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Una única propuesta para una democracia mejor

Me debato, supongo que como muchos otros, en qué debe quedar todo el movimiento del 15m, si en solamente una protesta sin propuestas, un conjunto de propuestas de mínimos o bien un conjunto de propuestas rayano a lo maximalista.

En mi opinión, ninguna de las anteriores: una única propuesta basada en el único punto en común entre todos los que se han manifestado: mejorar la democracia; y una única propuesta, además, basada en lo que es ahora posible en contraposición con lo que ahora tenemos, de la misma forma que ha sido ahora posible organizar una protesta de forma descentralizada y en red cuando antes costes y barreras lo impedían: la Sociedad de la Información.

Si algo tiene que salir de las protestas del 15m — y creo que sería una lástima que no saliese nada más que la constatación de un amplio y profundo descontento — debería ir en la línea de obtener el compromiso de los partidos de trabajar en una Ley de actualización del ejercicio de la democracia en la Sociedad de la Información durante la X legislatura de España. El nombre pretende ser únicamente descriptivo, aunque ya tenemos leyes con nombre parecido, como la Ley de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos (LAECSP) o Ley 11/2007.

Actualización porque entiendo que lo que ha echado a la gente a la calle no es un cambio de sistema, sino poner al día el que tenemos a base de pulir las aristas que le han ido saliendo. En la Sociedad de la Información porque, después de analizar a fondo las posibilidades, son precisamente las nuevas herramientas que ahora tenemos las que nos permiten plantearnos dicha actualización.

Así pues, lo que se podría pedir a partidos y gobernantes, vehementemente, con legitimidad y consenso, de ahora en adelante y hasta las próximas elecciones legislativas, es la inclusión en todos y cada uno de los programas electorales de la propuesta de trabajar en dicha Ley de actualización del ejercicio de la democracia en la Sociedad de la Información.

Esta petición no debería tener, a mi entender, un formato cerrado, es decir, un texto específico y explícito del contenido de dicha Ley, sino, insisto, el compromiso de debatir cómo hacer mejor el ejercicio de la democracia, en general, y algunos focos específicos donde las mejoras son más plausibles. Pero, una vez más, apuntar los focos, no las soluciones concretas.

Si lo que queremos mejorar es la democracia, parece lógico centrar nuestras propuestas en el procedimiento y fundamento del ejercicio democrático. Me permito a continuación apuntar una suerte de procedimiento y qué se podría proponer en función de lo dicho hasta ahora. Para ejemplificar, en lugar de pedir democracia directa (y punto) creo que es más prudente pedir mejorar los procesos de participación ciudadana, que puede ser democracia directa en algunos casos, deliberativa en otros, representativa (como hasta ahora) en el resto, etc.

  1. Información: necesitamos estar más y mejor informados para poder ejercer nuestros derechos democráticos en igualdad de condiciones. La transparencia es fundamental, y la digitalización de archivos y comunicaciones hacen posible que podamos estar más y mejor informados, especialmente a través de instrumentos tan valiosos como los que proponen las iniciativas de datos abiertos o gobierno abierto. Aportar toda la información no es más caro si se incorpora en el diseño organizacional de las instituciones. Toda la información debe ser pública y manipulable tanto manual como automáticamente.
  2. Deliberación y argumentación: Las nuevas tecnologías hacen más fácil y barato (con independencia del tipo de recurso que se considere: tiempo, dinero…) poner en común ideas, opiniones, puntos de vista. Ello incluye no solamente las relaciones horizontales (entre ciudadanos, entre instituciones) sino verticales: ciudadanos con instituciones. Necesitamos espacios de encuentro donde confluyan información con necesidades y, fruto de la reflexión, den como resultado propuestas concretas. Espacios web de las instituciones, redes sociales, (nuevamente) gobierno abierto, política 2.0, democracia 2.0… son conceptos y herramientas que pueden contribuir a mejorar la práctica de la deliberación de forma sustancial.
  3. Formación, debate y negociación de preferencias: Hechas las propuestas, cada uno debe escoger su opción. Y ver a qué beneficios y qué costes y renuncias supone la elección. La elección final no tiene por qué coincidir con la propuesta inicial. Debe ser posible generar espacios que faciliten y catalicen la generación de consenso. Herramientas de trabajo colaborativo, de dinámicas de personas, de gestión de proyectos se han puesto en marcha en muchos ámbitos con éxitos notables. Ahora mismo, junto con la deliberación, la negociación es el estadio más desatendido de la democracia, cuando debería ser posible hacerlo participativo (o, al menos, participado), público, abierto, transparente.
  4. Explicitación de preferencias y sufragio: Hay muchas formas de votar y muchos cuándos donde hacerlo. Los prohibitivos costes de elecciones y referenda hacen que por ahora se celebren cada cuatro años o solamente cuando la ocasión es de trascendental importancia. Esos costes se han reducido, en lo instrumental, a cero, y solamente quedan los costes humanos que cualquier ejercicio democrático requiere: informarse, deliberar, negociar… Es necesario repensar el ritmo de la democracia, diseñar nuevos procesos donde la participación directa o representada se alternen según necesidades, importancia y coste.
  5. Rendición de cuentas: Para cerrar el círculo, es imprescindible realizar la evaluación de impacto de las políticas públicas, así como la eficiencia y eficacia de nuestros gestores. Como en el caso de la información, la rendición de cuentas se basa en la información abierta y, sobre todo, en la posibilidad de actuar con prontitud y a menudo en tiempo real según sean los datos. Así pues, deben mejorar no solamente los procesos informativos sino los procesos de toma de decisiones, de redefinición de políticas y, por supuesto, de recompensa o castigo a las malas gestiones.

Esta es una propuesta de mínimos. Más conceptual que concreta. Y, precisamente por su imprecisión, debería ser posible ser adoptada como propuesta de trabajo (no propuesta finalista) que llevar a las elecciones de la próxima legislatura, para que en ella, y por cargos electos legitimados, se pudiese llegar a un sólido consenso de mejora de la democracia.

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