¿Es Catalunya más democrática que España respecto a la consulta para la autodeterminación?

Una de las habituales proclamas entre el sector soberanista catalán es que, en un país normal, es democrático consultar a la población sobre cualquier aspecto que afecte a aquello colectivo. Por ejemplo si quiere o no independizarse de España. Es una cuestión que comparto sin fisuras. ¿Qué hay más democrático que preguntar? O, en términos más prácticos, ¿es que preferimos una salida violenta del nacionalismo? (o de cualquier otra demanda o problema, cabría añadir).

A la afirmación que votar es lo normal, lo democrático, le sigue habitualmente una suerte de corolario: si España «no nos deja» votar, es que no es democrática. O no lo son sus instituciones.

Bien, veamos que hay de cierto en estas afirmaciones.

Según los datos del CEO publicados en marzo de 2014 (y recogidos en diciembre de 2013) un 73,9% de catalanes apoyan que se haga una consulta para saber, de una vez por todas, con legitimidad y representatividad, si la población quiere o no la independencia de Catalunya. Por otra parte, GESOP a finales del año pasado publicaba que un 47,5% de españoles estaban a favor de dicha consulta. Parecería lógico afirmar, pues, que, bajo la tesis de que votar y permitir votar es lo democrático, Catalunya «es más democrática» que el resto de España. ¿Sí? No tan rápido.

Parece claro que entre los partidarios a votar y dejar votar habrá una mayoría que, además de querer votar, van a votar que sí a la independencia. Y es probable que nadie en el resto de España tenga un especial interés en una secesión catalana. Hagamos dos suposiciones que, aunque no emanan de los datos, sí considero que son bastante verosímiles:

  • Todos los que quieren votar sí a la independencia desean que haya una consulta.
  • Todos los que quieren votar sí a la independencia son catalanes.

Restemos, pues, de los datos anteriores, aquellos que, dado que van a votar que sí, están de acuerdo con el hecho de votar. Y restemos, también, del total de la población española a los catalanes con el objetivo de comparar la propensión a aceptar una consulta entre aquellos que no tienen intención de votar sí.

Dicho de otro modo, vamos a comparar la proporción de catalanes y españoles (estos últimos sin contar los catalanes) que creen que hay que dejar votar aunque lo votado sea algo que no necesariamente comparten o incluso se oponen a ello. Todo un ejercicio de democracia que suele resumirse en la famosa frase de la biografa de Voltaire Evelyn Beatrice Hall: No estoy de acuerdo con lo que usted me dice pero haré todo lo posible para que usted lo pueda decir.

¿Quién es más democrático?

La siguiente gráfica nos muestra, a la izquierda, para Catalunya y España, la distribución de la población que cree que debería permitirse o no permitirse una consulta sobre la autodeterminación. El mismo ejercicio se repite, a la derecha, pero esta vez para Catalunya restando a los que votarían que sí a dicha consulta y, para España, restando a los catalanes.

Una primera lectura rápida parece decirnos que en Catalunya… los ciudadanos son más o menos igual de democráticos que el resto de españoles: los que permitirían una consulta a pesar de que no votarían sí a la independencia son prácticamente los mismos en Catalunya (35,24%) que en el resto de España (35,69%) — recordemos que hemos supuesto que en el resto de España nadie quiere la independencia de Catalunya, puedan o no puedan votar en ese referéndum (y que pertenece a otra reflexión).

Teniendo en cuenta que sabemos que uno se toma más en serio los problemas propios que los ajenos, y que uno se toma más en serio aquello que cree más probable que vaya a suceder, no deja de ser sorprendente que ambas cifras coincidan. Así, o bien todo el mundo cree que aunque la consulta no sería vinculante, su resultado sí sería determinante sobre el devenir de la geopolítica patria, o bien todo el mundo cree que, por no ser vinculante, no tiene ningún tipo de importancia. Me inclino a pensar que la que prevale es la primera, que hay consenso sobre la importancia del proceso, a diferencia de lo que parecen indicar los tan distintos titulares de prensa y declaraciones políticas dentro y fuera de Catalunya. En cualquier caso, lo que sí está claro es que el resto de España no es ni más ni menos democrático que Catalunya (tal y como hemos definido este concepto, discutible también, por supuesto).

¿Quién se percibe como más democrático?

Bien, hemos (de)mostrado que la propensión a votar y dejar votar es la misma en toda la península (con las salvedades sobre el método que ya hemos apuntado). Sin embargo, la sensación en Catalunya sigue siendo «no nos dejan votar» o que «la democracia española es de escasísima calidad«. ¿A qué puede deberse esta aparente contradicción?

