. (2004). Free/Open Source Software – Government and Policy. Kuala Lumpur: UNDP-APDIP.
Wong, K. & Sayo, P. (2004). Free/Open Source Software: A General Introduction. Kuala Lumpur: UNDP-APDIP.
Zugaldia, A. (2004). Software Libre: Desarrollo y Paz. Granada: gcubo.org.

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Ley de Transparencia Catalana: la propuesta de Iniciativa per Catalunya Verds

El 7 de julio de 2011 se constituía en el Parlament de Catalunya la Ponencia conjunta de la proposición de Ley de transparencia y acceso a la información pública. Con el avance de las elecciones y la disolución del Parlament a finales de 2012, el trabajo de dicha ponencia ha quedado, al menos en términos formales, prácticamente en nada: una mera mención a su composición en la página web de la Comisión de Asuntos Institucionales (lo que significa que hay que saber muy bien dónde buscar y cómo).

Seguramente la información no se ha perdido y obra en poder de uno o varios diputados y personal del Parlament. Y seguramente la Ponencia se relanzará. Y seguramente se empalmará allí donde quedó el debate. Pero, para el ciudadano, todo está perdido y todo empieza de nuevo: toda una metáfora de cómo no debe afrontarse un debate sobre la transparencia. Uno de los principios fundamentales de la transparencia es que el proceso de toma de decisiones también debe ser abierto, público, participativo. Esto debería figurar en la futura Ley de transparencia catalana — y en cualquier otra — y la mejor manera de darle valor y sentido es poniéndolo en práctica desde el momento cero del proceso de gestación de dicha Ley de Transparencia.

Sea por este motivo o sea por oportunismo político — que cada uno decida según la información y simpatías que tenga — Iniciativa per Catalunya Verds ha lanzado una Proposición de ley de transparencia y acceso a la Información. Hay algunos principios en dicha propuesta de Ley que creo que vale la pena tener en cuenta, sobre todo por cuánto la distancian del Proyecto de ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno del gobierno de España.

  1. Al margen de los motivos que haya detrás de la publicación de dicha propuesta en este momento en particular, insisto, es muy interesante que las propuestas de cada partido, así como las posiciones de otros agentes consultados se conozcan de antemano, se puedan consultar, se puedan debatir, se pueda trabajar con ellos. En definitiva, que los procesos de información y deliberación sean también abiertos. Es bueno que se sepa cuál es la aportación de todos los grupos de la Cámara a una ley. Y en negro sobre blanco.
  2. La segunda cuestión, seguramente la más importante, es la aproximación diametralmente opuesta de la propuesta de ICV a la que en su momento conocimos del Gobierno español. Mientras este último perpetúa el paradigma de que la información (pública) es «propiedad» del gobierno y solamente se abre a petición del ciudadano, la propuesta de Iniciativa asume que, en una sociedad digital, lo que procede es todo lo contrario: la información (pública, no nos cansemos de incidir en este aspecto) debe ser abierta y accesible por defecto. Y solamente en casos excepcionales (p.ej. por motivos de seguridad, de coste, de privacidad, etc.) dicho acceso se restringirá o deberá solicitarse de forma explícita.
  3. Es más, más allá de una cuestión relacionada estrictamente con la gestión de la información, la propuesta de Iniciativa hace hincapié en otra cuestión fundamental: la transparencia no es solamente una cuestión de cómo gestionar el «producto» de la acción política, sino que la transparencia significa una radical transformación en la forma de comprender la organización de la acción política. Así, de lo que se trata no es de (solamente) abrir la información, o de (incluso) abrir el proceso, sino de trabajar de una forma distinta: directamente en (la) red, directamente en formatos digitales, directamente en formatos y estándares abiertos. Hay una diferencia fundamental entre estar en la Red y ser parte de ella.
  4. El último punto que vale la pena enfatizar es el hecho de que la Administración y el Parlament deben ser proactivos en el ejercicio de la transparencia. Esto último no es sino otra forma de explicar los tres puntos anteriores, pero creo que es una consideración que legitima la ley y a quienes vaya a afectar en el plano de lo ético, más allá del plano profesional. La transparencia es una cuestión que va mucho más allá del ámbito de la gestión, más allá de ser un instrumento. Y es bueno que este espíritu quede reflejado en el articulado de la Ley más allá del preámbulo de la misma.

