Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 22 mayo 2015
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Excavator – Open Pit Mining, de Rene Schwietzke.
Cuando se habla de estrategias de gobierno abierto, o de datos abiertos, lo habitual es utilizar aproximaciones del tipo «estrategias para la publicación de datos» o, a lo sumo, «estrategias para la abertura de datos». Y esto es así tanto si la estrategia es pasiva —el ciudadano pide unos datos, la Administración se los da o los hace públicos— como si es activa —la Administración se adelanta y publica esos datos antes de que nadie haga una petición explícita.
En mi opinión, esta es una opción legítima, pero obsoleta. Insisto: legítima, porque ya querríamos que la política de mínimos fuese publicar o abrir, pero obsoleta porque, hoy en día, lo más eficaz y eficiente es que la Administración ya trabaje en abierto. Que el diseño de sus procesos —y recalco la palabra procesos, que van más allá de la mera tecnología— sea abierto desde el momento cero.
Me gustaría ilustrar las diferencias —nada sutiles, aunque pueda parecerlo— con un ejemplo que quién más quién menos ha vivido en primera persona: la publicación de las calificaciones de una asignatura. El ejemplo (tanto la opción 1 como la opción 2) se ajusta bastante a la realidad, aunque he hecho alguna simplificación o algún pequeño cambio para que se ajuste más a lo que se quiere mostrar.
Opción 1: publicar los datos
- Un profesor evalúa los exámenes de una asignatura, sobre el original en papel, y apuntando las notas en una hoja de cálculo. Y otro profesor el de otra. Y así todos. Cuando terminan de evaluar, imprimen las notas y las cuelgan en la puerta de su despacho junto con la nota final. Es decir, publican la información de forma activa.
- Para saber sus notas, los estudiantes deben ir consultando las puertas de todos los despachos. Igual que ocurre a menudo con la administración: el ciudadano debe ir portal por portal, web por web, sección por sección, para encontrar toda la información.
- El estudiante que quiere saber no la información (he aprobado o no) sino cómo le ha ido el examen, debe pedir cita con el profesor. Solamente así, obtiene las notas numéricas que ha sacado en todas las preguntas del examen, así como los coeficientes de ponderación. Esto se corresponde con (1) abrir los datos y (2) de forma pasiva o reactiva, es decir, a petición del ciudadano.
- En algún momento, los profesores introducen las notas en la base de datos a partir de la cuál el personal de gestión académica de la secretaría del departamento podrá emitir certificados y tramitar, si procede, los títulos pertinentes.
Este sencillo esquema incorpora ya lo básico (publicación de información, abertura de datos, publicidad activa y pasiva, emisión de certificados / inicio de procesos administrativos) así como tres tipos de actor: el que genera los datos (profesor), el que los administra (secretaría) y el que los consulta (ciudadano). Y, también, qué perfil tiene cada uno respecto a los datos (los crea, los administra, los consulta).
Y así funciona, en general, la Administración. Y así es cómo, en general, está planteada la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, así como sus equivalentes autonómicas.
Opción 2: abrir los procesos y las aplicaciones
Hay, no obstante, otra opción que en lugar de centrarse en el contenido, se centra en el contenedor.
- Los exámenes de los estudiantes está digitalizados y residen en una aplicación. De hecho, los estudiantes mismos pueden subir ellos mismos sus exámenes (o sus trabajos, o sus portafolios electrónicos, etc.).
- El profesor evalúa los exámenes directamente desde la aplicación, pudiendo entrar notas parciales que, automáticamente, calculan la nota final mediante una fórmula pública.
- Una vez calificados, los estudiantes pueden consultar, en su propio expediente, todas sus calificaciones a la vez.
- Desde la misma aplicación, el personal de gestión académica (y sin necesidad de acceder a los datos, que pueden permanecer confidenciales) pueden cerrar actas, mandar mensajes automáticos, etc.
- Desde la misma aplicación, el estudiante puede no pedir sino directamente descargarse sus certificados y títulos firmados digitalmente.
Esta segunda opción puede parecer similar a la primera opción. Pero no lo es. Porque lo importante no es la tecnología, sino el proceso. En la segunda opción, hay una única tecnología que permite que el proceso sea abierto por defecto. Sí. Pero mucho más: no hay otros procesos ni tecnologías. No hay que «publicar», no hay que sacar los datos de un sitio (hoja de cálculo) para llevárselos a otro (impresión para colgar en la puerta del despacho, exportación a la base de datos de certificados y títulos) sino que todos residen en el mismo sitio. Y, más importante, todos los actores comparten el mismo proceso gracias a que acceden a la misma aplicación.
Diferencia entre publicar y trabajar en abierto
Vamos a llevar el caso anterior a un caso más habitual en la Administración: la consulta de datos del presupuesto.
En la primera opción, la Administración trabaja dentro de su propio circuito cerrado de gestión económica y presupuestaria. Cuando el ciudadano quiere información económica de la Administración, en la aproximación de publicidad pasiva o reactiva, ese ciudadano debe pedirla y una persona debe destinar un tiempo a recabar los datos, ponerlos en un formato determinado y publicarlos. A lo sumo, y ya en la aproximación proactiva, nos encontraremos que la Administración ha recopilado esos datos y ha hecho una copia en otro lugar para que el ciudadano pueda consultarlos sin tener que pedirlos. Publicar una copia. Publicar. Copia.
Hay una segunda opción: dado que por norma general la Administración ya trabaja sobre aplicaciones digitales, bastaría con abrir esa aplicación al exterior. Bastaría con que Administración y ciudadano accediesen a la misma aplicación (sí, por motivos de eficiencia tecnológica puede que realmente accedan a copias, pero a efectos de simplificar, supongamos que es la misma aplicación, como ocurría con el caso de la gestión académica). Por supuesto, el funcionario puede hacer asentamientos (tanto gasto, de tal proveedor, por el concepto tal, para la partida cual, y para el proyecto equis) y el ciudadano solamente puede consultar. Pero la diferencia conceptual con la primera opción es abismal:
- Total transparencia por utilizar los mismos sistemas o aplicaciones.