Empecemos diciendo que el hecho de que solamente un 35% de españoles no necesariamente partidarios del sí permitan consultar puede ser ya un elemento suficiente para sustentar la cuestión de la mala calidad democrática. El hecho de que en Catalunya esté eclipsado por el mayoritario sí contribuiría a dar esa imagen de «diferencial democrático» entre Catalunya y el resto de España.

Hagamos, no obstante, otro ejercicio, esta vez mucho más arriesgado que el anterior y, por tanto, a coger con pinzas sus conclusiones — si es que son tales.

Recuperemos, por una parte, la pregunta que hace el SEO a sus encuestados: ¿acataría usted el resultado de una consulta para la autodeterminación? A esta pregunta responden afirmativamente un 87,0% de la población. Por otra parte, SIGMA2 para El Mundo afirmaba que El 46% [de los españoles] suspendería la autonomía de Cataluña si hay consulta ilegal.

Supongamos (y esta es la parte arriesgada y probablemente errónea) que:

  • Los que suspenderían la autonomía de Catalunya de hacerse la consulta sin consentimiento del Estado forman parte de los que no permitirían la consulta. Dicho de otro modo, los que permitirían la consulta también la «permitirían» si Catalunya la hiciese sin consentimiento del Estado.
  • Los que en Catalunya acatarían el resultado de una consulta lo harían con independencia de si ésta es consentida o no por el Estado.
  • Los que en el resto de España no quieren una consulta no acatarían el resultado ni aunque fuese consentida por el Estado.

Aunque no me cansaré de insistir que estos supuestos son muy fuertes y no se deducen de los datos, creo que sí permiten recoger el sentir popular respecto a las reacciones (de aceptación o resignación, o de rechazo) que en mi opinión se perciben desde Catalunya. Simplificando: mientras en el resto de España impera el poder de la Ley, en Catalunya debe imponerse el sentir de los ciudadanos.

El gráfico anterior cambia mucho si hacemos el ejercicio de comparar la oposición «pasiva» a la consulta («no quiero que se haga, pero si se hace aceptaré tanto el hecho de que se haga como el cómo») con una oposición más «activa» («no quiero que se haga y, si se hiciese, debería ser dentro de la ley o caerá el peso de ésta sobre sus cabezas rodantes»).

En mi opinión, la vehemencia con la que se tilda de antidemocrática a España desde Catalunya tiene en esta última gráfica su explicación: mientras un 87% vendría a avalar la consulta y su resultado, un 64,31% se opone a la consulta o incluso tomaría serias medidas en contra de Catalunya decidiese ésta ir por su cuenta.

Este es, creo, el mensaje que cala en el ciudadano catalán. Así, si bien la realidad de una España menos democrática que Catalunya se muestra a las claras falsa, en el terreno de las emociones, la percepción de distintos grados de tolerancia respecto a la consulta o a la independencia misma sí puede que tenga algún fundamento. Lo que también explicaría porqué una declaración unilateral de independencia puede entrar dentro del rango de opciones posible en Catalunya, mientras en el resto de España es poco menos que un tabú.

Por supuesto, habría que ver el porqué del abismo que separa la realidad de la igual calidad democrática entre Catalunya y España y las distintas percepciones de los catalanes respecto a sus por ahora conciudadanos. Y habría que ver qué papel están teniendo en ello los medios. Y los políticos. Y los intereses de los unos y los otros.

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11 Comments a “¿Es Catalunya más democrática que España respecto a la consulta para la autodeterminación?” »

  1. Si la consulta se hace en Cataluña solamente (como procede en una consulta sobre autodeterminación), ¿cómo puedes tener en consideración a los que «no votarían sí» en el resto de España, si no podrían votar? Un poco absurdo, ¿no?

    • Todo el rato me estoy refiriendo a permitir o no permitir la consulta. En este sentido era «votar sí a que haya una consulta» y no «votar sí en la consulta».

      He cambiado los literales de las gráficas para evitar confusiones :)

      i.

