Análisis rápido del Barómetro del CIS Julio 2012

El Centro de Investigaciones Sociológicas acaba de publicar el avance de resultados del Barómetro de Julio 2012 (PDF). Los datos son para echarse a llorar. Comentémoslos a la luz de los gráficos.

El primer dato relevante es el de la situación política. La confianza de la ciudadanía en términos de política está prácticamente al nivel de antes de las últimas elecciones legislativas, lo que es doblemente grave: primero, por su valor extremadamente bajo; segundo, porque desaparece la esperanza del cambio que podía conllevar el cambio de gobierno y, con prácticamente toda la legislatura por delante, la ciudadanía ha agotado toda esperanza de mejora, como bien indican las expectativas. Este agotamiento del sistema se aprecia mejor en los dos siguientes gráficos.

Si bien la caída de confianza en el gobierno no debería sorprender — a tenor de las duras e impopulares medidas tomadas — lo que es realmente preocupante es que el papel de la oposición se valora igual de negativamente. Esto no es malo porque uno tenga simpatía o no por quién ocupa la oposición, sino por dos cuestiones de mucha profundidad: la primera, que quien no gobierna pero podría hacerlo no da impresión de tener tampoco ni una solución ni un plan que poner en marcha. La segunda por el peso específico de los respectivos partidos, como se ve en el gráfico de la intención de voto de los dos principales partidos:

Que la intención de voto del conjunto PP-PSOE esté bajo mínimos es realmente preocupante. Estos dos partidos suman casi el 85% de escaños en el Congreso y entre 17 y 20 millones de votos (según elecciones). Son muchas personas — votantes, ciudadanos — que andan entre perdidos y asombrados. El PP tiene una intención de voto peor que el desgaste político que le supuso el post 14M de 2004. De la misma forma, el PSOE se sitúa prácticamente al mismo nivel en el que se situó a finales del felipismo, con sus casos galopantes de corrupción y la sombra del terrorismo de estado pisándole los talones. El PSOE recogió bien el sentir 14M y las medidas populares pagadas con los superávit de la bonanza económica, pero para los malos tiempos, el votante le reconoce el mismo yermo de ideas que para el PP.

No deja de ser también ilustrativo que, ante tamaña caída de los dos principales partidos, el resto prácticamente se quedan como estaban. Izquierda Unida, pasada una primera capitalización de la sangría del PSOE y la resistencia al PP, no parece tampoco que, a la hora de la verdad, sepa aportar nada y vuelve a bajar o a mantenerse (si dejamos el margen del error estadístico), como se mantienen todo el resto de fuerzas — con, a lo mejor, la excepción de UPyD que se cobra el movimiento contra las Autonomías, pero tampoco de forma destacable como sí lo fue la anterior subida de IU.

No es de extrañar que, en un juego de suma cero, todo lo que baja en un sitio suba en otro, a saber: suben la abstención, el voto en blanco y los indecisos. Es interesante ver cómo los movimientos de abstención y «no contesta» tienen movimientos opuestos y centrados (a efectos estadísticos) a mediados de 2011: coincidencia o no con el movimiento del 15M, la ciudadanía refuerza su interés por la política — un dato más contra la tesis de la apolitización de los ciudadanos y el medaigualismo — y deja de ocultar sus preferencias para manifestarse fuertemente a favor de la abstención. Este grupo de ciudadanos que se opone al actual sistema de partidos — que no al actual sistema democrático — viene seguido de cerca por otro grupo, el del «no sabe» que se sitúa un paso por detrás: no se define por la abstención, pero claramente duda sobre el actual abanico de elección en materia de partidos.

En resumen:

  • Desconfianza en los actuales partidos, especialmente el binomio PP-PSOE.
  • Poca esperanza en que los partidos tengan propuestas alternativas o propuestas en absoluto.
  • Refuerzo del interés en política de los ciudadanos, que manifiestan más sus preferencias.
  • Crecimiento del rechazo a la actual oferta política a través de la abstención y el voto en blanco.
  • Clamor por un cambio, no de partido en el gobierno, sino de propuestas y modelos de política.

Impera que los partidos cambien de rumbo y recuperen la confianza aunque sea empezando por pequeños pero decididos pasos.

Esta entrada tiene una suerte de continuación en Actualizando el perfil político en España tras el 15M .

Comparte:

Recuperar la confianza en los partidos políticos en tres simples pasos

Si hace un año los indicadores de la situación política del Centro de Investigaciones Sociológicas estaban en valores lamentables, la situación que el periodista José Pablo Ferrándiz Magaña presenta en De solución a problema, combinando datos del mismo CIS y Metroscopia, son ya para echarse a llorar.

