Los políticos indignados deben subirse a la lavadora

El panorama político en España a día de hoy es más o menos el siguiente:

El panorama político en España a día de hoy es desolador. Las instituciones están rotas. Las han roto.

Se justifica y legitima la corrupción como un ejercicio de transparencia, cuando en realidad no es transparencia sino airear la basura para que acabe de fermentar. El hedor se hace insoportable. Y en democracia, es peor el hedor que la basura.

Las instituciones están rotas y hay que cortar. No queda sino sacrificar los muebles para salvar el edificio.

Pocas veces como ahora tendrán los políticos honestos, los que trabajan cada día desde la sincera entrega y el compromiso, una oportunidad como esta de soltar lastre, de hacer limpieza, de subirse a la lavadora que una comisión de investigación puede proporcionarles. Hay que investigar la crisis de los bancos, la corrupción política, la burbuja inmobiliaria. No hay que dejar baldosa por levantar.

Los políticos tienen que indignarse y rebelarse.

Quedarse con medio partido será más que quedarse sin partido alguno.

Quedarse con las instituciones diezmadas será más que la autodestrucción que, desde dentro, les están infligiendo los cargos puestos a dedo desde los partidos.

Hay que dejar espacio para una democracia mejor y eso solamente se conseguirá si los políticos se suben a la lavadora y hacen limpieza, profunda, en casa.

Lo contrario es dar a entender que nunca se creyó en la vía democrática para construir. Y lo contrario de construir es la destrucción.

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15MpaRato: Wikileaks proactivo, justicia de masas o linchamiento virtual

Esta mañana a las 11:00 se ha lanzado oficialmente la campaña 15MpaRato, cuyo triple objetivo es:

  1. Recopilar informaciones sobre Rodrigo Rato.
  2. Hacer que a Rodrigo Rato le resulte insoportable vivir en España, forzando su exilio.
  3. Que Rodrigo Rato sea condenado por la evidencia de las pruebas presentadas en el caso de que dichas pruebas confirmen un comportamiento delictivo.

Se plantean, a bote pronto, tres reflexiones rápidas pero no por ello triviales.

La primera reflexión es que 15MpaRato supone un giro hacia la proactividad en la búsqueda y difusión de información confidencial. Es decir, se hace una llamada explícita a hacer acopio de información sobre (en este caso) una persona física, en lugar de lo que, por ejemplo, realizaba Wikileaks cuyo modus operandi era de carácter más reactivo: recibía una información y, después, decidía cuándo y cómo difundirla. Aquí es al contrario: se fija el objetivo y se hace todo lo posible para recabar la información.

La segunda reflexión es que, como ocurre en tantas otras iniciativas iniciadas en una red virtual, de naturaleza colaborativa y distribuida, 15MpaRato supone llevar al terreno de la lógica de redes, de la lógica hacker, la carga de la prueba de un caso de derecho penal. Esto no es nuevo en el fondo (las llamadas a la población a «colaborar» son tan antiguas como el delito mismo) pero sí lo es en gran medida en las formas: como empieza a ser costumbre en los movimientos sociales descentralizados, a pesar de ser ahora identificable el movimiento con Mini-Leaks, es fácil que pronto no haya cabeza visible y, a medida que pasen las horas y los días, no haya cabeza alguna. Varios medios reproducen ya la noticia, las afiliaciones y ramificaciones se reproducen de forma geométrica, y cuánto más se imbriquen con otras redes y movimientos, será difícil identificar el liderazgo con una o varias personas. Sin cabeza, también se perderá el control del mensaje. Esto no es ni bueno ni malo, es así, y esta es la esencia de la reflexión: hasta en materia de derechos y delitos, tenemos ya ejemplos de movimientos en red cuya forma y fondo variarán en función de la composición de la misma.

La tercera reflexión es que 15MpaRato parte de la presunción de culpabilidad y el juego al equívoco entre juicio moral y responsabilidad penal. El hartazgo con la impunidad de una gran minoría no debería ser coartada para no cuidar las formas y para transitar por la delgada línea que separa el pedir justicia con el linchamiento público. Y pedir justicia en lo penal difiere completamente también de llevar a cabo un juicio — y sentencia — político. Es posible que Rodrigo Rato deba depurar determinadas responsabilidades en su desempeño de uno o varios cargos públicos. Y es incluso posible que Rodrigo Rato haya cometido delitos por los cuales deba responder ante la justicia. Pero en 15MpaRato no queda claro (o no me queda claro a mí) si se pretende un juicio de valores o un juicio por violar la Ley. O ambas. O ninguna, y solamente se pide el oprobio y el destierro moral y físico.

Pero si se quiere justicia, las formas son fundamentales. Y la iniciativa 15MpaRato hace malabares con ellas.

