Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 20 abril 2012
Categorías: Política
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Estupendas, por sensibles y empáticas, las declaraciones del consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha, José Ignacio Echániz, afirmando que Las medicinas van a ser solo ocho euros: son cuatro cafés
. Es impresionante que, a estas alturas, conceptos como progresividad o regresividad de los impuestos y las tasas todavía no estén grabados a fuego en el imaginario de nuestros gestores públicos.
Los gastos en una economía — nacional como doméstica — siempre son mucho más fieles a la realidad cuando se toman en términos relativos que en términos absolutos. Vamos a calcular cuánto le cuesta un café a jubilado con pensión mínima en términos relativos a lo que gana, por poner un ejemplo, un consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha.
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Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 18 abril 2012
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Ahora que se acerca el primer aniversario del movimiento del 15M y se preparan nuevas movilizaciones para el 12M-15M, valdría la pena volver sobre los pasos del movimiento inicial y ver en qué está quedando.
En mi opinión, siempre he considerado que la apuesta del 15M tenía que ser de corte sistémico (contra unas propuesta de «detalles») y limitarse a pedir una democracia mejor, que esto pasaba por abandonar las plazas y tomar las ágoras y, sobre todo, que era necesario indignar a los políticos de base.
A medida que el movimiento evoluciona, me asalta la duda de si hay un plan o si bien la inamovible impasividad (o impasible inmovilismo) de gobiernos y políticos en general ha hecho derivar el movimiento del 15M hacia derroteros más populistas, más creativos en las formas que propositivos en los fondos.
Le robo (en parte) el título de esta relfexión a mi compañero Mikel Barreda, quien advertía, en 2007, sobre los renovados populismos en América Latina. En El fantasma del populismo (original en PDF en La Vanguardia, copia web en Tribuna Libre) define el populismo como un tipo de discurso político por el cual se divide la sociedad entre el pueblo y unos poderosos que someten y hacen sufrir al pueblo
y lo caracteriza de la siguiente forma:
- Hay una crisis de representación donde los ciudadanos no ven respondidas sus expectativas políticas;
- El líder populista denuncia a los opresores.
- Recurso a la escenografía y la retórica.
- Debilitamiento de las instituciones democráticas y relegación a un segundo plano.
- Atención discrecional y clientelar a determinados colectivos, maniqueísmo y poco respeto al pluralismo.
Se me antoja que los puntos anteriores son más que resonantes con muchas de las características del 15M, especialmente aquel que es más visible y que también hacen más visible los medios (por desgracia, dado que hay otro 15M que trabaja y mucho fuera de los focos mediáticos):
- La crisis de representación es obvia. De ahí sale el lema
no nos representan
y, más importante, de ahí sale la constante necesidad de los cargos electos de blandir la ‘legitimidad de las urnas’.
- En mi opinión, y contrariamente a aquel 15M que trabaja fuera de los focos mediáticos, hay «líderes» (digitales) cuyo mayor empeño es esa denuncia del «opresor», a menudo (casi siempre) sin mayor aportación al debate que la identificación de los dos «frentes».
- La escenografía se ha materializado (es un decir) en las distintas plataformas de redes sociales (con especial énfasis en Twitter) y la retórica ha sido, claramente, la del «doscerismo» de oposición a «lo analógico»: no se pueden poner barreras al campo, somos la red, somos los internautas, la cultura es libre, el cambio es imparable, etc.
- Los partidos políticos, sobre todo, pero también todo tipo de institución de la democracia ha visto disminuida — y atacada — su utilidad y su legitimidad. Se incluyen aquí sindicatos y muchas organizaciones no gubernamentales, a las que se acusa de poca flexibilidad o de servilismo a quien las financia.
- Ligado a la escenografía y la retórica, ha habido y está habiendo, si no una atención discrecional y clientelar, sí simpatías y condescendencias a determinados colectivos. Estos colectivos — desde los movimientos nacidos de las nuevas formas de colaboración y trabajo en la red hasta los que la prensa tilda de «antisistema» (signifique esto lo que signifique) — han pasado de ser ejemplos de alteridad a constituir discursos y objetivos en sí mismos. En esta línea, ha habido y hay un «nosotros o contra nosotros», y no solamente poco respeto al pluralismo sino ataque a la disensión o a la ponderación, de la misma forma que esto se critica al pensamiento ortodoxo imperante.
