Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 14 febrero 2011
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Animado por Kiko Llaneras en su 10 gráficas sobre Egipto, me dispongo aquí a hacer un breve apunte sobre el sustento tecnológico de las supuestas revoluciones 2.0 en el norte de África estos dos últimos meses.
Aunque creo que las Tecnologías de la Información y la Comunicación han tenido un papel importante en dichas revoluciones, su papel ha sido, en mi opinión:
- Totalmente accesorio.
- Más relacionado con la información (hacia fuera) que con la comunicación (entre pares).
- Absolutamente enfocado a conseguir poner el foco de los medios internacionales (como Al-Jazeera) y de los grandes actores de la geopolítica en la zona.
- En muchísima menor medida destinado a coordinar las masas que se han rebelado contra los dictadores.
Aunque el análisis requeriría ahondar en varios aspectos, limitémonos aquí en centrarnos en lo que alimenta Twitter, Facebook, Youtube, Flickr y otros servicios web: la banda ancha.
Estas son, respectivamente, las gráficas que describen el nivel de adopción de Internet entre la población (porcentaje de usuarios de Internet) y el nivel de adopción de telefonía móvil (porcentaje de suscriptores a cuentas de telefonía móvil).
Aunque los datos en las gráficas solamente llegan hasta 2008, la previsión para 2010 aunque presenta una evolución, no presenta saltos. Así, los datos para 2009 arrojan un 20,04% de usuarios de Internet para Egipto, un 1,29% de banda ancha fija (suscripciones por 100 habitantes) y un 4,81% de banda ancha móvil (recientemente la OCDE calculaba un total del 10% de la población con banda ancha para finales de 2009 como máximo). Para Túnez, los datos presentan un 34,07% de usuarios de Internet, un 3,62% de banda ancha fija y un 0,00% (¿no hay datos?) de banda ancha móvil.
Debemos recordar que el consorcio responsable de estos datos, la Partnership on Measuring ICT for Development, definió en su más reciente informe Core ICT Indicators 2010 la banda ancha como una velocidad igual o superior a los 256 Kbps en cualquiera de los dos sentidos (bajada o subida). Aunque no tiene porqué ser esta la velocidad en estos países africanos, es también de esperar que la media sea inferior a la Española, que está un poco por encima de los 3 Mbps.
Visto lo visto, creo que esta ha sido, sin duda alguna, una revolución popular, pero no ha sido una revolución popular 2.0. En mi opinión, creo que se hace difícil doscerizar una revolución cuando como máximo un 10% de la población se conecta por banda ancha y, con mucha probabilidad, a menos de 1 Mbps de velocidad de bajada, siendo mucho menor la de subida: la necesaria para mandar fotos y vídeos por Internet (a Facebook, por ejemplo).
Si ha habido uso intensivo de Internet — que lo ha habido — ha sido pilotado por clases económicamente acomodadas y educadas que han usado las redes para amplificar y, sobre todo, «exportar» el conflicto más allá de las propias fronteras. En este sentido, las redes sociales han alimentado y de una forma excelente el monstruo mediático siempre necesitado de material audiovisual, material que ha sido tomado in situ, subido a las redes, y visto y reenviado por los usuarios de Internet de todo el mundo hasta que ha llegado a nuestras casas.
Si algún papel de Internet y las redes sociales ha sido impactante y ha representado un punto de no retorno, no ha sido, creo, la coordinación de las masas, sino poner sobre la mesa de la Secretaria de Estado norteamericana la patata caliente de Oriente Próximo. Y ha sido puesta no por un diplomático egipcio o israelí a altas horas de la madrugada, sino por sus propios conciudadanos.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 17 enero 2011
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El próximo 20 de enero a las 19.00 tendrá lugar una nueva edición de Innosfera bajo el lema Reinventar la ciudadanía: ¿se puede innovar en democracia?
En ella participarán Borja Lastra Gabina, Juan Freire y Julen Iturbe, mesa a la que me añadiré en calidad de moderador invitado por los organizadores: Javier Velilla, María Jesús Alonso y Roberto Carreras.
