Perdonen que no suba a las buhardillas virtuales a desenterrar las referencias. Pero las hay y bastantes. De forma creciente, los informes sobre los patrones de uso de Internet nos muestran que los usuarios «no ven» los anuncios. Se lo podemos preguntar, podemos mirar a través de los clics, o a través de sus ojos: la cuestión es que el usuario «no ve» la publicidad en las páginas web.
En un artículo de hace más de un año, Montse Peñarroya afirmaba que el triángulo de oro de Google seguía siendo válido y que los menores de 25 tienen muy claro que los Adwords laterales son publicidad y que por lo tanto no merecen su atención. Contundente.
Pero la otra pregunta es: ¿si no cerramos, tendremos que cerrar? es decir, si no ponemos los contenidos detrás de un pago, tendremos que abandonar el negocio?
La invisibilidad de la publicidad en Internet no es una cuestión trivial. De hecho, no es ni siquiera una afirmación figurada, sino literal.
Adblock Plus es un pequeño programa que, instalado en el navegador Firefox, bloquea gran parte de la publicidad online. El funcionamiento es bastante sencillo: allí donde el código de una página dice «aquí va el anuncio», Adblock lo detecta y lo hace invisible. Y como el directorio de anuncios lo alimenta una comunidad de usuarios y se actualiza constantemente con sus contribuciones, yo hace tiempo que no veo anuncios ni en Google ni en Facebook. Y cuando cambien la forma de enseñármelos, Adblock ya encontrará la forma para hacérmelos invisibles de nuevo.
A las preguntas sobre si cerrar los contenidos es una opción, se contraponen las preguntas sobre si confiar en la publicidad también es. Por sí sola no parece que funcione y las opciones que piden por favor-por favor a los visitantes de una página que hagan donaciones o clic en los anuncios me parecen tan bien intencionadas como poco fundamentadas (y lo dice un rousseauniano: pregunten a los hegelianos, pregunten …) .
Entre cerrar (contenidos) y cerrar (la empresa), qué opciones quedan?
Ayer tuve una charla con Pilar Pérez sobre cómo tienen las PYMES que jugar en las redes sociales, especialmente si desean buscar (y encontrar) profesionales que incorporar en sus plantillas.
En resumen, mi opinión es que dudo que las redes sociales profesionales — Linkedin, Xing u otras generalistas y verticales —, en sí mismas, sirven para poco o nada. Que es difícil encontrar talento, y que es difícil fiarse de lo que uno encuentra habida cuenta que no hay forma de saber si lo que allí se dice es verdad, medio-verdad o mentira.
Eso no significa que la red no pueda ayudar a encontrar dicho talento. En el fondo, Internet replica en muchos aspectos lo que hacemos o hacíamos offline en el mundo profesional (ferias, congresos, directorios de profesionales, etc.) y lo que hay que hacer es encontrar la réplica de esos espacios en la virtualidad. Y las redes sociales profesionales puede que sean solamente parte de los espacios profesionales en Internet.
La misma explicación, por puntos y más a fondo, siempre subjetiva y siempre personal y sin fundamentar con datos:
Redes sociales y búsqueda de talento
Las redes sociales ayudan a hacer emerger los contactos que uno ya tiene. Como todo catalizador, facilitan las cosas (y a menudo mucho), pero no hacen magia.
Ayudan a encontrar contactos de segundo nivel (amigos de tus amigos), pero de forma parecida a cuando antes pedíamos a un amigo que nos pusiese en contacto con «alguien que sepa de…». Antes era por teléfono, ahora mediante red social: nuevamente el papel de catalizador o multiplicador, no de generador.
Dada la falta de rigor en el uso de las redes sociales, el «valor»
de los amigos de los amigos es, como poco, difícil de verificar: ¿a quién y en base a qué aceptamos como amigo/contacto? ¿a quién y en base a qué recomendamos en estas redes? Hay prácticas de todo tipo, y es difícil saber cuál es la que está en línea con nuestra propia filosofía.
Esto perjudica especialmente a las grandes empresas o departamentos de Recursos Humanos «generalistas» que tienen que buscar perfiles dispares (p.ej. el departamento de RRHH de una multinacional selecciona decenas de perfiles distintos).
Esto perjudica muy especialmente estrategias reactivas o pasivas, el actuar solamente cuando se necesita a alguien: hay prisas, hay desconocimiento de los principales activos de cada perfil (¿hasta dónde sabe un cazatalentos del perfil que busca si ayer buscó uno completamente distinto?.
Qué pueden (o deben) hacer las PYMES en Internet
Ser proactivo: conocer el pulso del mercado antes de necesitar un profesional. Eso le permite saber los perfiles al alza y, sobre todo, quién despunta por tenerlos. Por supuesto, esta política trasciende la selección de personal misma, pero esto es otra cuestión.
Establecer una relación (pro)activa con los profesionales del sector, tal y como solíamos hacer offline.
aprender quién es quién a largo plazo a base de intercambiar
opiniones y recursos con profesionales del sector.
Encontrar dónde se mueven los profesionales del sector y participar
en esos foros (redes). Es en el día a día donde conoceremos los potenciales profesionales con los que queramos trabajar (incorporándolos a nuestra plantilla o mediante otro tipo de colaboración).
Por supuesto, el departamento de RRHH de una multinacional no puede estar a todas. Pero hablamos aquí de una PYME o una microempresa, caracterizada por una alta concentración de profesionales de un mismo sector y donde la mayoría de profesionales trabajan en la cadena de valor de la misma. Pensemos en un estudio de diseño gráfico, una pequeña gestoría, un taller mecánico, una clínica veterinaria, etc.
¿Ejemplos?
A centenares, pero nos quedaremos con uno: Cadius, la comunidad de profesionales dedicados a la usabilidad, la arquitectura de información y el diseño de interacción.
En definitiva, ¿las redes sociales nos ayudarán a encontrar y contratar buenos profesionales? Ni sí, ni no, sino todo lo contrario. Las redes sociales son una herramienta más, y lo que cuenta es quien la maneja y con cuanta habilidad, con lo que volvemos a lo de siempre: competencias profesionales, que poco o nada tienen que ver con Internet, y competencias digitales, para saber poner articular las anteriores en un nuevo paradigma digital.
Hace unos meses, en un foro de educadores — soy incapaz de recordar dónde y con quién, aunque sí recuerdo que era de ámbito internacional, como puede deducirse a continuación — andábamos mareando la perdiz tratando de dirimir la diferencia entre education y training. En castellano estas palabras suelen traducirse ambas por educación, aunque la segunda a veces también recibe los sinónimos de formación o capacitación, que en ningún caso añaden el sentido de «práctica» que tiene un training.
Uno de los participantes — por algún motivo tengo en mente a Graham Attwell, pero bien podría haber sido otro, así es mi mala memoria — zanjó el asunto con un categórico:
¿Tú qué quieres que tu hija haga en la escuela, sexual education o sexual training?
A la carcajada siguió un asentimiento global: estaba meridianamente clara la diferencia entre ambos conceptos, quedando manifiesto el carácter «informativo» o «teórico» de education frente al absolutamente «práctico» o «aplicado» de training.
Dice San Juan (8,32) que veritas liberabit vos, a saber, que la verdad (n)os hará libres. No me atrevería a afirmar que la educación sexual sea la Verdad, pero sí que se compone de pequeñas verdades que ayudan a:
Prevenir enfermedades de transmisión sexual;
contribuir a la comprensión de uno mismo;
contribuir a la comprensión de los demás, especialmente los del sexo opuesto;
hacernos más tolerantes, especialmente con las distintas formas de vivir la sexualidad;
desmontar mitos igual de aterradores como sometedores y esclavizantes;
etc.
Como todo el mundo, yo también tengo una opinión de cuán lejos debería llegar la educación sexual en las escuelas, a medio camino entre no enseñar «nada» y enseñar «todo» (ciertamente más cerca del «todo», pero no es este el punto de esta entrada).
Lo que sí sé es que la educación sexual que se da hoy en día en las escuelas no es sexual training. Mucha o poca, demasiada o demasiado poca, lo que se da en las escuelas es información, no práctica. La educación sexual ni promueve la homosexualidad (dejemos al margen si puede promoverse algo como la homosexualidad o la heterosexualidad…), ni la masturbación, ni la felación, ni el aborto, ni el sexo libre, ni los tríos, ni las orgías multitudinarias — menos la homosexualidad, el resto sí lo encontramos en los mítines y ruedas de prensa de políticos y partidos, mireusté. La información jamás impone, obliga, fomenta, promueve, alienta, anima. La información libera. Y lo que haga canda uno con ella, asunto suyo es.
Si queremos tener un debate sereno y, sobre todo, que lleve a alguna parte, deberíamos evitar mezclar realidad y ficción. A continuación, dos cortos sobre el tema. Respeto el derecho de sus autores a expresar su opinión, aunque desearía que (a) hubiese cierta reciprocidad y (b) se hiciese más honor a la verdad de los hechos.
Lo que peor me sabe de todo esto es que, habiendo tanto desmadre sexual en las instituciones educativas, yo sea profesor de una universidad virtual, donde todo nos lo hacemos en casa y por Internet. Una pena.
Me complace anunciar el VI Congreso Internet, Derecho y Política, en esta edición versando sobre Cloud Computing y los retos que esto supone para los campos de la Ley y la Política.
El evento tendrá lugar en Barcelona, el 7 y el 8 de Julio de 2010. Habrá traducción en castellano, catalán e inglés, la inscripción está abierta y es libre.
Programa
Miércoles 7 de julio del 2010
08.30 h
Acreditaciones.
09.00 h
Inauguración.
Pere Fabra, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UOC.
Agustí Cerrillo, director de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC.
09.30 h
Conferencia inaugural (keynote speech): «Privacidad en la nube, ¿un concepto difuso?»
Ronald Leenes, profesor de la Universidad de Tilburg (habrá traducción). Moderadora: Mònica Vilasau (UOC).
10.30 h
Pausa café.
11.00 h
«Mitos y realidades sobre el cloud computing.»
A cargo de EyeOS.
Moderador: Ismael Peña (UOC).
12.00 h
Mesa redonda: «Claves legales para llevar la empresa a la nube.»
Xavier Ribas, abogado, Landwell Global.
Manel Martínez Ribas, abogado, ID-LawPartners.
Ramon Miralles, coordinador de Auditoría y Seguridad
de la Información, Agencia Catalana de Protección
de Datos.
Moderador: Miquel Peguera (UOC).
14.00 h
Comida.
16.00 h
Mesa redonda: «Cloud computing: ¿una nueva dimensión del teletrabajo?»
Javier Thibault Aranda, profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
Carmen Pérez Sánchez, investigadora IN3 (UOC).
Javier Llinares, director general, Autoritas Consulting.
Moderador: Ignasi Beltrán (UOC).
18.00 h
Conclusiones del primer día.
Karma Peiró, responsable de participación, 3cat24.cat.
Jueves, 8 de julio de 2010
9.30 h
Conferencia principal: «La sombra de la nube: el estado de las libertades en la red.»
Karin Deutsch Karlekar, senior researcher and managing editor, Freedom of the Press Index, Freedom House (habrá traducción).
10.30 h
Pausa café.
11.00 h
«De la Administración electrónica a la Administración nube.»
Debate con:
Nagore de los Ríos, directora de Gobierno Abierto y Comunicación
en Internet, Gobierno del País Vasco.
Joan Olivares, director-gerente del Consorcio Administración
Abierta Electrónica de Cataluña.
Moderador: Agustí Cerrillo (UOC).
12.30 h
Mesa redonda: «Persecución del crimen en la red.»
Rubèn Mora, responsable del Área de Seguridad en Tecnologías de la Información de los Mossos d’Esquadra.
Francisco Hernández Guerrero, fiscal, Andalucía.
14.00 h
Comida.
16.00 h
Mesa redonda: «Participación ciudadana en la nube: ¿riesgo de chaparrón?»
Evgeny Morozov. Yahoo! fellow, Georgetown University’s E. A.,
Walsh School of Foreign Service (habrá traducción).
Albert Batlle (UOC).
Moderador: Ismael Peña (UOC).
18.00 h
Conclusiones del segundo día.
Karma Peiró, responsable de participación, 3cat24.cat.
El año pasado la Unión Europea le vendió una fortuna en armamento a Grecia. Ahora le pedimos que recorte el gasto en todas las partidas sociales… pero que nos siga comprando armamento.
El año pasado la Unión Europea le vendió una fortuna en armamento a Israel. Ahora le pedimos que deje(n) de matar(se)… pero que nos siga comprando armamento.
Con una mano nos damos pechadas como una plañidera en un velatorio, nos rasgamos las vestiduras, llamamos a consultas a embajadores y cónsules, firmamos declaraciones y manifestos, exigimos orden y concierto. Con la otra repartimos sanguijuelas que chupan sangre en sentido figurado y en sentido estricto.
— No es tan simple — murmuran quienes tienen en sus manos la posibilidad de cambiar las cosas.
Búsquenme en las elecciones. Ante la abstención, aquellos mismos declamarán:
— No supimos transmitir nuestro mensaje a los desafectados.
A lo que habrá que responder:
— No es tan simple. O, de hecho, es mucho más simple que eso.
Todos los que utilizamos Internet — y por suerte cada vez somos más — hemos recibido alguna vez un mensaje de esos donde un personaje ilustre pontifica sobre la vida, la muerte, o lo que hay entre ambos estadios. Tarde o temprano, una de las víctimas de nuestros reenvíos nos hace notar que la atribución del escrito es falsa: porque (ilustre como es el personaje) sus biógrafos niegan la autoría, porque todavía está vivo y lo niega él mismo, o porque está fechado 200 años después de su muerte.
Hay, sin embargo, una cierta dificultad en verificar la autoría del escrito y, de todos modos, (a) lo que importa es lo que se dice y no tanto quién lo dice y (b) tampoco somos nosotros nadie para ir de investigadores por la vida, que la prioridad es pagar la hipoteca.
Cuando esto lo hacen los medios — por activa o por pasiva — la cosa cambia. Pongamos dos ejemplos.
El primero lo leo en casa de José Antonio Donaire bajo el título Fakes Polítics, donde explica que corre por Internet una falsa noticia supuestamente publicada por France Soir, noticia en que el diario presuntamente le arrancaba la piel a tiras al actual presidente español.
Donaire se ha tomado la molestia de buscar la noticia original y no la ha encontrado. Yo personalmente me he tomado la molestia de buscar la noticia original y buscar también un desmentido por parte de France Soir y no los he encontrado.
En mi opinión, France Soir debería haber respondido. Porque su reputación está en juego. ¿Y cómo sabrá France Soir que le están haciendo saltar por los aires su reputación en la red? Hay formas, muchas formas (publicidad: señores de France Soir, por una módica contribución a mi hipoteca, yo les echo una mano desinteresadamente ;).
El segundo ejemplo es, para mí, todavía más jugoso. A principios de este mes de mayo, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó su barómetro mensual sobre política española. Como era de esperar, la casta política ninguneó y despreció el dato más relevante (todos los políticos suspenden estrepitosamente y, de vivir el s.XVIII, la población les hubiera cortado la cabeza en la plaza del pueblo), y en cambio se ensañó sobre la metodología, las injerencias del gobierno en la encuestología, en el partidismo o neutralidad del ente científico, etc. Un caso de manual de matar al mensajero.
La mayoría de medios de comunicación se limitaron a amplicifar las voces de manipulación, contramanipulación y desmanipulación del CIS, también tapando, de paso, la noticia sobre la baja nota de nuestros políticos, y convirtiendo el caso de manual de matar al mensajero en un caso también de manual de cortina de humo.
Ante tantos casos de manual (y de juzgado de guardia), Alberto Penadés, de la Unidad de Apoyo del Centro de Investigaciones Sociológicas (fácilmente comprobable en la propia web del CIS), publicó un artículo en Debate Callejero titulado La encuesta de intención de voto y las mentiras sobre el CIS, donde defendía la actuación del CIS y, sobre todo, denunciaba cuan fácil era comprobar los argumentos que él mismo aportaba para defender el buen trabajo de su centro.
Alberto Penadés es una persona real que realmente trabaja en el CIS. Pudiera ser, sin embargo, que el artículo en Debate Callejero se le atribuyese falsamente. Pero la cuestión es que, como en los mensajes humanitarios de los poetas que mencionábamos hace unos párrafos, el contenido del artículo es del todo pertinente y es lo que de verdad cuenta.
Cuando se abre la caja de los truenos sobre el periodismo ciudadano, sobre si quien tiene un blog es un periodista, sobre el papel de los periódicos, sobre la calidad contra la cantidad… invariablemente aparece como argumento de la defensa que los periódicos son necesarios porque son los garantes de la democracia, porque son el cuarto poder que mantiene los candidatos a decapitación a raya, porque son los que pinchan donde duele hasta que la información ve la luz.
Y la pregunta es: mientras la arena política española se convertía en una insufrible y atronadora perrera, ¿que hacían los medios? ¿Denunciaban el maltrato a los animales? ¿O les quitaban el bozal y hacían sus apuestas? Yo, personalmente, hubiera agradecido un editorial explicando cómo funciona el CIS y su barómetro, dejando en evidencia los que suspenden no porque el profe los tenga manía, sino porque no hay forma de que se pongan a estudiar.