Salvar la política, no los partidos

Escribe hoy Manuel Rico en El País La cultura y la izquierda hoy donde, aunque no con estas palabras, apela a la responsabilidad de los votantes para no destruir las instituciones políticas — apelar a la responsabilidad siempre me ha parecido una forma de esquivar la propia responsabilidad de fundamentar las ideas que uno defiende con argumentos de peso: quien piensa diferente, es un irresponsable.

Manuel Rico, que no habla de responsabilidad, sí habla de apoliticismo y nihilismo, del sentarse a mirar y a criticar sin ponerse a actuar, entendiéndose este actuar como militar en un partido y/o hacer un voto (¿responsable?) a dicho partido. Desde este punto de vista, movimientos como el 15M se ven como movimientos de contestación cuya militancia no entra en contradicción con militar (también) en la política de partidos.

El punto de vista de Manuel Rico — como el de otros que apuntan hacia el triunfo de la antipolítica o a los enemigos de la casta política — es que la Política, con mayúsculas, solamente puede hacerse desde las instituciones, siendo el resto de opciones que deben venir a reforzar, arropar, o dar legitimidad y autoridad a dichas instituciones.

Niego la mayor.

Si algo, creo, nos enseñan los movimientos que han surgido en los últimos años (¿meses?) fuertemente impulsados por las Tecnologías de la Información y la Comunicación, desde Túnez hasta Occupy Wall Street, con parada obligada en los Indignados españoles, es que estos movimientos no se tratan de una mera evolución sino una revolución en la participación ciudadana en democracia.

¿Significa esto que podemos o debemos prescindir de las actuales instituciones democráticas? En mi opinión, en absoluto. Considero que uno de los efectos secundarios de esta emergencia de goverati es que se están destruyendo las instituciones que unen el empoderamiento personal con la gobernanza del sistema, es decir, que se incrementa la distancia entre el ciudadano y la toma de decisiones. Y que instituciones intermedias como los gobiernos regionales y nacionales tienen un papel fundamental como cadena de transmisión de la voluntad o la soberanía del ciudadano.

No obstante, puede haber otras instituciones democráticas. Si nos preguntamos qué ha conseguido el 15M desde el prisma de la política representativa, el 15m ha conseguido, ciertamente, pocas cosas. No obstante, es probable que no estemos utilizando los indicadores apropiados. No es tanto lo que el 15M ha conseguido por sí mismo, sino lo que puede contribuir a conseguir: en este sentido, el 15M ha devenido una institución democrática en sí mismo, igual que otras plataformas y cuyo diseño están empezando a adoptar algunas nuevas formaciones políticas, estas sí, tradicionales en su estructura formal.

Y volvamos al tema del artículo.

Es sin duda antipolítica y nihilismo lo que muchos hacen al vivir instalados en la crítica mordaz y destructiva, en el purismo de las ideas, en hacer oposición a la oposición mientras esperan la caída — que no derribo — del adversario aunque con él arrastre al abismo al país y la cosa pública. De estos, haberlos haylos, por supuesto.

Hay otros que, desde un punto de vista centrado en las formas, parecen también habitar la antipolítica y el nihilismo. Sin embargo, en el fondo, lo que tratan es de salvar a la política, aunque sea a costa de sacrificar los políticos y los partidos. Hay en algunos movimientos una sincera y esperanzada actividad centrada en la función de la democracia y la participación, no en sus formas, y por supuesto no en sus instituciones.

Lo que muy probablemente estamos viviendo es la emergencia de nuevas formas de participación, de hacer política, nuevas instituciones democráticas que tendrán que aprender a convivir con las existentes. Esta nueva convivencia no se dará sin antes negociar qué instituciones son mejor para llevar a cabo qué funciones, olvidándonos del apriorismo de lo contrario, el axioma de que hay «cosas que tienen que hacer» los partidos, los parlamentos y los gobiernos.

Mientras esto sucede, las viejas instituciones, amenazadas, apelarán a la responsabilidad para defender su razón de vivir. Mientras esto sucede, las nuevas instituciones negarán todo lo aprendido por las tradicionales y amenazarán con lanzarlo por la borda, por inútil.

Y mientras esto sucede, mientras tanto, mientras debatimos sobre el cómo, se nos queda el qué en manos de unos desaprensivos.

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A quién penaliza el diferencial de IVA entre el libro de papel y el electrónico

La reforma del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) que establece el Real Decreto-ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad implica, entre muchas otras cosas, la aplicación de distintos tipos impositivos a los libros según su soporte: 4% para los libros en papel, 21% para los libros en soporte electrónico.

Esta medida ha sido criticada tanto por suponer una discriminación entre los lectores que utilizan distintos soportes para leer como por lo difícil de controlar una distinta imposición en el ámbito de la Unión Europea y para los contenidos electrónicos.

