Tasas y multas progresivas según la renta

Imaginemos que vamos con nuestro cochecito de 50 caballos y, en un despiste, nos ponemos un momento a 125Km/h por la autopista. Ese exceso de velocidad está sancionado con 100€. Teniendo en cuenta que la renta mediana en 2008 era de 14.921€ brutos, a la mitad de los españoles esos 100€ le supondrán alrededor de un 10% de su sueldo mensual, si no más.

A nuestro lado, nos adelanta un bólido de 250 caballos a 150Km/h. Tanto si el propietario del bólido ingresa 50.000€ brutos anuales (un 5% de la población ingresaron eso o más) como si ingresa más de 100.000 (el 1%), la multa será la misma: 100€. La misma multa supone un 10% del sueldo del primero, un 5% para el segundo i apenas un 3% para el tercero.

Hagamos un segundo ejercicio y consideremos que uno necesita para vivir 8.400€. Cojamos el sueldo, restemos los impuestos y restemos esos gastos básicos para vivir. La multa de 100€ supone, de esa renta disponible total (no mensual), un 5,4% para el primero, un 0,6% para el segundo, y un 0,3% para el tercero. Los porcentajes pueden variar ligeramente según el valor que tomemos de los datos de la Agencia Tributaria, pero los órdenes de magnitud son más o menos esos, que es lo relevante. Mientras para el primero, en 20 multas se le puede ir todo el dinero que tenía para algo más que sobrevivir, el propietario del bólido con un sueldo superior a 100.000€ puede permitirse el lujo de circular constantemente a 150Km/h sin remordimientos ni problemas económicos: aunque le multen dos veces al día, cada día del año, todavía le quedarán más de 20.000€ netos para gastar más allá de la estricta supervivencia. Para esta persona la multa no es tal, sino un mero peaje para poder circular 30Km/h por encima de la ley.

No quiero con esto justificar que haya que hacer la vista gorda ante los infractores pobres, sino que es evidente que las sanciones, aunque parezcan «iguales para todos», en realidad no lo son. Como sanciones económicas que son, es probable que debieran ponerse en términos relativos a la renta del infractor. Y, en este sentido, son totalmente regresivas.

La tarificación discriminada de los servicios básicos por renta

Estos días se ha sabido que el Área Metropolitana [de Barcelona] estudia implantar un recibo del agua vinculado a la renta, entre otras cosas para evitar el corte de suministros a las familias en situaciones económicas críticas.

Se da el caso, además, que el agua deja de ser un bien básico para pasar a ser un bien de lujo a medida que se sube por la escalera de la renta familiar: en las más altas rentas, se ha medido que el mayor consumo de agua crece de forma no proporcional al número de miembros de la familia y va asociado a bienes suntuarios como jardines o piscinas, entre otros.

Una tarificación del agua que discriminase por renta tendría no uno sino dos efectos beneficiosos:

  1. Por una parte, haciendo su coste relativo mucho más equitativo según el nivel de renta de los ciudadanos, acercaría, como se ha dicho, el coste a las posibilidades de pago, sin por ello suponer una barrera al acceso a un bien básico.
  2. Por otra parte, deincentivaría su uso para cubrir necesidades no básicas y, con ello, fomentaría el ahorro de agua, algo que conviene cada vez más dada su creciente escasez y coste de suministro.

En otras palabras, haríamos más asequible el agua como bien básico y la haríamos más cara como bien de lujo.

Cómo hacerlo

Dejando al margen cuestiones legales, el principal problema de la tarificación según la renta es (o era) técnico: los proveedores deberían disponer de los datos del IRPF por domicilio y calcular, a mano y una a una, las distintas tarifas a aplicar para poder emitir facturas personalizadas. Simplemente prohibitivo: el beneficio (económico) que pudiera generarse se iba en el coste de la política.

Abrir los datos de la Agencia Tributaria nos permitiría hacer esas facturas de forma personalizada a la vez que automatizada. Y no, ni tan sólo haría falta hacer públicos los datos del IRPF de todos y cada uno de los ciudadanos (aunque otros países no tienen inconveniente en hacerlo). Bastaría con que la aplicación de facturación «preguntase» a la base de datos de la Agencia Tributaria a qué tramo de renta/facturación corresponde un DNI en concreto y esta devolviese el tramo, sin necesidad de revelar ni un solo dato de la declaración.

