Escoria democrática en la era de Twitter

En metalurgia, la escoria son las impurezas del metal que, una vez fundido y refundido, quedan aparte del lingote limpio y reluciente, listas para ser tiradas a la basura — o para ser destinadas a usos menores o marginales al proceso que importa.

Cualquier democracia tiene también tiene sus escorias. Hay quien participa de la política para gestionar y mejorar la vida de la polis y quién tiene usos menores o marginales dentro del proceso, impurezas que hay que eliminar.

El problema es que a menudo se hace difícil distinguir unos de otros (especialmente cuando la subversión de las proporciones hace repensar los conceptos de menor o marginal). En un mundo donde la información es escasa y dosificada a conveniencia, requiere a menudo un esfuerzo titánico separar el grano de la paja. Siguiendo con los símiles de Física y Química de bachillerato, nos intentan convencer de que todos son carbono, mientras la realidad es que la composición interna de los unos los convierte en diamantes para la sociedad, y la composición interna de los demás les hace ser carbón del que traen los Reyes Magos (a los votantes).

Estos son tiempos, sin embargo, de abundancia de información, de luz, de comunicación. Estos son tiempos, sin embargo, que nos permiten:

  1. Ver, aunque fuese en papel y no estuviésemos allí para recogerlo con repugnancia, después relativice hasta la náusea , que efectivamente la Sra. Sánchez-Camacho participaba alegremente de la fiesta xenófoba.
  2. Constatar que, por suerte, no todo el mundo piensa así, que existe por ejemplo la plataforma Badalona Som Totes i Tots [Badalona Somos Todas y Todos] que trabaja para la integración (y no la desintegración) de la ciudadanía.
  3. Ser notificados que la plataforma Badalona Som Totes i Tots participa en pleno municipal de Badalona el día 27 de abril de 2010.
  4. Darnos cuenta, por fin, de lo que diferencia metal precioso de escoria, de lo que diferencia el diamante del carbón (que los Reyes Magos traen a los votantes).

Cuando toda una sociedad se convierte en luz y taquígrafos, incluso dentro de un pleno municipal, ya no vale nadar y guardar la ropa.

Hace unos días un amigo me comentaba que estaba flirteando con un partido político cuya ideología repugna a su padre. Yo pensaba que era vox populi e hice un comentario ante ambos. Momentos después mi amigo me reprendía por levantar la liebre ante su padre.

Siempre matamos al mensajero: es más fácil que responsabilizarse de las propias acciones. Pero sinceramente espero que pronto habrá tantos mensajeros a matar que no se dará abasto, y aunque sea a regañadientes, se tendrá que acabar dando la cara.

Entrada originalmente publicada el 28 de Abril de 2010, bajo el título Escòria democràtica a l’era del Twitter en Reflexions sobre periodisme, comunicació i cultura (blog de ESCACC, Fundació Espai Català de Cultura i Comunicació). Todos los artículos publicados en este blog pueden consultarse allí en catalán o aquí en castellano.

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5 Comments a “Escoria democrática en la era de Twitter” »

  1. mmm… ya pero ¿se acabó (el derecho a) la privacidad?

    Por cierto, algún día escribiré un post explicando por qué empiezo a estar harto del abuso del tópico de matar al mensajero.

    Miquel

  2. Hola Miquel

    ¿Privacidad? Todos mis ejemplos son de actos públicos: repartición de folletos en la calle, declaraciones a los medios de los políticos, nota de pernsa de una asociación, pleno municipal…

    Sobre lo de matar al mensajero, espero tu entrada impacientemente ;)

  3. Hola Isma,

    Escribí el comentario pensando en el penúltimo párrafo:

    «Hace unos días un amigo me comentaba que estaba flirteando con un partido político cuya ideología repugna a su padre. Yo pensaba que era vox populi e hice un comentario ante ambos. Momentos después mi amigo me reprendía por levantar la liebre ante su padre.»

    No entiendo muy bien cómo se relaciona con el resto del artículo. Dejando de lado el caso concreto (pensabas que ya era algo conocido y que no estabas revelando un secreto), la tesis parece apuntar que que ya no tendré espacios privados y aun que siendo un ciudadano particular un «mensajero» puede incrustarme un microfono en el cerebro y luego publicar lo que he pensado (Ah, ¡no haberlo pensado! ¡No pretendas atacarme sólo soy el mensajero!)

    En fin, lo hablamos el lunes con un café (y con luz y tweetquígrafos) ;)

    Miquel.

  4. Pues no, Miquel, no iba por ahí :D

    De hecho, he preservado la identidad de la persona a la que me refería en ese párrafo.

    Lo que el ejemplo que ponía de mi amigo tenía que ver con el resto del escrito era sobre asumir responsabilidades o, aún más, ser honesto y consecuente en las ideologías que dices defender: no se puede soliviantar a la ciudadanía con soflamas xenófobas y después decir que bueno, que sí, que no, que los medios lo han sacado de contexto.

    Y una m… lo han sacado de contexto.

    Creo, por otra parte, que media una distancia abismal entre pensar algo (y tener a alguien con un micro en el cerebro) y lo que comentaba anteriormente: repartir octavillas en público, comunicarlo a los medios, hacer alarde de ello, y después querer reinterpretar la historia a placer.

    Hemos oído varias veces (en serio) argumentos del tipo «bueno, sí, la maltraté y le pegué, pero si no me hubiese pillado la policía no habría pasado nada».

    Mi crítica es sobre la impunidad que algunos creen tener y, cuando la ven alejarse, intentan destruir a quién les socava dicha impunidad (podemos traer a colación aquí también la destrucción del sistema judicial que estamos presenciando con el caso Gürtel, Garzón y las víctimas de la guerra civil, Constitucional y Estatut, etc.).

  5. Creo que estamos de acuerdo en todo al 100%.
    Nada, que la historia de levantar la liebre tras una conversación privada me había traído a la mente las nuevas ideas sobre la muerte de la privacidad made in Mark Zuckerberg
    http://www.theregister.co.uk/2010/04/19/privacy_survey/
    Pero en lo que tú expones por supuesto que coincidimos: no concibo la libertad sin responsabilidad personal.
    Miquel

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