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El 15M desde la participación ciudadana

Pedro García García me hizo una entrevista por correo electrónico sobre el 15M y la participación de la ciudadania en el movimiento, con especial énfasis en las diferentes identidades que se le han atribuido al movimiento. Estas son mis respuestas.

¿Qué implicación personal tiene en el 15-M?

Depende de cómo definamos el 15M y de cómo definamos participar.

Si definimos el 15M como una manifestación al uso y participar ser parte de la organización, mi participación en el 15M se ha limitado a asistir a algunas pocas asambleas (en acampadasol y acampadabcn) y a sumarme a alguna manifestación. En este sentido, no he sido parte de la organización del movimiento.

Si, no obstante, definimos el 15M como un movimiento distribuido, en red, donde cada uno aporta lo que puede y quiere desde donde puede y quiere, me siento plenamente identificado con el movimiento y considero que he participado activamente en él:

¿Es miembro de alguna asociación o grupo político?

No.

Hace ya muchos años decidí darme de baja de una ONG a la que pertenecía y, desde entonces, he preferido colaborar con distintas organizaciones (partidos, ONG, asociaciones) con distintos niveles de implicación en función del proyecto en el que me invitaran a participar.

Puedo destacar que actualmente soy miembro del consejo asesor de Fundación Esplai y de Fundació Catalana de l’Esplai, con quienes llevo unos años participando en diversas iniciativas vinculadas a la inclusión social y la brecha digital, como el actual proyecto Ciudadanía y ONG. He colaborado también con distintos partidos políticos tanto a nivel local como autonómico y nacional: me interesa más que se consigan determinados objetivos que quién los consigue, y me interesa más participar donde puedo aportar algo que la afiliación incondicional y a largo plazo.

El 15-M, en gran parte, ha hecho hincapié en autodenominarse como un movimiento «apolítico». ¿Por qué apolítico si muchas de sus demandas están estrechamente relacionadas con la izquierda?

Creo que habría que distinguir dos formas muy distintas de entender la palabra «apolítico». Una acepción de apolítico, la que recoge el DRAE, es aquello que es ajeno a la política, que no le importa la política o incluso la rehúye. Otra acepción, que es precisamente el uso más popular, es entender apolítico como «sin afiliación o adscripción política», es decir, sin pertenecer a ningún partido o formación política organizada.

En mi opinión, es en esta segunda acepción donde hay que enmarcar el 15M: es un movimiento «apolítico» en el sentido de que no tiene su origen en un partido, un sindicato, un think tank, una ONG o cualquier otra organización.

Pero por supuesto que es político y mucho: si el 15M es algo, es política en su estado más puro. Lo dice también el DRAE: política es la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.

Vale la pena añadir que, aunque si bien es cierto que muchas de sus demandas son de corte progresista, no lo son todas.

Si en vez de como apolítico se hubiera postulado de izquierdas, ¿hubiese atraído a tanta gente? ¿Cree que un movimiento apolítico atrae a más personas que uno de izquierdas?

Ante una situación de grave crisis de legitimidad de los políticos y los partidos políticos), lo que está claro es que cualquier identificación del 15M con un partido o un político en particular le hubiese equiparado a un partido más y, con ello, arrastrado al movimiento al hoyo de legitimidad del resto de partidos. De ahí ese desmarcarse explícitamente de cualquier organización política (incluidos los sindicatos).

Esto en lo que se refiere a «apolítico» como «sin relación con un partido».

En lo que refiere a derechas o izquierdas, creo que es ilustrativo ver el movimiento del 15M como un montón de personas que salieron a las plazas cada una con su problema particular (el paro, la hipoteca, la decadente calidad de la política de partidos, la impotencia ante la implacabilidad de los mercados financieros, etc.) y que volvieron a casa dándose cuenta de que, en realidad, el problema era uno: la pérdida de control sobre la gobernanza del sistema.

En este sentido, no considero que el 15M sea un movimiento de derechas o de izquierdas, si bien es cierto que la aproximación neoliberal de la gestión de lo público pretende precisamente que ese sistema se autoregule, mientras que la aproximación más progresista suele aspirar a tener más control sobre el sistema. De la misma forma, las aproximaciones más neoliberales a la política tienden a no ver tan necesaria la participación como las más progresistas. Así, es lógico que las propuestas del 15M hayan resonado más en la izquierda que en la derecha. Pero considero esa resonancia más una consecuencia que una causa o un objetivo perseguido por el movimiento en ningún momento.

¿Cuándo y cómo se decide la imagen apolítica del 15-M?

La imagen apolítica del 15M no se decide: es.