Para evitar la picaresca de poner todos los suministros a nombre del cuñado en el paro o del abuelo con pensión mínima, abrir los datos del padrón municipal permitiría cruzar los datos individuales con los datos de un hogar, lo que a su vez nos permitiría crear un valor mucho más aproximado no de la renta de un individuo, sino de la renta familiar, que es la que al fin y al cabo debería utilizarse para el cálculo de la tarifa de los suministros — no así, probablemente, en el caso de las multas de tráfico.

Por supuesto, sigue habiendo problemas, algunos no menores, pero es fácil que a pesar de ellos la situación resultante se parezca ahora mucho más a la deseada que sin cruzar bases de datos. O, dicho de otro modo, que el coste de no hacer nada sea ahora mucho más alto que hacer algo. Así, en términos generales, hacer esto es ya totalmente posible y, dentro de unos márgenes, relativamente barato.

Lo que está caro y difícil, estos días, es la voluntad política.

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La ‘irresponsabilidad’ de utilizar software libre

Leo en Nación Red que El PP [de A Coruña] ve «irresponsable» proponer el software libre en la administración.

Los argumentos que la teniente alcalde de Hacienda del ayuntamiento de A Coruña, Rosa Gallego, esgrime para tachar el uso de software libre en la administración local son, básicamente, dos:

  1. El software privado «no crea dependencia».
  2. El uso de software privado «beneficia a empresas gallegas».

Estos son argumentos que hemos oído hasta la saciedad sobre esta cuestión, aunque la inmensa mayoría de veces justo en sentido opuesto, es decir:

  • El software privativo crea dependencia tecnológica, dado que los desarrollos los hace una empresa que no comparte el código y, por tanto, siempre se depende de la misma para cualquier tipo de modificación.
  • El software privativo crea dependencia económica, dado que las licencias son de obligado pago para poder disfrutar del programa.
  • El software privativo beneficia única y exclusivamente a la empresa que licencia el programa. Dado que por norma general estas son grandes corporaciones extranjeras (Microsoft, Oracle), el dinero va fuera. De Galicia y del Estado.
  • El software privativo puede ser solamente modificado por la empresa propietaria del mismo. Así, además de suponer un drenaje de fondos hacia el extranjero por la venta de licencias, se inhibe la creación de un tejido empresarial local centrado en la instalación y adaptación de software.

Estos argumentos están explicados con todo lujo de detalles en la bibliografía que figura al final de esta entrada — una breve y rápida compilación a vuelopluma de entre la ingente cantidad de documentos que existen.

Pero, antes de terminar, vale la pena destinar unas palabras más a la apelación a la responsabilidad (o la irresponsabilidad) como argumento político. Es de un insoportable hartazgo ver reducido cualquier argumento al no-argumento de la responsabilidad. No hay día en que dos opositores políticos no se reprochen la falta de apoyo mutuo a sus respectivas propuestas en nombre de la responsabilidad de apoyar.

Sin embargo, la responsabilidad no radica en apoyar a ciegas una u otra política, sino en aportar información, fundamentos, pruebas de los pros y los contras de esa política así como de sus posibles alternativas. Y transparencia y coraje para defender los criterios y valores utilizados para escoger, de las posibles alternativas, la política a implantar.

Eso es responsabilidad. El resto, es puro sofismo.

Bibliografía recomendada sobre el software libre y su impacto en el desarrollo:

Abella, A., Sánchez, J. & Segovia, M.Á. (2004). Libro Blanco software libre en España 2004. [online]: libroblanco.com.
Abella, A. & Segovia, M.Á. (2005). Libro Blanco del Software Libre en España (II). [online]: libroblanco.com.
Abella, A., Sánchez, J. & Segovia, M.Á. (2007). Libro Blanco del Software Libre en España (III). [online]: libroblanco.com.
Bastos, M. (2005). Reader on «Free/Libre and Open Source Software (FLOSS) and its relevance for development». Working paper submited to the discussion list of the Virtual University-IIEP-UNESCO, February 19th, 2006. Paris: UNESCO.
Benkler, Y. (2006). The Wealth of Networks. Lecture presented on April 18, 2006 at Harvard Law School. Cambridge: Harvard Law School.
Benkler, Y. (2006). The Wealth of Networks: How Social Production Transforms Markets and Freedom. New Haven: Yale University Press.
Debroy, B. & Morris, J. (2004). Open to development: Open-Source software and economic development. London: International Policy Network.
Dravis, P. (2003). Open Source Software: Perspectives for Development. Washington: The World Bank.
Fundación Auna (2005). “La India: el elefante de la industria del software”. En
Notas de Análisis y Prospectiva, Noviembre 2005, (12). Madrid: Fundación Auna.
Himanen, P. (2003). L’ètica hacker i l’esperit de l’era de la informació. Barcelona: Editorial UOC.
Jiménez Romera, C. (2002). “Software libre y administración pública”. En
Boletín CF+S, Junio 2002, (20). Madrid: Instituto Juan de Herrera.
Lerner, J. & Tirole, J. (2000). The Simple Economics of Open Source. NBER Working Paper No. 7600. Stanford: NBER.
Levy, S. (1984). Hackers. Heroes of the computer revolution. Champaign: Project Gutenberg.
McInerney, S. (2005). Using Open Source Software – the HealthInsite Experience. Canberra: HealthInsite.
Monge Benito, S. (2003). ¿Es aplicable el modelo de producción del software libre a contenidos educativos?. Leioa: Universidad del País Vasco.
Moyle, K. (2004). Total Cost of Ownership and Open Source Software. Mount Gambier East: Grant High School.
Open Source Inititiative (2006). The Open Source Definition
Peña-López, I. (2005). e-Learning for Development: a model. ICTlogy Working Paper Series #1. Barcelona: ICTlogy.
Perens, B. (2005). The Emerging Economic Paradigm of Open Source. [online]: Bruce Perens.
Raymond, E.S. (1999). The Cathedral & the Bazaar. (revised edition: original edition 1999). Sebastopol: O’Reilly.
Rosenblatt, G. (2005). “Three Pillars of Social Source”. En Rosenblatt, G., Movement as Network, March 21, 2005
Sibisi, S. (Coord.) (2004). Free/Libre & Open Source Software and Open Standards in South Africa. Version 2.6.9, July 2004. Pretoria: National Advisory Council on Innovation.
Siemens, G. (2003). “Free and Open Source Movements”. En Siemens, G., elearnspace, March 3, 2003
Upadhaya, G.R. (2004). Free/Open Source Software. Network Infrastructure and Security. Kuala Lumpur: UNDP-APDIP.
Wong, K. (2004). Free/Open Source Software – Government and Policy. Kuala Lumpur: UNDP-APDIP.
Wong, K. & Sayo, P. (2004). Free/Open Source Software: A General Introduction. Kuala Lumpur: UNDP-APDIP.
Zugaldia, A. (2004). Software Libre: Desarrollo y Paz. Granada: gcubo.org.

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¿Evolución o revolución en la participación ciudadana en democracia? De la transparencia al #15MpaRato

El día 4 de julio, a partir de las 19h en la (¡nueva!) sede de la UOC en Sevilla (Torneo, 32), participaré en la sexta y última jornada de los [sic] Debates sobre tendencias en la Sociedad de la Información y el Conocimiento. La inscripción puede realizarse en el formulario del evento. Los usuarios de Twitter, pueden seguir #debateSIC. Habrá también streaming de vídeo.

El objetivo de la sesión es reflexionar o repensar cuáles son o cuáles deberían ser las relaciones entre gobierno y ciudadanos después de la revolución digital, y ver si somos capaces de acabar de conformar esa nueva Sociedad de la Información.

Gianluca Misuraca, investigador del centro de investigación JRC-IPTS de la Comisión Europea, centrará su análisis en las relaciones entre Administración y ciudadanía, hablando sobre todo de administración o gobierno electrónico, datos abiertos, etc.