- Información en tiempo real (o casi: de nuevo, por motivos técnicos — que no cambian el fondo del concepto — podemos hacer copias y actualizaciones, pero son automáticas, no es alguien que, una vez al año, copia datos de un sitio a otro).
- Acceso total al máximo detalle, sin filtros (especialmente filtros humanos).
- Formato reutilizable en origen, dado que accedemos al dato, no a una (a menudo burda) «materialización» del mismo.
- Ausencia de manipulación y, en consecuencia, ahorro en tiempo y recursos (sobre todo humanos).
Además, dado que lo que estamos utilizando es una aplicación viva y no una foto fija, podemos acceder a los datos de dos formas complementarias:
- Si hay tiempo y dinero para desarrollo, con una visualización especialmente pensada para el ciudadano.
- Además podemos dar acceso directo a los datos (p.ej. via API abierta) para su manipulación masiva (y muy muy barata).
La pregunta habitual en estos casos es qué hacer o bien con los datos antiguos o bien con documentos que no son exactamente datos.
La respuesta (para mí) es inmediata: de forma proactiva o reactiva, una vez se digitalizan (el verdadero coste de la transparencia… además del político, claro) hay que pensar no en una solución para ese ciudadano en particular, sino en una aplicación que sea de utilidad especialmente para el funcionario.
Un último ejemplo para incorporar estas últimas apreciaciones.
La Administración gasta literalmente millones en informarse. A menudo encargando informes a terceros, o bien concediendo ayudas o becas a la investigación y el análisis. Acceder a esa documentación es una tarea épica. Incluso dentro de la Administración. Una opción es, a petición del ciudadano, bajar a las catacumbas (digitales) de la administración para encontrar un documento enterrado en un marasmo de información. Otra opción es poner en marcha un repositorio de archivos que, sobre todo, sea útil al funcionario para su propio trabajo (y para su propia organización), abriendo una parte (la parte de consulta) al ciudadano. De hecho, estos sistemas ya funcionan en la mayoría de grandes empresas privadas y Administraciones. Así, el gobierno abierto, los datos abiertos son, sobre todo y ante todo, una herramienta útil para la propia Administración — además de para cumplir un expediente de cara al ciudadano.
Es por todo ello que cuando se habla de «publicar» información, o «abrir» datos, tengo la impresión que retrocedemos en el tiempo. O que permanecemos en un tiempo pasado, donde era necesario (porque todo estaba en papel y archivado físicamente) que alguien buscase, encontrase, interpretase, filtrase, replicase y distribuyese la documentación.
Pero ya no es así. Busca el ciudadano y el ciudadano encuentra (sabrá él si lo que tiene entre manos es lo que buscaba o no). Interpreta el mismo ciudadano y filtra según sus propias necesidades (aunque por temas de privacidad y seguridad, por supuesto, puede haber un filtrado previo). No hace falta replicar, porque la información es intangible y, por tanto, no es escasa, no se «pierde» si se «da». Y, está claro, la distribución va dentro del mismo proceso. Y lo mejor, lo más interesante, es que exactamente el mismo protocolo, el mismo proceso, la (más o menos) mismo proceso y herramienta sirve para quien genera la información, para quien la administra y custodia, y para quién la va a usar, sea Administración o ciudadano.
Deberíamos dejar de añadir barreras innecesarias donde no las hay.
Apunte dedicado a Antonio Ibáñez, por obligarme a pensar :)
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 22 diciembre 2014
Categorías: Política
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La Unió General de Treballadors de Catalunya (UGT Catalunya) ha publicado recientemente su portal de transparencia. En los párrafos que siguen querría hacer un repaso rápido al portal, parcial y sesgado respecto a los que son mis propios intereses (es decir, no siguiendo un estándar global, sino en base a lo que busco allí como ciudadano. Intentaré, eso sí, ser riguroso y constructivo.
Como ya hice con el Breve análisis del Portal de Transparencia de la Generalitat de Catalunya o al definir Qué es una agenda transparente en un político, hay dos principios rectores que siempre guían mi análisis:
- La transparencia como rendición de cuentas: saber qué se ha hecho y cómo.
- La transparencia como herramienta para la toma de decisiones: saber la naturaleza del problema o demanda se atajaba, qué distintas alternativas había y cómo se tomó la decisión de optar por una determinada.
Estadios que habría que cruzar con las cinco fases en las que se puede dividir la toma de decisiones colectivas, a saber:
- Información.
- Deliberación.
- Negociación.
- Voto.
- Rendición de cuentas.
Información
El portal de la UGT de Catalunya es altamente satisfactorio en lo que a presentación de la información que el sindicato genera se refiere. Ya lo era antes de publicar su apartado de transparencia: la sección de documentos, por ejemplo, es estupenda, y el blog/áreas de trabajo proporcionan puntualmente reflexiones y noticias de actualidad (interna y externa) sobre distintas temáticas.
Cabe resaltar que, en muchos aspectos, la información que aporta el sindicato trasciende el interés de los propios miembros del sindicato. Es decir, no se habla solamente de la actividad propia, sino que se añade contexto, lo que contribuye a situar las acciones e intereses del sindicato en el marco de la agenda pública. El canal de Twitter (@ugtcatalunya) no hace sino abrir otro puente con la ciudadanía en este sentido.
Dicho en pocas palabras: es fácil saber qué está haciendo UGT Catalunya y obtener documentación para profundizar con facilidad. Que parte de esa información esté distribuida en distintos sitios web es, ciertamente, un inconveniente. El nuevo portal de transparencia intenta — y en gran parte consigue — poner orden en ello. No en vano dedica 14 de sus 17 espacios a explicar funciones y organización.
