Leo que el Gobierno Vasco da carpetazo a la tarjeta ONA, el proyecto de tarjeta sanitaria del gobierno vasco. El artículo apunta que se han invertido más de 11 millones de euros para acabar abandonando el proyecto, lo que supone un paso atrás en la administración electrónica y un clavo más en el ataúd de la desconfianza ciudadana.
Sí y no.
Sí, es cierto, cerrar un proyecto con 11 millones de euros invertidos da la sensación de que las cosas no se hacen bien. Y aunque en el camino habrá habido buenos e interesantes aprendizajes, seguramente no valían esos 11 millones, con lo que, efectivamente, algo de desazón sí queda por el dinero gastado, que no invertido si no cuaja en algo real.
Sin embargo.
Leía hace tiempo un artículo (creo que era de Fernando Trias de Bes) que cuando uno va al cine y la película es un bodrio, lo que tiene que hacer es irse. El dinero de la entrada ya está perdido, pero el tiempo que queda hasta el final de la película no. Sin embargo, la mayoría se queda hasta el final para «amortizar» la entrada, con lo que pierde el dinero y el tiempo (y, la mayor parte de las veces, gana un cabreo).
Con la tarjeta ONA tengo la misma sensación: si ya tenemos un DNI electrónico, dejemos por favor de desarrollar proyectos en paralelo. Es cierto que muchos de estos proyectos empezaron antes del eDNI (como la interesante tarjeta ciudadana de Gijón), pero si duro es abandonar un proyecto a medias habiendo invertido tanto, peor es seguir gastando para abandonarlo una vez terminado. Por tanto, bien por corregir y cerrar con el proyecto que duplicaba el eDNI.
Porque, entre muchas otras tarjetas, llevo ahora en mi cartera el DNI, el carné de conducir, la tarjeta sanitaria catalana y el carné de la red de bibliotecas públicas de la Diputación de Barcelona. Desde el punto de vista de la Administración tiene todo su sentido, ya que cada documento depende de un organismo distinto. Desde el punto de vista del ciudadano esto es un descalabro, cabiendo, como podría caber, todo dentro del DNI electrónico.
Desde mi punto de vista, la desconfianza del ciudadano no viene porque algunos proyectos de administración electrónica queden truncados, sino porque los que están finalizados no sean explotados para sacarles el mejor provecho. Y la identificación digital es, claramente, el mejor ejemplo de ello.
Entrada anterior: Firma online contra el Canon
Entrada siguiente: Proposición no de Ley para impulsar el desarrollo de nuevos modelos digitales de negocios para la Industria de Contenidos
7 Comments a “El fomento del DNI electrónico y la necesitada interoperabilidad” »
Feed RSS para los comentarios a esta entrada. TrackBack URI
ah, ¿pero a alguien le funciona? Yo me pasé largas horas intentando que funcionara pero nada… eso sí, el servicio técnico muy atento…;)
Ismael,
Desde un punto de vista del ciudadano es cierto que con el DNI electrónico ya debería ser suficiente para poder identificarte en cualquier servicio público, (con independencia de la administración pública que lo gestione).
Pero, por desgracia, la realidad está aún muy lejos de esta situación.
La realidad es que la gran mayoría de personas que ya tienen el DNI electrónico o bién lo desconocen o bién no saben cómo utilizarlo.
Con lo cual, a día de hoy, si quieres que una iniciativa de administración electrónica tenga éxito no la bases sólo con una autenticación mediante DNI electrónico, complementalo con otras medidas.
Si sólo utilizas el DNI electrónico como medio de autenticación tu proyecto fracasará, por muy bueno que sea el proyecto.
La situación no debería ser esta… pero a día de hoy es así.
Estoy 100% de acuerdo contigo Marc.
Y de hecho, mi comentario va muy en la línea del tuyo. Ya que la gente que tiene el DNI no saber para qué utilizarlo, hagamos que el eDNI sea tan ubícuo que sea «casi imposible» no utilizarlo.
Yo me imagino un futuro, a poder ser no muy lejano, donde únicamente llevo encima una tarjeta: el DNI electrónico.
Cuando voy a hacerme la tarjeta sanitaria, añaden (¡o seguramente no debería hacer falta, tratándose de la administración!) los datos necesarios a mi eDNI. Si me saco el carné de conducir, añaden los datos al eDNI. Si quiero utilizar la red WiFi de la biblioteca, entro mi eDNI (aunque no sé porqué no es abierta del todo, pero esa es otra cuestión). Si me hago cliente habitual del supermercado, lo añaden al eDNI. La graduación de mis gafas, al eDNI.
El DNI electrónico tiene varias capas de datos y zonas de seguridad. No debería ser tan difícil sacarle más partido.
Entiendo que el supermercado quiera que lleve su plástico para que mis amistades lo vean (!?) y les haga publicidad con ello. Pero la Administración…
Por si no ha quedado claro en el cuerpo de la entrada o en este comentario: no hablo de substituir, sino de complementar, de sumar.
Jo també diria que l’article era de Fernando Trias de Bes.
Existe un problema con lo que planteais, y es que la DGP no está por la labor de que el DNIe tenga otra info distinta de las herramientas de firma (certificados). No veo en el corto plazo viable que esto cambíe, salvo que se tenga voluntad política para ello y se pueda hacer con las suficientes garantías de seguridad para no hacer peligrar los medios de firma. Siempre existe una opción provocadora: Quitar a la DGP la competencia de emisión del DNIe y dársela a un ministerio transversal.
Al referente de la desaparición de ONA, yo llevaría la racionalización de los proveedores públicos de firma electrónica más allá, y cerraría los existentes (FNMT, CATCert, Izempe, …). Me parecen un ejemplo de web vanity en su momento que carecen de sentido una vez existe el DNIe.
Fuera de la administración pública no hay casi nada para hacer con el DNI electrónico (yo me he cambiado de adsl hace un semanas en tractis.com/promotions) pero aparte de eso no he encontrado mucho, por no decir casi nada. Eso sí en administraciones públicas hay muchas cosas.
Suscribo todo lo que dices, Andrés, especialmente la parte del ministerio transversal.
En mi opinión, hace falta ese ministerio transversal para todo aquello relacionado con la Sociedad de la Información. En algunos casos, en lugar de ministerio — o su equivalente en otros niveles de la Administración — se ha intentado saldar desde la Presidencia, pero creo que le falta autonomía y empuje.
El problema es el cambio de cromos para asignar carteras. Tanto si el gobierno es bi o tripartito, como si se trata de un solo partido que debe contentar a todas sus ramas o facciones, un ministerio transversal tiene dos problemas:
– el primero, que si yo soy el ministro de (p.ej.) Sanidad, no voy a aceptar instrucciones del Ministro Transversal, porque es de otro partido o de otra facción de mi partido (con la que me llevo a matar menos durante las elecciones)
– el segundo, inverso al anterior, si yo soy el Ministro Transversal, no te voy a dar dinero a ti, Ministro de (p.ej.) Sanidad, que eres de la otra corriente.
Y así nos va.