Por mi parte, la reflexión se referirá más a la relación de gobiernos, parlamentos y partidos políticos en materia de ejercicio de la democracia. Esta es, en síntesis, la presentación de mi introducción:

¿Evolución o revolución en la participación ciudadana? De la transparencia al #15MpaRato

Imaginemos un agricultor en el Delta del Ebro. De pronto se da cuenta que el agua baja sucia, demasiado sucia como para que los cultivos no peligren. Se sube al caballo (no hay coches, no hay Internet) y se dirige río arriba. 350km después, en el Valle de Pineta, se encuentra con unos ganaderos que están contaminando las aguas: la falta de pastos les ha obligado a estabular y utilizar piensos de dudosa calidad y peor impacto medioambiental. Se llega al acuerdo rápidamente: el agricultor suministrará hierba a los ganaderos, quienes, a cambio, mantendrán el agua limpia y suministrarán carne y leche al agricultor.

A medida que más agricultores y más ganaderos de toda la cuenca del Ebro/Cinca se añaden a los acuerdos, la gestión se vuelve compleja. Los trajines de unos y otros acaban por tener descuidados cultivos y ganado, con importantes pérdidas económicas: se dan cuenta de que sale a cuenta que algunos de ellos se dediquen en exclusiva a la actividad política, pagados entre todos. Se crea el «Parlamento del Ebro/Cinca» con sede en Fraga, donde hay sesiones semanales y donde se almacenan (en papel, no hay PDF) los documentos de las sesiones, informes técnicos, etc. Cada semana, los representantes políticos informan a sus respectivas comunidades de los acuerdos alcanzados.

Pero el Ebro tiene más afluentes y pronto hay que crear otros Parlamentos: el Parlamento del Ebro/Segre, el Parlamento del Ebro/Gállego, el Ebro/Jalón… y, por supuesto, un Parlamento de nivel superior, el Parlamento del Ebro, cuya sede se fija en Zaragoza. Se crean distintos niveles político-administrativos y pronto es imposible, ante tanta población, rendir cuentas cada semana. Se fijan algunas sesiones de debate de carácter anual y un gran evento cada cuatro años.

Revolución digital y democracia

La historia anterior seguramente tendría un argumento distinto en un mundo con telecomunicaciones y la posibilidad de digitalizar la información. Y probablemente tendría también actores distintos.

  • ¿En qué cambia el hecho de que el acceso a la información pueda realizarse ahora prácticamente sin coste alguno?
  • ¿Qué tipo de espacios y prácticas de deliberación podemos desarrollar cuando ya no hay límites de espacio ni de tiempo?
  • Con más y mejor información, con espacios distintos para la deliberación, ¿cómo formamos nuestra opinión? ¿cómo establecemos nuestras preferencias? Y, todavía más importante, ¿qué prácticas y qué agentes pueden o deben intervenir en la negociación entre opciones?
  • ¿Necesitamos repensar la forma como explicitamos nuestras preferencias? ¿Qué limitaciones hemos dejado atrás y qué limitaciones todavía tenemos a la hora de establecer (nuevas) formas de votación?
  • Y, por último, seguramente es posible que la rendición de cuentas sea no ya más transparente, sino «por defecto», más ágil, flexible, automatizada e incluso personalizada.

Intentaré no responder a estas preguntas, pero sí ponerlas en relación a cuestiones como la Primavera Árabe, las Acampadas en la Puerta del Sol y el 15M, las (mal llamadas) wikirrevoluciones, la iniciativa 15MpaRato o el proyecto para la nueva Ley de Transparencia.

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La importancia de la banda ancha y Antón Reixa

Hace un par de semanas, durante el evento Nethinking 2012, Antón Reixa, el recién elegido presidente de la SGAE, cargaba no contra quienes hacen un determinado uso de Internet, sino contra la tecnología en sí misma. Afirmaba, literalmente, que tú no necesitas banda ancha para el uso más convencional que puedas hacer de internet.

La afirmación va más allá de lo sorprendente y entra en el terreno de lo pasmoso. Todo el planeta (todo el planeta) se debate en estos momentos en cómo incrementar la cobertura de la banda ancha a la vez que se hace su coste más asequible. Algunos países como Finlandia lo han declarado un derecho universal e incluso España ha establecido que debe ser posible que cualquier ciudadano que lo desee pueda conectarse a Internet a través de banda ancha. La Comisión Europea también ha debatido si el acceso a Internet a través de banda ancha, más que una posibilidad, deba ser también un derecho universal.

