Los laboratorios ciudadanos y el anarchivo de los comunes
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Type of work: Working Paper
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Documentar los eventos se ha convertido en una seña de identidad en los nuevos centros sociales y culturales. La retórica que justifica tales prácticas evoca las virtudes de lo abierto, lo participativo, lo horizontal y lo colaborativo. Y así, frente al despilfarro que practican las (viejas) instituciones que sólo hacen accesibles sus recursos para quienes pueden financiarse y permitirse la asistencia al evento, las nuevas operan desde el paradigma de la abundancia que permiten las TIC. Trabajan en la convicción de que todo cuanto se ha producido con fondos públicos debe ser accesible, gratuito y estar on-line. Las nuevas instituciones entonces ensanchan su ámbito de intervención más allá de la figura del alumno o del cliente y se proyectan entre las muchas formas de activismo, voluntariado, amateurismo que proliferan en nuestro mundo (Y. Benkler). Documentar es importante, pero no es suficiente. Subir a un repositorio la filmación de un evento, retransmitirlo vía streaming, y acompañarlo con las fotos que acreditan presencias más los documentos que lo argumentaron, son tareas de mucho valor público que no queremos minimizar, pero que no colman las expectativas de una cultura común. Y es que los repositorios no siempre son estructuras tan neutrales respecto a los contenidos que difunden, pues para empezar separan los resultados del trabajo de la comunidad que los produjo. Convierten el conocimiento en información y al colectivo que lo produjo en una contingencia (K. Polanyi). La lógica del archivo y del archivero (o buscador) es implacable: sólo trabajan con lo que ha sido semantizado (J. Derrida). Pero en los nuevos Laboratorios ciudadanos, como también en todas la formas de organización social que anteponen lo comunitario a lo funcional y lo afectivo a lo objetivo (o monitorizable), no todo es reductible a información. Lo que pasa y lo que (nos) pasa no son fenómenos intercambiables. Más aún, el nuevo énfasis en los cuidados, en las formas o en los procesos no tiene tanto que ver con la funcionalidad de los colectivos como con la hospitalidad de las asociaciones. La hospitalidad dejó de ser un valor subsidiario para alcanzar una posición constitucional.