¿Tiene sentido esta discriminación? ¿A quién beneficia y a quién perjudica?

Un libro es un libro

Empecemos por definir algo básico: qué es un libro. Es habitual oponer el libro-libro al libro electrónico. El humorista gráfico El Roto — cuya opinión por lo general comparto — ha realizado algunas viñetas desde ese punto de vista:

En mi opinión, la identificación del continente por el contenido va en este caso más allá de la metonimia para entrar de lleno en el terreno de la falacia: el libro es el contenido, lo que se dice, la creación artística, con independencia de si se presenta en tóner sobre papel, en tinta sobre pergamino egipcio, en escritura cuneiforme sobre piedra sumeria… o como un archivo digital.

Es importante hacer esta distinción por dos razones:

  1. Por una mera cuestión de construcción, debemos suponer que el mismo libro no se puede gravar de forma distinta: la obra, la misma obra, no puede ser gravada de forma distinta. Es totalmente ajeno al sentido común.
  2. Si la misma obra no puede ser gravada de forma distinta, y sin embargo tenemos distintos tipos para soportes distintos, es evidente que lo que se grava es el distinto soporte. Los diferentes tipos de IVA para el libro en papel y el libro electrónico no gravan, pues, el libro en sí, sino los distintos soportes, al menos en lo que los diferencia: 17 puntos.

Dicho esto, y para simplificar, supongamos que:

  • El libro, la obra, el intangible, soporta un 4% de IVA;
  • el papel está libre de impuestos;
  • el soporte electrónico soporta un 17% de IVA (al que hay que añadir el 4% que soporta el libro).

Analicemos ahora a qué objetivos puede responder esta discriminación no entre libros, sino esta discriminación impositiva entre la industria del papel y la industria de la tecnología digital.

Consecuencias de gravar la tecnología digital en los libros

Dado que lo que discriminamos no es el mismo libro, sino los distintos soportes, veamos qué hay detrás de éstos y cuál es la composición de costes de los mismos.

En un artículo de marzo de 2010 en el New York Times, Math of Publishing Meets the E-Book, aparecía la separata The Economics of Producing a Book donde se desglosaban los costes de sacar un libro al mercado. Se planteaban 3 escenarios: libro en papel de 26$, libro electrónico de 13,99$ y libro electrónico de 9,99$.

A continuación se plantean estos tres escenarios — pasados a euros con una regla de 1 a 1 — y a su vez en tres escenarios distintos: sin IVA, con un IVA que se añade a los costes y con un IVA totalmente absorbido por los editores (se mantiene el precio a costa de los márgenes). Se presenta esta información de dos formas: en términos absolutos (€) así como términos relativos al total de los costes:

En los gráficos anteriores se pueden apreciar fácilmente las siguientes cuestiones — algunas obvias, otras no tanto y dependerán seguramente de cada editorial:

  • Imprimir un libro en papel cuesta mucho más que un libro electrónico. Se incrementan, sobre todo, los costes de producción así como los de intermediación por venta al detalle (librerías).
  • Los autores cobran más cantidad en un libro en papel, pero cobran menos en proporción sobre el total en el libro electrónico.
  • Los márgenes en el libro electrónico son iguales o superiores al papel en términos absolutos, pero el doble en términos relativos (NOTA: hablamos de márgenes del editor porque así lo apuntaban en el artículo original del NYT, «profit»; es muy probable, no obstante, que no toda la parte del editor sean beneficios).

El hecho de que los márgenes sean mucho mayores significa que es probable que haya lugar para absorber el IVA por parte de los editores, con lo que vamos a analizar el impacto del IVA en ambos casos: cuando el IVA se añade al total (lo habitual) o bien el precio queda inmutable porque el editor se come todo el impuesto a costa de sus beneficios.

El IVA como impuesto sobre los beneficios

Discriminar el IVA de los libros según su soporte físico podría tener un sentido económico tanto audaz como beneficioso (aunque más sobre esto después) si los editores compensan el impuesto contra beneficios. Así, el consumidor se quedaría igual y lo que estaríamos viendo no es realmente un impuesto sobre el consumo, sino un impuesto sobre los beneficios.

Hay, no obstante, dos objeciones a a que esto suceda o bien a que sea una cosa buena a largo plazo. Primero, la misma existencia de altos márgenes implica que el mercado de libro electrónico no está maduro o bien que hay ciertas inflexibilidades que alteran el equilibrio entre demanda y oferta. Aunque el tiempo lo dirá, no parece probable que el IVA vaya ir en detrimento de los beneficios.

Por otra parte, y como veremos con mayor detalle a continuación, el libro electrónico es (o debería ser) la parte más innovadora y lucrativa innovación de un sector, el editorial, más que maduro y consolidado. Si bien gravar los beneficios puede reportar ingresos a corto plazo, a largo plazo supone una losa en esa parte del sector más dinámica e innovadora, penalizando la renovación del sector a través de la inversión en I+D+i.