Sin acceso a Internet a través de banda ancha son prácticamente imposibles todas las «e-derivadas» de la mayoría de bienes y servicios de una economía: la educación en línea, el comercio electrónico, la e-salud, la administración y el gobierno electrónicos, el entretenimiento (que, además de entretener, también crea lugares de trabajo)… y así, hasta todos o casi todos los aspectos de la vida que uno pueda imaginar.

La bibliografía — científica, basada en datos y pruebas, no en especulaciones o impresiones personales — sobre el impacto positivo de la banda ancha en la economía es abundante. Dicha literatura va desde lo más cauto — tiene un impacto directo en el sector de las telecomunicaciones e indirecto en los sectores asociados — hasta el más eufórico — tiene un impacto directo e indirecto en todos los ámbitos de la economía —, pasando por los prudentes pero asertivos — puede que no tenga impacto positivo diferencial, pero la ausencia de banda ancha sí tiene un impacto negativo de dimensiones catastróficas.

Dejo, a continuación, 30 referencias sobre el impacto económico de la banda ancha. No están todas, hay muchísimas más (dejando al margen que hay impactos que no son económicos: en equidad, en justicia, en calidad democrática, en educación, en…). Estas responden, únicamente, a una búsqueda rápida en mi propia bibliografía por las palabras «broadband» o «banda». Hay más referencias bajo las categorías Infraestructuras TIC, TIC para el desarrollo o Brecha Digital.

Cerremos con la premisa que debería regir todo análisis: son los usos, no las herramientas, quienes son o no delictivos.

Pequeña bibliografía sobre el impacto económico de la Banda Ancha

Anderson, B. (2008). “The Social Impact Of Broadband Household Internet Access”. In
Information, Communication & Society, 11 (1), 5-24. London: Routledge.
Atkinson, R. D., Correa, D. K. & Naklada, S. (2008). Explaining International Broadband Leadership. Washington, DC: The Information Technology and Innovation Foundation.
Beard, T. R., Ford, G. S. & Spiwak, L. J. (2009). The Broadband Adoption Index: Improving Measurements and Comparisons of Broadband Deployment and Adoption. Policy Paper Number 36. Washington, D.C.: Phoenix Center for Advanced Legal and Economic Public Policy Studies.
Benkler, Y., Faris, R., Gasser, U., Miyakawa, L. & Schultze, S. (2010). Next Generation Connectivity. A review of broadband Internet transitions and policy from around the world. Cambridge: Berkman Center for Internet & Society.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2011). Banda ancha para el desarrollo y la inclusión. Documento para la Sexta Cumbre de las Américas, Cartagena de Indias, Colombia, 14 y 15 de abril de 2012. Santiago de Chile: CEPAL.
Dailey, D., Bryne, A., Powell, A., Karaganis, J. & Chung, J. (2010). Broadband Adoption in Low-Income Communities. Brooklyn: Social Science Research Council.
European Commission (2006). Bridging the Broadband Gap. Luxembourg: Office for Official Publications of the European Communities.
European Commission (2008). Development of broadband access in Europe. Accompanying document to the Communication on future networks and the internet. Brussels: European Commission.
European Commission (2008). Indexing Broadband Performance. Accompanying document to the Communication on future networks and the internet. Brussels: European Commission.
European Commission (2008). Methodology for the collection of data on broadband prices. Brussels: European Commission.
García Alba, J. (Ed.) (2009). Economic Development and Inclusion through Local Broadband Access Networks. Washington, DC: Multilateral Investment Fund, Inter?American Development Bank.
Greenstein, S. & McDevitt, R. (2012). Measuring the Broadband Bonus in Thirty OECD Countries. OECD Digital Economy Papers, No. 197. Paris: OECD Publishing.
Horrigan, J. B., Stolp, C. & Wilson, R. H. (2006). “Broadband Utilization in Space: Effects of Population and Economic Structure”. In
The Information Society, 22 (5), 341-354. Abingdon: Taylor & Francis.
Horrigan, J. B. (2007). Broadband: What’s All the Fuss About?. Washington, DC: Pew Internet & American Life Project.
Horrigan, J. B. (2010). Broadband Adoption and Use in AmeAmerica. OBI Working paper series no.1. Washington, DC: Federal Communications Commission.
International Telecommunication Union (2003). ITU Internet Report 2003: The Birth of Broadband. Geneva: ITU.
Kolko, J. (2010). Does Broadband Boost Local Economic Development?. San Francisco: Public Policy Institute of California.
National Telecommunications and Information Administration (2010). Digital Nation: 21st Century America’s Progress Towards Universal Broadband Internet Access. Washington, DC: National Telecommunications and Information Administration.
OECD (2008). Broadband and the Economy. Paris: OECD.
OECD (2009). Indicators of broadband coverage. Paris: OECD.
OECD (2010). Wireless broadband indicator methodology. Paris: OECD.
Reding, V. (2007). Why Greece needs broadband and why it needs it now – a European perspective. Speech at The International Conference. Athens: European Commission.
Smith, A. (2010). Home Broadband 2010. Washington, D.C.: Pew Internet & American Life Project.
Trkman, P., Blazic, B. J. & Turk, T. (2008). “Factors of broadband development and the design of a strategic policy framework”. In
Telecommunications Policy, 32 (2), 101-115. London: Elsevier.
Wu, T. (2003). “Network Neutrality, Broadband Discrimination”. In
Journal of Telecommunications and High Technology Law, 2, 141-176. Boulder: University of Colorado at Boulder.
Yates, D. J., Gulati, G. J. & Weiss, J. W. (2010). “Towards universal broadband. Understanding the impact of policy initiatives on broadband diffusion and affordability”. In Alexander, T., Turpin, M. & van Deventer, J.,
ECIS 2010 Conference proceedings. 18th European Conference on Information Systems (ECIS), June 2010. Pretoria: University of Pretoria.
Yates, D. J., Gulati, G. J. & Tawileh, A. (2011). Different Paths to Broadband Access: The Impact of Governance and Policy on Broadband Diffusion in the Developed and Developing Worlds. 44th Hawaii International Conference on System Sciences, January 2011. Kauai: University of Hawaii at Manoa.