Creo que sería beneficioso que cundiera el ejemplo en las demás formaciones. Aunque sea por oportunismo. En un estado de desballestamiento tal de la democracia, ha llegado un momento que a los ciudadanos ya no les importan los motivos: hágase el milagro, hágalo el diablo.

Y creo que sería también beneficioso que el sistema de documentación del Parlament no dependiese de la estructura artificialmente impuesta por las elecciones. Es simplemente intolerable que el trabajo de una Ponencia anterior no figure en la web, y lo único que hay (su composición) prácticamente desaparezca del mapa y quede bajo una maraña de enlaces y menús, por la sencilla razón de que perteneció a una legislatura anterior. Los Parlamentos deberían abandonar su lógica de vida parlamentaria, que se mide en períodos con discontinuidades cada cuatro años, y adoptar la lógica de la vida «normal», que se mide en períodos que abarcan toda la vida de un ciudadano — y, a menudo, con encabalgamientos generacionales. El Parlamento debería obedecer a los tempos de los ciudadanos, determinados por la naturaleza de sus problemas, y no por los tempos de los diputados, determinados por sus éxitos y fracasos electorales.

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Comentario al informe La Sociedad de la Información en España 2012 de Fundación Telefónica

Fundación Telefónica acaba de presentar la 13ª edición de su informe “La Sociedad de la Información en España”. El informe es, como de costumbre, muy detallado y con mucha información que invita a mil y una reflexiones.

A grandes rasgos, las cosas que en mi opinión son más relevantes de lo que nos cuenta el informe son:

  • Las TIC siguen su camino hacia devenir plenamente tecnologías de propósito general, es decir, que serán de aplicación generalizada a todos los procesos y ámbitos de la economía y la sociedad. Esto significa que se acentuará, seguramente, la paradoja que apuntaba el economista Robert Solow hace ya 25 años: las TIC estarán por todas partes pero nos será difícil medir su impacto, especialmente en términos de ganancias de competitividad y productividad. Será, en cierto modo, como la educación: tener educación no garantiza un puesto de trabajo, pero no tenerla sí casi certifica no conseguirlo en la vida. Lo mismo con las TIC: usarlas no garantizará una ventaja, pero no usarlas será seguramente una condena.
  • Como tecnologías de propósito general, las utilizamos allí donde estemos nosotros. Ello significa que las utilizaremos desde todo tipo de dispositivos y en todo tipo de lugares. Así pues, la convergencia de dispositivos y la ubicuidad de acceso pasan a primer plano estratégico de todo aquel que quiera ofrecer bienes y servicios en Internet, es decir, de todo aquel que quiera ofrecer bienes y servicios y punto. Cada vez más pierde sentido pensar en tiempos y en lugares específicos para realizar una tarea determinada. Dicho de forma más clara: la educación no sucederá solamente en las aulas, igual que la política no sucederá solamente en los parlamentos o en los colegios electorales, igual que el comercio no sucederá solamente en las tiendas y áreas comerciales, igual que la salud no sucederá solamente en hospitales y centros sanitarios. Todas estas instituciones deben urgentemente reflexionar — si no lo han hecho todavía, y es el caso de la mayoría — sobre este cambio de paradigma.

Hay, como decía, mucha más información en el informe, pero estas dos cuestiones precedentes son de una importancia fundamental y ellas solas merecen sentarse a pensar en cómo está cambiando la sociedad y en intentar anticipar todos los cambios que están por venir. Y hay que insistir en ello: a pesar de la inercia de 300 años de sociedad industrial, a pesar de las resistencias de muchas personas e instituciones, los datos que aparecen día sí y día también no hacen más que corroborar esta tendencia inexorable a un cambio radical en la forma como se configura nuestra sociedad. En todos los ámbitos.

Hay dos páginas del informe — la 26 y la 27: Evolución de la Sociedad de la Información en 2012 — que son una perita en dulce por todo lo que llegan a contar en tan poco espacio y de una forma tan y tan clara (mi enhorabuena a los autores por este ejercicio en particular).