El IVA como impuesto a la innovación

Un impuesto, más allá de su objetivo recaudatorio, puede tener también un afán finalista: variar las pautas de consumo. Se puede gravar más el tabaco o la gasolina porque queremos disminuir comportamientos poco saludables (para la persona o para el medio ambiente). Lo mismo ocurre con las subvenciones: subvencionamos el cine o las energías renovables porque creemos que debe fomentarse la cultura o la protección del medio ambiente.

La estructura de costes del libro en papel y el libro electrónico tiene dos diferencias fundamentales:

  1. El coste medio de la la producción «física» del libro electrónico es 8 veces inferior a la del papel (aunque sin dudas es muchísimo inferior cuantas más veces se reedita un libro, dado que los costes marginales del libro electrónico tienen a cero).
  2. El coste de venta al detalle (distribución y librerías) que en el libro de papel es unas tres veces mayor que el electrónico.

En ambos casos se trata de diferencias estructurales, no coyunturales, fruto de la innovación tecnológica. Estas innovaciones ahorran tiempo, recursos humanos y recursos materiales. Siempre y para siempre.

Un impuesto sobre el soporte digital puede entenderse también al revés: como una subvención al soporte en papel. En ambos casos, si tomamos el IVA como un impuesto cuyo fin es (también) variar el comportamiento del consumidor, lo que estamos diciendo que es animamos al consumidor a apostar por una estructura de producción que gasta más recursos y contamina más. Estamos, también, fomentando la estructura de producción menos eficiente, menos competitiva y menos innovadora.

En mi opinión, lo lógico sería, precisamente, todo lo contrario: fomentar una transición cuanto más rápido mejor hacia la producción más limpia, eficaz, eficiente, innovadora y competitiva que supone el libro electrónico. En mi opinión, lo lógico sería, precisamente, que si realmente queremos discriminar a través del IVA, fuese el del papel el del 21% y el del electrónico el del 4%.

Aunque interesante en términos económicos, no creo, no obstante, que esta fuese una buena idea desde un punto de vista de fomento de la lectura ni de equidad en el acceso al conocimiento, habida cuenta de que los propietarios de tablets y lectores de e-book se hallan todavía en los estratos más acomodados de la sociedad.

En definitiva, discriminar el IVA del libro electrónico del libro en papel protege la parte más obsoleta de la industria editorial a la vez que penaliza la innovación, la eficiencia y la competitividad. Al mismo tiempo, pretende capturar rentas de un mercado poco flexible cuando lo deseable sería flexibilizarlo directamente, acabando con monopolios u oligopolios que todavía persisten, permitiendo la entrada de la competencia y que los precios todavía bajasen más, especialmente a costa de los elevados márgenes relativos que todavía existen.

Por cierto: dado que el autor cobra más en proporción por el libro electrónico, también estamos gravando más la creatividad en el libro electrónico que en el papel. Si lo que queremos fomentar es la creatividad, no podemos estar más equivocados con el modelo impositivo.

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¿Evolución o revolución en la participación ciudadana en democracia? De la transparencia al #15MpaRato

El día 4 de julio, a partir de las 19h en la (¡nueva!) sede de la UOC en Sevilla (Torneo, 32), participaré en la sexta y última jornada de los [sic] Debates sobre tendencias en la Sociedad de la Información y el Conocimiento. La inscripción puede realizarse en el formulario del evento. Los usuarios de Twitter, pueden seguir #debateSIC. Habrá también streaming de vídeo.

El objetivo de la sesión es reflexionar o repensar cuáles son o cuáles deberían ser las relaciones entre gobierno y ciudadanos después de la revolución digital, y ver si somos capaces de acabar de conformar esa nueva Sociedad de la Información.

Gianluca Misuraca, investigador del centro de investigación JRC-IPTS de la Comisión Europea, centrará su análisis en las relaciones entre Administración y ciudadanía, hablando sobre todo de administración o gobierno electrónico, datos abiertos, etc.

Por mi parte, la reflexión se referirá más a la relación de gobiernos, parlamentos y partidos políticos en materia de ejercicio de la democracia. Esta es, en síntesis, la presentación de mi introducción:

¿Evolución o revolución en la participación ciudadana? De la transparencia al #15MpaRato

Imaginemos un agricultor en el Delta del Ebro. De pronto se da cuenta que el agua baja sucia, demasiado sucia como para que los cultivos no peligren. Se sube al caballo (no hay coches, no hay Internet) y se dirige río arriba. 350km después, en el Valle de Pineta, se encuentra con unos ganaderos que están contaminando las aguas: la falta de pastos les ha obligado a estabular y utilizar piensos de dudosa calidad y peor impacto medioambiental. Se llega al acuerdo rápidamente: el agricultor suministrará hierba a los ganaderos, quienes, a cambio, mantendrán el agua limpia y suministrarán carne y leche al agricultor.