Es desde el mismo momento en que diferentes iniciativas como Democracia Real Ya, Nolesvotes o V de Vivienda emergen de la ciudadanía no organizada formalmente en entidades que el 15M deviene apolítico por construcción. Es después, en las plazas, que se hace un esfuerzo consciente por alejarse de la afiliación política, por rechazar los intentos de capitalización que del movimiento hacen algunas personas u organizaciones. Y son los mismos medios de comunicación los que refuerzan ese esfuerzo por la no identificación del movimiento con una doctrina política en concreto.

Pero creo que es importante resaltar que esa imagen apolítica del 15m no es tal, es decir, no es una imagen: es la misma naturaleza del movimiento.

El indignado, ¿ha ido cambiando con el paso de los meses? Era el mismo indignado el de Plaza Catalunya que el de las concentraciones alrededor del Parlament?

Creo que al hablar de indignados hay que hacer, como mínimo, dos apuntes fundamentales.

El primero es la distinción, muy necesaria, de quienes se han indignado de muchas y variadas formas y quienes se han salido a la calle con el objetivo de ejercer la violencia contra personas y patrimonio personal o público. En mi opinión ha habido en cada plaza y en cada manifestación una combinación de ambos, pero creo que es posible separarlos dado que sus objetivos son distintos: el de los primeros es constructivo — para mejorar el sistema — y el de los segundos es destructivo — para acabar con él.

El segundo apunte es sobre qué entendemos por indignado. Si indignado es quien sale a las plazas o a las manifestaciones o quien participa en las asambleas, es cierto que la pluralidad inicial del movimiento ha ido perdiéndose a favor de menos personas pero más activas en la organización de iniciativas y en la elaboración de propuestas.

Si entendemos, no obstante, el indignado como «aquel que salió a la plaza con un problema personal y volvió a casa con la sensación que todos los problemas tenían un origen común», no creo que haya habido gran cambio o, en cualquier caso, no a menos, sino a más. Puede que no se ocupen plazas, pero la disensión en el día a día es mayor, como lo es el agotamiento del ciudadano frente a la política. Desde el 15M ha habido varios comicios electorales, dos huelgas generales, charlas, seminarios, asambleas, páginas y más páginas de Internet y de papel… No creo que, en términos de opinión pública y de fondo, el 15M haya perdido ni un ápice de energía o cambiado sus postulados iniciales.

¿Qué imagen tiene actualmente la ciudadanía del indignado? ¿Cuál ha sido su evolución desde que empezó el movimiento?

Creo que es complicado intentar afirmar qué piensa la ciudadanía de ningún tema sin preguntarles. Los últimos datos del CIS indican que la abstención, voto en blanco e indecisos se mantienen o suben: puede que no sepamos qué piensa la ciudadanía del indignado, pero sí sabemos que un síntoma de esa indignación sigue ahí.

Por otra parte, no hay que confundir el abandono de las plazas con el abandono de la actividad: más allá del momento puntual de manifestación en la vía pública, tanto antes como después de las acampadas hay un importante número de personas que siguen organizando asambleas, reuniones, seminarios, charlas, propuestas. El problema no está, pues, en la imagen que tiene la ciudadanía, sino en si tiene imagen alguna debido a la (poca) visibilidad del movimiento. Dicho de otro modo: la pregunta no es qué imagen se tiene del movimiento, sino qué visibilidad tiene.

Y para responder a qué visibilidad tiene hay que preguntarse qué imagen o qué visibilidad han querido dar de los indignados las instituciones democráticas, en concreto gobiernos, partidos y medios de comunicación. En general, y con contadas excepciones, la imagen que han dado partidos y gobiernos ha ido desde la negación hasta la criminalización, pasando por el ninguneo. Y los medios de comunicación, en general afines a sus respectivos partidos no han sabido, en mi opinión, tampoco ser capaces de centrar el debate: lo que importa no es si el 15M es de una forma o de otra, sino por qué existe, cuáles son sus causas. Y esas preguntas siguen sin hacerse en la mayoría de los casos, con los que nos perdemos en detalles sobre un pequeño porcentaje violento, sobre si las propuestas son más o menos fundamentadas o sobre es legal acampar o no.

¿Porqué el 15-M perdió el interclasismo y la gran diversidad social que tuvo en los primeros días?

No sé si estoy de acuerdo con lo que viene a afirmar la pregunta.

Para empezar, considero que la clase media en España apenas existe y es más un latiguillo o una coartada de algunos discursos políticos que una realidad estadística.

Lo mismo sucede con las clases sociales: la terciarización de la economía y la digitalización de muchas tareas han comportado la descentralización de muchos procesos que antes tenían lugar en el seno de la empresa. Autónomos, falsos autónomos, freelancers, externalizaciones y outsourcing, son la prueba fehaciente que hoy en día una persona con un ordenador se pueden constituir como empresa, difuminando lo que antes era una distinción clara entre obrero y burguesía capitalista.

