Las condiciones de quedarse

En las negociaciones –es un decir– entre España y Catalunya hay dos extremos de los que parecemos no salir.

Por una parte, aceptar que existe el derecho de autodeterminación y, en consecuencia, convocar un referéndum para preguntar a los catalanes si quieren quedarse en España. Y luego ver qué se hace con el resultado, especialmente si el resultado es irse. Esta opción tiene sus variantes: si votan sólo los catalanes o todos los españoles, si tiene que haber un mínimo de votantes, por qué margen tiene que ganar una opción sobre la otra (especialmente si implica ruptura), etc. Pero, en el fondo, se trata de un único tema: aceptado el referéndum, cuáles son las condiciones de celebrarlo y de interpretación de su resultado. Es lo que se ha hecho en Canadá para el caso de Quebec, o en el Reino Unido con el caso de Escocia.

Por otra parte, no aceptar que existe el derecho de autodeterminación, que la Constitución no permite según qué preguntas y mucho menos qué libertades, que los territorios deben ser solidarios entre ellos sin condiciones ni dudas sobre los sistemas de solidaridad interterritorial, que el artículo 2 de la misma Constitución debe respetarse sobre todo hasta la segunda coma pero lo que viene más allá es un añadido sin demasiada importancia, que Carlos III fue el mejor alcalde de Madrid porque de eso se trata, en definitiva, cuando hablamos de y desde la corte española.

Existe, se supone, una tercera vía, la normalmente referida vía federalista y defendida por aquellos que se sitúan en un punto equidistante entre la vía del referéndum y la vía del nada de nada. El federalismo supone un pacto entre todas las partes, a saber, el estado federal y el estado federado. Cuando una de las partes se siente agraviada, lo normal por parte de la federación es analizar y, si procede, aceptar que existe un cierto agravio o dejadez del Estado –administrativo, fiscal, cultural, identitario, etc.– con respecto al estado federado y ver cómo se resuelve.

En la vía federalista –y, por construcción, plurinacional–, la solución pasa por identificar los puntos calientes del desencuentro y pactar políticas públicas para deshacer los desequilibrios percibidos: transferir más competencias al gobierno federado (aquí, autonómico), recalcular la financiación descentralizada (o rehacer el modelo de financiación, en los casos más osados), acordar inversiones estatales en territorio o según intereses autonómicos, etc. Esta opción, a diferencia del caso del referéndum, no tiene condiciones: se pactan estos desarrollos políticos y se confía en que cada una de las partes cumpla.

No ha sido este el caso español. Como no existe tal federación, los pactos no son vinculantes. A lo sumo se pedirá a los diputados (mal llamados) nacionalistas el apoyar un pacto de investidura o de gobierno, y al gobierno central cumplir con lo pactado.

Si el estado español quisiese ir virando hacia un modelo federal, como algunos partidos de centro e izquierda han ido proclamando para «parar el reto secesionista» a la vez que «reconocer el factor plurinacional» de España, habría que ligar compromisos de los federados con compromisos del estado federal. Lo que en otros países realmente federales serían las condiciones de quedarse en la federación.

Una federación es una suerte de contrato entre unos y otros. En el caso español, cabría esperar de un movimiento pro-federalista que partiese de la elaboración de dicho contrato, algo que transciende la Constitución «que nos dimos entre todos» y que no es, en absoluto, de corte federal.

Para poder transitar de un marco centralista a otro federal el punto de partida más obvio sería el statu quo: a saber, que España es la que es hoy y ahora el modelo confederal que algunas ramas del federalismo proponen es el opuesto. El punto de partida no es la confederación, sino estados independientes que deciden unirse en ese nuevo estado confederal.

En este punto, cabría los impulsores de una España federal real iniciarían el redactado del acuerdo marco de la federación. Se evaluarían las necesidades y aspiraciones de los estados federados –en materia de administración, fiscalidad, cultura, identidad, etc. –y se pactarían los prescriptivos acuerdos el Estado federal y los estados federados. Estos acuerdos irían ligados a una temporalidad determinada, al final de la cual un comité independiente auditaría el alcance de su cumplimiento.

A diferencia, no obstante, de lo que ocurre habitualmente entre el Estado español y las autonomías, el incumplimiento de los acuerdos sí tendría consecuencias y daría no solamente legitimidad, sino también plena legalidad a un referéndum de autodeterminación de forma automática y de carácter vinculante.

Quien pide un estado federal para España no puede pedir menos que esto. Que el estado se comprometa en el sentido más literal de la palabra a tener en consideración las reivindicaciones de sus territorios federados. A su vez, que éstos se comprometan a dar estabilidad política y social al conjunto del estado. De romperse el pacto, el problema se resolvería votando, pero sin regateos: habiéndose acordado su posibilidad y su modalidad.

Cabría ver qué recepción tendría este modelo entre el movimiento independentista catalán (o vasco). Por ahora no lo sabemos, dado que nadie ha hecho una propuesta de este tipo –probablemente porque, federalista, no hay federación: se hace federalismo al federar.

Entrada originalmente publicada el 6 de agosto de 2019, bajo el título Las condiciones de quedarse en el espacio Tribuna Abierta de El Diario.es. Todos los artículos publicados en ese medio pueden consultarse aquí bajo la etiqueta eldiarioes.