En estas dos páginas hay ocho representaciones gráficas de cómo y cuánto han cambiado ocho ámbitos de la sociedad. Si cada una es interesante en sí misma, cruzar los datos o las gráficas es especialmente revelador. Por ejemplo, cruzar el Acceso a Contenidos (baja la descarga de contenidos y sube su consumo en streaming) con las Tecnologías de Acceso (sube la banda ancha móvil) con los Dispositivos (móviles de nuevo) y el Lugar de Acceso (cualquier sitio).

Este ejemplo, así como muchos otros, son pruebas de que vamos superando la fase «push» de despliegue de la Sociedad de la Información. Una fase «push» basada en crear infraestructuras y tejido empresarial e intentar convencer a los ciudadanos de las bondades de Internet y la Telefonía móvil. Agotada la fase «push», entramos en una fase «pull» donde — aun sin abandonar la iniciativa privada y pública de desplieque de infrastructuras — la adopción de las TIC va más pilotada desde el lado de la demanda, que «tira de» las empresas que proveen infrastructuras, bienes y servicios que ahora deben satisfacer esa demanda.

En mi opinión, ni todas las empresas del sector privado ni, ni mucho menos, en general la Administración están todavía adaptándose a este cambio de fase.

En lo que concierne al sector privado, ahí están como ejemplo los nuevos pioneros de los contenidos digitales en contraposición a las grandes corporaciones de la industria cultural (editoriales, prensa y medios en general, etc.), con modelos muy distintos, con un sector transformándose rápidamente, y con actores que pronto verán intercambiados sus papeles en lo que a situación dominante se refiere — siempre y cuando no haya cambios estratégicos en los actores más tradicionales del sector.

En lo que concierne al sector público, es preocupante, a mi entender, la todavía vaga diferenciación que se hace entre Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, con la composición del Grupo de Expertos de Alto Nivel para la Agenda Digital o el diseño de la nueva Ley de Transparencia como ejemplos paradigmáticos entre los más recientes.

La crisis actual ha pasado de ser algo coyuntural a empezar a enquistarse como algo estructural, como una forma de ser. Pero puede ser peor, mucho peor: puede, efectivamente, convertirse en un lastre que no solamente frene sino que arrastre a la sociedad hacia atrás en el tiempo. La Sociedad de la Información es un tren que no admite titubeos, que no admite dejarlo pasar: o te subes o te pasa por encima. No hay andén donde refugiarse.

Los ciudadanos, en general, van adoptando de forma cada vez más extensa e intensiva el uso de las TIC. Y nos preocupamos — y con razón — de los ciudadanos que no adoptan esas TIC, porque no pueden o, mucho peor, porque no quieren acceder a la Sociedad de la Información.

Pero en esta preocupación por los árboles nos hemos olvidado del bosque. Mientras los ciudadanos tiran cada vez más de la Sociedad de la Información, lo hacen a título individual, quedando las instituciones totalmente olvidadas y al margen de toda adopción digital. Creemos que basta con buenas infraestructuras y la adopción digital por parte de los individuos, pero los datos nos demuestran que ello no es así. Que hace falta un impulso especial en la parte de las instituciones. Que hace falta más capacitación digital, no en el ámbito de la alfabetización tecnológica, sino en la informacional, la mediática o la estratégica. Que hace falta pensar más todavía en más y mejores contenidos y servicios para el ciudadano, en la digitalización de tareas y procesos especialmente en el ámbito público (Administración, educación, sanidad, gobiernos, parlamentos, partidos…).

En definitiva, el desarrollo de la Sociedad de la Información tiene un plan en España, pero le falta una estrategia. Y, con la crisis, hemos puesto por delante lo urgente a lo importante. O eso parece.

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¿Hace falta el Partido X, Partido del futuro?

Hoy se ha presentado oficialmente el Partido X, Partido del futuro, tal y como sus impulsores habían ido avanzando en su canal de Twitter, Facebook o YouTube. Si el medio es el mensaje, el mensaje está claro: el Partido X nace en una sociedad plenamente digital, sin fronteras, sin centros neurálgicos ni jerarquías, y donde basta un acceso a Internet para informar y estar informado, para dialogar, para participar, para contribuir.

Ante la poca información que ha habido — y todavía hay — sobre la formación en sí, así como lo que reivindica o propone, ha sido interesante ver cómo la incipiente entrada de un nuevo partido en la arena política ha sido recibido en algunos casos con fuertes críticas a (1) los objetivos y (2) las formas — en suma, una enmienda a la totalidad.