Deliberación
Si la información que provee el sindicato es muy buena, en mi opinión no sucede lo mismo a la hora de querer deliberar sobre las acciones a tomar. Deliberar significa identificar todos los actores afectados por una cuestión, poner sobre la mesa sus distintos puntos de vista, las salidas posibles a una situación y listar los pros y contras de todas y cada una de las salidas según puntos de vista y actores.
En mi opinión, esto no se da en el portal de transparencia de la UGT. Sabemos qué se ha decidido, sabemos que debe ocurrir, sabemos hacia dónde vamos… pero no sabemos por qué. O, mejor dicho, sabemos uno de los porqués — el que ha escogido el sindicato — pero no sabemos los de los demás.
Sí, es cierto que de vez en cuando encontramos mencionadas las estrategias del «contrario», pero casi siempre desde este punto de vista: el contrario a tumbar.
Sería altamente interesante — y todavía más legitimador — que el sindicato compartiese sus lecturas, y a poder ser lecturas que tengan en cuenta distintos puntos de vista, y no meras confirmaciones de los propios apriorismos. Este es un ejercicio que supone muchos recursos (básicamente tiempo) y muy arriesgado (no todo el mundo quiere ver cómo «defendemos» las posturas ajenas), pero enriquecería el debate sobremanera y, sobre todo, sería muy pedagógico. Estratégicamente, además, daría mucha fortaleza al sindicato, ya que conseguiría (1) fundamentar mejor sus posturas y (2) facilitar que otros agentes sociales se hiciesen suyo tanto el discurso como (más importante) el fondo del asunto. Creo que, a medio plazo, la inversión se amortizaría con creces.
Negociación
Muy ligado con lo que ocurre con la deliberación, la negociación está bastante ausente en el portal. Entendamos la negociación como la priorización de las opciones disponibles según nuestra propia escala de valores, a lo que habría que añadir qué renuncias es uno capaz de hacer a cambio de conseguir los objetivos prioritarios. Por ejemplo, el clásico renunciar a un poco de mi libertad para conseguir un poco más de seguridad.
Cuesta encontrar esta información publicada de forma sistemática y ordenada. Alguna de ella está, pero enterrada en documentos y casi siempre de forma tácita. Insisto: estar, suele estar, pero bajo varias capas de propaganda y esparcida en documentos de distinta naturaleza (informes, artículos, discursos…). Sistematizarlo, creo, añadiría mucho valor a dicha información y, como en el caso de la deliberación, contribuiría a identificar claramente posiciones, a separar fundamentos objetivos de valoraciones subjetivas (y a evitar el equívoco entre ellos, tan habitual en política), etc.
Por otra parte, información elemental relacionada con la negociación es la agenda del sindicato y de sus dirigentes/representantes. No obstante, la agenda de UGT Catalunya es poco más que una colección de actos. Con quién se reúne el sindicato? Para qué? Con qué objetivos? Cómo prepara los encuentros? Qué resultados/conclusiones obtiene de dichos encuentros? En general, no lo sabemos. Seguramente notaremos las consecuencias a medio o largo plazo. A corto, imposible saber la cocina de las políticas del sindicato.
Voto
Probablemente una de las partes más claras de la web, ya que la movilización para el voto o para acciones concretas se publicitan constantemente.
No estaría de más, no obstante, incorporar algún medio para captar la opinión tanto del sindicalista como de los simpatizantes. Sí, hay un espacios para comentar las noticias (que, por desgracia, a menudo quedan en blanco), pero no hay una invitación explícita ni una dinámica clara para que haya una suerte de «voto electrónico» sobre determinadas cuestiones. Seguramente parte de este debate se da en Facebook, donde sí suelen moverse bastante las noticias y propuestas. Lo que sugiere la siguiente pregunta: ¿cómo retorna al sindicato ese debate? ¿Hay cambios respecto a las propuestas iniciales a la luz de lo comentado en las redes sociales? Estaría bien que lo hubiese y que se le diese valor.
Rendición de cuentas
La rendición de cuentas se centra, sobre todo, en la transparencia económica. Aunque muy agregada, nos da suficiente información para, por ejemplo, ponderar la dependencia de administraciones públicas en relación a los ingresos propios, ya sea por cuotas o por prestación de servicios.
Seguramente habrá quién eche en falta información sobre contabilidad analítica. Aunque algunas partidas sí están explicadas por proyectos — aquellas que vienen con subvenciones finalistas — sí sería interesante conocer a qué grandes temas o proyectos se destina el grueso del presupuesto. Hay que admitir, no obstante, que este desglose tiene generalmente un coste añadido, ya que desagregar algunas partidas puede ser laborioso, y más cuando la partida de personal es ingente. No obstante, bien planificado de antemano, y aunque se pueda incurrir en errores de bulto, sería una interesante aportación que sería de agradecer.
En resumen…
Buen ejercicio de transparencia, que ayuda mucho a situar fácilmente al sindicato, sus dependencias, sus filias y sus fobias.
A mejorar, el poder responder a la pregunta del millón: cuando el sindicato propone hacer equis, ¿cómo ha llegado a dicha conclusión/propuesta? ¿Podemos seguir los pasos que ha andado el sindicato? ¿Podemos recorrer el camino hacia atrás hasta encontrar otras opciones y ver cómo y por qué se descartaron? ¿En base a qué? ¿Qué se priorizó?