Comparte:

Libro. Convirtiendo participación en soberanía: el caso de decidim.barcelona

Cubierta de Convirtiendo participación en soberanía: el caso de decidim.barcelona

Convirtiendo participación en soberanía: el caso de decidim.barcelona

Durante 2016 and 2017 participé en una investigación dirigida por IT for Change, dentro del proyecto de investigación titulado Voice or Chatter? Using a Structuration Framework Towards a Theory of ICT-mediated Citizen Engagement (Voz o blablabla? Utilizando el marco de la estructuración para una teoría de la participación ciudadana mediada por las TIC), y bajo el paraguas del programa de investigación Making All Voices Count (Haciendo que todas las voces cuenten). Mi investigación analizó a fondo el caso de Decidim, la iniciativa de participación ciudadana del Ayuntamiento de Barcelona para elaborar de forma colectiva el plan de actuación municipal para 2016-2019.

Este libro, Convirtiendo participación en soberanía: el caso de decidim.barcelona es una recopilación de un apunte de política pública, un estado de situación de la tecnopolítica en España y un estudio de caso de la iniciativa Decidim de participación ciudadana de Barcelona, con algunas pequeñas mejoras. Es el último de un total de 16 diferentes productos de investigación del proyecto, en un abanico que va desde los artículos académicos y de política pública hasta conferencias y presentaciones.

El libro está publicado en castellano e inglés —Shifting participation into sovereignty: the case of decidim.barcelona— ambas versiones descargables en texto completo a continuación.

Resumen

La participación ciudadana está entrando en una nueva era: la era de la tecnopolítica. Nuevas formas de organización, de coordinación, de acción cívica aupadas por una nueva ética y nuevas metodologías, y todo ello posibilitado por nuevas herramientas, espacios y actores.

No obstante, esta nueva era de emancipación ciudadana sigue requiriendo –probablemente más que nunca– unas instituciones democráticas especialmente responsivas a los cambios que están acaeciendo en la calle. Instituciones que se adapten, que innoven y que, en definitiva, se transformen para seguir siendo cadena de transmisión entre la voluntad de los ciudadanos y la toma de decisiones colectivas.

Este volumen analiza cómo el Ayuntamiento de Barcelona ha planteado esta transformación, y los impactos que la nueva estrategia puede suponer en los significados, las normas y el poder en la relación Administración-ciudadano. Supone un nuevo tablero de juego, aunque el resultado final de la partida todavía es incierto.

Las elecciones municipales de 2015 trajeron a muchas ciudades españolas lo que ha sido etiquetado como “ayuntamientos del cambio”: ayuntamientos cuyos alcaldes y representantes electos provienen de partidos que emergieron del Movimiento del 15M. Muchos de ellos, liderados por Madrid y Barcelona, intentaron incorporar a su acción de gobierno las mismas prácticas tecnopolíticas que tan útiles probaron ser para articular un amplio movimiento en plazas y calles.

Pero no solamente se pusieron en marcha las prácticas para la toma de decisiones a nivel local. También el ethos y los valores que las acompañaban acabaron guiando, con mayor o menor éxito, la relación entre el gobierno local y la ciudadanía. Estos valores orbitan el empoderamiento ciudadano, la participación, el compromiso y, en su expresión más ambiciosa, la devolución de soberanía del gobierno al ciudadano.

Este libro se centra en el entorno socio-político donde este fenómeno tiene lugar, especialmente en Madrid y Barcelona, las dos mayores ciudades del estado con dichos ayuntamientos del cambio, y cómo se desarrolló en Barcelona durante los primeros meses de 2016 durante la definición del Plan de Acción Municipal. Usando la Teoría de la Estructuración de Anthony Giddens, se evalúan ya no los resultados e impactos finales de este giro tecnopolítico en la toma de decisiones – seguramente demasiado pronto para ello – sino, por lo menos, los principales cambios en los significados, las normas y el poder que, como puntos de inflexión, pueden arrojar luz sobre las principales tendencias que estos movimientos políticos pueden estar desatando.

En la Parte I elaboramos un Documento de Política – Incrementando la calidad de la democracia mediante la devolución de soberanía – donde se presentan los principales vectores de cambio, los principales movimientos provocados por este nuevo ethos, y las claves y cuestiones a tener en consideración para entender los cambios cualitativos que, en nuestra opinión, ya forman parte del actual escenario político.
En la Parte II – Participación ciudadana mediada por las TIC en España: un estado de la situación – repasa el fenómeno de la e-participación desde los principios del s.XXI hacia adelante y, muy especialmente, durante los hechos del 15M, proponiendo que las recientes iniciativas de participación mediada por las TIC en los municipios del cambio están muy lejos de ser meros ejercicios para sondear a los ciudadanos y son, en cambio, la punta de lanza de una red de ciudades para la tecnopolítica. Exploramos de forma crítica el papel de las TIC en la reconstrucción de la política en España y cómo desembocaron en los nuevos experimentos de democracia participativa como Decide Madrid, puesto en marcha en Madrid para apoyar el plan estratégico participativo del municipio, y decidim.barcelona, el proceso participativo de la capital catalana inicialmente inspirado en el anterior.

Esta parte aporta una visión general del marco legal e institucional en el ámbito de la participación mediada por las TIC en España. La primera sección describe el marco de las libertades políticas y cívicas en España. En la segunda sección se hace un mapa del panorama de la participación ciudadana mediada por las TIC. En la tercera sección, entraremos en las implicaciones de la mediación tecnológica para la democracia deliberativa y la ciudadanía transformadora.