Me gustaría repasar estas críticas a la luz de lo que sabemos hasta ahora.

Programa / objetivos

El principal objetivo del partido es Democracia y punto: democracia representativa enriquecida con democracia directa, redacción colaborativa y abierta de leyes, transparencia. Y variaciones y combinaciones de estos conceptos.

Se critica al nuevo partido que estos no son objetivos reales o ambiciosos, u objetivos reales y que abarquen el conjunto del ámbito de actuación de la política, sino objetivos parciales, u objetivos sobre las herramientas, dado que la democracia no es un bien en sí mismo sino un medio.

Sobre si tener por objetivo la democracia es un objetivo parcial, cabe recordar que hay partidos que defienden a las mujeres, al medio ambiente, o a los animales. Incluso si tenemos en cuenta la democracia como un conjunto de instituciones, instrumentos al servicio de otros fines, también tenemos partidos que defienden otras instituciones como, por ejemplo, la familia. Si en ninguno de estos casos parece descabellado que un partido haga una apuesta por una cuestión en concreto, ¿por qué debería ocurrir lo contrario con Partido X? Es más, se pueden trazar los postulados del partido años atrás hasta el Partido de Internet — que se concentra en devolver la soberanía al ciudadano, restándola de los representantes electos, o en algunas de las posiciones que defiende el Partido Pirata (como la forma de trabajar de su capítulo alemán). Partidos que conviven con total naturalidad con otros más tradicionales.

Dicho esto, el objetivo de ¿Democracia y punto es pertinente?

Repasemos un par de gráficos:

En resumen: más desencanto con la política, más abstención, creencia que la situación política es mala y empeorará, convencimiento de que los políticos y la corrupción son el tercero y cuarto mayores problemas para los españoles. Se me antoja que pedir más y mejor democracia es, como poco, muy acorde con los tiempos y las inquietudes de muchos ciudadanos.

Forma

Separemos, dentro de la forma, lo que se refiere estrictamente a la estética. Resetear, venir del futuro, hacer un ERE en el Congreso… no es la forma en que yo me expresaría. Pero es, al fin y al cabo, cuestión de estilos, de gustos. Mientras haya respeto por los demás — y lo hay —, nada que objetar.

Pero fuera de la estética hay otras cuestiones formales. Cuestiones que para mí son relevantes.

El Partido X ha querido mantenerse en el total anonimato — aunque es evidente que tampoco se han mantenido en el total secreto y clandestinidad: contactos ha habido. Pero sí ha trascendido el motivo: no personalizar, no capitalizar en individuos el mensaje. También ha trascendido la forma cómo se ha gestado el partido: durante un año, en red, unas 90 personas han participado en su creación. Y también es explícito lo que debe ir sucediendo ahora: participar, si se quiere.

La comunicación del Partido X es en red y es previsible que así lo siga siendo. ¿Interlocutores? La rueda de prensa es distribuida, global y en tiempo real, como ya sucedió en el 15M, y como seguramente veremos cada vez más con el paso del tiempo: la adhesión a las ideas, a las plataformas, se hará por comunicación, y la comunicación será la adhesión. Las personas, los «líderes», en cierto modo, quedan al margen para dar más relieve a las ideas.

Pero no solamente la comunicación es en Red: el partido es en Red. Como en el caso de las CUP catalanas — un ejemplo paradigmático de los nuevos partidos-red que con mucha probabilidad están por venir — el Partido X nace de asambleas locales, formadas al calor de las acampadas de los indignados, de las plataformas por el derecho a la vivienda, a la sanidad y la educación públicas. No hay personas delante un partido, sino que hay ideas sustentadas por personas, que se articulan alrededor de estas ideas.

Fijarse en la arquitectura del Partido X es leer un programa electoral implícito, un programa que se lee entre líneas digitales. Reza el refrán: haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga. Esta ha sido la política de la Política en los últimos años en España: desde el referéndum de la OTAN (de entrada, no ¿no?) hasta el recorte en las pensiones. El Partido X opta por lo contrario: predicar con el ejemplo: desintermediación dentro del partido con estructura totalmente plana, la posibilidad de votar con clic, participando directamente en la creación de ideas y propuestas, optando por un concepto de transparencia que va de abajo-arriba y no de arriba-abajo.