Para mí, personalmente, estas son las cuestiones que debe ofrecer un portal de transparencia: mostrar el árbol de decisiones y saber qué criterio se aplicó sobre qué información para decidirse por una u otra opción. UGT Catalunya se acerca bastante, pero todavía le queda trecho por recorrer.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 14 octubre 2014
Categorías: Política
Otras etiquetas: agenda, transparencia
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De un tiempo a esta parte parece haber —por fin— una cierta sensibilidad para con la transparencia y la rendición de cuentas por parte de nuestros representantes electos y políticos en general. De entre la mucha información sensible de ser transparente, las agendas de los políticos es una de las más solicitadas: saber con quién se reúnen, por ejemplo, los diputados nos puede dar pistas sobre hacia y por dónde van a ir evolucionando los temas que se debatan en el hemiciclo y, sobre todo, en qué términos.
No obstante, a todo le podemos llamar transparencia.
Quién Manda listaba así sus criterios para puntuar, de 1 a 5, la transparencia en las agendas:
- No tienen agenda publicada.
- Publican agenda general o del partido.
- Publican la agenda parlamentaria y/o actos oficiales.
- Publican agenda parlamentaria, actos oficiales y (algunos) contactos con terceras partes.
- Publican su agenda de trabajo de forma completa.
Esta es, sin embargo, una lista de requisitos cuantitativa, no cualitativa. Es un primer paso (un gran primer paso), pero no es, a mi parecer, suficiente. Si no vamos más allá, más que de una agenda transparente de lo que estamos hablando es de una gira de bolos para que el político pueda ser aclamado más y mejor allí donde vaya.
Hay, en mi opinión, dos grandes principios rectores en un análisis de la transparencia:
- La transparencia como rendición de cuentas: saber qué se ha hecho y cómo.
- La transparencia como herramienta para la toma de decisiones: saber la naturaleza del problema o demanda se atajaba, qué distintas alternativas había y cómo se tomó la decisión de optar por una determinada.
La segunda, para mí, es la más importante. Que un cargo publique su agenda de trabajo de forma completa
se cumple con algo tan sencillo como decir que el ministro se reunió con el editor de un periódico. Pero… ¿Para qué? ¿Para hablar de subvenciones a los medios? ¿Para comprarle espacios de publicidad? ¿Para acordar con él un argumentario respecto a la difusión de una información en particular? ¿Para hablar de ética periodística? ¿Para hablar de propiedad intelectual? ¿Para que afloje en sus ataques desde las páginas de opinión?
A continuación listo —sin ánimo de exhaustividad— información que creo que debería aparecer obligatoriamente en la agenda de toda persona cercana a la toma de decisiones públicas: por supuesto miembros del ejecutivo y el legislativo, pero también altos cargos de la Administración, los partidos políticos y los sindicatos.
- Todas las reuniones con el tema o temas de los que se va a hablar: salvo las personales (y aún aquí podríamos debatir qué es ámbito privado y qué público en según qué cargos), todas las reuniones deberían incluir de qué se va a hablar.
- De cada reunión, cargo e institución a la que representa. No es lo mismo reunirse con el presidente de una gran corporación que con la persona más irrelevante. De la misma forma, no es lo mismo reunirse, dentro de una misma organización, con su jefe de recursos humanos que con su jefe de comunicación.
- Cabe pensar que uno no va a la reunión con las manos en los bolsillos. Cabría pensar que uno llega a las reuniones preparado. La lista de documentos que van a apoyar el conocimiento de uno sobre la temática a discutir en la reunión es igualmente imprescindible. Por supuesto, esa lista no tiene porqué ser distinta para cada reunión del mismo tema. Basta con listar las obras de referencia que uno tiene para cada tema —obras que, por supuesto, pueden ser propias.
- Es de suponer que una reunión jamás es totalmente infructífera. En el peor de los casos sirven para conocer personas enajenadas o proyectos disparatados. Las conclusiones a las que se llega al terminar la reunión son igualmente interesantes y merecen mayor transparencia, dado que algunas acabarán influyendo en futuras decisiones: información nueva sobre un tema, demandas o descontentos de un sector, propuestas legislativas, proyectos que se quieren llevar a cabo.
Dicho de otro modo: la agenda de un político debe ayudarnos a saber sobre qué temas se interesa, qué opciones está barajando sobre ese tema y a través de qué camino llegó a una opinión que después marcará su acción política.
En el límite, la agenda de un político debería darnos herramientas (casi) suficientes para replicar sus decisiones o bien tomar otras alternativas pero igual de informadas.
El resto es puro teatro.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 06 febrero 2014
Categorías: Derechos, Política
Otras etiquetas: participación, transparencia
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En uno de los actos programados dentro del proyecto Ciudadanía y Calidad Democrática impulsado por la Fundación Esplai apareció una aparente paradoja:
- Por una parte, participar directamente en política tiene un coste (en dinero, a veces; en tiempo, siempre), lo que hace que los ciudadanos no participen y se justifique la necesidad de partidos o sindicatos.
- Por otra parte, en determinados temas, los ciudadanos sí participan, y se movilizan, y toman las riendas a veces incluso de forma muy intensa.
¿En qué quedamos? ¿Se participa o no? ¿Hacen falta los partidos o no?
Creo que ambas aproximaciones son, en el fondo, las dos caras de la misma moneda. No es la moneda de los costes o los beneficios de participar en política, sino los costes relativos o los beneficios marginales de hacerlo. Es decir, si compensa participar, porque se espera que los beneficios de implicarse sean mayores que el coste de la dedicación, se participa; si no compensa, porque las barreras a la participación son elevadas y lo que se espera a cambio es poco o nada, se vota (o no) y a otra cosa.
Cómo fomentar la participación
Cuando se debaten y se planifican y se redactan leyes, reglamentos, planes de participación, de fomento de la acción ciudadana y otros circunloquios léxicopolíticos, a menudo se hace en base a burocratizar algo que ya existía. Burocratizar en el sentido de protocolizar y hacer emerger prácticas para supuestamente fomentarlas, políticas dirigidas a las formas sin por ello cambiar el fondo. Se me ocurren al menos dos perspectivas que sí o sí deberían introducirse en esas políticas de fomento de la participación, y más ahora que la ciudadanía dispone de poderosas herramientas para informarse y deliberar sin necesidad de recurrir a intermediarios.