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Más que cables. Indicadores de la sociedad de la información

El día 2 de mayo, a partir de las 19h en la sede de la UOC en Sevilla (Virgen de Luján, 12), participaré en la segunda jornada de [sic] Debates sobre tendencias en la Sociedad de la Información y el Conocimiento. La inscripción puede realizarse en el formulario del evento. Los usuarios de Twitter, pueden seguir #debateSIC. Habrá también streaming de vídeo.

La sesión está más pensada como debate que como una conferencia magistral. Marc Bogdanowicz — líder de grupo de Análisis de la Economía Digital del Centro Común de Investigación del Instituto de Prospectiva Tecnológica de la Comisión Europea — hará una breve introducción titulada Sociedad de la Información: ¿hacia dónde vamos? ¿y con quién?. Mi introducción pretende ser una crítica a la persistente fijación de las políticas con las infraestructuras, cuando, si bien necesarias y todavía en fase de despliegue, ya no deberían ser, en mi opinión, la principal prioridad.

Esta es, en síntesis, la presentación de mi introducción:

Más que cables. Indicadores de la sociedad de la información

Los conceptos “autopistas de la información” y “brecha digital” se acuñan a mediados de la década de 1990 para definir, por una parte, el gran potencial de Internet y, por otra, los riesgos de quedarse rezagado en lo que ha venido a denominarse la Revolución Digital.

Pasados casi 20 años, da la impresión de que algunos conceptos quedaron fijados en el pasado, mientras que la realidad cambia a ojos vista. Un ejemplo claro es la definición de “banda ancha”, que se fijó a nivel internacional en 256 Kbps hace más de 10 años y la definición sigue vigente. Aunque España actualizó el concepto en 2011 y consideró la velocidad de 1Mbps como servicio universal a partir del 1 de enero de 2012, es probable que esa velocidad sea considerada ya obsoleta para acceder cómodamente a muchos de los actuales servicios de Internet.

No obstante, el problema no es la poca actualización de los indicadores tecnológicos sino, precisamente, el absoluto sesgo hacia indicadores tecnológicos o relativos a la infraestructura. Así, todavía muchas de las decisiones públicas y políticas de desarrollo de la Sociedad de la Información se centran en el acceso a las infraestructuras dejando de lado, por ejemplo, cuestiones fundamentales como la competencia digital (que da lugar a la ya llamada segunda brecha digital), la existencia de contenidos y servicios de Sociedad de la Información, o la actualización del marco legal y regulatorio para acomodarlo a la creciente digitalización de la economía y la sociedad.