Dado que el tono de Innosfera suele generalmente ser positivo, propositivo, constructivo, optimista… me he auto-otorgado el papel de centrar el debate en los aspectos terrenales, en aquello que conocemos como realidad, de forma que las propuestas que se debatan entre, al menos, en el ámbito de lo potencialmente posible.
No se trata de hacer de abogado del diablo: Richard Stallman afirmaba en una conferencia que ser abogado del diablo es la mayor de las estupideces, ya que uno acaba defendiendo con tesón lo que uno no cree. Se trata, en cambio, de trazar una línea continua entre el futuro de lo posible y el presente de lo tangible.
Para ello, se han listado una serie de cuestiones abiertas que versan alrededor de lo que es la democracia aquí y ahora, a saber:
- Los procesos o estadios de la decisión colectiva: información sobre una realidad sobre la que se quiere tratar; deliberación y argumentación sobre las distintas opciones posibles; formación de las propias preferencias y negociación para alcanzar el consenso; explicitación de preferencias y voto de una opción; rendición de cuentas al final del proceso de implantación de la decisión tomada (estos estadios se han definido de varias formas según el autor consultado: esta es solamente una propuesta que intenta conciliar distintas aproximaciones).
- Los actores de la decisión colectiva: ciudadanos y acción política no organizada; partidos, sindicatos y otras instituciones de acción política organizada; gobiernos, instituciones representativas y otras instituciones democráticas (parlamento, senado, tribunales, etc.)(como ocurre con los estadios, podemos complicar el número de actores cuanto se quiera: esta es, pues, solamente una propuesta que tiende a la simplificación).
En mi opinión, este es el tablero de juego. Cualquier propuesta de futuro tiene que jugarse en este tablero, aunque sea para romperlo y cambiar las reglas del juego. No vale, por ejemplo, hablar de acabar con los partidos e implantar la democracia directa sin tener en cuenta los costes de esta para el ciudadano.
En este contexto, propongo la siguiente lista de preguntas a la mesa. No tanto para que se respondan una por una, sino para apuntar algunas cuestiones abiertas que puedan ayudar a iniciar el debate:
Por estadio de la acción democrática
- Información: ¿tenemos más información que antes? ¿es de más calidad? ¿la cantidad nos hace más difícil distinguir lo relevante de lo trivial? ¿es la difusión de información realmente más plural? ¿podemos mandar nuestro mensaje y que sea oído? ¿Qué sea escuchado?
- Deliberación, argumentación: ¿es la red una gran ágora global? ¿nos cerramos en grupos estancos generando cámaras de resonancia? ¿Quién pone sobre la mesa los temas de debate, quién crea la agenda política?
- Formación de opinión, negociación: ¿hay más o menos participación? ¿es de mejor calidad o de peor calidad? ¿prima lo fácil contra el compromiso?
- Explicitación de preferencias, sufragio: ¿hacia una democracia más participativa? ¿tenemos tiempo para una democracia deliberativa? ¿para una democracia directa? ¿tenemos la capacidad – información, conocimientos específicos – para poder participar con criterio?
- Rendición de cuentas: ¿es vinculante la información que tenemos con las acciones de gobierno? ¿es vinculante la queja, la manifestación virtual con las acciones de gobierno? ¿es el open government o el open data un capricho tecnológico o una necesidad? ¿es una moda o una forma de recuperar parte del poder cedido a los gobiernos? ¿es el open government o el open data una rendición de cuentas o una cortina de humo?
Por agente:
- Ciudadanos: ¿estamos en mano de unos ilustrados digitales (goverati)? ¿qué capacidad tenemos para actuar dentro del sistema? ¿qué capacidad tenemos para cambiar el sistema? ¿tenemos más libertad o estamos más vigilados que nunca? ¿compromiso con ideas/ideologías o implicación en causas puntuales? ¿lo digital nos hace más globales o nos hace más locales? ¿qué impacto tiene la acción cívica online? ¿es substituto o complemento de la offline? ¿es la participación online un placebo para activistas de salón (slacktivism)?