No son pocos — especialmente desde las filas de los partidos — los que se defienden de dichas cifras con el ataque: ¿qué sería de la democracia de los partidos?, no al caos, no al nihilismo, no a la anti-política. Suframos, pues, el mal menor en aras de la democracia.

Sin embargo, también en este punto los datos cantan. Dice el barómetro del CIS que (en palabras de Ferrándiz Magaña):

Pese a todo, la amplia mayoría absoluta de los españoles sigue pensando que los políticos y los partidos son imprescindibles para que pueda haber democracia: no es la institución lo que se cuestiona, sino el modo en que a esta se le está haciendo funcionar.

Es decir, el ciudadano no niega la mayor, sino que pide nuevas formas de hacer política, con y sin los partidos.

Hoy en día es más posible que nunca que la información sea transparente, accesible, replicable y distribuible, y prácticamente a coste cero. En base a ello, se me ocurren al menos tres «simples» pasos que los partidos podrían dar para empezar a recuperar parte de la confianza perdida.

Cuáles son nuestros principios

Uno de los principales problemas de los partidos es que:

  1. no ponen en negro sobre blanco sus principios políticos/éticos;
  2. confunden instrumentos con principios;
  3. no tienen el valor de defender dichos principios y, en el peor de los casos
  4. los olvidan completamente si la coyuntura política lo hace conveniente.

Sobre las cuestiones 1 y 4 hay poco que hacer. Es una cuestión de principios — toda una tautología circular — y solamente se puede solucionar si la ciudadanía afea la actitud al partido o los propios militantes se ponen a solucionarlo.

La segunda cuestión es importante: «promover la escuela pública» no es un principio, sino un instrumento, igual que instrumento es «bajar los impuestos». El principio es que la educación es un bien público o un derecho humano o… igual que el otro principio es la creencia de que la economía funciona mejor con menor intervención del Estado.

La tercera cuestión emana de la segunda: una vez identificados los principios, hay que tener el valor de defenderlos. Si la educación es un derecho fundamental y ese derecho cuesta dinero, hay que tener el valor de p.ej. defender subidas de impuestos; si, por contra, se considera que el Estado debe menguar en funciones, hay que tener el valor de defender la privatización de la sanidad o la educación.

Cuáles son las opciones

En política — como en todas las ciencias sociales — casi jamás hay «una opción» porque casi jamás hay «una/la verdad». Incluso en los casos más sencillos, las opciones son muchas: dado que un presupuesto es la diferencia entre ingresos y gastos, cuadrar el presupuesto a cero se puede hacer subiendo los ingresos o recortando los gastos. De la misma forma, se pueden subir unos ingresos u otros, o se pueden recortar unos gastos u otros.

Harían bien gobiernos y partidos políticos en presentar todas las opciones que hay sobre la mesa a la hora de tomar una decisión. Y todas quiere decir todas: es precisamente al presentar lo (supuestamente) menos factible o lo (supuestamente) menos deseable que se es capaz de decidir o, en su defecto, de legitimar una decisión.

El manido argumento de que «la población no lo va a entender», además de condescendiente, suele ocultar dos verdades:

  • Que la ciudadanía si lo entiende, o bien porque está mejor preparada de lo que se tiende a creer, o bien porque tiene más información de la que se le supone (¿quién sabe mejor que uno mismo lo que le ayuda a llegar a final de mes?), o bien porque ya aparecerán quienes (medios de comunicación y especialistas) hagan comprensible lo complejo.
  • Que a menudo, las decisiones políticas se toman sin tener en cuenta toda la información relevante o, directamente, sin considerar todas las opciones posibles, sin sopesar sus relativos pros y sus contras.

Cuál es nuestra prioridad

Establecidos nuestros principios y todas las opciones posibles, el tercer punto se deriva por construcción: definir cuál es la priorización de opciones y, en consecuencia, hacer una elección o tomar una decisión política.

Se trata, aquí sí, de definir las herramientas en función de las opciones disponibles y la carga ideológica de cada uno. Y, de nuevo, se trata de tener el valor de defender la política a llevar a cabo, basándola en las opciones posibles y pasada por el tamiz de los principios.

En este punto, la comunicación política recobraría su sentido originario: explicar las opciones que hay y comunicar la elección que hace el gobierno o el partido. Nunca debió la comunicación política ser un instrumento de sondeo para acomodar la ideología y forjar instrumentos políticos ad hoc.