En mi opinión, no ha habido jamás interclasismo porque no hay tales clases o, si las hay, no son muchas ni tan bien delimitadas. Considero que el movimiento Occupy Wall Street lo definió muy bien: hay un 99% y hay un 1%. Y el 15M recogió el 99%.

¿Cuáles son los retos del 15-M para volver a llenar las calles? ¿Es más difícil ahora que el año pasado?

Creo que la pregunta más apropiada no es sobre los retos para llenar las calles sino si hay que volver a llenar las calles. Y, en mi opinión, no es necesario. Llenar las calles no creo que debiera ser un objetivo en sí mismo: el objetivo es llenar los partidos, los gobiernos y los parlamentos de ideas y de gente competente.

Las acampadas y las manifestaciones sirven para poner el foco de la opinión pública sobre la cuestión. Y puede ser conveniente recordar que el problema sigue ahí, que no ha desparecido o se ha solucionado con unas elecciones locales, autonómicas o legislativas. Pero las calles son un instrumento mediático, para llamar la atención.

Lo que hay que llenar son las instituciones de la democracia, por muy descalabradas que estén.

¿Han notado el acoso de la prensa? ¿Qué posturas desde los medios de comunicación pueden favorecer más y menos al movimiento?

Muy sintéticamente, considero que gran parte de la prensa obedece a intereses empresariales que a su vez tienen estrechos lazos con intereses políticos. El cuarto poder ha pasado, así, por una parte a definir la agenda del debate público en función de lo que le interesa y, por otra parte, a legitimar las acciones de política tomadas como respuesta a la agenda pública.

Por este motivo la prensa ha recibido un ataque feroz desde la ciudadanía, que ahora dispone de sus propios medios de comunicación. En muchos aspectos, lo que ahora presenciamos es una doble batalla entre medios y ciudadanía: una por la legitimidad del informador y otra por el control de la agenda pública.

El problema es que considero que hay pocos intentos de centrar el debate, de buscar espacios de diálogo, de construir puentes. Por ambas partes.

En las asambleas: ¿participan todos? ¿hay libertad de opiniones? ¿qué hay que mejorar para que sean más plurales?

Seguramente habría que separar las asambleas multitudinarias de las plazas de las pequeñas asambleas que todavía tienen lugar en los barrios.

Las segundas, con este formato u otro distinto ya existían, y lo que el 15M ha hecho ha sido darles un soplo de aire, una energía renovada.

Las primeras han pasado por muchas fases distintas, desde una gran pluralidad de opiniones hacia una progresiva concentración de las mismas en manos de quien está más organizado o tiene más recursos (tiempo, dinero) para participar.

Se suele decir que uno de los grandes logros del 15M es que ha sido una gran «escuela de democracia». Eso es cierto para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno porque se ha recuperado gran parte del espíritu de las democracias modernas, del debate, del «una persona un voto», en parte porque las Tecnologías de la Información y la Comunicación han facilitado sobremanera esa democracia directa y esa democracia deliberativa. Para lo malo porque se ha constatado una cosa que ya sabíamos pero que a lo mejor había que recordar: participar tiene un coste, a menudo un coste altísimo, y es por eso por lo que tenemos democracias representativas.

El reto es, seguramente, cómo incrementar la participación sin que los costes de hacerlo sean prohibitivos. Tenemos nuevas tecnologías que nos permiten disminuir los costes, pero el tiempo sigue siendo finito.

Sobre Democracia Real Ya: ¿Debe constituirse como una asociación? ¿Por qué? La escisión que se ha producido, ¿perjudicará al movimiento?

Se me hace difícil diagnosticar qué sucederá en el futuro y, en consecuencia, valorar si el movimiento es adecuado o no.

Por una parte, y en la misma línea argumental de lo costoso que es participar incluso existiendo Internet, constituirse como asociación hace más fácil que puedan organizarse recursos alrededor de la consecución de objetivos, trazar planes y, sobre todo, ser capaz de realizar una interlocución autorizada en el ámbito de la institucionalidad: un gobierno o un parlamento — que no olvidemos que por ahora son los que toman las decisiones — necesita saber que cuando habla con alguien este alguien no habla por sí mismo, sino que efectivamente representa a un colectivo más o menos numeroso, igual que el partido representa a los afiliados y simpatizantes y el gobierno y un parlamento vienen legitimados por las urnas.

