La Economist Intelligence Unit acaba de publicar la última edición de su Democracy Index, un índice que intenta medir cuantitativamente la calidad democrática de un país a partir de otros índices compuestos como la calidad del proceso electoral y la existencia de pluralismo en las opciones, el funcionamiento del gobierno, la participación política, la cultura política o el respeto por los derechos civiles.
El gráfico muestra los valores del índice para las cuatro ediciones existentes (en 2007 se publicó el índice con datos de 2006 y no hubo índice para 2009). Es casi inmediato ver que, en España, el contexto de crisis económica ha tenido su eco en una crisis de calidad democrática: mientras los derechos y el proceso electoral se han mantenido en puntuaciones constantes y elevadas — debido a que no ha habido cambios en el marco institucional — el resto de indicadores caen a partir de 2008: caen la cultura y la participación políticas, arrastrando con ellas la puntuación total del índice. Y el funcionamiento del gobierno ha acompañado la tendencia. No se hace difícil pensar en desencanto en la política como herramienta para cambiar las cosas, muy en la línea de otros indicadores de otras instituciones.
Dado que este es un índice que nació ya con un marcado espíritu de completitud — están la mayoría de países del mundo desde la primera edición — es bastante legítimo mirar también la posición que ocupa cada país en cada momento. En el caso de España, cae puestos sin cesar también desde 2008, hasta ocupar el último puesto del grupo de «democracias enteras», a un paso de formar parte del grupo de «democracias fracasadas».
Sin que sirva de consuelo — sino todo lo contrario — es interesante leer lo que dice el informe para 2011:
El retroceso de la democracia se ha hecho evidente durante un tiempo y se ha fortalecido con el surgimiento de la crisis económica global de 2008-2009. Entre 2006 y 2008 hahabido un cierto estancamiento; entre 2008 y 2010 ha habido una regresión en todo el mundo. En 2011 el declive se ha concentrado en Europa.
Aumenta la percepción de corrupción y decrece la confianza en la política. No es de extrañar, causa o consecuencia, que todo ello venga acompañado de una peor calidad de la democracia. Sin minimizar la crisis económica, creo que valdría la pena empezar a contar entre sus causas una mucho más profunda e importante crisis de las instituciones democráticas. Y, ya de paso, empezar a plantear las soluciones a la primera en función de las soluciones a la segunda.
Entrada anterior: ¿Qué son los tecnócratas?
Entrada siguiente: Twitter y redes sociales: el lobby descentralizado
2 Comments a “Índice de Democracia, España 2006-2011” »
Feed RSS para los comentarios a esta entrada. TrackBack URI
Para empezar cada vez hay mas organismos que deciden políticamente sín tener representación popular, como por ejemplo la Organización Mundial del Comercio. Además, en el caso de Europa, las políticas europeas que afectan nuestro día a día no tienen un sistema de garantías o de debate democrático. Por ello, nuestros políticos obedecen a organismos internacionales y sólo ejercen poder en pequeñas cuestiones sin poder hacer verdadera política social o de desarrollo económico más allá de las pautas marcadas por éstos organismos internacionales. De ahí la mediocridad del perfil de los poíticos estatales y regionales. Creo que a nivel local, el día a día és diferente y, los cargos públicos pueden sentir más cerca la voz de los ciudadanos y, por lo tanto, ser m´s democráticos en su forma de gobernar.
Sín embargo, la imposibilildad de hacer verdaderas políticas económicas desde las administraciones (incluso la europea) que tengan efectos reales o que puedan ser previsibles, com se ha visto en los últimos meses, pone en tela de juicio qualquier política de desarrollo o mejora social.
Hacer política para qué y para quien? Es lo que se deben preguntar muchos políticos que se ven obligados a tomar decisiones para las que no han sido consultados. Es lo que, seguramente se prguntó Papandreu hace un mes aprocimadamente cuando planteo el referendum en su país.
Hay que repensar de nuevo la democracia. La polis, como la pensaban los atenienses, ya no existe. Los estados-nación como los pensó Maquiavelo, tampoco. Quizas estamos más cerca de los debates de ciencia-ficción que había en los gobiernos galácticos de la saga «la Fundación» de Asimov. Aquello parecía una exageración y una muestra de como la globalidad podía ser antidemocrática. Pero hemos llegado ahí. Una crisis monetaria caótica que empieza en una región del planeta, puede amenazar a todo el planeta.
Los políticos crearon con la economía global un monstruo, como hizo el Dr. Frankensetsin de Mary Schelley y ahora no lo podemos controlar. Ahor me parece que la lucha que tuvieron de hacer las clases trabajadoreas después de la revolución industrial para conseguir sus derechos, parecen un juego de niños al lado de lo que nos espera para recuperar la democracia que hemos ido perdiendo poco a poco en los últimos 40 años.
Pesimista en el pensamiento, aunque otpimista en la voluntad!
Pingback: ICTlogy » SociedadRed » El fantasma del populismo 2.0 del 15M