La Parte III – El caso de decidim.barcelona. Utilizando un marco de la Estructuración para una teoría de la participación ciudadana mediada por las TIC – analiza el desarrollo participativo del Plan de Acción Municipal (PAM) de Barcelona 2016-2019 que debía regir toda la legislatura. La primera sección repasa el contexto general de la ciudad en términos de participación política digital y explica el diseño y funcionamento general del nuevo plan y su proceso participativo. La segunda sección explica la metodología para el análisis, que se desarrolla en la tercera sección.

Descargas

logo of PDF file
Libro completo en castellano:
Peña-López, I. (2019). Convirtiendo participación en soberanía: el caso de decidim.barcelona. Barcelona: Huygens Editorial.
logo of PDF file
Libro completo en inglés:
Peña-López, I. (2019). Shifting participation into sovereignty: the case of decidim.barcelona. Barcelona: Huygens Editorial.

Comparte:

Per què he acceptat entrar al Govern de la Generalitat de Catalunya

El dia 19 de juny de 2018 em van nomenar director general de participació ciutadana de la Generalitat de Catalunya.

75 dies després — no tots hàbils per treballar, però sí per pensar — em sento en la necessitat de compartir perquè vaig acceptar entrar al Govern de la Generalitat de Catalunya.

Com va anar la cosa

El dia 1 de juny per la tarda em va trucar la cap de gabinet del conseller Ernest Maragall per comentar-me que el conseller volia parlar amb mi i que si em podia trucar. Era el dia abans del seu nomenament com a conseller i l’agenda, al final, no li ho va permetre. Em va trucar l’endemà, dissabte, pel matí, hores abans de la seva pròpia investidura. Després de parlar força estona sobre la dura realitat de ser pare, em va dir que estava formant equip i que si estaria interessat en afegir-m’hi, i em va emplaçar al següent dilluns per a concretar. El dia 4 de juny pel matí em va proposar incorporar-me a l’equip del Jordi Foz, secretari de Transparència i Govern Obert, com a responsable de la nova Direcció general de Participació Ciutadana.

Tenim un problema greu, em va dir, el feixisme i el populisme creixen de forma accelerada i els ciutadans s’hi abonen perquè no comprenen la complexitat de la política. Tu creus que la participació ciutadana pot fer-hi res, aquí? Tu em pots ajudar, en això?. Les paraules no són literals, però s’hi acosten força.

Vam parlar de feixisme. Vam parlar de participació. Vaig dir que em feia molt de respecte la responsabilitat. Va dir que a ell també la seva. I vaig acceptar.

Per què vaig acceptar

Vaig acceptar, bàsicament, per quatre motius.

El primer per l’encàrrec.

Hi ha dues visions complementàries de la participació ciutadana. La visió tradicional és la de fer millors lleis i polítiques públiques gràcies a fer-hi concórrer més persones, amb visions diferents i amb coneixements diversos. Gràcies a la participació obtenim, diu la teoria (i jo la comparteixo), lleis i polítiques més eficaces i més eficients. La segona visió (que, tanmateix, és la que a mi em mou) és que la participació (deliberativa) és el tercer estadi de la democràcia, agafant el millor de la democràcia grega (directa) i la democràcia moderna (representativa). La manera de superar la perillosa deriva que anticipava José Ortega y Gasset amb el seu «home-massa» o la post-democràcia de Colin Crouch.

Que t’encarreguin intentar millorar la democràcia —el que cal és salvar-la, dirien alguns— per a què no repetim l’error del feixisme, i que t’encarreguin fer-ho transformant les pràctiques polítiques d’institucions i ciutadans, i aplicant la manera com creus que s’ha de fer és un encàrrec molt molt però molt difícil de dir-hi que no.

És que et diguin: això que has estat dient els últims 20 anys, ara vas i ho fas. Tant per il·lusió com per coherència, s’ha de dir que sí.

I quan dic l’encàrrec també vol dir la llibertat per a complir amb l’encàrrec. Tinc una anècdota que explica bé la llibertat que, de moment, se m’ha confiat. Si la proposta oficiosa va ser el 4 de juny, el meu nomenament va ser el 19 i la incorporació oficial el 21. Tanmateix, el conseller havia de comparèixer a la Comissió d’Acció Exterior Relacions Institucionals i Transparència del Parlament de Catalunya el 28 de juny. Així que tocava posar-se a treballar des del minut -21.600. Contra-rellotge, vaig pensar una teoria del canvi que agafés els impactes esperats (l’encàrrec), els transformés en resultats tangibles a aconseguir, derivats d’unes actuacions que vindrien d’uns programes amb més o menys recursos. Vaig empapar-me de què havia estat i estava fent la llavors Subdirecció de Qualitat Democràtica en matèria de participació. Vam mirar de consensuar els grans eixos, mirar de fer lligar teoria i pràctica i passat i futur, vaig fer uns apunts pel PPT del conseller i vaig creuar els dits.

Hi ha un passatge de la seva compareixença que podeu llegir a la transcripció que en va fer el Parlament i que em va arribar al cor. Això deia el conseller Maragall:

Els programes… aquí hi ha una paraula…, en fi, l’Ismael Peña ja ens ho explicarà, jo soc massa vell per utilitzar-la, sincerament. E-participació sí, fins aquí hi arribo. Vot electrònic, també. Tecnopolítica…, bé, donarem sentit al concepte i segur que estarem en condicions també no només de donar-li sentit sinó d’apreciar-ne el valor.