- Bajar los costes de la participación. Parece elemental, pero no lo es. Olvidémonos de crear y convocar comisiones a tres bandas entre Administración, sociedad civil y grupos económicos de interés: puede que sea tan fácil como poner a disposición de las partes implicadas toda la información disponible de forma ágil, veraz y a tiempo. Bajar el coste de informarse, por ejemplo, hace subir la ratio beneficio/coste de participar, sin necesidad de tener que hacer farragosos planes y proyectos de participación. Facilitar un local a una asociación de vecinos, una asamblea, una ONG local es también bajar el coste de participar, sin necesidad de tener que hacer farragosos planes y proyectos de participación. Establecer mecanismos estables y «automatizados» de prospectiva y recogida de necesidades y demandas de la ciudadanía (en lugar de, por ejemplo, el viacrucis de una iniciativa legislativa popular) es, por supuesto, bajar el coste de participar, sin necesidad de tener que hacer farragosos planes y proyectos de participación.
- Aumentar los beneficios de la participación. En el otro lado de la ratio coste/beneficio, está aumentar los beneficios. Ello no significa que se deban aceptar de forma incondicional todas y cada una de las demandas que hagan todos y cada uno de los ciudadanos. Sencillamente, que la probabilidad de que sean escuchados o tenidos en cuenta no sea tan baja como lo es actualmente. El ejemplo anterior de la iniciativa legislativa popular (ILP) es de manual: es inconcebible que una ILP que formalmente cumple todos los requisitos pueda no ser ni siquiera admitida a trámite en nombre de no se sabe bien qué. Si la perspectiva es que la acción ciudadana no servirá de nada después de los recursos invertidos, los beneficios percibidos jamás serán mayores que los costes soportados reales.
Huelga decir que muchas iniciativas de transparencia, datos abiertos y gobierno abierto podrían coadyuvar a bajar el coste relativo o a aumentar los beneficios marginales de participar. Más allá de su necesaria (pero a veces obsesiva y exclusiva) atención a la rendición de cuentas, pensar en clave integral el proceso político (informarse, deliberar, negociar) haría que en lugar de atacar los síntomas de la baja participación se atajasen las causas de fondo.
Dicho esto, no querría dar la sensación que no hacen falta leyes, reglamentos, y planes de participación y transparencia. Pero sí que si se siguen pensando de forma parcelada y de arriba a abajo, su alcance siempre será muy limitado. Y su legitimidad, más.
Cambiar el diseño de las instituciones para no participar
Hay una tercera aproximación para mejorar la participación o, mejor dicho, para atajar el problema de la baja participación: hacerla irrelevante.
Hacerla irrelevante no tiene nada que ver con una estrategia aparentemente parecida pero en el fondo muy distinta que es hacer irrelevante al ciudadano. A saber haga como yo y no se meta en política
, esto es muy complicado y el ciudadano no lo va a entender
, esto es política con P mayúscula
, etc. que, en el fondo, son otras formas de decir: déjeme que yo mangonee a mis anchas.
En 2002, John R. Hibbing y Elisabeth Theiss-Morse venían a decir en Stealth Democracy: Americans’ Beliefs About How Government Should Work que, en el fondo, cuando las cosas van bien, lo que los ciudadanos quieren es que les dejen en paz. Ni participar ni historias. En una suerte de réplica desde el caso español — ¿»Democracia sigilosa» en España? Preferencias de la ciudadanía española sobre las formas de decisión política y sus factores explicativos — Joan Font et al. matizaban la afirmación anterior. Sí, el ciudadano medio quiere, en general, que le dejen en paz con tanta participación, pero siempre y cuando se cumpla un requisito: que el diseño de las instituciones sea tal que garantice que el resultado de sus decisiones y actos sea legítimo, justo. O, dicho de otro modo: el ciudadano quiere participar, pero no todo el rato (aquello de los costes y los beneficios que decíamos al principio), sino allí donde importa, que es en el diseño institucional.
Si le damos marcha atrás a la moviola, esto último no es sino lo que pedía el 15M en las calles y sigue pidiendo en asambleas o en algunas iniciativas de refundación de los partidos: una única propuesta para una democracia mejor.
Muchas de las leyes, reglamentos, y planes de participación y transparencia parten de una verdad que no es tal: que las instituciones son las que son y que hay que vivir con ello, que es un marco inmutable y que toda acción debe circunscribirse en ese contexto grabado en piedra. Pero hay una gran diferencia entre lo que se puede hacer y lo que se podría o se debe hacer en política. Probablemente muchos de los debates sobre la baja participación, sobre el coste o los potenciales beneficios de participar quedarían cerrados si se abriese el melón de la reforma institucional así como del cambio de protocolos, procesos y procederes de la acción colectiva, sea o no pilotada por las instituciones.
Ahí, creo, es donde hay mucho por recorrer, para lo malo… y para lo bueno también.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 27 enero 2014
Categorías: Derechos, Política, SociedadRed
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Siguen a continuación algunas notas para preparar la sesión de trabajo sobre el Portal de Transparencia de la Generalitat de Catalunya que surgió de los comentarios a la entrevista con el Diari de Tarragona sobre transparencia. Dicha sesión de trabajo no se realizará el 30 de enero de 2014, como estaba inicialmente previsto, sino hoy 27 de enero de 2014.