- Partidos: ¿es posible una acción política organizada fuera de los partidos? ¿tiene impacto una acción política organizada fuera de los partidos que sustentan a los gobiernos? ¿Hemos cambiado unos líderes tradicionales por otros digitales? ¿sigue siendo necesaria la participación política organizada? ¿a quién representan los lideres digitales?
- Gobiernos e instituciones: ¿qué papel les queda a los gobiernos en una era de abundancia de información y posibilidad real de voto electrónico? ¿son los gobiernos innecesarios/inoperantes en una red global que trasciende jurisdicciones? ¿está lo local disociado de lo global? ¿cuál es el papel de los gobiernos en casar lo local con lo global? ¿Son nuestros intermediarios/representantes gente capaz de transmitir la voz de abajo arriba? ¿Son nuestros intermediarios/representantes gente capaz de explicar lo que ocurre de arriba abajo?
Presentación de la introducción a la mesa redonda
Vídeos (reportajes) de la sesión
Por elements comunicación para CyberEuskadi:
Por agoranews:
Más información
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 03 enero 2011
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De la página oficial del congreso:
La neutralidad de la red o Net Neutrality, el principio según el cual la red debe permanecer neutral en relación con los contenidos que se transmiten a través de ella y evitar cualquier discriminación basada en la naturaleza o el origen de los datos, constituye uno de los puntos principales de la discusión actual sobre el futuro de Internet. Este principio es visto generalmente como una característica esencial del diseño de la red que ha permitido un crecimiento exponencial de nuevos servicios en los últimos años. Los intentos de introducir determinadas prácticas de gestión del tráfico por parte de algunos operadores de telecomunicaciones podría poner en peligro las posibilidades de desarrollo de Internet, y a la vez tener un efecto negativo sobre la libertad de expresión. Académicos, reguladores y diferentes agentes interesados debaten cómo y hasta qué punto es necesario preservar este principio y si se precisa una regulación específica que así lo establezca.
El VII Congreso Internacional Internet, Derecho y Política (IDP 2011), que tendrá lugar en Barcelona los días 11 y 12 de julio de 2011, se centrará en el debate actual sobre la neutralidad de la red y en sus consecuencias para el desarrollo de Internet, desde la perspectiva del derecho y de la ciencia política. El congreso tratará también otras cuestiones relevantes en los campos del derecho y la política que plantean retos acuciantes para el futuro de Internet, como la protección de los datos personales, la privacidad y la intimidad, las políticas y el gobierno de la red, el derecho al acceso a la información pública, o la acción democrática en la red.
Las seis ediciones que ya se han celebrado del congreso IDP lo han consolidado como lugar de encuentro anual de investigadores, académicos y profesionales interesados en las consecuencias del uso de las tecnologías de la información y la comunicación en los diferentes ámbitos del derecho y en la política. Destacados académicos e investigadores han participado en calidad de ponentes invitados en anteriores ediciones del congreso, entre otros, Benjamin Barber, Lilian Edwards, Jane Ginsburg, James Grimmelmann, Ronald Leenes, Helen Margetts, Eben Moglen, John Palfrey, Yves Poullet, Stephano Rodotà, Alain Strowel o Jonathan Zittrain.
El congreso IDP es impulsado y organizado por los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en el marco del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), instituto que reúne la actividad de investigación de UOC centrada principalmente en el estudio de los efectos de la tecnología en las personas, las organizaciones y la sociedad en general.
Solicitud de comunicaciones
Invitamos a los interesados del mundo académico, profesional y de las políticas públicas a participar en el VII Congreso Internacional Internet Derecho y Política: Neutralidad de la Red y otros retos para el futuro de Internet enviando comunicaciones que aborden, desde una perspectiva jurídica o política, aspectos relacionados con:
- La neutralidad de la red y sus efectos sobre la innovación, la libertad de expresión, la creación de contenidos, el acceso universal a las TIC, la competencia, el mercado de las telecomunicaciones o la brecha digital, entre otros.
