Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 26 enero 2010
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Nos apunta Carlos Guadián que España está en el top ten del eGovernment según los últimos datos de la UNPAN.
La verdad es que los esfuerzos, tanto a nivel estatal como en algunos otros niveles de la Administración, han sido ingentes, tanto en el ámbito de la regulación como en su puesta en marcha. Y ahí están los resultados.
Como hace Carlos Guadián, incluyo el pantallazo de los resultados para España, pero en lugar de comparar con la media mundial, la comparación la hago con el líder regional, es decir, con el país que, en cada subíndice ha sacado la mejor puntuación en Europa. Al fin y al cabo, es con quién debemos medirnos (o no).
Estado del eGovernment en España 2010
Algunas observaciones:
- A nivel global, estamos relativamente cerca del Reino Unido. Hay que tener en cuenta que este país es un referente mundial (como ha estudiado Helen Margetts, por ejemplo) tanto por los servicios que el Gobierno presta a través de Internet, como por la movilización y activismo social que también tiene lugar en la Red (por ejemplo). Así pues, hay que felicitarse por este logro.
- Tanto a nivel de oferta (Online Service Index) como de preparación (Human Capital Index), estamos también muy cerca de los mejores. Habría que tener en cuenta, sin embargo, que ese Human Capital Index no incluye, en absoluto, cuestiones de alfabetización digital. No varía el índice (o sí), pero seguramente sí varía nuestra percepción de cuán preparados estamos para participar en línea: ese aspecto está, sí o sí, sobrevalorado con ese índice.
- En materia de interacción con el Gobierno (E-Participation Index) somos los mejores. No hay que confundir la posibilidad (la existencia de herramientas) de participar con el grado de participación en sí (que no se mide). Pero sí demuestra una predisposición de las administraciones a escuchar (sería interesante, claro, ver cuánto se participa y cómo afecta dicha participación en las decisiones de los gobiernos).
- En términos relativos, suspendemos estrepitosamente en materia de infraestructuras (Infrastructure Index). Nos lo han dicho por activa y por pasiva la Unión Europea y la OCDE, que nuestro mercado, eso de la competencia y los precios, como que no. O seguimos pensando que los telecentros están para cerrarlos y no para dar acceso y formación a los ciudadanos. Y ahí tenemos los resultados.
No puedo dejar de comentar la crucial importancia de los servicios de gobierno electrónico en el desarrollo de la Sociedad de la Información. Creadas unas infraestructuras mínimas y un marco legal adecuado, como es el caso de España, el siguiente paso es activar la demanda de servicios de Sociedad de la Información. De la misma forma que el uso de Internet entre los estudiantes no se consigue poniendo ordenadores en las aulas, sino cambiando las metodologías docentes, el uso de Internet no se extiende en los hogares subvencionando ordenadores, sino haciendo que Internet sea útil para el ciudadano. Dice mi colega Joan Torrent que ha hecho más el Barça por el uso de Internet en Catalunya que mil políticas de la Generalitat, al obligar a comprar las entradas del partido por Internet.
El Gobierno electrónico es lo mismo: la mayoría de personas serán competentes digitales no porque insistamos en que hagan un curso, sino porque se ahorrarán las colas del registro civil para obtener un certificado de nacimiento o porque corre la voz que presentar la Declaración del IRPF hace más rápida la devolución. Y una vez sean competentes digitales será más probable (aunque no necesariamente así, claro) que puedan acceder a mejores trabajos, participar en política o, simplemente, ahorrarse dinero en las vacaciones.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 25 enero 2010
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Dice Bill Gates que la censura de Internet en China es muy limitada (también en El País. Después añade que Internet es un vector de libertad y democratización y que, si no acatas las normas, te arriesgas a ser expulsado (comercialmente, en su caso) del país.
Bien, eso son dos afirmaciones que hay que tomar por separado.
La primera es, simple y llanamente, falsa. De tan falsa, es vergonzante para Bill Gates el haberla pronunciado.
La libertad de expresión en general, y en concreto por Internet, está no solamente censurada sino perseguida y castigada en China. Hao Wu, Zeng Jinyan, Hu Jia son ejemplos de lo que se ocurre en China con la libertad de expresión, libertad política y otros derechos humanos. Global Voices calcula que 34 bloggers han sido arrestados o intimidados en China; OpenNet cualifica el control chino sobre Internet como “sustancial” (con lindezas como el “Great Firewall of China”); la prestigiosa Freedom House define a China como “no libre” en términos digitales; sabemos de la existencia del Firewall de China; sabemos también de acciones de contraactivismo poco éticas y con consecuencias violentas por parte del Gobierno Chino, etc. Y esto sin ser exhaustivos. En definitiva, un desastre en materia de derechos humanos.
Probablemente el Bill Gates quería enfatizar la segunda parte de su afirmación: hay que estar ahí para luchar desde dentro — le concederemos el beneficio de la duda. Afirma Bill Gates que Internet trae más libertad — estoy de acuerdo — y que o juegas al juego del Gobierno o te vas (o te echan). Ahí no lo tengo tan claro y seguramente habrá opiniones para todos.
Recuerdo una conversación parecida con mi compañero (entonces jefe) Joan Fuster. Hablábamos de la guerra de Bosnia y de cómo el Cruz Roja había callado al descubrir que había claros indicios de genocidio por parte del bando Serbio. La caballería se le vino encima a la Cruz Roja cuando la información se hizo pública, y la organización se escudó tras sus Principios Fundamentales, especialmente el de la neutralidad. Esta neutralidad, decían (y es verdad) había permitido a la Cruz Roja o la Media Luna Roja ser, a menudo, la única organización autorizada a prestar ayuda humanitaria, especialmente en conflictos armados. Sin embargo, la pregunta del millón era, ¿cuánta gente murió en los genocidios que, a lo mejor, se habría salvado con una denuncia a tiempo?
Las declaraciones de Gates, aunque en mi opinión tremendamente desafortunadas y con alto riesgo de ser sesgadas por intereses económicos, nos plantean una disyuntiva parecida: ¿qué deberían hacer Google o Microsoft? Si se quedan, podrán probablemente contribuir a «luchar contra el sistema desde dentro». Si se van, contribuirán con sus acciones a poner sobre la mesa, una vez más, la censura (y represión por todos bandos) del gobierno Chino.
¿Qué hacer?…
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 24 enero 2010
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A finales del año pasado hubo en Madrid el taller Common Challenges and Shared Solutions: Good Governance in Information Society Strategies. The case of Spain’s Plan Avanza donde se analizaba la estrategia de desarrollo de la Sociedad de la Información en España, básicamente el Plan Avanza.
Vale la pena pasarse por el sitio, así como descargarse el informe Information Society Strategies: From Design to Implementation. The Case of Spain’s Plan Avanza (. 2,29 MB) o las diferentes presentaciones que hicieron los actores del gobierno implicados directa o indirectamente en el mencionado plan.
El informe está basado en una revisión documental de datos secundarios de los programas y documentos de estrategia del Plan Avanza, así como de conclusiones provenientes de una recogida de datos preliminar que incluye entrevistas
. Dicho de otro modo, los analistas de la OCDE pidieron al Gobierno los documentos de estrategia del Plan Avanza, entrevistaron a casi 50 personas del Gobierno y emitieron el informe. No se analizaron directamente datos primarios (es decir, datos estadísticos del INE o de Eurostat) ni se preguntó más que a las partes implicadas directamente en el proyecto y, por construcción, en el éxito del mismo.
El resumen ejecutivo del documento dice que:
- España ha dedicado un esfuerzo significativo y numerosos recursos para el desarrollo de la Sociedad de la Información en el país, y los progresos comienzan a ser evidentes
- El Plan Avanza […] ha jugado un papel determinante para lograr estos positivos resultados
- Actualmente, la complejidad, el amplio alcance y la multiplicidad de aspectos que implican las estrategias de Sociedad de la Información como el Plan Avanza, requieren adecuados marcos de gobernanza y mecanismos de gestión complejos para asegurar que objetivos, recursos y herramientas están alineadas para lograr los objetivos previstos.
- El Plan Avanza aporta un excelente estudio de caso sobre gestión e implementación de estrategias SI, y ofrece ejemplos prácticos de buena gobernanza que transcienden fronteras y pueden ser considerados como ejemplo exitoso por los demás países.
Los dos primeros puntos dicen que el Plan Avanza ha sido un éxito. Los dos segundos dicen que, como ha sido un éxito, su diseño debería ser un ejemplo a seguir.
Sin embargo, el informe ni aporta datos ni mucho menos pruebas de que el Plan Avanza sea un éxito, con lo que los dos primeros puntos son difíciles de probar y, por tanto, los dos puntos siguientes tampoco tienen mayor relevancia. No estoy aquí afirmando que el Plan Avanza haya sido un éxito o un fracaso: simplemente que no tenemos datos. ¿Por qué?
Básicamente el análisis del Plan Avanza tiene dos aproximaciones que a mí se me antojan inconcluyentes:
- Se basa en el gasto, no en el impacto;
- Relaciona el gasto con los cambios habidos en la sociedad, pero no se molesta en buscar (y menos en demostrar) si hay una relación causa-efecto entre ese gasto y los cambios.
Pondremos dos ejemplos para dejar estas cuestiones claras.
Ejemplo 1. Política 1: cojo un millón de euros del Plan Avanza, me lo gasto en ordenadores y los tiro al mar. Es decir, me gasto un millón de euros en ordenadores. Política 2: cojo 500 euros del Plan Avanza, compro un único ordenador y se lo doy a un estudiante universitario que me escribió una carta diciendo que no podía estudiar porque no tenía ordenador. ¿Cuál es la diferencia entre gasto e impacto?
Ejemplo 2. Política 1: después de tirar los ordenadores al mar, Telefónica decide instalar 20 millones de líneas ADSL en España subvencionadas al 100% por Fundación Telefónica, es decir, 20 millones de hogares tendrán ADSL gratuito. Política 2: después de darle el ordenador al estudiante, este puede acceder a Internet, documentarse, hacer sus trabajos en un editor de texto y hoja de cálculo; después de un análisis minucioso y metódico, demostramos que el chaval ha aprobado gracias al ordenador. ¿Cuál es la diferencia entre casualidad y causalidad?
En su nota de prensa, dice el Gobierno que La OCDE destaca el papel del Plan Avanza en la mejora del acceso a las TIC de ciudadanos y empresas. El fundamento es que el Plan Avanza ha gastado mucho dinero desde que se inició en 2006 y, como la gente se conecta más a Internet, sota-caballo-rey, el Plan Avanza es el responsable. Insisto: no digo que no, pero tampoco creo, con los datos de la OCDE, que se pueda afirmar que sí.
Ante la imposibilidad de medir las relaciones causa-efecto — porque hay que admitir que no es nada fácil — hay dos opciones.
Una es la de Sebastián Muriel, Director General de Red.es, que prefiere hablar más de resultados que de impacto en su presentación (. 700 KB). Y los resultados de Red.es son espectaculares, empezando por los trabajos realizados por el ONTSI, el INTECO, el CENATIC, o el I Congreso Internet en el Aula y el blog educ@conTIC, por mencionar algunos. Por supuesto, habría que medir el impacto de dichos resultados y saber cuántos de esos 12 millones de DNI electrónicos acaban usándose y para qué, o qué impacto tienen en en el sistema educativo esas 20.000 escuelas con Internet, de la misma forma que muestra el impacto que ya puede constatarse en el área de la Salud (diapositiva 13) — al margen que es probable que los resultados de Red.es coincidan con sus objetivos, dado el papel transversal e instrumental de la institución.
La otra es la del director general para el Desarrollo de la Sociedad de la Información, David Cierco, que queda plasmada perfectamente en su entrada 40.000 firmas, €5.000 millones y 1.800 reuniones depués y que es un ejemplo de lo que yo no espero de un técnico del gobierno. 40.000 firmas y 5.000 millones de euros son (pueden ser) un indicador de actividad, pero en absoluto de impacto. Insisto: no digo que no haya habido impacto, solamente que esos 40.000 convenios y 5.000 millones de euros gastados pueden haber tenido un gran impacto o bien haber sido una gran trama para tirar ordenadores al mar.
Afirma David Cierco que la DGDSI ha mejorado su eficiencia y productividad, muestra de ello es la evolución del presupuesto gestionado por persona que ha pasado de 3,3 M€ por persona en 2005 a 7,3 M€ en 2009
, que es como decir que el Rey de España es el más eficiente y productivo del sistema porque, al fin y al cabo, es quien firma los Presupuestos Generales del Estado, es decir, que pasa por él todo lo que se gasta el Gobierno de este país, incluido el Plan Avanza — por supuesto no hablo de la eficiencia individual de las personas que gestionan el proyecto, ni de si lo hacen mejor o peor, no es esa la cuestión.
Resalta también, repetidas veces (una en el titular, dos más en el cuerpo de la entrada), su participación en 1.800 actos como indicador de su labor de gestión y comunicación. No entraré en detalles. Como poco sale una media de 1,5 actos al día, lo que hace plantearse si uno puede prepararse dichos actos en el caso de que sean reuniones de gestión, o de si son necesarios tantos actos de comunicación, ya sean porque van ligados al cargo, o porque son propaganda del partido pagadas con los impuestos de todos.
En definitiva:
- La medida de éxito de un programa no es el gasto, sino el impacto
- Hay que demostrar que el impacto es consecuencia de nuestras acciones
- La medida de eficiencia siempre es cuánto impacto hemos generado con cuántos (menos) recursos, no si hemos gestionado el gasto con más o menos recursos (que, al fin y al cabo, forman parte de ese mismo gasto)
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 20 enero 2010
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Publicaba ayer El País un artículo del escritor Luisgé Martín, ¡Mueran los ‘heditores’! en el que hace una cerrada apología y defensa del papel del editor.
La suscribo. Al 100%. Sin fisuras.
Pero.
Parte de su discurso está basado en una disyuntiva — oclocracia o democracia — que ni comparto personalmente ni creo que sea, en absoluto, mayoritaria. Y no la comparto por dos motivos.
El primero porque no creo que se trate de una disyuntiva, sino de una dicotomía, es decir, que todo el mundo tenga acceso a la creación (incluida su prima Paqui
, lo que el autor considera que desemboca en una oclocracia) no tiene porqué ir en detrimento de una democracia real: ya aprenderemos a filtrar, ya encontraremos nuevas formas de separar el grano de la paja, ya inventaremos formas donde la creación de Cultura (en mayúsculas) — la democracia en términos de Luisgé Martín — pueda convivir con una amplia producción de contenidos de menor calidad (esto siempre es relativo, pero aceptemos unos mínimos) que son tan legítimos de existir como derecho tiene un adolescente de ensayar con su guitarra en el garaje.
Pero este, para mí, no es el tema relevante en este caso (aunque no por ello sea menos importante).
El relevante, para mí (insisto), es que el debate no es entre oclocracia o democracia, sino entre democracia y oligarquía o, incluso, cleptocracia.
Una de las consecuencias de la revolución digital es la caída drástica de muchos costes (reproducción, difusión, etc.) así como la práctica eliminación de la escasez de los bienes basados en la información (como los libros). Y cuando caen los costes, caen los precios y los modelos de negocio evolucionan o se extinguen.
Dados los altísimos costes de publicar un libro, vimos aparecer «fábricas» de libros donde, como ocurría con el textil, tenía sentido concentrar determinadas actividades como la autoría, la edición, la distribución e incluso la impresión bajo el mismo techo y firma. Ya no es así.
Lo que aquí se cuestiona no es el papel del editor, sino, por ejemplo, la impresión o los canales de distribución habituales. Lo que se cuestiona no es lo que sigue contribuyendo al parto de un libro, sino las barreras artificiales que algunos edifican en torno a él, creando escasez cuando no la hay, con el único fin de restringir la oferta para que los precios suban, menos libros y más caros, más margen por menos trabajo, en un comportamiento típico de los oligopolios (¿alquien duda que el mercado editorial no sea un oligopolio?).
En un mundo (digital) donde la información es más que abundante, sobrante, el papel del editor no debe tan sólo ponerse de relieve, sino revalorizarse. Lo que algunos estamos criticando es al que no solamente no aporta nada sino que, además, va poniendo la zancadilla. Y estos, por supuesto, no son los editores.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 19 enero 2010
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Forrester acaba actualizar su informe Social Technographics, que contiene datos para 13 países, entre ellos España.
En él catalogan a los consumidores — y a las empresas — según su nivel de participación en la Red, de creadores (crean su propia web, publican un blog, suben audio y video a Internet hecho por ellos mismos, etc.) hasta los inactivos (no hacen nada de nada en Internet).
Los nombres y definiciones de los perfiles son todo lo discutibles que uno quiera, especialmente porque la metodología no se publica (lógico, ahí está su modelo de negocio), pero, con todo, sí aparecen algunas cuestiones a remarcar.
En el siguiente gráfico se presentan los datos para los consumidores. Seleccionando España como país, vemos la gran proporción de Espectadores e Inactivos que hay (nota: uno puede pertenecer a más de una categoría, lo que, en mi opinión, facilita las lecturas equívocas y dificulta sacar conclusiones sobre las personas, que interesan, creo yo, más que el «número» de acciones que estas hacen).
Lo primero que se confirma es la brecha de género: bastantes más mujeres inactivas que hombres, que parecen restar (aunque con las imprecisiones que antes menciona sobre poder pertenecer a más de un perfil) del resto de categorías, incluso de las «Espectadoras». Es decir, menos mujeres se conectan a Internet, ni que sea para navegar en general.
Otra cosa que se confirma, pero en sentido contrario, es que las franjas de 18 a 24 años y de 25 a 34 años son más activas que la media (la primera franja más que la segunda), con lo que tenemos ahí presente la brecha de edad.
La sorpresa, para mí, viene al constatar que la franja más inactiva de todas no es la de mayor edad, sino la de 45 a 54 años. Sí, la franja de 55 y mayores es un poco más activa que la anterior. Es más, me atrevería a apostar que si pudiésemos desglosarla, la franja de 55 a 64 años sería mucho peor que la de 45-54 y que la de 65 y mayores todavía sacaría mejores resultados que la que ahora tenemos de mayores de 55.
¿La razón?
- Tiempo para formarse: los jubilados tienen, por norma general, más tiempo para formarse que aquellos que están empleados
- Accesibilidad de la formación: hay una creciente oferta formativa sobre competencias digitales destinada para jubilados y que, además, viene subvencionada, por lo que es barata e incluso gratuita
- Tiempo para conectarse y participar, ser creativos
- Motivos para estar al día y ser creativos: los jubilados destinan gran parte de su tiempo al ocio, ocio que registran (fotos, videos) y que quieren compartir (escribiendo sobre un viaje o receta de cocina, subiendo fotos y vídeos a cualquier sitio de Internet). Por otra parte, muchos jubilados son abuelos que tienen que ocuparse de sus nietos, nietos que utilizan intensivamente Internet y a los que hay que ayudar y, también, controlar en su deambular por Internet
Lo preocupante de todo esto es que los profesionales en activo…
- ni encuentren tiempo,
- ni encuentren dinero (es decir, crean necesario invertir para recuperar a corto o medio plazo),
- ni crean necesario
formarse en Internet y participar de la Red.
Y eso es un problema importante y que pide ser atajado urgentemente.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 18 enero 2010
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Tarde o temprano tenía que ocurrir: entrada (a) de autobombo y (b) «crossposteada» del otro blog, aunque no del todo y con motivo. Creo.
La Revista de Universidad y Sociedad del Conocimiento de la UOC acaba de publicar un monográfico titulado Contextualizando la brecha digital en la Educación Superior y que he tenido la suerte de poder coordinar.
El monográfico se compone de cuatro artículos, dos de los cuales — uno de Jonatan Castaño-Muñoz, La desigualdad digital entre los alumnos universitarios de los países desarrollados y su relación con el rendimiento académico, y uno mío, De los portátiles a las competencias: Superación de la brecha digital en la educación — toman sus datos de Catalunya, España y Europa.
Simplificando mucho, y centrándonos en el caso español, hay bastantes datos (de hecho, muchísimos) que muestran que la brecha digital en las aulas españolas no se debe (en su mayoría, aunque hay excepciones, por supuesto) a una falta de infraestructuras (ordenadores, conectividad) sino a una (1) falta de competencias digitales y a (2) una deficiente adaptación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación a la enseñanza y el aprendizaje.
Así — y esto es ya una opinión personal, aunque en mi artículo lo fundamento con datos —, proyectos como Escuela 2.0 (para cuándo más información sobre el proyecto en esta web…) no parecen atacar las necesidades reales en materia de Sociedad de la Información y Educación.
Más información
Monográfico: Contextualizando la brecha digital en la Educación Superior.