Confrontados con este modus operandi, muchos políticos se defienden con un «esto no hace ganar votos». Es cierto, pero es que el objetivo de los partidos jamás debió ser ganar votos, sino llevar a cabo las preferencias de los ciudadanos. La respuesta a esto último suele ser que «el objetivo de un partido es querer hacer algo y ganar para poder llevarlo a cabo». Lo que nos sitúa en la primera casilla del tablero: si un partido quería hacer algo y explicándolo abiertamente nunca llegó a ganar suficientes votos, a lo mejor es que ese algo no debió jamás ser llevado a cabo.

Comparte:

Salvar la política, no los partidos

Escribe hoy Manuel Rico en El País La cultura y la izquierda hoy donde, aunque no con estas palabras, apela a la responsabilidad de los votantes para no destruir las instituciones políticas — apelar a la responsabilidad siempre me ha parecido una forma de esquivar la propia responsabilidad de fundamentar las ideas que uno defiende con argumentos de peso: quien piensa diferente, es un irresponsable.

Manuel Rico, que no habla de responsabilidad, sí habla de apoliticismo y nihilismo, del sentarse a mirar y a criticar sin ponerse a actuar, entendiéndose este actuar como militar en un partido y/o hacer un voto (¿responsable?) a dicho partido. Desde este punto de vista, movimientos como el 15M se ven como movimientos de contestación cuya militancia no entra en contradicción con militar (también) en la política de partidos.

El punto de vista de Manuel Rico — como el de otros que apuntan hacia el triunfo de la antipolítica o a los enemigos de la casta política — es que la Política, con mayúsculas, solamente puede hacerse desde las instituciones, siendo el resto de opciones que deben venir a reforzar, arropar, o dar legitimidad y autoridad a dichas instituciones.

Niego la mayor.

Si algo, creo, nos enseñan los movimientos que han surgido en los últimos años (¿meses?) fuertemente impulsados por las Tecnologías de la Información y la Comunicación, desde Túnez hasta Occupy Wall Street, con parada obligada en los Indignados españoles, es que estos movimientos no se tratan de una mera evolución sino una revolución en la participación ciudadana en democracia.

¿Significa esto que podemos o debemos prescindir de las actuales instituciones democráticas? En mi opinión, en absoluto. Considero que uno de los efectos secundarios de esta emergencia de goverati es que se están destruyendo las instituciones que unen el empoderamiento personal con la gobernanza del sistema, es decir, que se incrementa la distancia entre el ciudadano y la toma de decisiones. Y que instituciones intermedias como los gobiernos regionales y nacionales tienen un papel fundamental como cadena de transmisión de la voluntad o la soberanía del ciudadano.

No obstante, puede haber otras instituciones democráticas. Si nos preguntamos qué ha conseguido el 15M desde el prisma de la política representativa, el 15m ha conseguido, ciertamente, pocas cosas. No obstante, es probable que no estemos utilizando los indicadores apropiados. No es tanto lo que el 15M ha conseguido por sí mismo, sino lo que puede contribuir a conseguir: en este sentido, el 15M ha devenido una institución democrática en sí mismo, igual que otras plataformas y cuyo diseño están empezando a adoptar algunas nuevas formaciones políticas, estas sí, tradicionales en su estructura formal.

Y volvamos al tema del artículo.

Es sin duda antipolítica y nihilismo lo que muchos hacen al vivir instalados en la crítica mordaz y destructiva, en el purismo de las ideas, en hacer oposición a la oposición mientras esperan la caída — que no derribo — del adversario aunque con él arrastre al abismo al país y la cosa pública. De estos, haberlos haylos, por supuesto.

Hay otros que, desde un punto de vista centrado en las formas, parecen también habitar la antipolítica y el nihilismo. Sin embargo, en el fondo, lo que tratan es de salvar a la política, aunque sea a costa de sacrificar los políticos y los partidos. Hay en algunos movimientos una sincera y esperanzada actividad centrada en la función de la democracia y la participación, no en sus formas, y por supuesto no en sus instituciones.

Lo que muy probablemente estamos viviendo es la emergencia de nuevas formas de participación, de hacer política, nuevas instituciones democráticas que tendrán que aprender a convivir con las existentes. Esta nueva convivencia no se dará sin antes negociar qué instituciones son mejor para llevar a cabo qué funciones, olvidándonos del apriorismo de lo contrario, el axioma de que hay «cosas que tienen que hacer» los partidos, los parlamentos y los gobiernos.