- Aspectos jurídicos relevantes para el estado actual y futuro de Internet, como la privacidad online, la protección de datos, la propiedad intelectual, la responsabilidad de los prestadores de servicios, la libertad de expresión, la publicidad online, el comercio electrónico o la delincuencia informática, entre otros.
- Cuestiones relativas al gobierno y la administración electrónica, como el acceso a los datos (open data), la reutilización de la información del sector público, la participación política en la red, la contratación administrativa electrónica o el gobierno de Internet, entre otros.
Las personas interesadas en participar deberán enviar en primer lugar un resumen del contenido de su ponencia. El plazo máximo para enviar este resumen es el 18 de febrero de 2011. Los resúmenes serán evaluados mediante revisión ciega y el 4 de marzo de 2011 se notificará si han sido aceptados. Los autores de los resúmenes aceptados deberán entregar el texto definitivo de su comunicación no más tarde del día 23 de mayo de 2011. Las comunicaciones no podrán exceder de 8.000 palabras, incluidas las notas y las referencias bibliográficas. Para elaborar las comunicaciones deberá usarse la plantilla que estará disponible para descargar desde la web. Las comunicaciones se someterán también a un proceso de revisión. Todas las comunicaciones aceptadas se publicarán en las actas del congreso, que tendrán el correspondiente número de ISBN o de ISSN. Las comunicaciones podrán, además, ser seleccionadas para su presentación oral en el congreso.
Fechas clave
- Envío de resúmenes: 18 de febrero de 2011
- Notificación de aceptación de los resúmenes: 4 de marzo de 2011
- Envío de la comunicación completa: 23 de mayo de 2011
Todos los envíos deberán realizarse por correo electrónico, en formato .ODT o .DOC a la dirección pdret@uoc.edu
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 08 diciembre 2010
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La divulgación es desordenada y pone a prueba los límites de la moral y la legalidad. Es a menudo irresponsable y por lo general embarazosa. Pero es todo lo que queda cuando la regulación no hace nada, los políticos son intimidados, los abogados callan y la intervención está contaminada. La divulgación debería ser una condición de mínimos en la rendición de cuentas.
Esto lo escribe Simon Jenkins (traducción libre) citado en un excelente artículo de John Naughton en The Guardian.
He tardado meses en tener una opinión bien definida y fundamentada sobre Wikileaks. Por una parte, tenía claro que la reputación de Julian Assange no tiene nada que ver con la reputación de Wikileaks, que no se debería juzgar la actividad de la institución por las (supuestas) acciones de uno de sus miembros; por otra parte, sigo pensando que no todo lo que puede ser debe ser en Internet (o fuera de Internet), que no todo está permitido porque sea posible de facto.
Sin embargo, es posible que haya llegado el momento de romper la baraja, y eso es lo que está haciendo Wikileaks.
Lo malo de romper la baraja es que uno se queda sin poder jugar. Pero posiblemente es peor seguir jugando con una baraja con cartas marcadas, y esa es la democracia que tenemos ahora: una democracia con las cartas marcadas.
A mi entender, la baraja se rompió, y por partida doble, antes de Wikileaks.
Los políticos han roto el trato que tenían con la ciudadanía, no poniendo en el poder a los mejores, sino a los que se quieren perpetuar en él, a los conniventes con estos, a los que simplemente mercantilizan la política como un bien de consumo más, como un negocio más, otra forma cualquiera de ganarse la vida. Esperábamos más de ellos.
Los periodistas han roto con sus audiencias y se han alineado con los anteriores, fundiendo el cuarto poder con el ejecutivo, el legislativo o el judicial, según sopla el viento. Su trabajo nunca fue proteger al poderoso de lo embarazoso, sino todo lo contrario. No es el periodismo lo que está en crisis, sino muchos periodistas y medios que le han dado la espalda a su propio código deontológico. También esperábamos más de ellos.