Sentido del Partido X

Encabezaba esta reflexión con una pregunta: ¿Hace falta el Partido X, Partido del futuro?

Se me ocurren, al menos, dos motivos importantes por los cuales este partido es necesario.

El primero es poner sobre la mesa todo lo dicho hasta ahora. Es decir, sensibilizar a los ciudadanos de que la calidad de las instituciones democráticas puede y debe mejorar. Por una parte porque hay quienes las utilizan para fines para los cuales no fueron diseñadas. Por otra parte, porque el mundo ha cambiado radicalmente con la irrupción de Internet, y las instituciones se han quedado rezagadas en su adopción, mejora y transformación de sus funciones. Y aunque parezca que los ciudadanos están sensibilizados a tenor de los barómetros del CIS, las urnas parecen todavía decir lo contrario. Hay otras formas de hacer política, otras formas de concurrir a un proyecto cívico, incluso sin salir de las instituciones democráticas, transformándolas desde dentro. Lo que nos lleva al segundo punto.

El segundo es porque — y esto es una opinión muy personal — muchas instituciones no están preparadas para ser cambiadas desde fuera, tanto por la inercia que llevan como por los bastiones de resistencia que algunos de sus ocupantes edifican desde dentro. Montar un partido, aunque pueda parecer una contradicción con todo lo dicho hasta ahora, es el lenguaje que habla la política en este país. Y aunque personalmente no comparto que la política solamente suceda en las instituciones — lo que algunos han venido a llamar la Política con P mayúscula — sí comprendo que la primera aproximación probablemente es mejor hacerla por los canales establecidos. Por arduos y arcanos que puedan llegar a ser.

Dicho esto, ¿hasta dónde llegará el Partido X? Quién sabe. Probablemente lo mejor que podríamos hacer es aprender de la experiencia, que promete ser compartida, abierta, participativa. Probablemente el destino del Partido X no sea gobernar, sino que quienes gobiernen lo hagan mejor. Eso ya sería todo un triunfo.

NOTA: no tengo ninguna vinculación formal con el Partido X.

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La abstención como catalizador del tercer eje político

Esta es una entrada en dos partes sobre los resultados de las elecciones autonómicas catalanas del 25 de noviembre. El análisis se centra en si, además de los llamados eje nacional y eje social, hay un tercer eje que se opondría a la forma de hacer política de los partidos tradicionales con partidos más abiertos, más horizontales, más participados, es decir, incorporando como eje una mejora de la calidad democrática. En la primera parte, Otro análisis del 25N: de los partidos tradicionales a los partidos red apuntamos algunas definiciones y damos rienda suelta a la imaginación. En esta segunda parte, La abstención como catalizador del tercer eje político aprovechamos los datos preelectorales de Metroscopia para ahondar en el tema y ver la abstención como un colector de indecisos/indignados que después reactiva al electorado hacia los partidos del tercer eje.

Comentábamos en Otro análisis del 25N: de los partidos tradicionales a los partidos red que además de los consabidos eje social (izquierdas vs. derechas) y eje nacional (catalanismo vs. españolismo), en los resultados de las elecciones autonómicas del 25N en Catalunya podría haber indicios de un tercer eje en emergencia: el eje tradicional/en red.

Para ilustrarlo, dibujábamos un esquema que venía a ilustrar una suposición: los partidos tradicionales — el llamado bipartidismo PP-PSOE, que en Catalunya suma un tercer partido, CiU — se veían drenados de votos que alimentaban a otros partidos más pequeños, más flexibles y, sobre todo, más enraizados en las plataformas y movimientos ciudadanos, con las CUP como partido paradigmático.

Lo que sigue es un análisis ya no basado en la intuición, sino en datos, basados esta vez en la encuesta preelectoral del 18 de noviembre de 2012 que Metroscopia realizó para El País.

En la siguiente tabla se presenta la transferencia de votos de un partido a otro, así como los ciudadanos que solían abstenerse y que decidieron ir a votar:

Los dos siguientes grafos presentan los flujos netos entre partidos de las tablas anteriores. El grueso de los nodos es proporcional al total de votos obtenidos. El grueso de las aristas o flechas que unen cada nodo corresponden, en el primer caso, al total de votos, y en el segundo caso, a la proporción de votos que una formación recibe en relación al total de votos obtenidos. Como se puede deducir, el sentido de la flecha representa el sentido del resultado neto de trasvase de votos entre dos formaciones.