Mientras esto sucede, las viejas instituciones, amenazadas, apelarán a la responsabilidad para defender su razón de vivir. Mientras esto sucede, las nuevas instituciones negarán todo lo aprendido por las tradicionales y amenazarán con lanzarlo por la borda, por inútil.

Y mientras esto sucede, mientras tanto, mientras debatimos sobre el cómo, se nos queda el qué en manos de unos desaprensivos.

Comparte:

Crowdfunding político: la pieza que faltaba en la nueva política ciudadana

Avatar de 15M pa Rato

La secuencia de hechos alrededor de la campaña 15MpaRato merece una profunda reflexión, y no tanto por el fondo sino por las formas. Y merece una profunda reflexión porque se ha conseguido cerrar el círculo o poner la última pieza del puzzle de esa nueva forma de hacer política — y ya no meramente activismo — que se inició el 15 de mayo de 2011 con la acampada en la Puerta del Sol de Madrid.

¿Qué es 15MpaRato y qué ha ocurrido?

Repasemos estos hechos:

  • 23 de mayo de 2012: se inicia oficialmente la campaña 15MpaRato – Actúa para llevar ante los tribunales al ex presidente de Bankia, Rodrigo Rato. Se hace una llamada a aportar documentación sobre la que construir un caso penal.
  • El 25 de mayo la organización afirma estar desbordada por la documentación recibida. Entre otros, habrían contribuido a la documentación pequeños accionistas de Bankia que (a) se sienten estafados por el ex presidente y (b) se ven demasiado impotentes como para iniciar acciones legales por su cuenta o para coordinarlas.
  • Varios partidos — no sin largos debates internos — presentan en los últimos días de mayo distintas peticiones de comisiones de investigación o comparecencias de cargos públicos en el Congreso y parlamentos autonómicos. Todas ellas son vetadas por los respectivos grupos mayoritarios.
  • El 29 de mayo, la campaña 15MpaRato anuncia que podría disponer de la documentación necesaria para encausar a Rodrigo Rato y su penúltima barrera es la necesidad de conseguir quien se persone como acusación particular. Se hace una llamada para alistar a accionistas de Bankia. Varios se presentan en 24h.
  • El 4 de junio se anuncia que la campaña legal contra Rodrigo Rato entra en la recta final y queda superar la última barrera: conseguir los fondos necesarios para sufragar las costas del proceso.
  • El 5 de junio se abre un proyecto de crowdfunding en la plataforma Goteo para conseguir la financiación necesaria para seguir con el proyecto. Se solicita una aportación total de 15.042/16.042€ (mínimo/óptimo), y se acompaña de documentación económica detallada.
  • El 6 de junio, en apenas 24h, se consigue el 130% de lo solicitado y, en consecuencia, se espera que se inicie el proceso de investigación judicial que termine, si así procede, con Rodrigo Rato en el banquillo.

Y recordemos que todo esto se ha realizado:

  • Con el trabajo y dedicación de muchas personas, a título individual, que han destinado tiempo y energías (y recursos de todo tipo también) para intentar aunar voluntades y llevar a cabo el proyecto.
  • Sin el apoyo de una organización formal o estable y sin necesidad de constituirse como tal — aunque es también verdad que sí hay grupos más cohesionados que han coordinado y respaldado gran parte del proceso.
  • Sin financiación — hasta que ha sido necesario recurrir a servicios profesionales externos o pagar gastos inevitables.
  • En tiempos verdaderamente vertiginosos respecto a otras instituciones y movimientos ciudadanos de corte más «tradicional».

¿Por qué ha sido posible 15MpaRato?

En la (por ahora) rápida, eficaz y eficiente campaña 15MpaRato han confluido varios factores. Ninguno de ellos ha sido condición suficiente para el éxito de la campaña, y seguramente ninguno ha sido estrictamente necesario. Está, en mi opinión, en la conjunción de todos ellos la explicación de por qué ha sido posible 15MpaRato y por qué ha funcionado bien. De lo que a estas alturas no cabe ninguna duda es que Internet ha sido el catalizador que ha hecho realidad dicha conjunción. Y, también sin ninguna duda que sin Internet no habría sido posible, al menos no en los mismos términos de rapidez, eficacia y eficiencia.

Sin particular orden de importancia, algunos factores que personalmente creo que han posibilitado esta iniciativa. Creo que vale la pena hacer un inciso: estos factores son estructurales y, por tanto, es de esperar que en el futuro inmediato haya más iniciativas como la de 15MpaRato.

