Animado por Kiko Llaneras en su 10 gráficas sobre Egipto, me dispongo aquí a hacer un breve apunte sobre el sustento tecnológico de las supuestas revoluciones 2.0 en el norte de África estos dos últimos meses.
Aunque creo que las Tecnologías de la Información y la Comunicación han tenido un papel importante en dichas revoluciones, su papel ha sido, en mi opinión:
- Totalmente accesorio.
- Más relacionado con la información (hacia fuera) que con la comunicación (entre pares).
- Absolutamente enfocado a conseguir poner el foco de los medios internacionales (como Al-Jazeera) y de los grandes actores de la geopolítica en la zona.
- En muchísima menor medida destinado a coordinar las masas que se han rebelado contra los dictadores.
Aunque el análisis requeriría ahondar en varios aspectos, limitémonos aquí en centrarnos en lo que alimenta Twitter, Facebook, Youtube, Flickr y otros servicios web: la banda ancha.
Estas son, respectivamente, las gráficas que describen el nivel de adopción de Internet entre la población (porcentaje de usuarios de Internet) y el nivel de adopción de telefonía móvil (porcentaje de suscriptores a cuentas de telefonía móvil).
Aunque los datos en las gráficas solamente llegan hasta 2008, la previsión para 2010 aunque presenta una evolución, no presenta saltos. Así, los datos para 2009 arrojan un 20,04% de usuarios de Internet para Egipto, un 1,29% de banda ancha fija (suscripciones por 100 habitantes) y un 4,81% de banda ancha móvil (recientemente la OCDE calculaba un total del 10% de la población con banda ancha para finales de 2009 como máximo). Para Túnez, los datos presentan un 34,07% de usuarios de Internet, un 3,62% de banda ancha fija y un 0,00% (¿no hay datos?) de banda ancha móvil.
Debemos recordar que el consorcio responsable de estos datos, la Partnership on Measuring ICT for Development, definió en su más reciente informe Core ICT Indicators 2010 la banda ancha como una velocidad igual o superior a los 256 Kbps en cualquiera de los dos sentidos (bajada o subida). Aunque no tiene porqué ser esta la velocidad en estos países africanos, es también de esperar que la media sea inferior a la Española, que está un poco por encima de los 3 Mbps.
Visto lo visto, creo que esta ha sido, sin duda alguna, una revolución popular, pero no ha sido una revolución popular 2.0. En mi opinión, creo que se hace difícil doscerizar una revolución cuando como máximo un 10% de la población se conecta por banda ancha y, con mucha probabilidad, a menos de 1 Mbps de velocidad de bajada, siendo mucho menor la de subida: la necesaria para mandar fotos y vídeos por Internet (a Facebook, por ejemplo).
Si ha habido uso intensivo de Internet — que lo ha habido — ha sido pilotado por clases económicamente acomodadas y educadas que han usado las redes para amplificar y, sobre todo, «exportar» el conflicto más allá de las propias fronteras. En este sentido, las redes sociales han alimentado y de una forma excelente el monstruo mediático siempre necesitado de material audiovisual, material que ha sido tomado in situ, subido a las redes, y visto y reenviado por los usuarios de Internet de todo el mundo hasta que ha llegado a nuestras casas.
Si algún papel de Internet y las redes sociales ha sido impactante y ha representado un punto de no retorno, no ha sido, creo, la coordinación de las masas, sino poner sobre la mesa de la Secretaria de Estado norteamericana la patata caliente de Oriente Próximo. Y ha sido puesta no por un diplomático egipcio o israelí a altas horas de la madrugada, sino por sus propios conciudadanos.