  2. Como comentábamos en Twitter, la diferencia fundamental y percepctible para el ciudadano catalán es comprobar que los ciudadanos no catalanes («Resto de España») que admitirían la consulta aun siendo contrarios a la secesión, en realidad creen que ellos podrían votar en dicha consulta, cuando en realidad no es así, porque a quien corresponde decidir sobre su futuro es a los catalanes. Es decir, que no entienden qué es el derecho de autodeterminación. Y no sólo eso: en caso de que el resultado de la consulta no les fuera favorable, nadie de ese «resto de España» lo acataría. Lo que ese «resto de España» parece admitir en cierto porcentaje es una consulta para decidir ellos sobre los demás. En cambio, muchos de los ciudadanos catalanes antisecesión que permitirían la consulta, admitirían un resultado contrario. La diferencia de cultura democrática de unos y otros es bien notable, pues. Estando en juego el derecho de autodeterminación de Cataluña, ser demócrata es dejar votar a los catalanes (sólo a ellos) y admitir su decisión, sea la que sea. No se ve nada de esto en ese «Resto de España» antisecesión y anticonsulta. No se sabe si el «Resto de España» antisecesión que consultaría a todos los españoles acataría el resultado, fuera el que fuera. Pocos datos a favor de la calidad democrática del «Resto de España» antisecesion, pro y contra consulta.

    • Dice El Mundo que El 79% cree que debe decidir toda España. En lo que concierne a mi análisis, esto es lo relevante: no que puedan o no votar, sino que creen que lo harán o deberían hacerlo.

      Eso en cierta medida iguala las aproximaciones al problema y, como decía al comentar el primer gráfico, soprende la igualdad de resultados al afectar la cuestión mucho más a unos (los catalanes, que se escindirían o no) que a otros (el resto del estado que, a efectos personales, prácticamente no cambiaría en nada).

      Sobre lo que comentas de la cultura democrática distinta: eso es, precisamente, con lo que concluyo la reflexión. Si bien el perfil sociodemográfico no parece distar mucho tomando todo el estado español o la parte de Catalunya, en lo que se refiere a percepciones sí parece haber «realidades» muy distintas.

  3. Ismael, se ha dicho que son las instituciones políticas españolas, NO los españoles quienes son poco democráticos al impedir la consulta.

    Anyway, excelente análisis que confirma lo que todos intuimos. Que catalanes y los españoles no tienen diferencias de base en su sentido democrático, sino en sus preferencias políticas.

  4. Un comentario sobre tu analisis, que me parece interesante: la «cultura democrática» de la población supongo que también puede depender de su origen y su entorno. Y el sentido del voto en Cataluña depende tambien de esto. Dicho de otro modo, lo que podemos inferir del analisis es que los que quieren votar no a la independencia en Cataluña són «igual de democráticos» que los del resto de España. No estoy seguro que se pueda inferir lo mismo sobre los que quieren votar sí (podrian ser más o menos, aunque otros indicadores me parece que indicarian que lo son mas).

    • Tienes toda la razón. Este análisis sólo contempla la percepción de los soberanistas sobre el resto.

      Por supuesto, habría que ver su espejo: ¿cuántos independentistas acatarían un ‘no’ a la independencia en las urnas? o ¿cuántos aceptarían una escisión de la Vall d’Aran? etc.

      A lo mejor habría las mismas proporciones… o a lo mejor no.

  5. «Restemos, pues, de los datos anteriores, aquellos que, dado que van a votar que sí, están de acuerdo con el hecho de votar.»

    No acabo de entender porque sacas a los que votarían que sí en una consulta en Catalunya para comparar la calidad democrática, así comparas el total de la población de España menos cat, con un SUBGRUPO de la población de cat, hay que comparar total contra total, mismas magnitudes por favor, los del sí también están y tienen derecho a estar dentro del grupo de a favor de votar, no veo porque hay que sacarlos, la tesis de del 78% contra el 43% es correcta, es perverso hacer «zoom» en una parte para que coincida con el total de la otra, lo siento.

    El problema de España es justamente ese, que sólo el 43% esta a favor de votar porque les perjudica a ellos. Nadie te dice que si fuera al revés coincidiría con los del a favor de votar del no de cat, quizás en Catalunya hay una sentido ético más elevado y se estaría más a favor aunque nos pesara, o no, nadie lo sabe hasta que se diera el caso, pero no es justo equiparar el caso contrario al caso actual de la opción contraria. No estoy de acuerdo.

    • Hola Enric,

      En este ejercicio no trataba de ver cuánta gente vota sí o no, sino hacer una aproximación a cómo se vive o tolera la disensión.

      Los que votan sí no nos aportan información sobre su nivel de tolerancia respecto a visiones opuestas a la propia.

      Por contra, quién votaría no pero afirma que aceptaría un sí como resultado nos sirve como aproximación a tolerar la disensión, de la misma forma que quién dice que si pierde en las urnas hay que mandar a los tanques nos da una idea (grosera, si se quiere) de su (bajo) nivel de tolerancia al juego democrático.

      Por eso resto los que votarían sí a la independencia, porque no es relevante para este ejercicio. Insisto, aquí no se trataba de quién vota sí o quién vota no, sino de quién aceptaría un resultado adverso o de quién lo contestaría por otros medios más allá de las urnas.