Grafo del trasvase de votos el 25N
Elaboración propia a partir de Metroscopia.
[Clic para ampliar en ventana nueva]
Grafo del trasvase de votos el 25N
Elaboración propia a partir de Metroscopia.
[Clic para ampliar en ventana nueva]

Algunas observaciones rápidas que ya da cuenta de ellas José Pablo Ferrándiz Magaña en el artículo original de El País:

  1. Lo primero que podemos observar en los grafos es lo que fue más evidente la noche electoral: el incremento de participación, representado aquí por esas flechas grises que van de la abstención a alimentar a la mayoría de partidos.
  2. Lo segundo, la centrifugación de CiU en beneficio de prácticamente todos los demás, la centrifucgación del PSC sobre todo hacia las izquierdas, así como la «reabsorción» de SI por parte de ERC.
  3. La activación del voto con todo tipo de (presuntos) motivos: para reforzar el españolismo (PP, PSC, Cs), reforzar el catalanismo (ERC, CUP) y para castigar al gobierno de derechas (ERC, CUP, ICV)

Dicho esto, ¿qué más podemos interpretar de los datos?

Por supuesto, el gran crecimiento de las CUP y de Ciutadans, pero un crecimiento que no bebe en su mayoría de otros partidos, sino básicamente de la abstención. Al margen de los motivos que hacen reactivarse a todo ese electorado que se abstenía (sea el eje nacional en un sentido u otro, sea el eje social), la cuestión es que ese electorado no se reactiva volviendo a su partido de origen, sino que va a partidos o bien de nuevo cuño (CUP) o bien con un estilo y discurso muy distinto (aunque sea en las formas) de los partidos tradicionales (Cs). Aunque habría que ir a los datos oficiales de elecciones anteriores, es evidente que esa gran bolsa de abstención ha sido alimentada a lo largo de los años por los grandes partidos: CiU, PSC (seguramente quien más) y PPC (seguramente menos en unas elecciones autonómicas).

Lo mismo sirve para ICV-EUiA y, sobre todo, ERC: el crecimiento de ambas no se explica (creo) solamente por una reactivación del electorado, sino por una reactivación en un determinado sentido: de mayor flexibilidad o de mayor cercanía a la ciudadanía, las plataformas ciudadanas y, en definitiva, a los movimientos sociales que han zarandeado la sociedad española y catalana los últimos 18 meses (por acotar en el tiempo).

Podemos ver, no obstante, como CUP y Cs siguen marcando la diferencia, dado que no solamente recuperan abstencionistas para sí, sino que también provocan trasvases de otros partidos a sí mismos dentro de una cierta afinidad ideológica.

Cabría preguntarse si, más allá de lo excepcional de las elecciones del 25N, empezaremos a ver una vuelta atrás en la abstención. Una vuelta atrás en el sentido de que, habiendo vaciado a los principales partidos de votantes decepcionados o directamente indignados con su gestión y, sobre todo, con su forma de hacer, ahora vendrá a alimentar a partidos mucho más cuidadosos con la participación, la democracia interna… o también una catalización hacia una anti-política y una forma de hacer populista, que es la cara opuesta de esa democracia más deliberativa y participada de los partidos de fuerte componente local.

Dicho de otra forma, se me antojan tres vías de evolución a medio plazo de la actual situación de desencanto, deconfianza y desafección política:

  1. Los grandes partidos siguen igual, la abstención engrosa, las instituciones se vacían de legitimidad y el caos acaba desembocando en rebelión, habida cuenta de que la situación de desgobernanza es ya insostenible.
  2. Los grandes partidos siguen igual, la abstención devuelve votantes, pero lo hace hacia partidos extremistas y populistas, relajándose la situación en la superficie («éstos tienen la solución») pero empeorando en el fondo. Es lo que probablemente hemos visto en Europa los últimos 10 años.
  3. Los grandes partidos siguen igual, pero la abstención devuelve votantes hacia nuevos partidos y formaciones, organizados de forma más horizontal y fuertemente vinculados con las plataformas ciudadanas. Las instituciones reciben nueva sangre, tanto en su composición como en las formas, y se recupera paulatinamente la gobernanza del sistema.