La sensación que a uno le queda es que la mayor parte de la población vive embocadillada entre dos opciones antagónicas. Una es aquella con la que comparte las formas, el discurso, el imaginario, pero cuyo fondo ha ido alejándose más y más de la realidad y de las cada vez más acuciantes necesidades de la ciudadanía: son gobiernos, partidos y políticos que hablan de economía, paro y sanidad para referirse a sus prebendas, votos y sillas que calentar. Otra es aquella con la que empatiza en los fundamentos, en las propuestas e incluso en las soluciones, pero cuya música es, si no arcana, al menos disonante: son los nuevos activistas, enzarzados en un esfuerzo identitario de oposición a los anteriores, que indefectiblemente les lleva a formas de vanguardia desconocidas para el público en general.
Ante el populismo mendaz que practican esos despojos de la democracia representativa, el discurso más visible del movimiento 15M corre el peligro de instalarse en otro populismo, cautivo de sus propias formas e instrumentalizado en beneficio de sus propias servitudes. Sería una lástima que, al final, los extremos se tocasen.
Actualización 20120418 16:58
Respondiendo a la solicitud de John Postill en los comentarios, algunos casos para ejemplificar lo anteriormente expuesto, punto por punto:
- Sobre la crisis de representación, puedo referirme a entradas mías anteriores como Quiénes y cuántos son los indignados: delimitando la protesta con datos del CIS sobre desafección electoral, Percepción de la Corrupción en España, 1995-2011 con datos de Transparency International sobre corrupción, o Índice de Democracia, España 2006-2011 con datos del Economist Intelligence Unit sobre percepción de la calidad de la democracia.
- Sobre los líderes digitales con especial hincapié en la denuncia del opresor, se me antoja que #nolesvotes o V de Vivienda son dos ejemplos paradigmáticos donde se polariza el discurso, en el primer caso contra el actual bipartidismo y en el segundo (mayormente) contra la banca. Son, en mi opinión, discursos formalmente distintos al de Democracia Real Ya, por poner un ejemplo más ecléctico. La Asociación de Internautas (con, por ejemplo, su extinta iniciativa «Putasgae») o X-Net (antes EXGAE) son también claros ejemplos de lucha contra una ortodoxia dominante y autodefinidas «en oposición a». Hay también ejemplos de personas particulares que no creo necesario listar aquí (NOTA: quiero aclarar aquí comparto gran parte del fondo de estas iniciativas y otras más. Apunto solamente, aquí, que sus formas han podido derivar en aquellas que el populismo ha utilizado en otros lugares).
- Sobre la escenografía, creo que el caso más claro arranca con la Declaración de independencia del ciberespacio (John Perry Barlow, 1996) como punto de partida y el ¡Indignaos! (Stéphane Hessel, 2010) como punto de llegada de muchos debates protagonizados por el 15M. En el plano de las plataformas creo que huelga decir que ha habido una casi obsesión por el «hashtag» (#acampadasol, #redresiste, etc.), o con el sentimiento de «Red» y las especiales características de una arquitectura de red, con la digitalidad y su naturaleza intrínseca. Este, por una parte, sentido de rebelión y, por otra parte, de contraposición de lo tradicional contra lo digital se ha encarnado, sin lugar a dudas, en el hacktivismo de Anonymous (entre muchos otros) y su imaginario y discurso ciberutópico/ciberpunk.
- Sobre la legitimidad de partidos, sindicatos y ONG me remito al primer punto. Es también muy interesante la aportación que hizo Joan Coscubiela durante el Seminario «Comunicación y Sociedad Civil» en noviembre de 2011 sobre el papel de los sindicatos en el s.XXI, de las más lúcidas que yo he escuchado especialmente por provenir de alguien muy conocedor de la materia y poco sospechoso de antisindical. Y la reflexión que Fundación Esplai está llevando a cabo estos días en Ciudadanía y ONG me parece también sintomática de esa sensación descolocación que sufren también las organizaciones no gubernamentales.
- Por último, sobre la cuestión de los clientelismos, creo que no hay mejor representación que el cajón de sastre que es el manifiesto fundacional de Democracia Real Ya. Hablé también sobre esta cuestión en ¿Qué piden los indignados? donde, entre otras cosas, apuntaba a esas propuestas maximalistas que se daban en las plazas con el objetivo de acomodar todas las sensibilidades de aquellos que asistían a las asambleas.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 18 abril 2012
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Manifiesto por unas universidades a la altura de sus misiones
Para firmar, clicar aquí
A finales de enero de 2012, una enseñante-investigadora de la Université de Liège remitió su dimisión e hizo públicas en la universidad las razones de ésta, denunciando la degradación de las universidades europeas y, en particular, el productivismo y el arribismo circundante, que se han convertido en insoportables. La publicación del texto y sus ecos en la prensa y en la sociedad belga causaron una ola de apoyo inesperada, decenas de colegas se reconocieron en el diagnóstico y desean encontrar remedios. Muy rápidamente universitarios franceses y españoles se han unido al movimiento, confirmando el carácter europeo de la tendencia denunciada.
Después de distintos intercambios y reuniones de reflexión, se ha creado un sitio web y se ha redactado un manifiesto con el fin de promover un amplio movimiento de acciones y de debate en torno al futuro de nuestras universidades.
Es este el manifiesto que os proponemos firmar, no como se firma una simple petición destinada a terceros, sino como un compromiso para resistirse al proceso de desintegración y a actuar personalmente con el fin de recuperar una universidad a la altura de sus misiones.
Manifiesto por unas universidades a la altura de sus misiones (para firmar, clicar aquí)
Les universidades subvencionadas por medio de fondos públicos tienen tres misiones, la enseñanza, la investigación y el servicio a la sociedad, que se caracterizan por su imbricación y por sus finalidades.
Para los firmantes de este manifiesto, éstas misiones tienen como objetivo:
- Conservar los saberes adquiridos a lo largo de la historia, producir nuevos saberes y transmitir unos y otros al máximo de personas junto con las controversias que los han rodeado o que los rodean;
- Preparar a los estudiantes en las metodologías de investigación y en el análisis crítico de los desafíos y efectos sociales de los interrogantes, prácticas y resultados del ámbito científico, en el ejercicio de un pensamiento liberado de cualquier dogma, que busque el bien común, y en el desarrollo de una actividad profesional experta y responsable;
- Alimentar la reflexión de las sociedades sobre ellas mismas y especialmente sobre su modelo de desarrollo.
Las formas actuales de gobernanza de las universidades contradicen esta visión de la institución universitaria.
Éstas formas adoptan como palabras estrella la eficacia, la rentabilidad y la competitividad. El proyecto que se propone a las universidades es volverse instancias de un máximo de producción en un mínimo de tiempo, de unos investigadores y de unos profesionales adaptados a las exigencias del mercado, flexibles y competitivos –el progreso de la humanidad se mide en términos de crecimiento económico y avances técnicos y el de las universidades, en términos de «masa crítica».
De esta suerte, y con unas consecuencias que encajan unas dentro de las otras:
Las universidades son sometidas a evaluaciones y auditorías internacionales cada vez mas numerosas que miden su productividad respectiva y permiten situarlas en rankings.
Sin negar el interés de la evaluación de las prácticas de las universidades y de sus efectos, debemos constatar que las evaluaciones actuales operan según criterios estrechos, la mayoría de veces puramente formales y calibrados sobre prácticas estandarizadas; que la competición entre universidades que éstas evaluaciones refuerzan favorece una carrera a la publicación que hace primar el número por encima de su valor intrínseco; que los procedimientos de evaluación son de un burocratismo irritante y que el mensaje que vehiculan recuerda constantemente a las universidades que la lógica a que se han de subordinar es la del mercado y de la normalización mundial.
Excluida de los recursos básicos de las universidades, la selección de la investigación susceptible de ser financiada queda estrechamente condicionada por los concursos de adjudicación y por la dimensión y el prestigio de los equipos que responden a éstos concursos.
Éste estado de cosas daña la identidad de la investigación universitaria, dotada por principio de un amplio margen de curiosidad y espíritu de innovación, que también poseen los pequeños equipos de investigación y los jóvenes investigadores sin un prestigio consolidado. Se ve así arrastrada a una carrera para trabar proyectos bien encuadrados dentro de los parámetros dominantes y bien presentados antes que proyectos que interesen desde el punto de vista del avance de los conocimientos.
En cuanto a la enseñanza, los recursos destinados a las universidades dependen la mayoría de veces del número de estudiantes matriculados.
En el caso de unos presupuestos bloqueados, esto conduce a una «caza de estudiantes» que entraña el peligro de disminuir la calidad de la formación ofrecida y asistir a la desaparición de disciplinas importantes pero poco solicitadas.
Se exige a la enseñanza universitaria que especifique las competencias profesionalizadoras que han de desarrollar los estudiantes.
Aunque es indispensable dotar a los estudiantes de las competencias necesarias para sus futuras actividades profesionales, la explicitación de éstas competencias expone a los docentes a privilegiar los saberes utilitaristas y «vendibles» en detrimento de las ciencias fundamentales y de los saberes de ámbito humanista, críticos y reflexivos.
Los servicios de gestión interna y de representación desarrollados por el personal universitario en su institución aumentan exponencialmente en perjuicio de los servicios comprometidos con la sociedad.
Los elementos que acabamos de enumerar contribuyen a que la tarea del personal universitario sea repetitiva y cada vez menos innovadora y acentúan el estrés laboral de un número creciente de personas; el investigador y el docente apasionados corren el peligro de perder sus ideales.
Los firmantes de éste manifiesto, a fin de promover su visión de la institución universitaria, hacen un llamamiento:
- a garantizar a la investigación universitaria la libertad de exploración necesaria para todo descubrimiento, el derecho a la duda y el derecho al fracaso;
- a encontrar un equilibrio entre las partes respectivas de los saberes críticos y operacionales, entre las competencias generales y las profesionalizadoras en las formaciones ofrecidas por las universidades;
- a promover los servicios a la sociedad;
- a detener la inflación burocrática, la carrera contrarreloj y otros factores de estrés que impiden al personal de las universidades desempeñar satisfactoriamente su trabajo;
- a evaluar las practicas de las universidades y sus efectos en función de las finalidades de la institución universitaria y no de las expectativas del mercado.
A sus ojos, recuperar éstas necesidades pasa, sobre todo, por:
- la afirmación de las finalidades de la institución universitaria tal como se han definido más arriba;
- la refinanciación global de la enseñanza superior;
- la utilización de criterios de asignación de los recursos públicos que promuevan la diversidad de la investigación y que protejan la calidad y la pluralidad de la formación ofrecida por las universidades.
Finalmente, hacen un llamamiento:
A los poderes públicos y a las autoridades académicas de las universidades a reconocer a las universidades unas finalidades conformes a su identidad y a su función social y facilitarles los medios para conseguir éstos objetivos;
Al personal de las universidades, que resista ante las medidas y prácticas que van en sentido contrario al de las propuestas de éste manifiesto; a abrir espacios de expresión y análisis profundo del malestar de los universitarios, de sus causas y de las pistas que puedan conducir a la solución; a movilizarse mediante acciones concretas –que será necesario definir según los contextos- para afirmar sus posiciones y propuestas allá dónde sea necesario; a apoyar a los movimientos y acciones que, fuera de la universidad, conduzcan a la búsqueda del bien común.
Para firmar, clicar aquí.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 13 abril 2012
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Con el objetivo de analizar y proponer un debate sobre las características y profundidad de ese nuevo marco de relación social, los retos que comporta, por ejemplo, desde el punto de vista de la inclusión social, o las oportunidades desde la perspectiva de los sistemas de salud, la participación social o la educación
, se pone en marcha el ciclo de conferencias [sic]*: Debates sobre tendencias de la Sociedad de la Información y el Conocimiento.
El ciclo se compone de seis debates, en dos de los cuales participo:
1. Sesión de introducción. 18 de abril de 2012.
- Temas: sociedad de la información, sociedad red y revolución tecnológica, y nos preguntaremos de qué manera han penetrado las TIC en las sociedades europea, española y andaluza, y en qué consisten o cuáles deben ser las políticas públicas en este ámbito
- Participantes: Eva Piñar, Directora General de Servicios Tecnológicos y Sociedad de la Información de la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia de la Junta de Andalucía; Ramón Compañó, coordinador de Programas del IPTS-JCR de la Comisión Europea; Josep Lladós, director del Doctorado en Sociedad de la Información y el Conocimiento de la UOC.
2. Progresando hacia la Sociedad de la Información. 2 de mayo de 2012.
- Temas: presente de la implantación de las TIC a diferentes niveles: infraestructuras, economía del conocimiento, marco legal, contenidos y servicios. Y profundizaremos en la dimensión económica de la sociedad de la información: empresas, recursos, innovación, etc.
- Participantes: Ismael Peña, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC; Marc Bogdanowic, líder de la Unidad de Sociedad de la Información del IPTS-JCR.
3. Prospectiva Tecnológica. 16 de mayo de 2012.
- Temas:prospección sobre cuáles son las tecnologías del futuro, los estándares de uso, los protocolos, etc.
- Participantes: César Córcoles, professor dels estudis d’Informàtica, Multimèdia i Telecomunicació de la UOC; representante del IPTS por confirmar.
4. TIC y formación. 6 de junio de 2012.
- Temas: aspectos de la relación entre formación y TIC. Analizaremos cómo la tecnología educativa ya está contribuyendo a modificar la forma en que se imparte la formación. Discutiremos sobre cómo las TIC pueden contribuir a perfilar la educación del futuro.
- Participantes:
- Magí Almirall, director del Área de Tecnología Educativa de la UOC; Yves Punie, científico senior en la Unidad de Sociedad de la Información del IPTS-JCR.
5. Las TIC para la Salud. 20 de junio de 2012.
6. TIC y participación ciudadana. 4 de julio de 2012.
- Temas: cómo las TIC han modificado la relación de los ciudadanos con la administración pública, y haremos prospección sobre nuevas formas de participación basadas en el uso de las TIC, sobre transparencia, e-government, etc.
- Participantes: Ismael Peña, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC; Gianluca Misuraca, investigador del IPTS-JCRde la Comisión Europea.
El ciclo de conferencias [sic]*: Debates sobre tendencias de la Sociedad de la Información y el Conocimiento está organizado por la Dirección General de Servicios Tecnológicos y Sociedad de la Información de la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia de la Junta de Andalucía, el Instituto de Prospectiva Tecnológica del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, y la Sede de la Universitat Oberta de Catalunya en Sevilla.
Quiero agradecer a Eva Piñar y a Alfredo Charques tanto la iniciativa de organizar los debates — cuando reflexionar sobre el tipo de Sociedad de la Información que queremos es tan necesario — como, por supuesto, por la invitación a participar en ellas.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 10 abril 2012
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El Gobierno de España publicó el pasado 27 de marzo el Anteproyecto de ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno y ha animado a los ciudadanos a hacer comentarios al Anteproyecto de Ley durante los 15 días siguientes a dicha publicación.
No han sido pocos los que se han animado a publicar sus comentarios en blogs, columnas de opinión y demás canales. Y, sin haberlos leído todos (por supuesto), en mayor o menor medida las observaciones (críticas) se centran en la poca ambición del Anteproyecto y, algunos, se animan a proponer algunas mejoras al texto, manteniendo, eso sí, su estructura y puntos principales — que es lo que precisamente permite el formulario de comentarios creado por el mismo Gobierno.
En mi opinión, no caben comentarios sino negar la mayor. El texto se basa en una asunción completamente extemporánea en una sociedad digital: el ciudadano pide y la Administración responde. O, dicho de otro modo, la Administración es reactiva y acaba publicando. Lo natural sería todo lo contrario: la Administración debería trabajar digitalmente, en abierto, de forma constante y en tiempo real y los datos ser accesibles por defecto y para todos los ciudadanos. Y solamente las excepciones — pocas y necesarias — requerirían una solicitud expresa y su pertinente resolución.
Vayamos por partes.
- Publicar o trabajar en abierto: En una sociedad industrial, predigital, publicar información significa poner recursos (en materiales, tiempo y dinero) para que dicha publicación sea posible: copiar informes en papel, recopilar datos y pasarlos a papel, etc. En una sociedad digital, tiene sentido hablar de publicar, y de restringir la publicación, porque ello es más eficiente. En una sociedad digital sin apenas costes de publicación, lo eficiente es trabajar directamente en la red, en abierto. No ha lugar publicación alguna, porque todo sucede en la Red, se trabaja en la Red.
- Documentos o bases de datos: El documento es la herramienta de trabajo básica de la sociedad industrial. De nuevo, es más eficiente y eficaz compilar los datos en un informe compacto, manejable, fácilmente transferible. En una sociedad digital, el dato es la unidad de medida. Si el dato es libre, la agregación puede realizarse de distintas formas y por distintos agentes. Mientras el Anteproyecto habla de documentos y de información, lo que el ciudadano y la naturaleza del s.XXI piden es el acceso directo al dato, a las bases de datos.
- Estadísticos agregados o acceso a los microdatos: En la misma línea de lo anterior, la elaboración de estadísticos requiere añadir recursos y, además, perder información en el proceso de elaboración. Cuando el acceso a los microdatos, no tiene coste alguno y permite mucho más detalle, no tiene sentido añadir capas de procesos y costes.
- Portales de transparencia o acceso a las aplicaciones: Después de los informes y los estadísticos agregados, el Anteproyecto propone — con toda lógica — una plataforma para distribuirlos: el portal de la transparencia. Si bien esto tiene mucha lógica dentro del planteamiento de la futura Ley de Transparencia, no la tiene a la luz de lo dicho anteriormente. Lo que hay que proporcionar es acceso directo a las mismas aplicaciones que utiliza la administración, aunque, por supuesto, con distintos perfiles. El ejemplo más claro está en la universidad: la aplicación que gestiona los expedientes permite a un profesor poner notas, a un estudiante consultarlas y a la gestión académica generar un título si se reúnen ciertos requisitos; pero la aplicación es exactamente la misma. No hay que hacer más informes: hay que digitalizar la Administración y abrir una ventana al ciudadano.
- De la solicitud de información a la recepción de información: Si se abre dicha ventana al ciudadano, se hace posible que este no tenga que solicitar información alguna, sino simplemente ir a por ella. De hecho, con la tecnología existente, es incluso posible que sea la información la que vaya al ciudadano, a través de correos electrónicos de alerta (el CIS ya los utiliza, por ejemplo) o de canales RSS que informen en tiempo real de aquella información que se ha actualizado.
- De la transparencia a la Administración abierta: En el fondo, no se trata de abrir una ventana al ciudadano, sino una puerta, una puerta que dé la posibilidad al ciudadano no de consultar datos sino de aportar datos que él haya generado o recogido, cerrando así el círculo.
A todo esto cabría añadir una cuestión más filosófica sobre el acceso a la información pública y la naturaleza de los cargos públicos: ¿a quién pertenece la información pública y quién trabaja para quién en la Administración y el Gobierno? Considero que la respuesta correcta es ni la información pública es de la Administración ni los ciudadanos trabajan para cargos públicos, sino que la información pública pertenece al ciudadano, y que los cargos públicos trabajan para aquél y a aquél deben rendir cuentas. No tienen sentido, pues (salvo contadísimas excepciones) cuestiones como facilitar la identidad de quién solicita la información o con qué motivo o para qué fines la solicita. En todo caso, hay que regular únicamente cuándo, por qué y para quién no se facilitará una información en particular.
Es por estos motivos que comentar el Anteproyecto de Ley título por título, capítulo por capítulo o artículo por artículo se me antoja perderse entre el follaje sin haber sido capaces de ver el bosque.
En mi opinión, sería mucho más ambicioso — aunque difícil de cumplir, por supuesto, sobre todo a corto plazo — redactar una ley de máximos. Una Ley de Transparencia que no fuese tal, sino de Gobierno Abierto: de trabajo de Gobiernos y Administraciones de forma 100% digital, de forma 100% online, con plataformas abiertas e interoperables. Hay algunas bases para ello, como la Ley 11/2007, de 22 de junio, de acceso electrónico de los ciudadanos a los Servicios Públicos, que podría servir como punto de partida a una, ya no modernización, sino actualización de la forma de gobernar y administrar. La tecnología ya existe. Solamente hace falta un poco más de competencia digital, ambición y voluntad política.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 02 abril 2012
Categorías: Política
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Los hechos de la noche del pasado 29 de marzo de 2012 en Barcelona — donde la manifestación contra la reforma laboral acabó con graves altercados violentos y enfrentamientos entre algunos ciudadanos y la policía — han vuelto a poner sobre la mesa el huevo y la gallina de la violencia en la calle: ¿la policía provoca y se extralimita con todo viandante a la vista, o hay un grupo de asilvestrados que arremete con todo y que debe ser reducido a toda costa?
La revolución digital ha puesto en manos de todos y cada uno de nosotros una cámara de fotos, una cámara de vídeo e infinidad de lugares desde donde difundir el material audiovisual, literalmente a todo el mundo y a un coste prácticamente despreciable. No obstante, y contra lo que podría dictar la intuición, todo este material digital no ha servido para sacar a relucir la verdad, sino para enconar hasta límites también violentos ese debate sobre quién es más violento.
El (triste) escenario suele parecerse al siguiente:
- Un grupo de personas se destaca del grupo — tanto físicamente como filosóficamente — y aparece atacando mobiliario urbano, propiedad privada y, a veces, otras personas (entre ellas fuerzas del orden).
- En otro plano, aparecen estas fuerzas del orden, arremetiendo contra los primeros. La policía aparece en primer plano y los anteriores en segundo, o viceversa, según la intencionalidad del «periodista ciudadano».
- Tras las cámaras, pero también como telón de fondo, una miríada de teléfonos móviles y cámaras de foto y vídeo tomando nota de todo el asunto.
Las escenas anteriores se repiten casi de forma idéntica con independencia del lugar y momento de los hechos, desde los ataques a los diputados del Parlament de Catalunya del 15 de junio de 2011 a las calles de Barcelona del 29 de marzo de 2012.
En algunos casos es como un gran teatro del absurdo, con una minoría campando a sus anchas entre los ataques policiales y una numerosa mayoría siendo testigos de todo, tomando nota, taquigrafiando, pero jamás interviniendo ni en defensa de los unos ni de los otros.
La impunidad del policía que abusa de su poder (que no de su autoridad, de la que ya carece a estas alturas) es incontestada como lo es la impunidad del que se abandona, como a una droga, a la violencia gratuita.
La profesionalidad del policía que intenta reducir al violento es igualmente incomprendida como la honestidad del manifestante pacífico que quiere ejercer su derecho a expresarse.
La calle se ha convertido en un gran ring donde ir a tomar instantáneas para reforzar los apriorismos de cada uno: la violencia del sistema, la policía represora, los violentos antisistema, los molestos vagos y maleantes, etc. Tópicos que nos traemos de casa y a los que hay que poner fotografía o unos segundos de metraje para mostrarlos de vuelta a casa: ¿ves, ves? ¡Que hij…!
¿Y en la platea?
En la platea de este teatro de desvencijada democracia, partidos y medios de comunicación haciendo otro tanto, pero a gran escala. Se pone con tal fuerza el acento en la tónica del propio ideario que el resto de matices quedan relegados a una muda atonía.
La instrumentalización que en estos momentos se está haciendo de la violencia en la calle no es solamente vergonzante, sino peligrosa. El resultado de dicha instrumentalización no es — o será — muy distinto de otros tantos usos de otras tantas cuestiones de gran calado público. Mientras nos tiramos las pateras por la cara, los inmigrantes mueren en el estrecho. Mientras repensamos la enésima reforma educativa, los estudiantes pinchan en PISA. Mientras decidimos si es peor el escote que el burka, las mujeres mueren en casa. Mientras mantenemos un monólogo maniqueo sobre quién es más violento de entre los violentos, las instituciones pierden legitimidad, la impunidad campa a sus anchas, la violencia se vuelve deporte.
Mientras grabamos y estamos pendientes de los síntomas, quedan, tras las cámaras, las causas.