Principios rectores del análisis
Como ya expuse con mayor detalle, los principales objetivos a tener en mente a la hora de analizar el portal son dos:
- Separar lo que se puede hacer de lo que se debería o lo que se querría hacer. Es decir, evaluamos en relación a lo que desearíamos tener, a un objetivo normativo, y no a lo que ahora mismo los datos o la ley permiten (una aproximación positiva). Parte de lo que vendría después de una evaluación debería ser la identificación de las barreras que impiden que lo deseable sea también lo posible.
- Tomar la transparencia no como rendición de cuentas sino como herramienta para la toma de decisiones. O, en otras palabras, añadir en la transparencia toda acción política, incluyendo los procesos, protocolos y diseños institucionales, y no solamente el resultado de dicha acción política. Que el ciudadano pueda (o pudiese decidir) actuar, y no solamente observar.
Propongo, además, ir aplicando estos principios durante las (en mi opinión, hay otros modelos) cinco etapas de una política pública:
- Información: qué demandas o necesidades tiene la población. ¿Qué agentes están implicados? ¿Cuál es el «problema» o «problemas» según cada agente?
- Deliberación: qué opciones hay para abordar esas demandas o necesidades.
- Negociación: qué prioridades damos a cada cuestión, qué combinación de recursos (y renuncias) podemos realizar, cómo encajan las distintas escalas de valores y prioridades.
- Voto: explicitar las preferencias, tomar una decisión.
- Rendición de cuentas: cómo se ha puesto en marcha lo acordado, qué se ha conseguido y cómo, eficacia y eficiencia.
Análisis
Expuesto lo anterior, a continuación siguen algunas pautas para el análisis y la reflexión. Con más preguntas que respuestas. Vaya por delante que la mera existencia de un Portal de la Transparència de la Generalitat de Catalunya es ya de por sí un logro, tanto dentro de la administración catalana como, especialmente, en comparación con otras administraciones del estado a todo tipo de niveles.
Tendremos en cuenta para el análisis no solamente el portal de transparencia en sí, sino también el Portal del Gobierno, el Portal del President (éste último algo recursivo), y el Portal de datos abiertos de la Generalitat, así como el acceso a otros organismos como IDESCAT y CEO.
Meta análisis
Empecemos el análisis… con un metaanálisis: el portal de transparencia carece de una hoja de ruta, o al menos de una hoja de ruta pública. No sabemos cuáles son los planes del gobierno o del equipo que lidera la transparencia en Catalunya. No sabemos porqué se han tomado ciertas decisiones sobre el diseño del portal, su coste total, el marco legal al que se ciñe. Es decir, seguramente sí podríamos averiguarlo, pero el portal mismo no nos da dicha información. Más allá de unas tímidas FAQ, no hay nada al respecto.
Ello hace que, entre otras cosas, sea imposible saber si vale la pena o no publicar determinada información porque no sabemos su uso o su coste. Tampoco sabemos si carencias que se detectan está ya planificado abordarlas en el futuro, o es imposible hacerlo o no se va a hacer por motivos técnicos, legales o políticos.
Sin lugar a dudas, más transparencia sobre el Portal de Transparencia ayudaría al ciudadano a valorar, priorizar y, sobre todo, no anticipar críticas a aspectos que a lo mejor ya han sido tenidos en cuenta. Ayudaría también a hacer presión o a brindar apoyos allí donde hay mucha distancia entre lo posible y lo deseable.
Información
¿Permite el portal informarse de los problemas de los ciudadanos? El Portal publica el Plan de Gobierno del ejecutivo así como el acceso a los barómetros y encuestas de opinión, la estadística oficial o la compilación de datos abiertos.
Sería interesante y o sería un muy buen ejercicio para el mismo ejecutivo el dar significado a dichos datos. Es decir, cruzando las inquietudes, necesidades y demandas detectados en los barómetros, ver cómo la estadística oficial evoluciona en relación a esas cuestiones que la ciudadanía muestra como prioritarias, y vér cómo los datos de la acción de gobierno van respondiendo a dichas necesidades.
Dicho de otro modo, el portal de transparencia debería transformar los datos en información y, a su vez, ver cómo esa información se convierte en conocimiento al convertirse en políticas públicas.
Deliberación
Hay poco o nada en el ámbito de la deliberación en el portal.
Es prácticamente imposible saber cuáles son los problemas más acuciantes que la Generalitat tiene sobre la mesa y cómo se están gestionando las alternativas.
Por una parte, deberíamos ir a la web del Parlament de Catalunya (recordemos: una de las instituciones de la Generalitat, pràcticamente ausente en el Portal de Transparència que erróneamente se identifica en gran medida con el Govern) para ver ese estado de la situación política. Esta web, la del Parlament, contiene muchísima información aunque, por contra, siempre pensada desde quien la emite y no a quién va dirigida. Intentar encontrar cómo se trata un tema (p.ej. violencia de género, desahucios) es una tarea hercúlea, dado que hay que entrar en la lógica interna del Parlament: plenos, comisiones, proposiciones de Ley, preguntas, intervenciones, requerimientos, etc. Un galimatías para el ciudadano.
Por otra parte, no hay información alguna (más allá de algunos datos sobre costes y centros de imputación) sobre las docenas y docenas de estudios, análisis, informes, dictámenes, etc. que gobierno, comisiones, grupos, etc. encargan para su información y toma de decisiones.
Esta ausencia viene a su vez acompañada, por lo general, de la no publicación del fundamento de muchas decisiones tomadas, ni mucho menos las distintas opciones que podían tenerse en consideración. Cuando esta información existe hay que cavar en el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya: no era este el objetivo de un portal de transparencia.
Negociación
Junto con la Deliberación, la negociación o cómo se toman las decisiones y con quién es, seguramente, la parte más floja (¡aunque probablemente la más interesante!) del Portal.
El nivel de detalle de la agenda de los representantes públicos es anecdótico (por no decir ridículo). No hay información alguna de la agenda real (las inauguraciones y actos protocolarios no cuenta) de ningún miembro del Govern ni del Parlament (algunos grupos sí publican, por su cuenta dicha agenda: en sus propios portales).
