Comentario al informe La Sociedad de la Información en España 2012 de Fundación Telefónica

Fundación Telefónica acaba de presentar la 13ª edición de su informe “La Sociedad de la Información en España”. El informe es, como de costumbre, muy detallado y con mucha información que invita a mil y una reflexiones.

A grandes rasgos, las cosas que en mi opinión son más relevantes de lo que nos cuenta el informe son:

  • Las TIC siguen su camino hacia devenir plenamente tecnologías de propósito general, es decir, que serán de aplicación generalizada a todos los procesos y ámbitos de la economía y la sociedad. Esto significa que se acentuará, seguramente, la paradoja que apuntaba el economista Robert Solow hace ya 25 años: las TIC estarán por todas partes pero nos será difícil medir su impacto, especialmente en términos de ganancias de competitividad y productividad. Será, en cierto modo, como la educación: tener educación no garantiza un puesto de trabajo, pero no tenerla sí casi certifica no conseguirlo en la vida. Lo mismo con las TIC: usarlas no garantizará una ventaja, pero no usarlas será seguramente una condena.
  • Como tecnologías de propósito general, las utilizamos allí donde estemos nosotros. Ello significa que las utilizaremos desde todo tipo de dispositivos y en todo tipo de lugares. Así pues, la convergencia de dispositivos y la ubicuidad de acceso pasan a primer plano estratégico de todo aquel que quiera ofrecer bienes y servicios en Internet, es decir, de todo aquel que quiera ofrecer bienes y servicios y punto. Cada vez más pierde sentido pensar en tiempos y en lugares específicos para realizar una tarea determinada. Dicho de forma más clara: la educación no sucederá solamente en las aulas, igual que la política no sucederá solamente en los parlamentos o en los colegios electorales, igual que el comercio no sucederá solamente en las tiendas y áreas comerciales, igual que la salud no sucederá solamente en hospitales y centros sanitarios. Todas estas instituciones deben urgentemente reflexionar — si no lo han hecho todavía, y es el caso de la mayoría — sobre este cambio de paradigma.

Hay, como decía, mucha más información en el informe, pero estas dos cuestiones precedentes son de una importancia fundamental y ellas solas merecen sentarse a pensar en cómo está cambiando la sociedad y en intentar anticipar todos los cambios que están por venir. Y hay que insistir en ello: a pesar de la inercia de 300 años de sociedad industrial, a pesar de las resistencias de muchas personas e instituciones, los datos que aparecen día sí y día también no hacen más que corroborar esta tendencia inexorable a un cambio radical en la forma como se configura nuestra sociedad. En todos los ámbitos.

Hay dos páginas del informe — la 26 y la 27: Evolución de la Sociedad de la Información en 2012 — que son una perita en dulce por todo lo que llegan a contar en tan poco espacio y de una forma tan y tan clara (mi enhorabuena a los autores por este ejercicio en particular).

En estas dos páginas hay ocho representaciones gráficas de cómo y cuánto han cambiado ocho ámbitos de la sociedad. Si cada una es interesante en sí misma, cruzar los datos o las gráficas es especialmente revelador. Por ejemplo, cruzar el Acceso a Contenidos (baja la descarga de contenidos y sube su consumo en streaming) con las Tecnologías de Acceso (sube la banda ancha móvil) con los Dispositivos (móviles de nuevo) y el Lugar de Acceso (cualquier sitio).

Este ejemplo, así como muchos otros, son pruebas de que vamos superando la fase «push» de despliegue de la Sociedad de la Información. Una fase «push» basada en crear infraestructuras y tejido empresarial e intentar convencer a los ciudadanos de las bondades de Internet y la Telefonía móvil. Agotada la fase «push», entramos en una fase «pull» donde — aun sin abandonar la iniciativa privada y pública de desplieque de infrastructuras — la adopción de las TIC va más pilotada desde el lado de la demanda, que «tira de» las empresas que proveen infrastructuras, bienes y servicios que ahora deben satisfacer esa demanda.

En mi opinión, ni todas las empresas del sector privado ni, ni mucho menos, en general la Administración están todavía adaptándose a este cambio de fase.

En lo que concierne al sector privado, ahí están como ejemplo los nuevos pioneros de los contenidos digitales en contraposición a las grandes corporaciones de la industria cultural (editoriales, prensa y medios en general, etc.), con modelos muy distintos, con un sector transformándose rápidamente, y con actores que pronto verán intercambiados sus papeles en lo que a situación dominante se refiere — siempre y cuando no haya cambios estratégicos en los actores más tradicionales del sector.

En lo que concierne al sector público, es preocupante, a mi entender, la todavía vaga diferenciación que se hace entre Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, con la composición del Grupo de Expertos de Alto Nivel para la Agenda Digital o el diseño de la nueva Ley de Transparencia como ejemplos paradigmáticos entre los más recientes.

La crisis actual ha pasado de ser algo coyuntural a empezar a enquistarse como algo estructural, como una forma de ser. Pero puede ser peor, mucho peor: puede, efectivamente, convertirse en un lastre que no solamente frene sino que arrastre a la sociedad hacia atrás en el tiempo. La Sociedad de la Información es un tren que no admite titubeos, que no admite dejarlo pasar: o te subes o te pasa por encima. No hay andén donde refugiarse.

Los ciudadanos, en general, van adoptando de forma cada vez más extensa e intensiva el uso de las TIC. Y nos preocupamos — y con razón — de los ciudadanos que no adoptan esas TIC, porque no pueden o, mucho peor, porque no quieren acceder a la Sociedad de la Información.

Pero en esta preocupación por los árboles nos hemos olvidado del bosque. Mientras los ciudadanos tiran cada vez más de la Sociedad de la Información, lo hacen a título individual, quedando las instituciones totalmente olvidadas y al margen de toda adopción digital. Creemos que basta con buenas infraestructuras y la adopción digital por parte de los individuos, pero los datos nos demuestran que ello no es así. Que hace falta un impulso especial en la parte de las instituciones. Que hace falta más capacitación digital, no en el ámbito de la alfabetización tecnológica, sino en la informacional, la mediática o la estratégica. Que hace falta pensar más todavía en más y mejores contenidos y servicios para el ciudadano, en la digitalización de tareas y procesos especialmente en el ámbito público (Administración, educación, sanidad, gobiernos, parlamentos, partidos…).

En definitiva, el desarrollo de la Sociedad de la Información tiene un plan en España, pero le falta una estrategia. Y, con la crisis, hemos puesto por delante lo urgente a lo importante. O eso parece.

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