Wikileaks es probablemente criticable en muchos aspectos, pero es lo que nos queda. Es lo que nos queda para forzar la construcción de nuevos contratos.
Necesitamos que los medios reconstruyan su contrato con la ciudadanía, que vuelvan a ser un contrapoder, analítico, crítico, que denuncie cuando haya que denunciar y que explique y edifique cuando haya que apoyar.
Necesitamos, sobre todo, que se rompa la invisible e inexorable cadena que va desde que un ciudadano dedica su tiempo libre a defender una causa de la comunidad hasta que acaba escondiendo sus decisiones, motivos e información a esa misma comunidad.
El desequilibrio de poderes es exagerado y no hay nada que un simple ciudadano pueda hacer. Es necesario que los periodistas (de verdad) y que los políticos (de verdad) se rebelen contra sus propios aparatos. Los periodistas deben dejar de ocultar y buscar bajo las alfombras. Los políticos deben dejar de proteger a sus compañeros, dejar de hacer la vista gorda, dejar de pensar que son males menores, dejar de justificar los medios por los fines.
No creo que Wikileaks sea una buena solución: hay determinados motivos contra la transparencia que nos alertan de los peligros de una excesiva apertura en los gobiernos. Y, sin embargo, la solución no es silenciar, perpetuar el sistema en sus errores, sino todo lo contrario: sanearlo y redefinirlo y devolverlo a su estado inicial.
Wikileaks no es una llamada al «todo debe saberse», una llamada a la rebelión de la ciudadanía. La ciudadanía no tiene poder, las urnas son (en este contexto) una farsa y los tres poderes se ayudan mutuamente.
Wikileaks es una llamada a políticos y periodistas a reconstruir el sistema, desde dentro. Son los únicos que pueden hacerlo.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 01 diciembre 2010
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Ernest Benach (Esquerra Republicana de Catalunya) ha sido presidente del Parlament de Catalunya las dos últimas legislaturas, las del Tripartit. Aunque los resultados electorales de su formación ya daban a pensar que no renovaría en el cargo, ayer anunciaba, tanto en su blog personal como en el blog del President del Parlament que sale de la política de primera línea
, lo que entre otras cosas significa que no recogerá su acta de diputado.
No puedo sino compartir la elegía que sobre la neutralidad y ecuanimidad de Benach le dedica José Antonio Donaire, aunque este ex-diputado habla, por supuesto, con más conocimiento de causa que yo al haberse sentado él mismo en el hemiciclo catalán al mismo tiempo que Benach lo presidía.
Es tanto lo que me separa de Benach en las ideas políticas como lo que nos une en la forma de entender la Democracia (con mayúsculas), especialmente en este nuevo marco que nos proporciona la Sociedad de la Información. La política, la cosa pública, la acción ciudadana, el poder de todos no es tal si no es abierto, transparente, participativo, nivelador de las desigualdades a la hora de exponer las ideas.
Hace un tiempo alguien me comentaba: te gusta Benach porque es 2.0, como tú
. Efectivamente, así es. Así es si por «2.0» entendemos no algo tecnológico, sino el paso de un uso (¿consumo?) pasivo, como meros receptores, de la cultura, de las noticias, de la información, de la política… a un uso (¿disfrute?) activo, como constructores, de esa misma cultura, de lo que sucede, de la difusión del conocimiento, del ejercicio de la ciudadanía.
En mi vida me he sentado a colaborar con personas y organizaciones de todo color político. Con los «míos» (cuando los tenía), y con aquellos a los que jamás he tenido la intención de votar. Y lo he hecho para nivelar el terreno de juego, porque la democracia es sobre cómo se discute y no sobre qué, porque la política consiste en caminar juntos y no en llegar solos. Por norma general la gente no entiende que uno ayude al «contrario», que comente sus ideas, o que incluso comprenda sus visiones opuestas a las de uno (aunque no las comparta).