La Generalitat tiene pendiente una ley sobre grupos de interés (lobbies). La ausencia de la misma no debería ser un freno a ir por delante y abrir este tipo de información.
Sí hay la relación de acuerdos de gobierno y ruedas de prensa, muchas de ellas ricas en información y que permiten trazar muchas de las decisiones. Una presentación más gráfica (acompañando el texto) así como con enlaces a las fuentes de información originales añadiría valor y legitimidad a dichos textos.
También sería de gran valor poder triangular los acuerdos de gobierno con la información disponible así como con el plan de gobierno. Es decir, en lugar de compartirmentar la información, hacer el ejercicio de entrezalarla y ponerla en relación una con otra. ¿A qué responde este acuerdo de gobierno? ¿Estaba en el plan inicial? ¿Cambia el plan? ¿Por qué motivo? ¿Qué impacto ha tenido ese acuerdo con el tiempo? ¿Ha sido el esperado? Es evidente que muchas de estas preguntas no tienen respuesta en el momento de la publicación de mucha información, pero es una cuestión de diseño de la información que puedan incluso «responderse automáticamente» a medida que la información va siendo generada e integrada en el portal.
Voto
¿Qué opina la ciudadanía sobre una cuestión? ¿Qué han decidido y llevado a cabo sobre dicha cuestión sus representantes en el ejecutivo o en el legislativo?
En este apartado se dan cita algunas de las carencias citadas con anterioridad: la ausencia de la actividad del legislativo en el portal (así como el ultracorporativista enfoque de la información publicada por este organismo), la ausencia de la triangulación de la información sobre estado de la opinión, decisiones y programa, etc.
Sería interesante, en un apartado que tuviese en cuenta la opinión del ciudadano, que se publicase información sobre el nivel de aceptación o rechazo de las decisiones tomadas, o sobre el estado de opinión de las principales cuestiones que preocupan al ciudadano. Esta información, que existe (en barómetros, estadística oficial, canales de contacto de instituciones y grupos parlamentarios, en medios de comunicación) sería de un valor incalculable de presentarse al lado de los acuerdos y la acción de gobierno, o la ejecución de políticas públicas.
Seguramente es en este espacio donde más se echa en falta un canal de interacción de calidad entre el ciudadano y las instituciones. Un canal no unidireccional ni cerrado, sino bidireccional y abierto.
Un punto sin lugar a dudas positivo en este ámbito es el simulador del presupuesto. Aunque sencillo, permite experimentar subiendo y bajando partidas o el total de ingresos y gastos y tiene un gran valor pedagógico. En contra, su sencillez y la incapacidad de «hacer algo más» con esa experimentación: guardar y compartir el presupuesto alternativo, agrupar dichas alternativas, analizarlas…
Rendición de cuentas
La mayor parte del portal de transparencia está destinada a la rendición de cuentas. Que se publique esta información es sin lugar a dudas positivo. Y, aunque muchas veces uno sale expulsado de la página — empeorando la navegación y haciendo más difícil el no perderse — el esfuerzo de recopilación hecho en esta materia es ingente y así hay que reconocerlo.
El gobierno publica su plan de gobierno en su totalidad, así como el estado (en curso, finalizado) de todos y cada una de las acciones relacionadas con el plan. Publica, también, muchas de las actuaciones en el territorio. No obstante:
- No hay una total correspondencia entre el plan y las acciones presentadas. A menudo, las acciones son de carácter técnico y es difícil alinearlas con un objetivo político.
- Las acciones no están enlazadas a otra información que profundice lo que en ellas se afirma, ni cuando están finalizadas ni, más importante, cuando están todavía en curso.
Hay una positiva creciente profusión de datos, tanto de gestión como de prospectiva socioeconómica. No obstante, dichos datos aparecen en formatos dispares, a veces propietarios, no siempre estándares, y ciertamente lejos del ideal de Linked Data propuesto por Tim Berners-Lee y el World Wide Web Consortium.
Se escapa también en gran medida la evaluación del cómo: a pesar de tener publicados los presupuestos, las retribuciones de algunos cargos o la estructura de la Administración Pública, esta información apenas si sirve para trabajar: es parcial, agregada y se presenta en formato difícil de tratar.
Conclusiones
Si hubiese que resumir el portal de la transparencia en una frase sería la siguiente: hace un gran esfuerzo por mostrar las acciones llevadas a cabo, pero olvida totalmente el proceso que se ha seguido para ello. Así, sabemos qué se ha hecho, pero no por qué ni a partir de qué ni cómo. Con estas carencias, es en la práctica imposible trazar las decisiones y, con ello, hacer una evaluación informada de si la acción relizada (esta sí pública) iba en la buena dirección o no.
Y terminamos como empezamos: hay que reconocer la positiva singularidad (especialmente dentro del contexto español) del Portal de Transparència de la Generalitat de Cataluya. Y hay que reconocer también la gran dificultad de poner en línea sistemas y equipos diferentes, que casi siempre han trabajado unos de espalda a los otros y que no han tenido como objetivo tratar la información para que pudiese ser fácilmente publicable y reutilizable (más bien al contrario).
Si estas dificultades, así como los planes para superarlas, fuesen también públicas (en el hacer el Portal sin lugar a dudas han emergido y se han hecho explícitas), el portal vería incrementada su legitimidad en gran medida. Gozaría de más comprensión y apoyo del público y matizaría muchas críticas que, con suerte, se convertirían en apoyos y presiones para mejorar la abertura del sistema.