  • Una marca potente, versátil, que hace de paraguas. Esta marca se llama 15M y, si alguien dudaba de qué había conseguido el movimiento del 15M este último año, esto es: un estado de consciencia, una identidad aglutinadora de malestares y vertebradora de inquietudes. Lo más interesante de esta «marca» es que permite la adscripción sin ser un requisito la afiliación. La marca permite actuar bajo ella sin el cierto vasallaje que impone la membresía en una organización formal. La marca es, además, compatible con otras marcas o adscripciones, a diferencia de la mayoría de organizaciones políticas. Por último, y muy importante, la marca no puede ser apropiada ni capitalizada por nadie, lo que la mantiene neutral y resistente a manipulaciones.
  • Bajo esta marca genérica, cabe un objetivo concreto, actual, a corto plazo, más allá de las grandes ideas o ideologías de otras organizaciones con otros tempos. El fracaso del 15M de hacer propuestas de política de gran calado contrasta con la gran facilidad e impacto de proponer y llevar a cabo acciones muy concretas, con resultados fáciles de explicar y de medir. Empieza a haber ya datos (Norris & Curtice, 2006; (Rainie, Purcell & Smith, 2011) que nos indican que Internet facilita este tipo de acción concreta y adscripción puntual, alejándonos de la forma tradicional/industrial de participación política y ciudadana basada en la institución y la afiliación de base ideológica a largo plazo.
  • Una organización en red, con gran flexibilidad formal y capacidad de reacción, que permite la concurrencia de muchos actores que actúan siempre de cara al consenso, a la construcción, al definirse por la acción. Ello ha permitido, por ejemplo, ser ágil en la detección de puntos débiles (p.ej. las críticas por la poca transparencia al inicio de la campaña de financiación) y avanzar a base de superar las barreras diarias (p.ej. mis propias críticas a la indefinición inicial del proyecto).
  • Esta concurrencia de distintos actores, que se adscriben al proyecto o marca de forma discrecional, es posible solamente si hay un despiece del proyecto en microtareas, altamente inspirado en la ética hacker del software libre (Raymond, 1999; Benkler, 2006). Gracias a la concurrencia de pequeños procesos en paralelo, se ha facilitado la concurrencia de más actores que han podido coincidir o no en todos o algunos de ellos, según interés, disponibilidad y perfil. La microfinanciación ha sido el último de estos pequeños procesos.
  • Uso intensivo de infraestructuras tecnológicas, de fácil uso, coste bajo o nulo, acceso descentralizado y complementariedad de funciones.

Un apunte sobre el crowdfunding

Titulaba esta reflexión como Crowdfunding político: la pieza que faltaba en la nueva política ciudadana. Tradicionalmente, la financiación ha sido el último escollo de la acción ciudadana. Y, a diferencia de otros muchos escollos que pueden superarse a base de voluntariado o de donativos en especie, este último escollo a menudo no se supera y lo que inicialmente era participación transformadora acaba en (en el mejor de los casos) sensibilización política con un amplio rango de impactos y consecuencias.

La posibilidad de recurrir a la microfinanciación por Internet es una revolución, por dos motivos fundamentales:

  • Por una, parte consigue un alto grado de segmentación y llega, sobre todo, a quienes realmente interesa la cuestión. Mientras una recogida de donativos a la salida del metro no discrimina el público objetivo, el hacerlo por Internet — acompañado por una potentísima campaña de comunicación — hace que la campaña pueda capilarizarse hasta llegar a las comunidades que, presentes también en Internet, tienen intereses compartidos. Además, esa comunicación llega por lazos personales de confianza, con lo que no solamente la llamada a la financiación gana en legitimidad, sino que hay una promoción tácita o explícita a participar, también, en difundir el mensaje.
  • Por otra parte, consigue generar masa crítica al trascender cualquier limitación de espacio y de tiempo. En el momento de escribir estas líneas habían participado en la campaña de financiación 474 personas. De estar distribuidas homogéneamente en el territorio español, habría una persona por cada 1.000km2, o lo que es lo mismo, la persona más cercana estaría a más de 30Km de distancia. Imposible en un mundo sin Internet, relativamente fácil en un mundo conectado.

Había dos aspectos que el 15M — y los nueva acción ciudadana en red &mash; había conseguido, que eran:

  1. Conseguir la información necesaria para la acción política y
  2. reinstaurar la deliberación como nodo central de toda acción política. La organización de protestas, manifestaciones y acampadas han generado la experiencia suficiente para conseguir
  3. fraguar el diseño estrategias y fijación de objetivos políticos concretos. Por último, el crowdfunding
  4. hace posible la financiación de los costes ligados a la acción política ciudadana.