Personalmente, me gustaría que fuese lo tercero.

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Discriminación del catalán, discriminación del castellano

Admitámoslo: el castellano está discriminado en Catalunya. No es una opinión ni una intuición: hay todo tipo de ordenamientos jurídicos que promueven una discriminación del castellano al dar un trato prioritario al catalán. Sucede en educación, pero sucede también en muchos otros ámbitos de la sociedad.

Pero no se detiene aquí el afán discriminador de los catalanes.

También se discrimina a los ricos, que pagan tanto en términos absolutos como relativos mucho más en impuestos que sus compatriotas de menor renta. Y no solamente pagan más, sino que habitualmente reciben menos: los gastos en servicios sociales, transporte público colectivo o subsidios a determinados bienes suelen quedar fuera de los intereses de las clases con mayor poder adquisitivo.

Se discrimina también a los hombres en contraposición a las mujeres. Además de algunas normas que las favorecen o protegen de forma explícita, gozan también de beneficios indirectos por su condición de madres que los padres, como mucho, pueden aspirar a igualar, pero que suelen quedar por detrás en su disfrute.

¿Y los que pasan una determinada edad? La inmensa mayoría de adultos se ve discriminada en su condición de no-jóvenes de tantas y tantas ventajas sociales a favor de quienes no han sobrepasado todavía un determinado umbral de años: descuentos jóvenes, becas, premios, tasas especiales.

Peor todavía es la discriminación, claro, por no haber cumplido una determinada edad. Es decir, la discriminación que sufren lo que, sin ser jóvenes, no son lo suficientemente viejos para descuentos o gratuidad en transportes públicos, medicamentos, viajes, hogares de ancianos y residencias.

Hay más, hay muchas más discriminaciones: por no tener una discapacidad, por no tener suficientes hijos, por no hacer una actividad económica relacionada con la cultura o con la educación…

Todas estas «discriminaciones», sin embargo, no son fortuitas, sino deseadas y consensuadas por el grueso de la comunidad: se conoce con el nombre de discriminación positiva aquella que tiene por objetivo cerrar una brecha de desigualdad creando otra desigualdad de signo opuesto. Con ello se pretende compensar la desigualdad inicial para acelerar su desaparición o para sentar unas bases de equidad fuertes que dificulten su reproducción. Así es como «discriminamos» positivamente a pobres para que tengan igualdad de oportunidades, a las mujeres para luchar contra el sexismo, a los jóvenes para que puedan formarse e integrarse en la sociedad, a los mayores para que no se descuelguen de esta al dejar de ser «productivos», a los discapacitados para hacer su discapacidad irrelevante, a los hijos porque se ha acordado que la natalidad es buena, lo mismo que la cultura y la educación…

La discriminación positiva no es un ataque al fuerte, sino un asidero especial a quien está en desventaja. La discriminación positiva es destinar más horas y recursos al hijo que perdió horas de clase por una enfermedad, sin por ello dejar de querer a su hermano.

El castellano y el catalán son dos hermanos de la misma madre. Y el catalán ha ido perdiendo innumerables horas de clase al haber enfermado varias veces: desde el virus de Felipe V hasta el cáncer de Francisco Franco. Y es por ello que merece una discriminación, una discriminación positiva.

Y la prueba de que es una discriminación positiva (y no negativa) es que el resultado es una mayor equidad entre ambas lenguas, tanto en la esfera privada como en la pública, equidad que se pone a prueba cada día por las inercias del pasado (el cáncer tiende a la metástasis), las oleadas de inmigración (que traen consigo el castellano o lo adoptan por lengua más universal), el solapamiento de administraciones e instituciones que no tienen como lengua cooficial el catalán (aunque sí sirven a estos ciudadanos y contribuyentes) o el aluvión de contenidos a los que se puede acceder gracias a la digitalización (de texto, sonido e imagen).

La pregunta relevante no es si el catalán o el castellano están discriminados en Catalunya, sino por qué deberían estarlo. Como de costumbre, las preguntas que empiezan con «por qué» suelen ser las más difíciles de contestar. Y por ello las pasamos alegremente por alto.

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