Es en lo que comento en este último párrafo en lo que me identifico con Ernest Benach: no importa que no estemos de acuerdo si, en el intento de llegar a algún lugar, hacemos medio camino juntos.
Durante estas dos últimas legislaturas como President del Parlament de Catalunya, Ernest Benach ha llevado este ideario a la práctica y lo ha materializado en el Parlament 2.0, una invitación a la cámara a hablar, por los descosidos, entre ellos, con los ciudadanos, a compartir, a disfrutar de la política.
Mientras los círculos más críticos con la democracia directa, la deliberativa o la participativa — con los que comparto muchas dudas, dicho sea de paso — afirman que Parlament 2.0 (y el open government y…) no es sino droga para los yonquis políticos pero no llega al ciudadano de a pie, la realidad es que la droga de Parlament 2.0 se ha vendido en todas las esquinas y ha conseguido enganchar a muchos. Puede que sigan siendo pocos, pero son más que antes.
Quiero agradecer a Ernest Benach el atisbo de esperanza en la política que su trabajo ha supuesto para algunos; el no dejarse contaminar por el deplorable ejemplo de otros parlamentos, senados, diputaciones y ayuntamientos que tanto abundan entre nuestros (supuestos) representantes políticos; el devolver la política a la ciudadanía, lugar del que nunca debería salir.
También, desearía pedirle al próximo pleno del Parlament que elija un presidente continuista con el trabajo de Benach, incluso más osado, ahora que las bases están bien fijadas.
Moltes gràcies President.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 27 noviembre 2010
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Hace unos días, David Ballota de Nación Red invitó a algunas personas a emular el popular Tengo una pregunta para usted para su cabecera. Bajo el título de La «Nació Red» també té una pregunta per a vostè, los invitados a participar mandamos cada uno una pregunta sobre el tema que quisiéramos pero enmarcado en el ámbito de la Sociedad de la Información.
Los temas propuestos fueron diversos aunque es evidente que los derechos de propiedad intelectual, el software libre, la apertura de datos y la transparencia, por una parte, y la identidad digital, la seguridad y la privacidad, por otra, fueron los temas más recurrentes. A las preguntas respondieron cuatro candidatos:
Casualidad o deformación profesional, tanto mi compañero de la Universitat Oberta de Catalunya, César Córcoles, como yo mismo preguntamos sobre Educación en la Sociedad de la Información. Aquí van algunos comentarios a las respuestas que los candidatos dieron a ambas preguntas sobre Educación. Los comentarios, dicho sea de paso, se hacen todavía desde la duda del sentido de mi propio voto, con lo que considero que son comentarios bastante objetivos (dentro de lo humanamente posible, claro está).
Salvo en el caso de Xavi Vila, las respuestas son una mezcla de evasiva y desconocimiento del tema por el que se les pregunta. Incluso siendo benevolentes, los candidatos pasan de puntillas por la respuesta con generalidades y sin profundizar.
Xavi Vila, el primero en contestar, parece ser también el único que conoce el panorama fuera de Catalunya y fuera del Estado Español en materia de Sociedad de la Información. Después de una introducción general a lo que debería ser la Educación, su crítica al Projecte eduCAT1×1 (Escuela 2.0 en Catalunya) es doble: por una parte, crítica al diseño mismo del programa (crítica que comparto en su totalidad); por otra parte, y muy interesante para mí, una crítica en relación a otros aspectos de la Sociedad de la Información, como la cuestión del software libre, la capacitación en competencias digitales o la industria de los contenidos digitales.
Comparto especialmente con Xavi Vila (quién hace propuestas detalladas y constructivas) que la Sociedad de la Información empieza con las personas y no con la tecnología, y en este caso concreto con los profesores y la metodología docente. Me queda la duda de cómo resolver algunos «cómos» en las propuestas de Vila, pero entiendo que el espacio tampoco daba para más.
La respuesta de José Montilla es de signo totalmente opuesto a la de Vila. Montilla se centra en el ordenador y en la tecnología, en el acceso físico a la Sociedad de la Información en lugar del acceso efectivo a ella. El concepto de modernización de la educación
del actual President es que cada alumno tenga un ordenador portátil
.
