¿Hace falta el Partido X, Partido del futuro?

Hoy se ha presentado oficialmente el Partido X, Partido del futuro, tal y como sus impulsores habían ido avanzando en su canal de Twitter, Facebook o YouTube. Si el medio es el mensaje, el mensaje está claro: el Partido X nace en una sociedad plenamente digital, sin fronteras, sin centros neurálgicos ni jerarquías, y donde basta un acceso a Internet para informar y estar informado, para dialogar, para participar, para contribuir.

Ante la poca información que ha habido — y todavía hay — sobre la formación en sí, así como lo que reivindica o propone, ha sido interesante ver cómo la incipiente entrada de un nuevo partido en la arena política ha sido recibido en algunos casos con fuertes críticas a (1) los objetivos y (2) las formas — en suma, una enmienda a la totalidad.

Me gustaría repasar estas críticas a la luz de lo que sabemos hasta ahora.

Programa / objetivos

El principal objetivo del partido es Democracia y punto: democracia representativa enriquecida con democracia directa, redacción colaborativa y abierta de leyes, transparencia. Y variaciones y combinaciones de estos conceptos.

Se critica al nuevo partido que estos no son objetivos reales o ambiciosos, u objetivos reales y que abarquen el conjunto del ámbito de actuación de la política, sino objetivos parciales, u objetivos sobre las herramientas, dado que la democracia no es un bien en sí mismo sino un medio.

Sobre si tener por objetivo la democracia es un objetivo parcial, cabe recordar que hay partidos que defienden a las mujeres, al medio ambiente, o a los animales. Incluso si tenemos en cuenta la democracia como un conjunto de instituciones, instrumentos al servicio de otros fines, también tenemos partidos que defienden otras instituciones como, por ejemplo, la familia. Si en ninguno de estos casos parece descabellado que un partido haga una apuesta por una cuestión en concreto, ¿por qué debería ocurrir lo contrario con Partido X? Es más, se pueden trazar los postulados del partido años atrás hasta el Partido de Internet — que se concentra en devolver la soberanía al ciudadano, restándola de los representantes electos, o en algunas de las posiciones que defiende el Partido Pirata (como la forma de trabajar de su capítulo alemán). Partidos que conviven con total naturalidad con otros más tradicionales.

Dicho esto, el objetivo de ¿Democracia y punto es pertinente?

Repasemos un par de gráficos:

En resumen: más desencanto con la política, más abstención, creencia que la situación política es mala y empeorará, convencimiento de que los políticos y la corrupción son el tercero y cuarto mayores problemas para los españoles. Se me antoja que pedir más y mejor democracia es, como poco, muy acorde con los tiempos y las inquietudes de muchos ciudadanos.

Forma

Separemos, dentro de la forma, lo que se refiere estrictamente a la estética. Resetear, venir del futuro, hacer un ERE en el Congreso… no es la forma en que yo me expresaría. Pero es, al fin y al cabo, cuestión de estilos, de gustos. Mientras haya respeto por los demás — y lo hay —, nada que objetar.

Pero fuera de la estética hay otras cuestiones formales. Cuestiones que para mí son relevantes.

El Partido X ha querido mantenerse en el total anonimato — aunque es evidente que tampoco se han mantenido en el total secreto y clandestinidad: contactos ha habido. Pero sí ha trascendido el motivo: no personalizar, no capitalizar en individuos el mensaje. También ha trascendido la forma cómo se ha gestado el partido: durante un año, en red, unas 90 personas han participado en su creación. Y también es explícito lo que debe ir sucediendo ahora: participar, si se quiere.

La comunicación del Partido X es en red y es previsible que así lo siga siendo. ¿Interlocutores? La rueda de prensa es distribuida, global y en tiempo real, como ya sucedió en el 15M, y como seguramente veremos cada vez más con el paso del tiempo: la adhesión a las ideas, a las plataformas, se hará por comunicación, y la comunicación será la adhesión. Las personas, los «líderes», en cierto modo, quedan al margen para dar más relieve a las ideas.

Pero no solamente la comunicación es en Red: el partido es en Red. Como en el caso de las CUP catalanas — un ejemplo paradigmático de los nuevos partidos-red que con mucha probabilidad están por venir — el Partido X nace de asambleas locales, formadas al calor de las acampadas de los indignados, de las plataformas por el derecho a la vivienda, a la sanidad y la educación públicas. No hay personas delante un partido, sino que hay ideas sustentadas por personas, que se articulan alrededor de estas ideas.

Fijarse en la arquitectura del Partido X es leer un programa electoral implícito, un programa que se lee entre líneas digitales. Reza el refrán: haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga. Esta ha sido la política de la Política en los últimos años en España: desde el referéndum de la OTAN (de entrada, no ¿no?) hasta el recorte en las pensiones. El Partido X opta por lo contrario: predicar con el ejemplo: desintermediación dentro del partido con estructura totalmente plana, la posibilidad de votar con clic, participando directamente en la creación de ideas y propuestas, optando por un concepto de transparencia que va de abajo-arriba y no de arriba-abajo.

Sentido del Partido X

Encabezaba esta reflexión con una pregunta: ¿Hace falta el Partido X, Partido del futuro?

Se me ocurren, al menos, dos motivos importantes por los cuales este partido es necesario.

El primero es poner sobre la mesa todo lo dicho hasta ahora. Es decir, sensibilizar a los ciudadanos de que la calidad de las instituciones democráticas puede y debe mejorar. Por una parte porque hay quienes las utilizan para fines para los cuales no fueron diseñadas. Por otra parte, porque el mundo ha cambiado radicalmente con la irrupción de Internet, y las instituciones se han quedado rezagadas en su adopción, mejora y transformación de sus funciones. Y aunque parezca que los ciudadanos están sensibilizados a tenor de los barómetros del CIS, las urnas parecen todavía decir lo contrario. Hay otras formas de hacer política, otras formas de concurrir a un proyecto cívico, incluso sin salir de las instituciones democráticas, transformándolas desde dentro. Lo que nos lleva al segundo punto.

El segundo es porque — y esto es una opinión muy personal — muchas instituciones no están preparadas para ser cambiadas desde fuera, tanto por la inercia que llevan como por los bastiones de resistencia que algunos de sus ocupantes edifican desde dentro. Montar un partido, aunque pueda parecer una contradicción con todo lo dicho hasta ahora, es el lenguaje que habla la política en este país. Y aunque personalmente no comparto que la política solamente suceda en las instituciones — lo que algunos han venido a llamar la Política con P mayúscula — sí comprendo que la primera aproximación probablemente es mejor hacerla por los canales establecidos. Por arduos y arcanos que puedan llegar a ser.

Dicho esto, ¿hasta dónde llegará el Partido X? Quién sabe. Probablemente lo mejor que podríamos hacer es aprender de la experiencia, que promete ser compartida, abierta, participativa. Probablemente el destino del Partido X no sea gobernar, sino que quienes gobiernen lo hagan mejor. Eso ya sería todo un triunfo.

NOTA: no tengo ninguna vinculación formal con el Partido X.

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