Por otra parte, el que haya habido escisión puede deberse a dos motivos. El primero es que haya quien no comparta lo dicho anteriormente, es decir, que es posible seguir haciendo política fuera de las instituciones y que haya que seguir explorando caminos alternativos. El segundo es que haya habido disenso no en el fondo, sino en las formas, en el proceso cómo se constituye dicha asociación. Esto último, sin lugar a dudas, perjudica al movimiento porque crea fractura, fractura que no es debate (lo que sería bueno), sino escisión y confrontación.

El primer motivo debilitará o perjudicará al movimiento en función de si esos caminos alternativos acaban siendo viables o no, y parte de ello depende de la guerra por el control de la agenda pública a la que aludía anteriormente. El éxito del 15M a largo plazo no debería medirse, creo, en función del número de propuestas concretas conseguidas, sino en función de si es capaz de conseguir que se hable de esas propuestas o de los problemas que quieren resolver dichas propuestas.

A riesgos de parecer equidistante, creo que ambos frentes — 15M como asociación y 15M como movimiento emergente — son no solamente deseables sino necesarios: es necesario poder identificar las propuestas con una organización y dicha organización con un colectivo que la apoya (porque así funciona el resto de la sociedad todavía), pero también si cabe más necesario todavía que haya personas individuales que actúen transversalmente y puedan hacer capilarizar el ideario del 15M dentro de las ONG, los sindicatos y los partidos.

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El fantasma del populismo 2.0 del 15M

Ahora que se acerca el primer aniversario del movimiento del 15M y se preparan nuevas movilizaciones para el 12M-15M, valdría la pena volver sobre los pasos del movimiento inicial y ver en qué está quedando.

En mi opinión, siempre he considerado que la apuesta del 15M tenía que ser de corte sistémico (contra unas propuesta de «detalles») y limitarse a pedir una democracia mejor, que esto pasaba por abandonar las plazas y tomar las ágoras y, sobre todo, que era necesario indignar a los políticos de base.

A medida que el movimiento evoluciona, me asalta la duda de si hay un plan o si bien la inamovible impasividad (o impasible inmovilismo) de gobiernos y políticos en general ha hecho derivar el movimiento del 15M hacia derroteros más populistas, más creativos en las formas que propositivos en los fondos.

Le robo (en parte) el título de esta relfexión a mi compañero Mikel Barreda, quien advertía, en 2007, sobre los renovados populismos en América Latina. En El fantasma del populismo (original en PDF en La Vanguardia, copia web en Tribuna Libre) define el populismo como un tipo de discurso político por el cual se divide la sociedad entre el pueblo y unos poderosos que someten y hacen sufrir al pueblo y lo caracteriza de la siguiente forma:

  1. Hay una crisis de representación donde los ciudadanos no ven respondidas sus expectativas políticas;
  2. El líder populista denuncia a los opresores.
  3. Recurso a la escenografía y la retórica.
  4. Debilitamiento de las instituciones democráticas y relegación a un segundo plano.
  5. Atención discrecional y clientelar a determinados colectivos, maniqueísmo y poco respeto al pluralismo.

Se me antoja que los puntos anteriores son más que resonantes con muchas de las características del 15M, especialmente aquel que es más visible y que también hacen más visible los medios (por desgracia, dado que hay otro 15M que trabaja y mucho fuera de los focos mediáticos):

  1. La crisis de representación es obvia. De ahí sale el lema no nos representan y, más importante, de ahí sale la constante necesidad de los cargos electos de blandir la ‘legitimidad de las urnas’.
  2. En mi opinión, y contrariamente a aquel 15M que trabaja fuera de los focos mediáticos, hay «líderes» (digitales) cuyo mayor empeño es esa denuncia del «opresor», a menudo (casi siempre) sin mayor aportación al debate que la identificación de los dos «frentes».
  3. La escenografía se ha materializado (es un decir) en las distintas plataformas de redes sociales (con especial énfasis en Twitter) y la retórica ha sido, claramente, la del «doscerismo» de oposición a «lo analógico»: no se pueden poner barreras al campo, somos la red, somos los internautas, la cultura es libre, el cambio es imparable, etc.
  4. Los partidos políticos, sobre todo, pero también todo tipo de institución de la democracia ha visto disminuida — y atacada — su utilidad y su legitimidad. Se incluyen aquí sindicatos y muchas organizaciones no gubernamentales, a las que se acusa de poca flexibilidad o de servilismo a quien las financia.
  5. Ligado a la escenografía y la retórica, ha habido y está habiendo, si no una atención discrecional y clientelar, sí simpatías y condescendencias a determinados colectivos. Estos colectivos — desde los movimientos nacidos de las nuevas formas de colaboración y trabajo en la red hasta los que la prensa tilda de «antisistema» (signifique esto lo que signifique) — han pasado de ser ejemplos de alteridad a constituir discursos y objetivos en sí mismos. En esta línea, ha habido y hay un «nosotros o contra nosotros», y no solamente poco respeto al pluralismo sino ataque a la disensión o a la ponderación, de la misma forma que esto se critica al pensamiento ortodoxo imperante.