Comparto con Montilla la necesidad de evaluar la introducción de las TIC en el aula y que solamente la evaluación del impacto en el aprendizaje es el instrumento con el que hay que medir la pertinencia o el éxito del proyecto. Sin embargo, no puedo sino condenar lo que a mi entender parece desconocimiento de la literatura científica sobre el tema «ordenador en el aula», y que es contundente contra la mera instalación de tecnología sin medidas en paralelo sobre pedagogía, capacitación de docentes o participación de la comunidad.
Joan Herrera trilla los tópicos del tema (brecha digital, nativos digitales), tópicos que, en los últimos años o bien se han desmontado en su práctica totalidad o bien han visto como se redefinían una y otra vez, lejos de cómo los toma el candidato (algo que ya le sucedió cuando defendió un sencillamente erróneo concepto de Neutralidad en la Red hace unas semanas).
Herrera hace hincapié en la importancia del cambio pedagógico, cuestión que comparto vehementemente, pero rápidamente se escora otra vez hacia la tecnología para proponer la elaboración de un plan tecnológico
en lugar de uno pedagógico o para poner de relieve que los principales problemas son de conectividad, de ancho de banda y demás
, cuando, si bien estos problemas son reales, en mi opinión los problemas de base son otros (pedagógicos). Tampoco comparto, en absoluto, las ventajas del programa, que son mayor motivación del alumnado, ahorro en papel, ahorro económico para las familias, oportunidad para los maestros y maestras de innovar en métodos educativos
. La motivación, vale, pero el papel o el dinero, aunque importantes, no son la cuestión. Tampoco es la cuestión la oportunidad de innovar
, sino la necesidad de hacerlo, pero no porque hay ordenadores en el aula, sino porque el mundo ha cambiado. Para siempre.
Por último, Artur Mas es el que se presenta más lacónico y, porqué no decirlo, el que echa más pelotas fuera y más mano de los «grandes conceptos». Estamos de acuerdo con él que el fracaso escolar es un gran problema, pero (a) ni esa era la pregunta ni (b) nos responde cómo afrontar ese gran problema desde el nuevo escenario que supone la Sociedad de la Información.
Una respuesta que hubiese podido dar sin desviarse de su propio programa electoral es que el fracaso escolar está estrechamente relacionado con la crisis económica, y que la crisis económica está estrechamente relacionada con la fortaleza de los sectores de alto valor añadido — como los sectores intensivos en conocimiento —, sectores que dependen de capital humano altamente cualificado y de la inversión en I+D+i, que a su vez depende también del capital humano. Y el capital humano, como todos sabemos, se recoge en el mercado pero se siembra en la escuela, y las TIC pueden ser un gran abono para aquel.
Lamento que Mas (o su equipo), con mucha probabilidad el próximo President (gobierno) de la Generalitat de Catalunya, sea incapaz de dar una respuesta más compleja, más completa, más comprehensiva. Como a Xavi Vila, le concederemos la duda de la falta de espacio, aunque a Mas, para responder lo que respondió, más bien le sobró espacio.
Como último comentario no puedo sino lamentar que el único partido con respuestas convincentes o, como mínimo, con respuestas, sea un partido que no ha gobernado ni (con alta probabilidad) gobernará, un partido (con todos mis respetos) completamente marginal en la vida política catalana. A estas alturas, con ya 15 años de Internet y telefonía móvil a disposición del público, parece increíble que las Tecnologías de la Comunicación y la Información sean todavía algo marginal, algo secundario, algo «simpático» o un guiño para el sector «friqui» del electorado en la mayoría de discursos políticos.
Probablemente el problema sea que se identifica la Sociedad de la Información con algo tecnológico y no como algo de la sociedad, como se identifican (por poner un ejemplo entre mil) los derechos de las mujeres como algo de las mujeres y no como unos derechos. Y así nos va, tanto en estos temas, como en muchos otros.