És a dir, no sé què és la tecnopolítica [un concepte encara minoritari i que algunes persones treballem per fer cabdal], però si l’Ismael diu que és important, donem-li l’oportunitat que ens ho demostri. En compareixença davant el Parlament, a una setmana de la meva incorporació. No es pot demanar més confiança i recolzament.

El segon motiu per acceptar entrar al govern, i més important, va ser per la possibilitat de fer un impacte. En la democràcia i en la societat en conjunt. La feina que em va fer madurar com a professional va ser dirigir el programa de cooperació al desenvolupament de la UOC durant cinc anys. Una feina precedida per 15 anys de cau. Hi ha coses que deixen petjada. Quan vaig voler ser acadèmic (2005) va ser pels mateixos motius: aprendre per millorar el món… o el tros de món que es deixés millorar.

Però fer impacte des de l’acadèmia és —prou paradoxalment— cada cop més difícil. Així que vaig acabar duent una doble vida. L’acadèmica més o menys estàndard i la de fer impacte. Amb totes les sinergies que podia provocar-hi, però doble vida. Això és esgotador i acaba passant factura, tant professional com personal. Amb la paternitat això es va fer molt més difícil. Reagrupar les diferents vides i posar-les en línia era essencial. Hi havia dues opcions: o bé reorientar la vida acadèmica vers una carrera amb més impacte social, o bé sortir de la vida acadèmica. La segona opció s’ha presentat primer i de quina manera: hi ha pocs llocs on tenir més impacte que des d’un govern.

El tercer motiu és que sé fer-ho. O, més humilment, si hi ha una cosa que sé fer és aquesta. Porto 20 anys pensant-ho i fent-ho; de vegades una cosa més que l’altra, de vegades més l’altra que l’una. Recerca, formació, disseny i implantació de projectes, avaluació; a la pública i a la privada; a casa i a l’estranger.

Dins el molt respecte que em fa la responsabilitat, saber que moltes coses les tens per la mà et dóna confiança per afrontar les moltíssimes altres que et seran noves. No arribar de nou al debat em sembla també una mostra de respecte imprescindible envers la gent amb la que hauràs de treballar, o per la que hauràs de treballar.

Per últim, per l’equip amb qui hauria de treballar i el projecte que tenien (tenen… tenim) en marxa. Al Raül Romeva el vaig conèixer fa 20 anys i ens havíem anat trobant aquí i allà. El llavors conseller Romeva m’havia convidat a obrir la jornada de presentació del Pla de Govern Obert 2017-2018 el maig de l’any passat, així que coneixia també el projecte. Al Jordi Foz, el Roger Buch (qualitat democràtica) i la Laura Suñé (subdirectora de participació) els vaig conèixer a rel del disseny d’unes jornades d’innovació democràtica que al final no van ser per culpa del 155, tot i que ja havíem anat coincidint també aquí i allà. La Núria Espuny (directora general llavors de tot l’àmbit de govern obert) m’havia convidat a un grup de treball sobre la nova estratègia de dades obertes i govern obert i en vaig sortir eufòric tant per la qualitat de la feina com pel compromís de l’equip. De fet, l’únic que no coneixia (fals! no coneixia la Montse, la Raquel, la Núria, el Pablo, l’Elisa… però ja m’enteneu) era el conseller. I, com he dit més amunt, estem en línia.

Llavors, ets del partit?

No.

Em consta que la proposta del meu nom va venir de baix a dalt i no de dalt a baix. Amb el nou govern, va sorgir l’oportunitat de reforçar l’estratègia de govern obert —una qüestió reivindicada tant pel propi govern com pels ciutadans interessats en aquests afers— «desdoblant» l’anterior Direcció general de Transparència, Dades Obertes i Qualitat Democràtica en una direcció general de Transparència i Dades Obertes i una nova direcció general de Participació Ciutadana. La idea era, òbviament, reforçar les polítiques de participació. I es va proposar el meu nom perquè, com he dit més amunt, jo ja era actiu dins aquest àmbit.

També és cert que soc proper a les idees del partit al què pertany el conseller — i això la direcció del partit ho sabia quan el meu nom hi va arribar. Hi ha qui m’ha etiquetat com «de frontera» o «dels conciliadors». A mi m’agrada dir que visc en un aiguabarreig entre ERC, els Comuns i la CUP, tot i que enyoro la socialdemocràcia europea de la segona meitat del s.XX, tinc bons amics a la resta de partits i amb alguns fins i tot hi he col·laborat en projectes polítics. I ho tornaria a fer: no em convenç la creença que les bones idees són només d’un partit o que un partit determinat té sempre bones idees.

Crec, a més, que la meva independència, bo i l’afinitat ideològica, és ara mateix un actiu. Tant per mi com pel projecte. Tanmateix (oh, sorpresa) a l’equip directiu parlem molt de polítiques públiques i (oh, sorpresa) de la política dels partits. Per ara he trobat molta honestedat en separar les unes de les altres, cosa que m’ha semblat una actitud molt respectuosa, no envers mi, sinó envers la institució del govern.

Dit això, el cert és que la coordinació de les polítiques públiques, de totes les polítiques públiques, es fa a nivell de partit. Qui pertany al partit té, doncs, l’oportunitat d’un segon torn on donar més cos o més acompanyament a un determinat programa. Si els partits tenen una cosa bona, és (o hauria de ser), precisament, aquesta.