La sensación que a uno le queda es que la mayor parte de la población vive embocadillada entre dos opciones antagónicas. Una es aquella con la que comparte las formas, el discurso, el imaginario, pero cuyo fondo ha ido alejándose más y más de la realidad y de las cada vez más acuciantes necesidades de la ciudadanía: son gobiernos, partidos y políticos que hablan de economía, paro y sanidad para referirse a sus prebendas, votos y sillas que calentar. Otra es aquella con la que empatiza en los fundamentos, en las propuestas e incluso en las soluciones, pero cuya música es, si no arcana, al menos disonante: son los nuevos activistas, enzarzados en un esfuerzo identitario de oposición a los anteriores, que indefectiblemente les lleva a formas de vanguardia desconocidas para el público en general.

Ante el populismo mendaz que practican esos despojos de la democracia representativa, el discurso más visible del movimiento 15M corre el peligro de instalarse en otro populismo, cautivo de sus propias formas e instrumentalizado en beneficio de sus propias servitudes. Sería una lástima que, al final, los extremos se tocasen.

Actualización 20120418 16:58

Respondiendo a la solicitud de John Postill en los comentarios, algunos casos para ejemplificar lo anteriormente expuesto, punto por punto:

  1. Sobre la crisis de representación, puedo referirme a entradas mías anteriores como Quiénes y cuántos son los indignados: delimitando la protesta con datos del CIS sobre desafección electoral, Percepción de la Corrupción en España, 1995-2011 con datos de Transparency International sobre corrupción, o Índice de Democracia, España 2006-2011 con datos del Economist Intelligence Unit sobre percepción de la calidad de la democracia.
  2. Sobre los líderes digitales con especial hincapié en la denuncia del opresor, se me antoja que #nolesvotes o V de Vivienda son dos ejemplos paradigmáticos donde se polariza el discurso, en el primer caso contra el actual bipartidismo y en el segundo (mayormente) contra la banca. Son, en mi opinión, discursos formalmente distintos al de Democracia Real Ya, por poner un ejemplo más ecléctico. La Asociación de Internautas (con, por ejemplo, su extinta iniciativa «Putasgae») o X-Net (antes EXGAE) son también claros ejemplos de lucha contra una ortodoxia dominante y autodefinidas «en oposición a». Hay también ejemplos de personas particulares que no creo necesario listar aquí (NOTA: quiero aclarar aquí comparto gran parte del fondo de estas iniciativas y otras más. Apunto solamente, aquí, que sus formas han podido derivar en aquellas que el populismo ha utilizado en otros lugares).
  3. Sobre la escenografía, creo que el caso más claro arranca con la Declaración de independencia del ciberespacio (John Perry Barlow, 1996) como punto de partida y el ¡Indignaos! (Stéphane Hessel, 2010) como punto de llegada de muchos debates protagonizados por el 15M. En el plano de las plataformas creo que huelga decir que ha habido una casi obsesión por el «hashtag» (#acampadasol, #redresiste, etc.), o con el sentimiento de «Red» y las especiales características de una arquitectura de red, con la digitalidad y su naturaleza intrínseca. Este, por una parte, sentido de rebelión y, por otra parte, de contraposición de lo tradicional contra lo digital se ha encarnado, sin lugar a dudas, en el hacktivismo de Anonymous (entre muchos otros) y su imaginario y discurso ciberutópico/ciberpunk.
  4. Sobre la legitimidad de partidos, sindicatos y ONG me remito al primer punto. Es también muy interesante la aportación que hizo Joan Coscubiela durante el Seminario «Comunicación y Sociedad Civil» en noviembre de 2011 sobre el papel de los sindicatos en el s.XXI, de las más lúcidas que yo he escuchado especialmente por provenir de alguien muy conocedor de la materia y poco sospechoso de antisindical. Y la reflexión que Fundación Esplai está llevando a cabo estos días en Ciudadanía y ONG me parece también sintomática de esa sensación descolocación que sufren también las organizaciones no gubernamentales.
  5. Por último, sobre la cuestión de los clientelismos, creo que no hay mejor representación que el cajón de sastre que es el manifiesto fundacional de Democracia Real Ya. Hablé también sobre esta cuestión en ¿Qué piden los indignados? donde, entre otras cosas, apuntaba a esas propuestas maximalistas que se daban en las plazas con el objetivo de acomodar todas las sensibilidades de aquellos que asistían a las asambleas.
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Consecuencias del 15O: ¿hacia un nuevo Bretton Woods?