Y con ello se cierra el círculo. Es de esperar, pues, muchas más acciones de este tipo. Con un peligro añadido: cuánto mejor funcionen y cuánto más tarden las instituciones políticas tradicionales (gobiernos, parlamentos, partidos, etc.), peor para su legitimidad democrática, con las consecuencias (buenas o malas) que ello comportará.

Comparte:

Los políticos indignados deben subirse a la lavadora

El panorama político en España a día de hoy es más o menos el siguiente:

El panorama político en España a día de hoy es desolador. Las instituciones están rotas. Las han roto.

Se justifica y legitima la corrupción como un ejercicio de transparencia, cuando en realidad no es transparencia sino airear la basura para que acabe de fermentar. El hedor se hace insoportable. Y en democracia, es peor el hedor que la basura.

Las instituciones están rotas y hay que cortar. No queda sino sacrificar los muebles para salvar el edificio.

Pocas veces como ahora tendrán los políticos honestos, los que trabajan cada día desde la sincera entrega y el compromiso, una oportunidad como esta de soltar lastre, de hacer limpieza, de subirse a la lavadora que una comisión de investigación puede proporcionarles. Hay que investigar la crisis de los bancos, la corrupción política, la burbuja inmobiliaria. No hay que dejar baldosa por levantar.

Los políticos tienen que indignarse y rebelarse.

Quedarse con medio partido será más que quedarse sin partido alguno.

Quedarse con las instituciones diezmadas será más que la autodestrucción que, desde dentro, les están infligiendo los cargos puestos a dedo desde los partidos.

Hay que dejar espacio para una democracia mejor y eso solamente se conseguirá si los políticos se suben a la lavadora y hacen limpieza, profunda, en casa.

Lo contrario es dar a entender que nunca se creyó en la vía democrática para construir. Y lo contrario de construir es la destrucción.

Comparte:

¿Pueden pagar más los ricos? ¿Pueden pagar más los pobres?

Esta es una entrada en dos partes que analiza, a partir de los datos del IRPF2008 (los más recientes para el nivel de detalle requerido), cuestiones como la progresividad del impuesto de la renta, las desigualdades entre tramos, la (in)existencia de una clase media en España y la posibilidad de subir los impuestos a ricos y pobres. En la primera parte, Clase media, desigualdades, recortes e impuestos para los ricos, el análisis se centra en la desigual redistribución de la renta y en la menguante clase media. En esta segunda parte, ¿Pueden pagar más los ricos? ¿Pueden pagar más los pobres?, se analiza el impacto que cambios en los tipos de los tramos podrían tener en la economía y en los contribuyentes.

Cuando se habla de déficit hay una respuesta inmutable: hay que bajar el gasto, no hay otro remedio. Esta «verdad» es, al menos a priori, falsa: para que una resta dé cero siempre se pueden tocar los dos términos que la componen: el minuendo y el sustraendo. Así, para que un balance — o las cuentas públicas — sea equilibrado (el famoso déficit cero) podemos o bien reducir los gastos (el sustraendo) o, también, aumentar los ingresos (el minuendo).

El problema es que a veces es difícil aumentar los ingresos y las voces suelen sugerir pescar en el recurrido caladero de las rentas más altas, es decir, subir los impuestos a los más ricos. La pregunta, entonces, es: ¿Es posible subir los impuestos directos a los ricos? ¿Cuánto más pueden pagar?

Recuperando los datos que ya utilizamos en Clase media, desigualdades, recortes e impuestos para los ricos vamos a intentar responder a esta pregunta. Se trata de los datos del Ministerio de Economía y Hacienda sobre el IRPF de 2008 (los últimos disponibles con el nivel de detalle que necesitamos), y escogeremos como referencia la Base Imponible General. Como ya apuntamos entonces, esta es una medida muy grosera y, además, ha sufrido cambios notables en los últimos 3 años (especialmente por el aumento del paro). No obstante, creemos que aunque el detalle deba ser tomado con mucha cautela, las afirmaciones generales seguramente serán válidas porque los órdenes de magnitud sí se mantienen.

Una representación gráfica de los datos del IRPF 2008

A continuación hemos representado los datos en un gráfico que presenta información de varias formas:

La línea azul marca la renta media declarada (€ per cápita) por cada tramo (abscisas) de base imponible. Hemos cruzado esa línea azul (gruesa) con otras verticales (más delgadas) que marcan que:

  • el 30% de la población ingresaba como máximo el salario mínimo interprofesional (8.400 €/año en 2008);
  • la mitad de quienes hicieron la declaración (unos 7 millones del total) declararon ganar poco más de 13.500 €/año brutos;
  • solamente un 10% de la población declaró ganar más de 35.000 €/año.