Aquestes qüestions — avantatges de la independència o de ser del partit — difícilment es veuen des de fora amb la claredat que es manifesten un cop al govern (i em consta que al Parlament passa de forma semblant).

La coherència global i la responsabilitat indirecta pel càrrec

La qüestió de ser o no d’un partit no em preocupa tant com el fet de pertànyer a un govern que (1) jo represento però (2) no controlo totalment. A l’acadèmia o als autònoms això no els passa: se li suposa als acadèmics la llibertat de càtedra i als autònoms que estan sols davant el perill; és a dir, cadascú és responsable dels seus actes. A les persones assalariades això tampoc no passa: el responsable és l’amo, o el cap jeràrquic.

Al govern, no obstant, tots els que en formem part el representem i, en certa manera, ens representa a tots. Formem o conformem una institució. Això vol dir que si el company fa un disbarat, tots ens hi veiem en certa manera implicats. Som el govern. Però aquest company pot estar tan «aprop» com la direcció general del costat, com tan «lluny» com una altra conselleria que, a més, «pertany» a un altre partit (això, al món, passa molt sovint: no parlo del cas concret actual).

En això no m’hi havia trobat mai (bé, sí, quan els meus fills molesten algú quan sortim de casa) i és molt incòmode. I amb diferents graus d’incomoditat: des de no compartir un punt de vista, fins oposar-te a una política que s’està duent a terme fins el límit de no trobar ètic un posicionament.

Així, et trobes que el ciutadà pot acabar identificant-te amb (1) coses en les que no hi estàs d’acord, (2) coses en què no hi tens res a dir i menys fer perquè no són competència teva o del teu àmbit jeràrquic proper, o (3) coses que directament creus que atempten contra les teves conviccions personals més profundes.

Amb 270 alts càrrecs que té la Generalitat prenent decisions constantment, la probabilitat que estiguem tots sempre d’acord (i donant per descomptat que ens ho parlem tot abans) és pràcticament zero. Gestionar això és una cosa que hauré d’aprendre a fer. I sobretot el tercer punt, la coherència amb els principis i l’ètica, em fa més por que una pedregada.

Les pors

No vull deixar sense tocar tres qüestions que, més que respecte, em fan por.

La primera són els diners. El meu sou és molt elevat. I a mi no em val si a la privada cobraria més o no: la qüestió és que cobro molts diners i, més important, surten de la butxaca del contribuent. Això em suposa una enorme responsabilitat, la d’utilitzar bé tots i cadascun dels euros del meu sou. Responsabilitat que fa venir por de no defraudar la confiança. Però, més encara, por de no voler-hi renunciar a tota costa, de fer el possible per mantenir el càrrec i, amb ell, el sou. De justificar qualsevol acció, de fer el que calgui pel sou. Aquest pensament el tinc a diari.

La segona és el poder i els privilegis. Sota el meu comandament hi ha un equip de persones i un pressupost. Malgrat el que sovint es diu de la política, jo (encara) crec que es poden fer moltes coses des del govern. Puc, a més, influir en gent que té molt més poder que jo: secretaris, consellers, diputats. Influència directa, parlant-hi, o indirecta, gestionant la informació o dissenyant lleis. Per no parlar d’incidir en l’opinió dels ciutadans en massa, i amb la coartada de la participació ciutadana. El risc de passar de voler fer impacte a ser messiànic en el meu comportament també em capfica. Creure’s infal·lible o, en el pitjor dels casos, imprescindible només em faria ineficient i ineficaç… però això no ho deus veure quan ets a l’ull del teu propi huracà. Si ser fidel a un sou és perillós, ser cegament fidel a unes idees encara és pitjor perquè hom es torna capaç de trobar justificació a absolutament tot.

Per descomptat, encara pot ser pitjor: sumar la primera i la segona i, directament, corrompre’s. Tot i que confio en la meva virtut (com tothom deu confiar en la seva…), sempre he intentat posar-m’ho difícil per deixar de ser virtuós. Tinc la sort d’haver caigut al, probablement, millor lloc per dissenyar institucions a proves de no-virtuosos: la secretaria de transparència i govern obert.

L’última por, i relacionada amb això anterior, és ser coherent en el pla ètic, en el respecte dels drets humans i les llibertats ciutadanes. Al marge de la corrupció —que és una qüestió força objectiva— respectar els drets és força més subtil. O, més ben dit, força més fàcil de relativitzar. En parlava més amunt a nivell general i ara hi torno a nivell personal. Entenc que l’estratègia és, des de dins, denunciar quan hom vegi que no es respecten els drets o llibertats i treballar per impedir-ho o corregir-ho. Dir-ho serà més fàcil que fer-ho.

En el límit, però, hom ha de veure si un pot fer més impacte dins que fora per impedir o corregir aquestes qüestions — a més de les pròpies per les quals un ha acceptat el càrrec… sense caure en la pròpia idealització i autojustificació, clar. Tot un bucle ètic. Em temo que això em donarà molt de joc per a pensar-hi i, per dissort, segur que algun maldecap.