El 15 de octubre de 2011 pasará — o, en mi modesta opinión, debería pasar — a la historia porque ciudadanos de 1000 ciudades de más de 80 países en todo el mundo salieron a la calle a protestar por un mundo mejor.

Aunque las formas y la cronología han venido a poner en el mismo saco la Primavera Árabe, el Movimiento del 15M y similares en otros países, y el reciente Occupy Wall Street, creo que si bien están relacionadas, son completamente distintas. Por una parte, la Primavera Árabe tenía un objetivo a corto plazo y claramente delimitado: echar a los dictadores de los respectivos países y restaurar en ellos la democracia. El 15M perseguía ese mismo objetivo, pero dentro de democracias modernas bien establecidas: así pues, pedía mejorar la calidad de la democracia y, a través de ello, llegar a acciones más concretas en el ámbito de lo socioeconómico. Por último, Occupy Wall Street volvía a una única petición concreta, que aunque relacionada con el ejercicio de la democracia, se concretaba en pedir una mejor distribución de la riqueza así como una independencia del poder ejecutivo del económico.

Relacionadas y distintas todas ellas, tienen dos importantes rasgos en común: las ya mencionadas formas y, sobre todo, el hecho de pedir cambios dentro del sistema, es decir, transformaciones del mismo sistema imperante pero sin sustituirlo por uno nuevo. Sin embargo, esos árboles unidos bajo el bosque del 15 de octubre adquieren un nuevo significado: el cambio de sistema (la Primavera Árabe, aunque sí pide un cambio de gobierno, no pide un cambio sistémico en profundidad, como lo fue, p.ej. el nacionalismo comunista de mediados del s.XX).

La crisis del ’29, la Segunda Guerra Mundial y los Acuerdos de Bretton Woods

El siglo XX se caracteriza por dos grandes crisis situadas ambas en su primera mitad: la crisis económica de 1929 y la crisis política que representa la Segunda Guerra Mundial. Juntas representan las dos caras de la misma moneda: el fin del estado-nación y la necesidad de tratar las relaciones internacionales no desde lo local, sino desde lo global.

El cambio de sistema económico se debate en julio de 1944 dando lugar a los llamados Acuerdos de Bretton Woods. Firmados por los entonces 44 países aliados, se acuerda la creación del Fondo Monetario Internacional, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (parte del Banco Mundial), el GATT (el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles, semilla de la Organización Mundial del Comercio) y la reforma del sistema de divisas mundial (con la adopción de un patrón oro-divisas centrado en el dólar americano). Es decir, la creación de un mercado financiero mundial así como las instituciones para promoverlo.

Y aunque ha habido cambios sustanciales desde entonces — como el abandono de la convertibilidad del dólar en 1971 —, en general ese ha sido el sistema que se ha mantenido, reforzado… y desbocado.

Hacia un nuevo Bretton Woods…

La reunión del G20 en Washington el 15 de noviembre de 2008 se convocó, precisamente, para comprobar en qué medida el actual sistema económico mundial seguía siendo válido. Lo cuentan con gran detalle Eric Helleiner y Stefano Pagliari en Towards a New Bretton Woods? The First G20 Leaders Summit and the Regulation of Global Finance y John Vandaele en Por un nuevo Bretton Woods. Lo que ambos artículos nos explican es que, a grandes rasgos, el G20 — y a iniciativa de Nicolas Sarkozy — consideró un nuevo acuerdo al estilo del de 1944 para volver a encauzar la economía mundial, especialmente en lo que se refiere al ámbito de las finanzas.

Mi impresión, no obstante, es que no hay lugar para un nuevo acuerdo en el plano de lo económico, y mucho menos restringido en el ámbito de la economía financiera, regida por la especulación como fin en sí mismo. Es el sentir de muchos de los autores que contribuyeron al especial que el periódico The Guardian dedicó a esta cuestión en A new Bretton Woods. Juan Torres López hablaba en ¿Un nuevo Bretton Woods? de la necesidad de una nueva autoridad, nuevas reglas y nuevas instituciones.

…sin Bretton Woods

Da la impresión que, efectivamente, hay bastantes voces que claman por un cambio. No obstante, el cambio es desde dentro: sanear el sistema, depurar el sistema, renovar el sistema, hacer que el sistema vuelva a funcionar. El sistema económico, el sistema financiero.

En mi opinión, el sistema económico funciona perfectamente. Y la prueba es que quien tiene los medios sigue enriqueciéndose, y mucho, con él. ¿Hace falta mejor prueba que esa?

Lo que está profundamente roto es el sistema político, la gestión de lo público, la organización de la sociedad como algo colectivo por encima de los desarrollos individuales.