Pero al portal le queda mucho, mucho por hacer. Las grandes deficiencias son, a mi entender, de voluntad política cuando no de aproximación, de forma de entender el mundo, así como las profundas transformaciones en la vinculación y la participación política de la ciudadanía. Que la información es del ciudadano; que es estrictamente necesaria para la calidad democrática y la implicación y corresposabilidad del ciudadano; y que debe publicarse la información sobre procesos, en formatos reutilizables y siempre todo abierto por defecto.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 20 enero 2014
Categorías: Política
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Mi anterior reflexión sobre el estado de la transparencia (administrativa, de gobierno) en Catalunya — Los datos no son de los gobiernos sino del ciudadano. Entrevista en Diari de Tarragona — desembocó en un un interesante intercambio de opiniones con una de las personas que más ha trabajado para que el Portal de Transparencia de la Generalitat de Catalunya viera la luz: Jordi Graells, responsable de Contenidos e Innovación en la Dirección General de Atención Ciudadana y Difusión de la Generalitat de Catalunya.
Como ya apunté allí, considero que más que tener pareceres distintos, el debate se inició debido a la necesidad de economizar el espacio del medio que inicialmente publicó la entrevista, así como de defender lo que estaba bien cuando yo apuntaba a lo que estaba mal — probablemente dejando sin mencionar lo que estaba bien, mea culpa.
Al final la cosa ha acabado — o justo acaba de empezar — en una invitación a una reunión de trabajo en la Dirección General de Atención Ciudadana de la Generalitat de Catalunya el próximo 30 de enero de 2014 para hacer un análisis más profundo de la percepción que hay «desde fuera» del Portal de Transparencia para así poder mejorarlo.
En los días que quedan hasta esa fecha me gustaría preparar a conciencia dicha reunión. Ante todo, me gustaría invitar a todo el mundo a hacerme llegar su opinión sobre el portal (más información a continuación). En lo que a mí respecta, creo qeu vale la pena compartir cuáles van a ser mis principios rectores para prepararla:
- Separar lo que se puede hacer de lo que se debería o lo que se querría hacer. En mi opinión, es esto último a lo que hay que aspirar, y todo lo que sea separarse de ese objetivo debe venir justificado:
- O bien porque no hay forma de que pueda hacerse (no lo permite la tecnología, o no lo permite la Ley, etc.).
- O bien porque no hay recursos o voluntad de hacerse, en cuyo caso debería publicarse dicha decisión así como la escala de valores que se ha aplicado para priorizar no hacer una cosa en (se supone) beneficio de otra.
- O bien porque ya está pensado hacerse en un momento posterior, en cuyo caso debería publicarse la «hoja de ruta» donde se incluye abordar una cuestión en particular.
En caso contrario, de no justificarse, entiendo que hay ocultación o desidia, lo que supone, en cualquier caso, deficiencias que hay que tener en consideración.
- Tomar la transparencia no como rendición de cuentas sino como herramienta para la toma de decisiones. Esta es una aproximación que seguramente no es compartida por todo el mundo y no suele ser, además, objetivo de muchas de las políticas de transparencia o de datos públicos abiertos. No obstante, personalmente creo que en la política como una caja de herramientas, donde importan tanto (o más) los procesos que los resultados finales. Bajo este punto de vista, los portales de transparencia no son tanto una «photo finish» de lo que se ha conseguido y cómo, sino todo lo contrario: un panel de control para que los ciudadanos puedan llegar a los mismos resultados que sus gobernantes, o para que puedan trazar hacia atrás cuál ha sido la lógica seguida para tomar esta o aquella decisión. Siguiendo la lógica del punto anterior, si un portal de transparencia no me permite tomar decisiones, al mismo nivel que mis representantes, algo se oculta o algo se está olvidando (nota: soy plenamente consciente de las cuestiones de seguridad o confidencialidad que deben regir algunos ámbitos de la esfera pública, así como las limitaciones cognitivas o de tiempo que uno puede tener para tomar según qué decisiones. No obstante, esto son excepciones y, en ningún caso, deberían constituir la norma.
Llamada a la participación
Dicho esto, me gustaría ofrecer este espacio para recoger impresiones sobre el Portal de Transparencia de la Generalitat de Catalunya así como mi compromiso de incorporar dichas reflexiones a la sesión de trabajo con la Dirección General de Atención Ciudadana.
Creo que la forma más sencilla es que quienes quieran hacer aportaciones lo hagan en los comentarios del blog. Las «condiciones» para hacerlo son únicamente dos: educación y fundamento. La primera creo que es obvia y si a alguien le hacen falta más explicaciones puede dejar de leer aquí. La segunda es que, en la medida de lo posible, evitemos opiniones puramente subjetivas y/o destructivas. Cualquier crítica (muy bienvenida) debería ir acompañada o bien de una propuesta en positivo (qué hacer) y, sobre todo, de una valoración de dicha aportación (por qué hacerlo). Dos ejemplos salidos de Los datos no son de los gobiernos sino del ciudadano anteriormente mencionado:
- Los salarios no pueden publicarse como un PDF en formato imagen, sino en un archivo tratable y, en el óptimo, como una base de datos. Ello permite el tratamiento automatizado, ahorra tiempo y, más importante, hace que la fuente original y legítima siempre esté actualizada y no pueda manipularse.
- No basta con publicar el número y coste de los informes encargados a consultoras externas. Hay que publicar tanto el nombre de las consultoras como el texto completo de dichos informes. Por una parte, porque los informes han sido pagados con fondos públicos y, por tanto, son del contribuyente. Segundo, porque solamente accediendo al texto completo de los informes podemos formarnos una (mejor) opinión sobre la cuestión tratada y, en consecuencia, acercarnos al escenario al que se enfrenta el político o el técnico al tomar una decisión.
Aprovecho para agradecer de antemano a aquellos que se animen a participar. En la medida de lo posible publicaré aquí antes de la reunión el documento con el que prepararé mi reunión, así como el desarrollo y conclusiones (si las hubiere) de la misma.