En definitiva, nova etapa tant professional com personal. Fascinant. Plena de possibilitats, tant per bé com per mal. Tothom recomana paciència, reconèixer el terreny, aclimatar-se. Segurament és difícil fer canvis fàcils i ràpids —cal, però, saber explicar perquè— de la mateixa manera que crec molt factible fer alguns canvis importants o, com a mínim, crear les condicions favorables per a què puguin ser possibles en un futur. I fer-ho assumint el pes de tota la responsabilitat, sense perdre el cap, que si m’haig d’equivocar que sigui perquè no ho he sabut fer millor, no perquè no he volgut.

Comparte:

Nomenat Director general de Participació Ciutadana

Nomenament com a Director general de Participació Ciutadana de Ismael Peña-LópezNomenament com a Director general de Participació Ciutadana.

El 19 de juny de 2018 he estat nomenat director general de Participació Ciutadana de la Generalitat de Catalunya.

Per tant, estaré d’excedència forçosa del meu lloc als Estudis de Dret i Ciències Polítiques de la Universitat Oberta de Catalunya, a la qual tornaré quan les meves responsabilitats en el govern arribin a la seva fi.

La Direcció General de Participació Ciutadana pertany a la Secretaria de Transparència i Govern Obert, dins el Departament d’Acció Exterior, Relacions Institucionals i Transparència. M’agrada explicar que la direcció general de la qual formo part té la responsabilitat de fomentar i facilitar l’exercici de les «tres democràcies», és a dir:

  • Democràcia directa: la direcció general és la responsable de dur a terme consultes ciutadanes no referendàries a Catalunya i ajudar les administracions locals a gestionar les seves pròpies.
  • Democràcia deliberativa: la direcció general organitza processos deliberatius relacionats amb l’elaboració de lleis o disseny de polítiques públiques, o per conèixer millor la voluntat de la ciutadania en qüestions específiques.
  • Democràcia representativa: la direcció general és l’organisme governamental que coordina l’organització d’eleccions autonòmiques i col·labora en l’organització d’eleccions supramunicipals.

Hi ha quatre impactes que, com a direcció general en particular, i com a departament, ens agradaria tenir:

  1. Una millora de l’eficiència, eficàcia i legitimitat de les decisions públiques.
  2. Una disminució del populisme en les institucions i en l’esfera pública.
  3. Els ciutadans entenen la complexitat de la presa de decisions públiques.
  4. La participació ciutadana i l’activisme polític clarament es mouen cap a un paradigma tecnopolític.

Durant legislatura tenim previst desenvolupar sis programes, basats en una versió actualitzada d’aquesta Teoria del canvi de la participació ciutadana:

  1. Programa de participació deliberativa: per fomentar i millorar projectes sobre democràcia deliberativa, govern 2.0, un marc regulador apropiat per a la participació ciutadana, i sensibilització sobre la importància d’aquest instrument a través de la formació, la recerca i la difusió.
  2. Programa de participació electoral i democràcia directa: promoure i/o millorar processos electorals i projectes sobre democràcia directa, i sensibilitzar sobre la importància d’aquest instrument a través de la recerca i la difusió.
  3. Programa de participació interna: treballar cap a una transformació de com l’Administració entén la col·laboració i fa ús d’ella dins del govern així com amb els ciutadans, a través de formació i capacitació, xarxes de suport i treball, comunitats de pràctica d’innovació professional i comunitats de pràctica obertes entre professionals públics i ciutadans.
  4. Programa de col·laboració: que té com a objectiu estandarditzar i normalitzar els consorcis público-socials-privats i les iniciatives d’innovació segons el model de quàdruple hèlix.
  5. Programa d’intermediaris, facilitadors i infomediaris: per contribuir a la consolidació d’un sector capacitat i/o professionalitzat en l’àmbit de la participació, per aconseguir la major la qualitat en les pràctiques i projectes participatius, aportant al sector i els ciutadans implicats coneixement, instruments, eines tecnològiques o recursos en general.
  6. Programa d’e-participació, vot electrònic i tecnopolítica: accelerar l’adopció de les TIC en l’àmbit de la participació contribuint així a facilitar i normalitzar la participació electrònica, el vot electrònic, el govern electrònic i la democràcia electrònica en general, a la vegada que es transforma el paradigma darrere de les pràctiques ciutadanes basades principalment en actors passius o merament responsius vers un paradigma tecnopolític basat en actors actius, apoderats i en xarxa.

Aquest és un pla molt ambiciós. Algunes de les seves parts, per descomptat, no són materialitzables en quatre anys. No obstant això, estic bastant convençut que hom ha de planificar a llarg termini, buscar horitzons ideals i limitar-se un mateix només quan es tracta de planificar el pressupost anual. És evident que calen fites intermèdies, tant per avaluar l’evolució del treball com per proporcionar als votants informació sobre l’acompliment del govern per a les pròximes eleccions sense que hagin d’esperar, per exemple, 10 anys.

Però sense una visió d’altura no hi ha transformació possible. I si volem tenir un impacte, la transformació de les pràctiques tant del govern com de la ciutadania és, al meu entendre, més que necessària.

Comparte:

Nombrado Director general de Participación Ciudadana

Nombramiento como Director general de Participación Ciudadana de Ismael Peña-LópezNombramiento como Director general de Participación Ciudadana.

El 19 de junio de 2018 he sido nombrado Director General de Participación Ciudadana de la Generalitat de Catalunya.

Por lo tanto, estaré de excedencia forzosa de mi puesto en los Estudios de Derecho y Ciencias Políticas de la Universitat Oberta de Catalunya, a la que regresaré cuando mis responsabilidades en el gobierno lleguen a su fin.