En este sentido, no es necesario volver a regular la economía, cambiar las normas del juego, modificar la forma como vigilamos a los agentes económicos y sus acciones para que no se salgan de madre. Dado que aquellos están, ahora mismo, por encima del bien y del mal, da lo mismo que las normas escritas cambien, porque las normas tácitas, las de verdad, se fijan con el quehacer diario de dichos agentes económicos.

Lo que hace falta es restablecer el orden de las cosas, recuperar la gobernanza del sistema. Hace falta que las preferencias individuales se agreguen en decisiones colectivas, y que estas determinen los límites de las actuaciones individuales de nuevo. Y no que las actuaciones individuales dicten las decisiones colectivas a base de manipular o coartar las preferencias individuales.

Lo que hay que cambiar, pues, no son las normas ni los objetivos, sino la forma como unas se fijan y los otros se llevan a cabo.

Y, según mi personal interpretación, esto es lo que pidieron 1000 ciudades en todo el mundo el 15 de octubre de 2011. Más allá de los contextos locales de cada uno, las especificidades, los puntos de vista, los matices, lo que se pidió fue un cambio en la gobernanza global.

Y aunque con cautelas y salvaguardas, lo que cabría esperar de las elecciones legislativas en España el 20 de noviembre no es si el candidato electo procederá a recortar más o menos el estado del bienestar, o si luchará con mayor o menor ahínco contra el desempleo mientras repara los estragos de dicha situación, o si pondrá tal o cual impuesto o tasa en el limitado patio particular del ámbito jurisdiccional de su estado.

Lo que cabría esperar del nuevo presidente electo y de los futuros líderes de la oposición es la capacidad para llegar a un acuerdo a nivel nacional que les permita llegar a otro acuerdo a nivel internacional. Sobre la política, sobre la forma de entender el proyecto comunitario que es ahora a nivel global. Es hora de volver a poner la política por encima de la economía.

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Línea de tiempo del 15M

A raíz de las últimas entradas sobre el movimiento del 15M, necesitaba hacerme un mapa mental sobre los eventos acaecidos durante y alrededor de las protestas cuyo epicentro fue el 15 de mayo de 2011. El Mapa conceptual de la acampadasol es un excelente punto de partida, pero necesitaba algo un poco más acotado y, sobre todo, basado en la cronología de los eventos y no tanto en los conceptos.

A continuación presento mi línea de tiempo del 15M, con los que de forma personal y subjetiva considero que son los principales eventos relacionados con las propuestas relacionadas con la calidad democrática en España alrededor de ese 15 de mayo de 2011.

Esta cronología del 15M empieza, por ahora, con las manifestaciones contra el Banco Mundial en Barcelona del 23 al 27 de junio de 2001 en motivo de la intención de celebrar allí Annual World Bank Conference on Development Economics. Por ahora también, la línea de tiempo cierra con la fecha para las elecciones generales en España el 20 de noviembre de 2011.

Es, como he dicho, una selección parcial. Invito a quien crea que hay alguna omisión imperdonable a sugerir la inclusión en los comentarios. No obstante, el criterio que se ha seguido hasta ahora no ha sido el de la exhaustividad y el detalle, sino el de la relevancia.

La línea de navegación (en naranja) superior permite moverse a través de los años mientras la inferior — más rápida — lo hace a través de las décadas. Las dos líneas de tiempo propiamente dichas (en gris) recogen, respectivamente, los eventos sucedidos en España (arriba) y en el mundo (abajo).

La clave de colores es la que aparece a continuación. Vale la pena indicar que es discutible etiquetar algunos manifiestos (especialmente el de #nolesvotes) como tales, ya que se parecen más a una (ciber)manifestación que no a un escrito. Por ahora, no obstante, la categorización queda así:

  • Verde: manifiestos, escritos, publicaciones.
  • Rojo: manifestaciones, protestas, concentraciones.
  • Azul: (otros) acontecimientos políticos.

Pedro Jiménez tiene una interesante entrada — ¿La revolución será radiada? Carne Cruda y el #15M — donde repasa el 15M a la luz del programa de Radio3 Carne Cruda. En esa entrada enlaza a una más que ilustrativa cronología del periódico Diagonal () sobre el antes, durante y después del 15M.

Más información

Todo lo que tengo recogido sobre el 15M puede encontrarse en el tag 15M de mi cuenta de Delicious.

Todo lo que tengo escrito sobre el 15M puede encontrarse en mitag 15M de SociedadRed.

Agradecimientos

Gracias a quienes han contribuido a mover mi llamada a sugerir fechas clave alrededor del 15M. Y especialmente a @martaestella, @fortuny, @pablonavajo, @santespasques, Ricard Espelt y @pedrojimenez por sus interesantes propuestas.

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