      Hecho este ejercicio, date cuenta que cuento los que votarían no en Catalunya con los que votarían no en España, así como sus respectivas reacciones en caso que saliese el sí. Me parece comparable y las diferencias son sustanciales.

      Sobre el ejercicio que propones, ciertamente sería interesante poder hacerlo. Aunque, de facto, lo presenciamos a diario: cada día miles de catalanes aceptan vivir en España y lo hacen pacíficamente y pidiendo, precisamente, poder votar.

      i.

  6. Aunque hace tiempo del artículo, lo he visto hoy y si me lo permiten doy mi opinión.
    La cuestión no creo que se trate de comparar quién es más democrático porque quieran hacer una consulta. En un estado de derecho es más democrático quién respeta la legalidad y de momento, mientras no se cambie la Constitución eso no es posible respetando la legalidad.

    Si se hiciera un referéndum y saliera sí a la independencia, y una zona de Cataluña no quisiera integrarse en ese estado independiente porque sus ciudadanos, con esa democracia que ha permitido votar a las cuatro provincias, han dicho que no quieren pertenecer a ese estado, debería quedarse fuera de ese nuevo estado ¿no? Por ejemplo Barcelona, en cómputo global de votos del municipio, creo que hasta ahora según las encuestas saldría no ¿se le obligaría a pertenecer a ese nuevo estado? o ¿democráticamente se respetaría la voluntad de quedarse en España? Y en este punto ¿Quién decide lo que es Cataluña? ¿Quién decide los municipios que la integran? Habría que hacer un referéndum en cada municipio para saber si sus ciudadanos desean pertenecer a ese estado o prefieren seguir perteneciendo a España. Sería lo democrático, lo contrario sería una imposición antidemocrática. Creo que en el Valle de Arán no están por dejar de ser españoles: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2017/01/07/catalunya/1483813775_318015.html

    ¿No cree usted que se están dejando de atender necesidades de muchos ciudadanos dedicando recursos a algo que unos pocos dirigentes han diseñado y poco a poco van transmitiendo una idea que a la mayoría de la gente le da un poco igual?
    Recuerdo una entrevista a Artur Mas de Jordi Évole en la que la conclusión era que los ciudadanos de Cataluña no iban a vivir mejor separados de España, y además, hasta podrían vivir peor durante un montón de años hasta que el nuevo estado se adaptara a la nueva forma de organización, para el final vivir igual.

    Porque en un lugar se hable en catalán, inglés o checo no se vive mejor. Se vive mejor cuando se cubren las necesidades de la población y eso se puede hacer en un estado minúsculo o en los EEUU, dependerá de la ideología de quien gobierne.

    Muchas gracias por permitir la participación

    • Hola José Antonio,

      Ante todo, gracias por el comentario :)

      Mi objetivo (no académico, pero sí un tanto academicista) en este artículo era evaluar las actitudes de los ciudadanos en función de lo que manifiestan en las encuestas. No es, pues, un juicio sobre lo que hacen sus gobernantes, sino un análisis sobre las opiniones de los ciudadanos. A lo mejor «democrático» era un término arriesgado. Pero las alternativas también lo eran, como «tolerante».

      Sobre si una zona de Catalunya no quisiese seguir en Catalunya. No es el objetivo de mi reflexión. No obstante, es un tema que sale a menudo en relación al Valle de Arán, efectivamente. En mi opinión personal, creo que el Valle de Arán debería decidir por sí mismo. Pero, insisto, no era este el tema que quería tratar.

      Tampoco lo era evaluar si esto es una prioridad o no, sobre si hay otros «problemas reales» que atender antes que la independencia. Pero también tengo una opinión al respecto. Como expuse en Desactivar el debate independentista para avanzar, creo que con independencia de si la independencia es un problema «real» o no, la cuestión es que está eclipsando e incluso bloqueando muchos otros debates políticos. Así que considero que es más práctico afrontarlo, resolverlo para, entonces, poder dedicarse a dichos otros «problemas reales».

      Por último, y sobre el catalán. Es cierto que una lengua no le da de comer a uno. Pero no es cierto que no se viva mejor podiendo hablar la lengua de uno. Basta con pasar quince días en el extranjero para añorar la lengua propia, para no tener que devanarse los sesos para poder hacer lo más básico. Y lo cortés no quita lo valiente: creo que podemos hacer políticas de empleo sin maltratar una lengua. Son dos temas aparte.

      En este sentido escribí Discriminación del catalán, discriminación del castellano y, sobre todo, La necesidad de la inmersión lingüística en Catalunya.

      Un saludo,

      i.

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