La línea roja marca la renta neta después de pagar el IRPF que quedó en manos de los contribuyentes (€ per cápita). Es importante ver cómo, a medida que crece la renta, aumenta la distancia entre la línea roja y la azul, fruto de la progresividad de los tramos del IRPF: a más renta, mayor el tipo marginal.

  • Acompañando la línea roja, hay un área roja que marca la cantidad de dinero que, después de impuestos, queda en total en manos de los contribuyentes (€ totales, eje ordenadas derecho). Nótese que son 162.811 millones de euros, aproximadamente el 40% del total recaudado ese año: 275.686 millones de euros. Aunque este dato es altamente inexacto por utilizar las medias por tramos, nos da una vaga idea del tipo medio para toda España. No obstante, sí nos dice algo bastante seguro: vía IRPF, solamente podremos aumentar los ingresos alrededor de ese 40%, esos 160 mil millones.

    La línea verde representa un ejercicio de política-económica-ficción: restamos a la renta después de impuestos (la línea roja) una cantidad arbitraria (el salario mínimo interprofesional) que considraríamos que es lo que una persona necesita para vivir un año. Esta cantidad, como decimos, es totalmente arbitraria, ya que lo que una persona necesita depende de muchísimas otras variables (necesita pagar alquiler o hipoteca, tiene personas a su cargo, etc.) pero es una cantidad que, por una parte, está más o menos consensuada (el SMI) y, por otra, se antoja un cálculo (a ojo) bastante aceptable de la realidad.

    • A efectos prácticos, vemos que si el gasto fijo de una persona son esos 8.400€, quienes cobran menos de 12.000 € brutos al año no llegan a final de mes y quienes cobran más pueden ahorrar algo o consumir más.

    Acompañando a esa línea verde, el área del mismo color nos dice cuánto dinero quedaría en manos de los contribuyentes si (1) restamos los impuestos y (2) restamos el coste de la vida que hemos asociado arbitrariamente a una cantidad igual al SMI (la línea verde de puntos). Dicho de otro modo, si creyemos que es justo o necesario que las personas tengan, después de impuestos, una cantidad igual al SMI para cubrir sus gastos básicos, quedarían «libres» 63.347 millones de € que o bien se destinan ahorrar o a otros consumos o bien el Estado podría incorporar a su presupuesto. El ejercicio no se trata tanto de decir si esa cantidad es o no justa, sino hasta cuánto puede aumentar la presión fiscal vía IRPF:

    • apretando al máximo al contribuyente, se recaudaría un máximo de 63 mil millones de euros al año, no más. Este es un dato correcto al menos en lo que a órdenes de magnitud se refiere, y marca los límites (extremos) del impuesto sobre la renta de las personas físicas.

    Por último, el área gris es un segundo ejercicio de política-económica-ficcion: es el área de dinero que queda «libre» después de repetir el ejercicio anterior pero tomando como cantidad de referencia el doble del SMI. Es decir, aplicamos el IRPF, descontamos dos veces el SMI (un SMI para vivir, otro para otros gastos «no básicos»), y vemos cuánto dinero queda: 18.994 millones de euros.

    Algunas reflexiones sobre redistribución, cuánto pueden pagar ricos y pobres

    La primera reflexión es ver claramente donde la línea verde llega a cero, es decir, cuál es el punto de corte entre quienes tienen para llegar a final de mes y quienes no (contando la cantidad arbitraria de un salario mínimo neto o 8.400€ netos para vivienda, comida y roda). Hay aproximadamente un 40% de la población que, después de impuestos, se quedan con menos del SMI neto para vivir. Eso nos marca una clara línea de exclusión social.

    • Hay un 60% de contribuyentes (además de los que no contribuyen, claro, p.ej. por haber agotado el paro) que, pagados los impuestos y pagados los gastos de cada día, todavía tiene ahorros para algo más.
    • Hay un 40% que vive al límite o casi. Cualquier variación en los servicios públicos o en la tributación (incluída la indirecta) se los puede llevar por delante.

    El 90% de la población (rentas por debajo de 40.000 € brutos/año) «ahorrará» en el mejor de los casos un máximo de 10.000 euros al año (descontados los gastos básicos anteriores), con los que se permitiría vacaciones, cambiarse el coche, pagar la universidad o los libros del cole, etc. O una operación de miopía (2.000€) o pagar la guardería un año entero (4.000€) o la matrícula de la universidad (1.500€). Eso en el mejor de los casos, por supuesto.