La Dirección General de Participación Ciudadana pertenece a la Secretaría de Transparencia y Gobierno Abierto, dentro del Departamento de Acción Exterior, Relaciones Institucionales y Transparencia. Me gusta explicar que la dirección general de la que formo parte tiene la responsabilidad de fomentar y facilitar el ejercicio de las «tres democracias», es decir:

  • Democracia directa: la dirección general es la responsable de llevar a cabo consultas ciudadanas en Cataluña y ayudar a las administraciones locales a gestionar las suyas propias.
  • Democracia deliberativa: la dirección general organiza procesos deliberativos relacionados con la elaboración de leyes o diseño de políticas públicas, o para conocer mejor la voluntad de la ciudadanía en cuestiones específicas.
  • Democracia representativa: la dirección general es el organismo gubernamental que coordina la organización de elecciones autonómicas y colabora en la organización de elecciones supramunicipales.

Hay cuatro impactos que, como dirección general en particular, y como departamento, nos gustaría tener:

  1. Una mejora de la eficiencia, eficacia y legitimidad de las decisiones públicas.
  2. Una disminución del populismo en las instituciones y en la esfera pública.
  3. Los ciudadanos entienden la complejidad de la toma de decisiones públicas.
  4. La participación ciudadana y el activismo política claramente se mueven hacia un paradigma tecnopolítico.

Durante legislatura tenemos previsto desarrollar seis programas, basados ??en una versión actualizada de esta Teoría del cambio de participación ciudadana:

  1. Programa de participación deliberativa: para fomentar y mejorar proyectos sobre democracia deliberativa, gobierno 2.0, un marco regulatorio apropiado para la participación ciudadana, y sensibilización sobre la importancia de este instrumento a través de la formación, la investigación y la difusión.
  2. Programa de participación electoral y democracia directa: promover y/o mejorar procesos electorales y proyectos sobre democracia directa, y sensibilizar sobre la importancia de este instrumento a través de la investigación y la difusión.
  3. Programa de participación interna: trabajar hacia una transformación de cómo la Administración entiende la colaboración y hace uso de ella dentro del gobierno así como con los ciudadanos, a través de formación y capacitación, redes de apoyo y trabajo, comunidades de práctica de innovación profesional y comunidades de práctica abiertas entre profesionales públicos y ciudadanos.
  4. Programa de colaboración: que tiene como objetivo estandarizar y normalizar los consorcios público-sociales-privados y las iniciativas de innovación según el modelo de cuádruple hélice.
  5. Programa de intermediarios, facilitadores e infomediarios: para contribuir al crecimiento y consolidación de un sector capacitado y/o profesionalizado en el ámbito de la participación, para conseguir la máxima calidad de prácticas y proyectos participativos aportando al sector y ciudadanos implicados conocimiento, instrumentos, herramientas tecnológicas o recursos en general.
  6. Programa de e-participación, votación electrónica y tecnopolítica: acelerar la adopción de las TIC en el ámbito de la participación contribuyendo así a facilitar y normalizar la participación electrónica, el voto electrónico, el gobierno electrónico y la democracia electrónica en general, al mismo tiempo transformando el paradigma detrás de las prácticas ciudadanas basadas principalmente en actores pasivos o meramente responsivos hacia un paradigma tecnopolítico basado en actores activos, empoderados y en red.

Éste es un plan muy ambicioso. Algunas de sus partes, por supuesto, no son materializables en cuatro años. Sin embargo, estoy bastante convencido de que uno debe planificar a largo plazo, buscar horizontes ideales y limitarse uno mismo solamente cuando se trata de planificar el presupuesto anual. Es evidente que se necesitan metas intermedias, tanto para evaluar la evolución del trabajo como para proporcionar a los votantes información sobre el desempeño del gobierno para las próximas elecciones sin que tengan que esperar, por ejemplo, 10 años.

Pero sin una visión de altura no hay transformación posible. Y si queremos tener un impacto, la transformación de las prácticas tanto del gobierno como de la ciudadanía es, en mi opinión, más que necesaria.

Comparte:

Estar a Òmnium, ser Òmnium

Ismael Peña-López a Òmnium Cultural. Assemblea General Ordinària del 3 de març de 2018Presentant el projecte de think tank a l’Assemblea General Ordinària d’ Òmnium Cultural del 3 de març de 2018.

A finals de 2014 vaig incorporar-me a la Junta Nacional d’Òmnium Cultural. Hi entrava de la mà de la Muriel Casals, a qui li deia obertament que Muriel, jo no soc dels vostres. La seva resposta, tan espontània com sentida, em va fer acceptar a l’acte: precisament la gent que no se sentia partícip del projecte d’Òmnium era la més necessària si es volia que aquest projecte fos de tots. De tots. Omnium. El genitiu d’omnia. De tots.

Després la Muriel va deixar el carrer per anar a les institucions, a seguir fent política, i va agafar el seu relleu el Jordi Cuixart al capdavant de l’entitat. Després la Muriel se’n va anar del tot — crec que mai superarem, superaré, del tot aquesta pèrdua, aquesta doble pèrdua: primer la vaig perdre com a professora, on em va marcar per sempre; després com a amiga i activista, on em va marcar per sempre una altra vegada. Després se’n va anar el Jordi Cuixart, a la presó, d’on molts esperem que torni, aviat, si pot ser no massa canviat i, si ha de ser-ho, que sigui per bé. I després, ara, plego jo — incompatibilitats de compromisos personals immediats amb el càrrec a la Junta.

