En la década de 1980, el Nobel de Economía Amartya Sen advertía de que no basta con tener acceso a los recursos, sino que hay que tener la libertad de utilizarlos y, más importante, la capacidad para transformarlos en beneficio propio. La aproximación basada en las capacidades humanas – el fundamento del Índice de Desarrollo Humano – nos dice que no basta con que haya trabajo o escuelas, sino que hay que estar sano para poder trabajar o tener la posibilidad de poner en práctica lo aprendido.
Durante las dos últimas décadas, este punto de vista centrado en el individuo ha devenido hegemónico en los discursos alrededor del desarrollo humano. Además de proveer recursos (exógenos), hay que promover el desarrollo de capacidades (endógenas) para poner esos recursos en funcionamiento. La palabra mágica y recurrente ha sido ‘empoderar’.
El empoderamiento recibió un espaldarazo formidable con la popularización de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Con un ordenador conectado a Internet todo es posible: tener acceso a ingentes cantidades de información, participar de comunidades de práctica y de aprendizaje, crear una start-up, unirse a un movimiento ciudadano.
Pero si el empoderamiento se refiere a la libertad de actuar dentro del sistema, no hay que olvidar que esa libertad depende en gran medida de otra libertad: la libertad para diseñar y gestionar el marco general donde transcurre la vida cotidiana. No basta con ser libre para nadar: hay que ser libre para escoger también entre pecera y mar abierto.
Mientras nos cegábamos con el espejismo individualista del empoderamiento, hemos descuidado por completo lo social, lo compartido, lo colectivo: la gobernanza del sistema. La inevitable globalización que tanto nos ha empoderado también nos ha alejado del centro de control. La toma de decisiones políticas ha quedado prácticamente fuera del alcance de nuestros votos, como la toma de decisiones económicas ha quedado totalmente fuera del alcance de la política.
Los países son un barco fantasma: no hay comunicación alguna entre los deseos y necesidades del pasaje y el puente de mando, y la tripulación está como ausente. La crisis que les atenaza, más que social o económica, es de gobernanza. No hay desarrollo, progreso, equidad o justicia social sin gobernanza. Y todo lo que sea atajar vías de agua sin retomar el timón es perder el tiempo y eternizar la deriva.
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Un fork: estuve el otro día en Delft oyendo a Dorothea Kleine hablar precisamente sobre el Capabilities Approach aplicado a ICT4D. ¿Has escrito alguna cosa sobre el tema? Imagino que te interese. Ella decía que su planteamiento era muy teórico, que apreciaba feedback sobre el terreno.
Es un fork, es un fork :D
No he escrito mucho y no tan explícito. Lo más cercano sería esto:
Pero no creo que sea exactamente lo que está buscando Kleine. En este sentido, lo mejor que he leído es:
Recuerdo, en concreto, que el segundo me impresionó por lo detallado :)
Gracias, uno de los artículos de Zheng está alojado en la web de la Royal Holloway donde Kleine es subdirectora del interesantísimo master de (fork del fork) desarrollo sostenible con especialidad en ICT4D, así que supongo que lo tienen fichado.
Volviendo al hilo principal, yo suelo ver también el empoderamiento gracias a la revolución digital muy centrado en el individuo. Y me parece bien, es más, me parece genial, poder alejarse de la retórica del «¡compañeros!» y de la «verdadera izquierda». Hoy la «izquierda» es mucho más distribuida gracias a Internet.
Admito que las herramientas tecnológicas aún no han demostrado de lo que son capaces a la hora de empoderar colectivos. Pero por ejemplo https://agoravoting.com/ pinta bien.
La Royal Holloway hospedó el congreso ICTD2012, donde se presentó ese papel de Zheng, así que sí, seguro que tiene conocimiento de él.
Volviendo al hilo… ;) Yo creo que el empoderamiento ya está bien centrándose en el individuo. El problema es que las instituciones no respondan a individuos más empoderados con cambios en sus funciones para mejorar su fundamental papel de cadena de transmisión, o de conversión del empoderamiento en gobernanza.
Los ejemplos de Agora Voting o Liquid Feedback no dejarán (en mi opinión) de ser buenos intentos si no hay instituciones que se den por aludidas y recojan el guante.
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