A medida que la penetración de Internet avanza y su uso está cada vez más extendido es necesario completar los indicadores de infraestructuras con otros indicadores de adopción y uso efectivo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Y, en base a dichos indicadores, diseñar e implementar políticas de fomento de la Sociedad de la Información que respondan a las necesidades reales de la población y no a los intereses o presiones de determinados sectores industriales.

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La diferencia entre Telecomunicaciones y Sociedad de la Información

Red.es, la entidad del Gobierno de España encargada de impulsar el desarrollo de la Sociedad de la Información en España, tiene desde ayer nuevo director general: Borja Adsuara Varela.

El perfil de Adsuara no está relacionado con las telecomunicaciones ni, de hecho, con ninguna de las disciplinas normalmente asociadas con el ámbito de la ingeniería. Tiene lo que se suele llamar un perfil «de letras». Esto es especialmente relevante si lo comparamos con su antecesor en el cargo, Sebastián Muriel (Ingeniero Superior de Telecomunicaciones, MBA) o, por ejemplo, con el actual Director General de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información en la Generalitat de Catalunya, Carles Flamerich, también Ingeniero Superior de Telecomunicaciones.

¿Es esto bueno o malo?

Pues, simplemente, no es ni bueno ni malo.

Uno puede aproximarse a la Sociedad de la Información desde sus dos componentes básicos: un perfil tecnológico puede completarse con una aproximación más social, y un perfil más social puede (y debe) comprender los fundamentos tecnológicos básicos sobre los que edificar su propuesta de políticas públicas. Hay buenos ejemplos de ambos tipos de perfil u aproximación — incluso me atrevería a decir que son más los tecnólogos que han hecho el esfuerzo de «humanizar» su perfil, que no los humanistas que se han esforzado en comprender la tecnología.

Pero la apuesta por un perfil «de letras» en un ámbito todavía copado por «ingenieros» manda un mensaje claro: agotada una primera fase donde se entendían las telecomunicaciones como el desarrollo de un determinado tipo de infraestructuras, se pasa a una fase donde lo prioritario es el uso de dichas infraestructuras, el desarrollo de una Sociedad de la Información.

Las formas cuentan.

Y si no, valga como muestra el decreto por el cual la Generalitat de Catalunya creaba y definía las funciones de la Dirección General de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información (punto 4.2 del DOGC núm. 5791 – 07/01/2011, traducción automática al castellano).

Los 7 puntos que describen la misión de la Dirección General hablan de «impulsar el sector de las tecnologías»; «promover […] las infraestructuras»; «coordinar […] los prestadores de servicios y operadores de tecnologías»; regular, inspeccionar y sancionar; «dirigir la política de infraestructuras de telecomunicaciones»; «coordinar(se) con los órganos competentes en el ámbito estatal»; o «cualquier otra función de naturaleza análoga». Si, por si había alguna duda del tono a seguir, se nombra a un ingeniero como director general es difícil pensar que dentro de esa Dirección General vayan a caber determinados aspectos con un fuerte componente social.

No pertenecen a las infraestructuras sino a la Sociedad de la Información cuestiones de mucha trascendencia como la telemedicina, la democracia electrónica, los ordenadores en las aulas (o no), los contenidos digitales abiertos, la reforma de la ley de propiedad intelectual para acomodarse a la revolución digital, la e-Administración y tantas y tantas cosas que no pertenecen, en absoluto, al mundo de las infraestructuras (aunque dependan totalmente de estas, por supuesto).

Cuando uno celebra — como es mi caso — que no se ponga a un ingeniero al frente de la política de la Sociedad de la Información no es (ni mucho menos) porque un ingeniero no pueda o deba ser quien la dirija, sino porque, en mi opinión, manda un mensaje muy claro a la ciudadanía: la Sociedad de la Información está aquí para quedarse, es mucho más que cables y es hora que se le dé la visión estratégica y transversal que merece. Y este mensaje apenas se ha dado en España desde que el mundo es digital. Y ya tocaba.

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