Del meu pas per Òmnium, de la meva pròpia aportació vull dir, m’agradaria que fos veritat el que de mi deia el Quico Sallés a un article seu: que soc un dels politòlegs ‘conciliadors’ del sobiranisme. Perquè això és el que he intentat fer: política — en el sentit de gestionar allò col·lectiu — i ser conciliador — d’extrems, de visions paral·leles, se sentiments contraposats. El primer any llarg vaig esforçar-me (sense èxit) a aconseguir que hi hagués un procés constituent o deliberatiu que fes pensar i parlar els ciutadans de Catalunya, entre ells i amb les institucions; i entre tots plegats ho vam acabar canviant per un referèndum (un instrument força diferent). El segon any llarg vaig esforçar-me (amb un èxit parcial) a reivindicar el valor polític, de dret irrenunciable, que la ciutadania es manifesti, també a les urnes; crec que l’exercici de l’1 d’octubre va ser un revulsiu en termes d’emancipació ciutadana, però va ser negatiu en termes de deliberació i de construcció de país (com era d’esperar, i com s’ha demostrat), tot i que segueixo pensant que, en aquell moment, hi havia poques opcions més — les conseqüències ens fan oblidar, sovint, les causes. Els últims mesos he estat esforçant-me (espero que, ara sí, amb èxit) a promoure un gir, tant dins d’Òmnium com fora, que doni més pes a la deliberació (si, una altra vegada la deliberació) i al pensament, no en detriment de l’activisme (més necessari que mai pels drets!) però sí com a complement (o pre-requisit) cada cop més urgent com a eina de cohesió social i de construcció de consensos.

Sigui com sigui, la meva aportació ha estat necessàriament petita. Perquè les coses a fer eren i són moltes i profundes, i perquè l’equip d’Òmnium és molt i molt nombrós — un extens univers que transcendeix els càrrecs electes voluntaris i els professionals — i fa de mal dir qui ha fet què.

El que a aquestes alçades és important per mi és si he sortit diferent de com vaig entrar.

I un bon resum és el següent: vaig acceptar estar a Òmnium i surto essent Òmnium.

Quan he tingut l’oportunitat, sempre he dit que Òmnium és l’entitat més plural que té el país. Pot ser que m’equivoqui, però en tot cas és un error de magnitud, no de categoria. A Òmnium — i parlo en particular de la Junta Nacional, però si ho faig extensiu a totes les juntes territorials és encara molt més evident — hi ha gent de dretes i d’esquerres, conservadors i liberals, progressistes i anarquistes, gent que creu que la independència és un fi i gent que creu que és un instrument, gent nacionalista i (sí, sí) gent anti-nacionalista, gent profundament identitària i gent profundament amb pensament de classe, etc.

És evident que hi ha sectors que no hi són. I els esforços per a què sentin Òmnium com una entitat útil, també per a ells, són molt grans i, important, creixents.

Però una de les coses que m’hauran marcat de la meva estada a Òmnium és que és de tots. I, més important, que aquest és un tret fonamental de l’entitat, sincer, honest, volgut, treballat. I la manera — o maneres — com s’ha aconseguit és un dels aprenentatges més rics que, egoistament, m’enduc i incorporaré a la meva caixa d’eines i la meva manera de fer. I de ser.

Ser de tots no està exempt d’inconvenients. Quan tries un camí, se t’acosten companys de viatge que no has triat. I que potser no triaries mai. Però consideres que el fet de compartir camí és el que és realment important. I, si pots, i, si et deixen, i amb tota la humilitat possible, mires d’intentar que el camí, feixuc, sigui més amable per a la resta de viatgers. I, plegats, mirar de sumar.

Fa uns anys (molts, ja) vaig llegir El Príncep de Maquiavel. Va ser durant l’època en què vaig haver de començar a prendre decisions (professionals) de vegades complicades. Decisions on (creia jo) importava més amb qui feies les coses que no pas el que feies. La lectura de Maquiavel em va dur a pensar que, sovint, darrere les acusacions de «maquiavèlic!» el que hi ha és maniqueisme (a banda d’una distorsió de la doctrina de Maquiavel, sovint fruit del desconeixement).

No tot s’hi val, és cert. Però no és menys cert — o això crec jo — que la puresa ens duu, sovint, a l’immobilisme. Els extrems són, sovint, més lluny del que pensem. I l’àrea de grisos és molt, molt àmplia com per a poder regir-se per un principi cabdal a Òmnium: comencem pel que ens uneix i anem fent; i quan arribem a allò en què estem en desacord, ja ens aturarem a parlar-ne.

La realitat és que (1) aconseguir allò que ens uneix és molt difícil i, per tant, sovint no arribem a allò que ens desuneix i (2) en fent coses plegats, anem aprimant i allunyant allò que ens desuneix, pel què sovint tampoc hi acabem arribant.

Aquest és un aprenentatge fonamental del funcionament fonamental d’Òmnium. I, si bé el principi no m’era aliè, se m’ha reforçat de manera que crec que s’hauria de prioritzar a tota acció col·lectiva, tant política com social.

Això és Òmnium Cultural.

Això soc, també, jo. Una mica més que abans.

Deixaré d’estar a Òmnium, però difícilment deixaré de ser Òmnium.

Comparte: