La encuesta de SIGMA DOS para El Mundo publicada esta mañana nos muestra una aparente contradicción. Veamos los gráficos:
Los gráficos muestran claramente que a pesar de la peor valoración en la gestión del presidente y del Gobierno, sube la intención de voto al Partido Popular.
¿Cómo es eso posible?
A falta de un acceso al detalle de la encuesta, solamente caben dos explicaciones:
- Los españoles tienen una preocupante falta de coherencia entre lo que dicen razonar y lo que dicen que van a hacer.
- Hay una estampida total a la hora de ir a votar entre los que desaprueban la gestión de presidente y gobierno.
Es, seguramente, esta última opción la más verosímil: quienes querrían ver el gobierno en otras manos, miran a su izquierda (la del gobierno o la suya propia) y, desesperados, deciden esconder la cabeza bajo tierra. Esto es, al menos, lo que parece confirmarse de la encuesta sobre intención de voto en las elecciones generales elaborada por el CIS y que en sus últimas ediciones ya ha ido alertando sobre la tendencia al alza de la abstención así como del voto en blanco:
Más allá, pues, de ver si el PP aventaja al PSOE o este sigue hundiéndose en su irrelevancia, sería interesante ver qué está pasando con la desafección y porqué, dado que es seguramente ahí donde habrá que centrar — o debería centrarse — el análisis de fondo de los ires y venires de la política española (tema muy distinto del culebrón partidista al que por desgracia estamos acostumbrados).
Es probable que, haciendo este análisis, veamos que, a lo mejor, no todo es «desafección» (pasar de política, rendirse, ir cada uno a lo suyo) sino que estemos viendo una suerte de incipiente giro hacia actividades políticas extra-representativas, llámemosles movimientos sociales, plataformas, mareas o lo que acabe rimando mejor con 2014.
En un esquema más que simplificado, podríamos dibujar esta especie de Segunda Transición hacia una política extra-representativa de la siguiente forma:
Lo que el simple esquema quiere representar es que la desbandada hacia la desafección — tanto de la izquierda como de la derecha, aunque seguramente más de la primera — acaba teniendo cuatro grandes consecuencias:
- Un cambio de voto desde el bipartidismo hacia otros partidos minoritarios y más cercanos al ciudadano, tanto en el fondo como, sobre todo, en las formas. Podríamos incluir ahí el incremento de voto de Izquierda Unida o la emergencia de Equo en España, Compromís en Valencia o las CUP en Catalunya.
- Otro cambio de voto parecido al anterior, pero hacia partidos que van desde la antipolítica y la lucha contra el «establishment» (UPyD en España, Ciutadans en Catalunya) hasta las posiciones más claramente populistas, xenófobas y de ultraderecha que están consolidándose en Europa.
- Un voto «útil» (o voto estratégico) que insiste en los grandes partidos más centrado en oponer un gran partido al otro grande que no fruto de la convicción. Parte del voto al PSOE ha ido históricamente en este sentido (y seguramente se encontraría en la misma Izquierda Unida frente a otras fuerzas menores sin representación parlamentaria).
- Una salida de la representación hacia una acción política fuera de las urnas y de las instituciones. Aunque no podemos demostrar esta opción, hay numerosos indicios de su existencia así como de su creciente aceptación.
Se hace difícil dar consejos sobre qué hacer ante semejante situación. Pero, a mi entender, sí creo que pueden decirse cosas sobre que no hacer: quedarse con el baile de votos y escaños. Y aunque la respuesta típica a esta afirmación es «ya, pero los votos son los que ponen o quitan gobiernos», habría que, en mi opinión, ir más allá y ver hasta qué punto esos gobiernos van a estar legitimados por una cada vez más menguada participación. Y esto último no es trivial cuando la situación sigue siendo crítica para muchos y la paciencia y los recursos acaban agotándose.
Lectura complementaria:
Actualización 03/01/2014, 13:07:
A pesar de advertir al principio que hacia mis comentarios a falta de un acceso al detalle de la encuesta
o que este era un esquema más que simplificado
algunos han echado en falta más fundamento en algunas argumentaciones, especialmente en el papel al que he relegado a Izquierda Unida (que considero que es importante, dicho sea de paso).
Bien, ahí va parte de las referencias en las que fundamento mis opiniones. Incluyen el papel de (precisamente) IU en el voto estratégico, la fuga de voto hacia una participación extra-parlamentaria o extra-representativa y el creciente papel (aunque, por construcción, no aparece en las encuestas) de los movimientos sociales.
Aprovecho, también, para añadir la referencia de René Antonio Mayorga a la que me he referido en los comentarios.
Más lecturas complementarias:
Nexus: New Intersections in Internet Research, Chapter 9, 193-212. New York: Peter Lang.