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Populismos, democracias y medios

La democracia representativa se inventó para hacer la gestión de la cosa pública más fácil. Gestionar no es sólo tomar decisiones, sino tomarlas después de tener una opinión formada y, sobre todo, informada. Y como informarse tiene un coste (a menudo en dinero y siempre en tiempo), como sociedad decidimos que era más eficiente (cada vez menos en dinero, y quizás tampoco en tiempo) que hubiera quien se dedicara profesionalmente a informar en profundidad sobre las cuestiones públicas y a tomar las decisiones en nombre de todos.

El populismo se aprovecha de esta asimetría de información para conseguir votos a través de medias verdades, hipérboles y, a menudo, mentiras en toda la regla. Decía Rabindranath Tagore que cuando el dedo del sabio señala la luna, el imbécil se queda mirando el dedo. El populismo es un mecanismo bien engrasado cuyo objetivo es llamar la atención sobre el dedo.

De ciudadanos que se miran el dedo hay de dos tipos. Hay los que, como decía Tagore, son imbéciles rematados y les gusta oír lo que quieren oír, hacerse la ilusión de que los ecos (imbecilidades) que oyen son cantos de sirena, y que el hecho de que otros hablen más alto los exime a ellos de la obligación de pensar, facultad que los humanos tenemos para distinguirnos de los chimpancés. Contra estos solamente cabe la resignación.

Hay un segundo grupo de ciudadanos que aunque se miran el dedo —afortunadamente mayoritario— lo que necesitan y quieren es más información. Más información que les haga notar que es a la luna adonde debemos mirar, y no al dedo que la señala. Y quien les ha de proporcionar esta información es, naturalmente, quien la tiene: los (otros) políticos y los medios.

Tanto unos como otros han conseguido una nueva iteración en el aforismo de Tagore. El sabio señala la luna, los imbéciles se miran el dedo, y los medios y políticos se miran a los imbéciles, los sacan en primera página y parlotean hasta la náusea.

En los últimos años ha aparecido una nueva especialidad periodística. Lo llaman «periodismo de datos»: el análisis, desde un punto de vista comunicativo, de la ingente y exponencialmente creciente cantidad de datos que la digitalización ha hecho posible. Seguramente es lo que ahora mismo nos haría más falta: abandonar el primer plano de los imbéciles y girar las cámaras hacia los datos, hacerlos comprensibles y que nos ayuden a votar con conocimiento de causa. A veces sólo es cuestión de poner un poco de voluntad.

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