    • Un incremento en el coste de los servicios públicos fundamentales (salud, educación, justicia) para el ciudadano ponen en aprietos al 50% de la población que gana entre 12.000 y 40.000€ y expulsan, directamente, a otro 40% que gana menos de 12.000. Para un 50%, dependerá de su sueldo el apretarse más o menos el cinturón. Para un 40%, simplemente, no será una opción.
    • Para que quede claro: hay un 40% (5,5 millones, a añadir quienes ni tan solo hacen la declaración y los familiares de todos ellos) de personas que difícilmente ahorran a final de mes y subir matrículas o costes sanitarios significará que no los van a usar.

    A menudo se habla de fijar un salario máximo universal, tanto en aras de la justicia social como, también, evitar que quién más tiene más pueda influir en política. Esto tiene sus límites. Según nuestro ejemplo (arbitrario, con sesgos, etc. pero orientativo) fijar un salario máximo cerca de los 40.000 € brutos anuales para todos los contribuyentes españoles aportaría al Estado cerca de 18.994 millones de euros. No es una cantidad pequeña, pero es «solamente» un 7% del total declarado en 2008. La conclusión es que se puede gravar más a los ricos, pero no es la solución a todos los problemas de los presupuestos.

    No obstante, dentro de esos 18.994 millones de euros sigue habiendo mucho margen. Si no para todo, sí para mucho:

    • Incrementar la presión fiscal una media del 5% al 10% más rico sería suficiente para cubrir los recortes propuestos para educación y sanidad juntas. Y todavía sobraría dinero.
    • Es simplemente inexplicable que se prefiera no aumentar la presión fiscal al 10% más rico que perjudicar al 90% restante.
    • Es simplemente inaudito que se prefiera no aumentar la presión fiscal al 10% más rico que llevarse por delante al 40% más pobre que muy probablemente no podrá soportar la parcial privatización de servicios como la educación y la sanidad públicas así como otros muchos recortes.
    • (también da que pensar sobre el sentido de voto de muchos millones de personas y sobre si son conscientes de que apedrean su propio tejado, pero eso es otra historia)

    Tres comentarios (y medio) a modo de cierre.

    El primero — y siempre teniendo en cuenta lo grosero, limitado y arbitrario de algunos números aquí sugeridos — es que hay un 40% de la población que mide (o debería medir) los gastos al milímetro. Y que cualquier desvío en ingresos o gastos significa no llegar a final de mes. Para un 50%, un desvío de ingresos o gastos es ajustar pautas de consumo: quedarse sin vacaciones o cambiar el coche. O aplazar una operación que no entra por el seguro (si es aplazable…). Para un 10%, un desvío de ingresos o gastos es prescindir de este lujo o de aquel. A grandes rasgos, esta es la realidad y hay poco margen de discusión al respecto. Que el rico merece o no el lujo que se permite, esa es otra cuestión que cada uno debe juzgar. Pero hay un 10% que se permite lujos, un 50% que se permite un que otro gasto para vivir un poco mejor, y un 40% cuyo objetivo es no caer en el hoyo.

    El segundo comentario es sobre qué debe hacerse con ese 40% que vive al límite. La primera reflexión es si debe haber un cierto grado de solidaridad para con ese grupo de personas. La segunda es si, incluso actuando desde el puro egoísmo, quienes viven mejor están interesados en invertir en el bienestar de los más pobres: los datos que dicen que sale más a cuenta, en términos económicos, invertir en educación y sanidad que en policías, juzgados o cárceles son abrumadores; y también la democracia se ve mejorada, lo que redunda en lo anterior. Y una tercera reflexión, relacionada con el velo de la ignorancia de John Rawls: uno no sabe en qué grupo va a acabar según se tornen las cosas.

    El tercer comentario es que el IRPF no es un chicle infinito. Por mucha redistribución que haya, o se afecta sobre la estructura de la economía, o los cambios intra-estructurales darán pronto con su límite natural. Dicho de otro modo: o se agranda el pastel, o lo que se puede repartir no será más de lo que hay.

    Medio comentario: los 23.500 millones de euros que se requieren para el rescate de Bankia no se pagarían ni fijando un salario máximo de 40.000 € brutos para todos los españoles, o el equivalente a subir 15 puntos el IRPF al 10% más rico. El problema, ahí, no es que el IRPF no dé para más: es que 23.500 millones son una barbaridad, en concreto cerca de una quinta parte del total que recaudó el impuesto en 2008. Para pensar.

    Comparte: