Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 29 mayo 2010
Categorías: Cultura
Otras etiquetas: balzac.tv, nikodemo
4 comentarios »
Con apenas unas horas de diferencia, cierran dos proyectos bien populares en el ámbito castellanoparlante de la web: Balzac.tv y Nikodemo. Me veo incapaz de hablar de su calidad, éxito comercial, sostenibilidad financiera y otras variables, básicamente por falta de datos y para evitar entrar en subjetividades.
Sí creo que vale la pena incidir en tres aspectos que creo que han concurrido en el cierre de ambas iniciativas, y que creo que son tres grandes retos (probablemente los más importantes) que actualmente enfrenta todo proyecto que pretenda hacer negocio con los contenidos digitales en Internet (en orden inverso de importancia):
Endogamia
En España solamente un 8% hace un uso avanzado de Internet y solamente un 6% del total de ventas se hacen online (más datos en Goverati: ¿Una alternativa a la democracia representativa?). Aunque el uso de los medios sociales es ya muy elevado y sigue una tendencia creciente, quienes hacen un uso intensivo de la Red son todavía pocos. Y la oferta de Balzac.tv y Nicodemo, aunque de corte muy popular, me aventuro a afirmar que debía tener una base muy estrecha, centrada la intersección de una determinado estrato socioeconómico, tramo de edad y entorno/perfil cultural/educativo específico: el perfil del internauta experto.
Un modelo económico basado en audiencia con una población potencialmente limitada por una pequeña base es un problema. Puede que no a corto, pero sí a largo plazo. ¿Soluciones? Héctor Milla apunta unas cuantas en la entrada de despedida de Balzac.tv que, por algún motivo, no parecen haber llegado a tiempo. En general, la cuestión debe estar en salir de la blogocosa, diversificar, tener una estrategia crossmedia…
Microfinanciación
Contra el modelo anterior, basado en la cantidad de audiencia, tenemos el modelo basado en la suscripción y el pago por contenidos.
15 años después de la apertura de Internet al público en general, parece que todavía no hemos encontrado una solución fácil, rápida, popular, escalable de articular estructuras de microfinanciación. Conocemos casos de éxito tanto sobre microcrédito como sobre micropagos. Y sin embargo parece ser que no salimos de los casos típicos.
Desconozco si el problema está en destino (la gente es todavía reticente a prestar o pagar por Internet — seguramente es así) o en origen (los contenidos no se valoran — con razón o no — lo suficiente como para apostar o pagar por ellos). La cuestión es que no son modelos generalizados, ni mucho menos.
Y la cuestión es que, con la digitalización de procesos y contenidos, los costes se vienen abajo: parecería lógico que las nuevas estructuras de negocio basadas en costes bajos y pequeños nichos de mercado tuviesen a su alcance nuevas estructuras de financiación basadas en microaportaciones. Pero todavía no es así.
Volatilidad de audiencias y contenidos
Las cadenas de televisión saben lo que cuesta retener una audiencia. En un mundo donde los canales no se cuentan por decenas o por centenares sino por miles o por millones, retener la audiencia en Internet es un problema varios órdenes de magnitud superior que en el caso de la televisión.
Por otra parte, mientras las televisiones se estructuran como grandes empresas de contenidos (en plural), la mayoría de iniciativas online se estructuran como proyectos productores de contenido (en singular): empresas vs. proyectos, contenidos vs. contenido. Aunque esta es una burda simplificación, espero que sirva de ejemplo didáctico: mientras cualquier cadena española puede sacar de la parrilla un programa que se muere y sustituirlo por algo nuevo y fresco (seguramente nuevo y fresco en apariencia, pero ahora no hablamos de eso), Nikodemo no puede deshacerse de Cálico Electrónico y Balzac.tv no puede deshacerse de la comedia humana del XXI porque, a muchos efectos, lo uno es lo otro y lo otro es lo uno. Empresas vs. proyectos, contenidos vs. contenido.
No pretendo dar lecciones a nadie. Al menos no a los empresarios, ni a los que sobreviven ni a los que tienen que cerrar. En cualquier caso, sí un aviso a navegantes a quien pueda hacer algo por alimentar la demanda en la Sociedad de la Información española, tanto desde gobiernos como desde la iniciativa privada. Algunos aspectos a considerar:
Seguramente hay mucho más que reflexionar, pero esto eran solamente tres breves comentarios.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 26 mayo 2010
Categorías: SociedadRed
Sin comentarios »
El Pew Internet & American Life Project acaba de publicar un nuevo informe, Reputation Management and Social Media, acerca de la identidad digital de las personas (la muestra pertenece a ciudadanos de EEUU): cómo la gente la crea y gestiona, cómo se busca información acerca de terceros, la relación entre identidad digital y redes sociales, etc.
El informe es muy completo y de él se pueden sacar muchas conclusiones o, cuanto menos, interesantes reflexiones. Apunto a continuación las tres que más me han llamado la atención:
- Igual que nos acicalamos para salir a la calle y nos importa nuestra imagen pública, así debería importarnos nuestra imagen digital, persona digital, identidad digital o como quiera que queramos llamarla. La cantidad de personas que han creado una imagen de sí mismos en Internet ha crecido notablemente en los últimos años, en muchos casos gracias a las redes sociales, uno de los grandes factores de la popularización de Internet entre los más rezagados digitalmente. Y la cantidad de personas que han buscado y encontrado información sobre terceros en Internet se ha incrementado de igual forma. En algunos casos para recuperar un contacto perdido; en muchos otros por temas profesionales o personales no vinculados con la mera amistad.
- Las generaciones más jóvenes (18-29) son los que siguen llevando la delantera en muchos aspectos de la vida en línea. Entre muchos otros, son los jóvenes los más preocupados — o los más informados — y los que han tomado muchas más iniciativas respecto a cuestiones delicadas como la privacidad y la seguridad. Nativos digitales o no, la cuestión es que puede que lleguen tarde a algunos debates (es decir, no preveen los problemas sino que se dan de bruces con ellos) pero sin lugar a dudas son los que tienen más reflejos y más capacidad de respuesta.
- Gran parte de la web sigue siendo cosa de machos. Aunque esta interpretación es algo parcial y personal, los datos muestran que los hombres son los que más buscan información sobre los demás, los que comparan más el «logro» o el «éxito» social y profesional ajeno con el propio, y los que en mayor proporción dicen dedicar tiempo a «venderse» (
market themselves
) online.
El último punto ha venido a ser una confirmación de algo que a menudo comentamos en casa. No es sorprendente en absoluto: en mi opinión, muchas cuentas Twitter y muchos blogs son tan fálicos como otras tantas motos de gran cilindrada o coches tuneados, con mucha chapa y poco motor. Bien harían, estos últimos, de aprender de los usos que a los medios sociales dan las comunidades de hacer punto, que en lugar de marear la perdiz, están más por la labor, valga la redundancia.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 22 mayo 2010
Categorías: Infraestructuras, SociedadRed
3 comentarios »
La Comisión Europea acaba de publicar el informe Digital Competitiveness Report (PDF, 865 KB), al que acompaña un documento con los perfiles TIC de los países comunitarios (PDF, 467 KB).
En el caso español no hay muchas novedades, aunque vale la pena recordarlas una vez más. Entre los principales avances, los siguientes:
- 99% de escuelas equipadas con recursos TIC;
- más de 3 millones de usuarios de móviles de tercera generación;
- 97% de los médicos de atención primaria tiene acceso a la historia electrónica de sus pacientes;
- las infraestructuras TIC han sido mejoradas en más de 6000 centros de salud;
- más de 11 millones de españoles tienen DNI electrónico, lo que les da acceso a unos 2500 servicios públicos en los tres niveles de la Administración (nacional, regional y local);
- la TDT cubre más de un 98% de la población.
Mi primer comentario es previsible: hablemos de impacto. Que casi todos lo médicos puedan acceder a las historias médicas es una gran noticia, pero todavía sería mejor si lo hicieran. Que haya 2500 servicios públicos accesibles a golpe de DNI es muy buena noticia y somos referente mundial al respecto, pero sería todavía mejor si se utilizaran con intensidad.
El segundo comentario es que el hecho que el 99% de escuelas se hayan equipado con recursos TIC nos dice poco o nada: que el director de la escuela (y solamente él) tenga Internet en el ordenador ya sitúa al centro en cuestión como escuela equipada, al mismo nivel que otra escuela que tenga dos ordenadores por estudiante y 100 megas de bajada por cabeza. Lo mismo para los centros de salud y sus infraestructuras TIC.
La Comisión Europea nos advierte también en la primera línea: los ciudadanos españoles no son usuarios intensivos de Internet. Tenemos menos usuarios intensivos que la media y el 36% de la población no se ha conectado jamás. Leemos el periódico en línea, nos bajamos música y películas, y estudiamos por Internet, pero en el resto de servicios en línea (y son muchos: hay tantas posibilidades en el gobierno electrónico y el comercio electrónico…) puntuamos muy por debajo de la media (y es una media, no un máximo).
Toca, en mi opinión, dejar de pensar en más infraestructuras (aunque mejorar la banda ancha debería seguir siendo una prioridad) y diseñar estrategias agresivas de demanda para incorporar más gente a la Red y a que la usen más y mejor.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 18 mayo 2010
Categorías: Cultura, Derechos
2 comentarios »
Leo en Nación Red que el Congreso rechaza la exención de derechos de autor en actos benéficos
, así como los motivos que los contrarios a la propuesta esgrimieron, como por ejemplo que no cobren los técnicos o el daño infligido a los propietarios de los derechos de propiedad intelectual.
Creo que esto es mezclar las cosas y está muy relacionado con esta otra noticia: Los músicos ingresaron por primera vez en 2009 más por el canon digital que por la venta de discos, noticia que el El País encabezaba con un algo no funciona bien
.
La naturaleza económica de los derechos de propiedad intelectual
Los derechos de autor no son lo que uno considera «trabajo», sino que se asemejan más al concepto de «capital», con lo que las rentas que generan dichos derechos de autor no son rentas del trabajo, sino del capital (valga la redundancia). Aunque en la creación de (pongamos) una grabación sonora (también conocida como canción) concurren muchas personas, estas ya cobran por su trabajo, ya sea directamente (el técnico de sonido o el guitarrista de estudio con un ingreso en cuenta según las horas dedicadas) o indirectamente (a través de una participación en los beneficios futuros).
Ahora bien, una vez tenemos la canción grabada, esta se parece mucho a un local que podemos alquilar, un dinero que podemos prestar o un telar que ponemos a producir (sólo que aquí no se produce una tela, sino unas sensaciones en los oyentes — para el caso, lo mismo).
¿Pagar o no pagar al autor?
Esta dicotomía es falsa en la mayoría de los casos: siguiendo con el caso de la música, los músicos menos conocidos (casi todos ellos) cobran un sueldo por grabar (por un trabajo) — o por fichar por la discográfica (entran en nómina en una empresa) — y el resultado de la grabación (el capital) se lo queda la discográfica. Y el dinero, el de verdad, lo hacen trabajando más: conciertos y demás. Es decir, el artista trabaja y el propietario (como el dueño de una empresa) hace trabajar el capital.
Lo que algunas personas proponen es, en el fondo, colectivizar la propiedad del capital y que los autores sean unos asalariados: se les paga por crear y, una vez está creado, si quieres cobrar más tienes que crear más. Es una opción tan válida como cualquier otra, pero que requiere cambiar el modelo de propiedad (intelectual) que tenemos ahora de arriba a abajo, por no hablar de cómo remunerar o incentivar a la creación a dichos autores.
En cualquier caso, lo que pone de manifiesto El País es que nuestros creadores se han convertido en capitalistas (en el sentido estricto de la palabra, sin ningún tipo de connotaciones). Como tales, están más interesados (incentivados sería más correcto) en gestionar y explotar su capital, que en crear más capital, ya que el retorno de la inversión es mayor en el primer caso. La pregunta lógica es: ¿es esto lo que queríamos al otorgar unos derechos de propiedad intelectual a los creadores? ¿Pretendíamos con ello que crearan más… o que pasasen su tiempo gestionando su (en muchos casos exiguo aunque jugoso) patrimonio?
¿Pagar o no pagar en actos benéficos?
Hecha la anterior distinción entre rentas del capital y rentas del trabajo, no ha lugar la comparación entre que el técnico de sonido trabaje gratis en un acto benéfico o que la música sea cedida gratuitamente. En el primer caso, el trabajador sale perdiendo: destina un tiempo (laborable) a una tarea que no le reportará nada, mientras que de hacerlo en otro evento (lucrativo), le reportaría un sueldo. En el segundo caso, el capitalista deja de ganar unas rentas del capital (la obra cuya propiedad ostenta), pero no pierde con ello. Perder y dejar de ganar es muy distinto (parece mentira que todavía estemos discutiendo estos conceptos elementales).
Dicho de otro modo: es como pedirle a nuestro vecino el albañil que nos arregle el baño o bien que nos preste la gaveta para que nos lo hagamos nosotros. En el primer caso, pierde dinero (podría estar arreglando otro baño y cobrar por ello). En el segundo, ni gana ni pierde (y menos si el capital es un intangible que podrá reproducirse simultáneamente en 1000 sitios distintos por los que sí vamos a cobrar).
Es más, se da a menudo la situación donde el músico (en condición de trabajador) está dispuesto a perder dando el concierto gratis, mientras que quién tiene los derechos de las canciones (en condición de capitalista) no está dispuesto a dejar de ganar.
Por supuesto, el capitalista está en su derecho de hacer con su capital lo que quiera. Sin embargo, teniendo en cuenta que el capital intangible no se desgasta con su uso, la propuesta del diputado Joan Tardá me parece moralmente loable a la vez que económicamente sostenible.
Sea como fuere, es cada vez más acuciante la necesidad de reformar el sistema de propiedad intelectual entero, para que nuestros creadores creen (en lugar de gestionar sus creaciones) y para que el bien común se beneficie de las creaciones de los mismos en su justa medida: ni más… pero tampoco menos.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 17 mayo 2010
Categorías: Política
Otras etiquetas: consultadiagonal
6 comentarios »
Ayer tuvo lugar un proceso participativo para la reforma de la Avenida Diagonal de Barcelona. La consulta partía del punto que una de las principales arterias viales de la ciudad debía reformarse para mejorar la movilidad dentro de la misma. Se ofrecían tres opciones: dos de cambio y una tercera que significaba dejar las cosas como están. Ganó esta última con un 80% de los votos de una exigua participación del 12% del censo.
En el momento de conocerse los resultados, el alcalde Jordi Hereu afirmó que se había puesto de manifiesto el distanciamiento del consistorio con la ciudadanía, y aunque con otras palabras, calificó el proceso participativo de fracaso total. Sí con estas palabras lo tildaron propios y extraños, pidiéndose dimisiones — tan devaluadas como las huelgas de hambre… — a diestro y siniestro.
Lo que fue mal
Dos grandes aspectos fueron mal — o fatal — en la consulta.
El primero fue de carácter técnico: durante todo el proceso fueron apareciendo irregularidades que, a mi modo de ver, deberían haber invalidado el mismo de forma fulminante. Desde la probada suplantación de identidad en el voto hasta la presentación nada equitativa de las distintas opciones a ser votadas, donde la visibilidad de la opción C (no cambiar nada) palidecía a la sobra de las otras dos.
El segundo aspecto fue, a tenor de las críticas, el partidismo del gobierno por una de las dos opciones y, en cualquier caso, contra lo que muchos han tildado de inmobilismo. El último ejemplo apuntado en el anterior párrafo es uno de tantos otros donde el gobierno no solamente ha sido parcial, sino tendencioso.
Lo que fue bien
En mi opinión, y ligando con mi última afirmación, no creo que un gobierno deba mantenerse neutral. Aunque seguramente es más higiénico que lo haga su grupo político, también considero transparente que el Alcalde y su equipo se pronuncien sobre su opción preferida. Entre otras cosas porque son quienes tienen más y mejor información sobre el asunto.
Por supuesto, que uno se pronuncie no debe ir en detrimento de la publicidad de las otras opciones y, ni mucho menos, confundir informar a los ciudadanos con hincharlos a propaganda para loor y gloria del alcalde — que es lo que muchos, oposición y ciudadanía han achacado a este proceso.
Dicho esto, lo que fue bien, en mi modesta opinión, fue que se diera el hecho en sí, que hubiera una consulta, que esta tuviese lugar con independencia del resultado final.
Y es ahí donde discrepo con la mayoría de afirmaciones que he oído entre ayer y hoy.
¿Democracia?
La democracia no es convencer ni ganar, sino participar. Y no solamente en la votación, sino en el debate previo.
Identificar una consulta cualquiera — con las excepciones naturales de unas elecciones o una moción de confianza/censura — con un plebiscito sobre el gobierno es un signo de lo enfermas que están nuestras democracias. Es insultar al ciudadano que se ha tomado su tiempo en informarse, en debatir, en contrastar. Por no hablar del tiempo que se ha tomado en votar.
Me parece inaudito que el alcalde crea que su gobierno está lejos de la ciudadanía
y no ha sabido escucharla
, precisamente cuando ha tenido el valor y energías para consultarle su opinión. Solamente se entienden estas afirmaciones si al alcalde le importaba un rábano la opinión de sus conciudadanos y lo que buscaba era un baño de multitudes que confirmara su visión de estadista.
La misma opinión me merece la oposición, por idénticos motivos y por pensar que una consulta es algo tan extraordinario como unas elecciones, o por pensar que las consultas se ganan o se pierden porque los votantes son rebaños amansados que deben responder a sus consignas abyectas.
De las mil teorías que intentan describir la democracia y la acción política que en ella se circunscribe, me quedo con dos:
- La primera dice que los gobernantes son personas elegidas entre sus pares, personas que abandonan sus propias convicciones para erigirse en gestores del interés común, así como sabios capaces de ver un poco más allá — ese más allá es el que difiere según ideologías, claro — y guiar a la comunidad hacia metas que hagan incrementar el bienestar de todos.
- La segunda afirma que gobernantes, políticos y partidos son maximizadores de votos. Ni ideas, ni metas, ni gestión, ni niño muerto. Se comportan como un comercial cuyo objetivo es maximizar ventas, pero en lugar de p.ej. coches, venden votos: montan su campaña comercial, atacan a la competencia, invierten todo el dinero en el envoltorio, se aseguran que su producto esté en todos los medios y en los mejores lugares del supermercado (político).
Y mientras algunos votaron por una u otra Diagonal en Barcelona, confiados que les pedían su opinión, su implicación en la construcción de su ciudad, lo que otros tenían en mente era un estudio de mercado.
Algunos se estarán riendo entre dientes tildándome de ingenuo: mientras, nosotros cabalgamos.
Por Ismael Peña-López (@ictlogist), 16 mayo 2010
Categorías: Comunicación, Política
Otras etiquetas: escacc
4 comentarios »
La televisión pública es, o debería ser, un bien de interés general.
Los bienes de interés general responden a dos grandes necesidades:
- Proveer de forma colectiva a los individuos de aquellos bienes que, a pesar de necesitarlos, no se pueden permitir aunque haya un gran consenso sobre su bondad y conveniencia. Por ejemplo, la educación.
- Proveer de forma colectiva bienes que en público se reconoce que son necesarios, pero que en privado nunca uno se gastaría un duro en ellos. Por ejemplo, la creación de un cuerpo de defensa cuando ningún enemigo nos ataca o la construcción de un hospital cuando nos encontramos muy bien.
La cultura forma parte de estos bienes de interés general: todo el mundo quiere bibliotecas, y auditorios, y bardos y juglares, y todavía más bibliotecas, pero puestos a elegir dónde gastar el sueldo, preferimos ir al estadio (de fútbol) y dejar la cultura para el día del libro. Así las cosas, el Estado se apropia de la televisión como una plataforma inigualable de transmisión cultural, el continente se confunde con el contenido y aparece la televisión pública como bien de interés general.
El contenido (de interés público y pagado con los impuestos de todos, que de eso versan los contratos sociales) es difundido de forma gratuita por las ondas hertzianas. Si alguien lo quiere bajo demanda, debe pagar. ¿Por qué? En una era anterior a la digital, el almacenamiento tiene un coste, la localización del original requiere un tiempo (y el dinero de quien lo consume), la copia tiene un coste, y el envío tiene también un coste. Como el uso individual sobrepasa el ámbito del interés público, toca sacar la cartera.
De un tiempo a esta parte, muchas televisiones se han apuntado a la moda de colgar los contenidos en Internet. Con la digitalización de los contenidos, y si la maquinaria de gestión interna está bien diseñada, el coste de hacerlo es ínfimo (es cierto que no es nulo pero, insisto, un buen diseño lo hace irrisorio en comparación con otros descalabros presupuestarios ). El almacenamiento para el depósito o para ponerlo a disposición del público es prácticamente el mismo, el coste de localizar los «originales» es nulo si la catalogación está bien hecha, el coste de la presentación puede incluirse en el mismo proceso de catalogación y almacenamiento, y la distribución, si bien no tiene un coste nulo ni despreciable, es, de nuevo, pequeño en comparación con otras partidas.
Para mi sorpresa, sin embargo, muchos de estos programas que se ponen a disposición del público en formato digital — 3alacarta o TVE a la carta, por poner sólo dos ejemplos — no permiten ser descargados al ordenador, ya sea para su conservación, para verlos más tarde y sin conexión, para pasárselos a un familiar o amigo sin nuestra infraestructura, etc. En Televisión Española he sido incapaz de encontrar la forma (la forma fácil: formas siempre hay), y en 3alacarta sólo algunos (no todos los) programas tienen la opción de hacerlo a través del podcast, una opción tan escondida como arcana para una buena parte de la población.
¿Por qué este «sí pero no»?
La única razón que encuentro es la que nos cuenta «Tita Cervera» parodiada por Muchachada Nui, verdaderos pioneros de la televisión española por Internet que, mucho antes de tener la web oficial que ahora tienen, se dedicaban a subir sus vídeos en YouTube:
Es decir, eso del YouTube está muy bien, pero mira la tele que la audiencia es la audiencia. Que los vídeos de las televisiones a la carta obedecen, a mi humilde entender, al mismo criterio: id a la página que lo que cuenta son las métricas, las visitas al sitio web (oficial), y el número de veces y el total de minutos que habéis empotrado vuestros ojos en la web, en nuestra web, en la oficial.
En mi opinión, hemos subvertido los términos. Lo que era un bien de interés general no era la televisión, sino los contenidos que producía y emitía. Que esto haya ido unido lo uno a lo otro durante 80 años no debería cambiar la naturaleza de las cosas. Repetimos: lo que es un bien de interés general es la cultura, no el soporte con que la distribuimos.
Los programas de producción propia ya están pagados, y con los impuestos de los contribuyentes (o con los anuncios, aunque a final de cuentas, vamos a parar allí mismo): el resultado es o debería ser de los ciudadanos, y debería perseguir , por ondas hertzianas o por ADSL, el objetivo de desembrutecerlos y sacarlos de la inmundicia cultural a que son sometidos de forma constante. Y eso quiere decir que, una vez hecho el producto (cultural), cuanto más se extienda, mejor.
Señores de las televisiones públicas, si les place, hagannos fácil descargarnos los programas para desburrificar, que vienen elecciones y, a pesar del desconsuelo y la desesperanza, intentaremos votar y votar informados.