A medida que más agricultores y más ganaderos de toda la cuenca del Ebro/Cinca se añaden a los acuerdos, la gestión se vuelve compleja. Los trajines de unos y otros acaban por tener descuidados cultivos y ganado, con importantes pérdidas económicas: se dan cuenta de que sale a cuenta que algunos de ellos se dediquen en exclusiva a la actividad política, pagados entre todos. Se crea el «Parlamento del Ebro/Cinca» con sede en Fraga, donde hay sesiones semanales y donde se almacenan (en papel, no hay PDF) los documentos de las sesiones, informes técnicos, etc. Cada semana, los representantes políticos informan a sus respectivas comunidades de los acuerdos alcanzados.

Pero el Ebro tiene más afluentes y pronto hay que crear otros Parlamentos: el Parlamento del Ebro/Segre, el Parlamento del Ebro/Gállego, el Ebro/Jalón… y, por supuesto, un Parlamento de nivel superior, el Parlamento del Ebro, cuya sede se fija en Zaragoza. Se crean distintos niveles político-administrativos y pronto es imposible, ante tanta población, rendir cuentas cada semana. Se fijan algunas sesiones de debate de carácter anual y un gran evento cada cuatro años.

Revolución digital y democracia

La historia anterior seguramente tendría un argumento distinto en un mundo con telecomunicaciones y la posibilidad de digitalizar la información. Y probablemente tendría también actores distintos.

  • ¿En qué cambia el hecho de que el acceso a la información pueda realizarse ahora prácticamente sin coste alguno?
  • ¿Qué tipo de espacios y prácticas de deliberación podemos desarrollar cuando ya no hay límites de espacio ni de tiempo?
  • Con más y mejor información, con espacios distintos para la deliberación, ¿cómo formamos nuestra opinión? ¿cómo establecemos nuestras preferencias? Y, todavía más importante, ¿qué prácticas y qué agentes pueden o deben intervenir en la negociación entre opciones?
  • ¿Necesitamos repensar la forma como explicitamos nuestras preferencias? ¿Qué limitaciones hemos dejado atrás y qué limitaciones todavía tenemos a la hora de establecer (nuevas) formas de votación?
  • Y, por último, seguramente es posible que la rendición de cuentas sea no ya más transparente, sino «por defecto», más ágil, flexible, automatizada e incluso personalizada.

Intentaré no responder a estas preguntas, pero sí ponerlas en relación a cuestiones como la Primavera Árabe, las Acampadas en la Puerta del Sol y el 15M, las (mal llamadas) wikirrevoluciones, la iniciativa 15MpaRato o el proyecto para la nueva Ley de Transparencia.

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Crowdfunding político: la pieza que faltaba en la nueva política ciudadana

Avatar de 15M pa Rato

La secuencia de hechos alrededor de la campaña 15MpaRato merece una profunda reflexión, y no tanto por el fondo sino por las formas. Y merece una profunda reflexión porque se ha conseguido cerrar el círculo o poner la última pieza del puzzle de esa nueva forma de hacer política — y ya no meramente activismo — que se inició el 15 de mayo de 2011 con la acampada en la Puerta del Sol de Madrid.

¿Qué es 15MpaRato y qué ha ocurrido?

Repasemos estos hechos:

  • 23 de mayo de 2012: se inicia oficialmente la campaña 15MpaRato – Actúa para llevar ante los tribunales al ex presidente de Bankia, Rodrigo Rato. Se hace una llamada a aportar documentación sobre la que construir un caso penal.
  • El 25 de mayo la organización afirma estar desbordada por la documentación recibida. Entre otros, habrían contribuido a la documentación pequeños accionistas de Bankia que (a) se sienten estafados por el ex presidente y (b) se ven demasiado impotentes como para iniciar acciones legales por su cuenta o para coordinarlas.
  • Varios partidos — no sin largos debates internos — presentan en los últimos días de mayo distintas peticiones de comisiones de investigación o comparecencias de cargos públicos en el Congreso y parlamentos autonómicos. Todas ellas son vetadas por los respectivos grupos mayoritarios.
  • El 29 de mayo, la campaña 15MpaRato anuncia que podría disponer de la documentación necesaria para encausar a Rodrigo Rato y su penúltima barrera es la necesidad de conseguir quien se persone como acusación particular. Se hace una llamada para alistar a accionistas de Bankia. Varios se presentan en 24h.
  • El 4 de junio se anuncia que la campaña legal contra Rodrigo Rato entra en la recta final y queda superar la última barrera: conseguir los fondos necesarios para sufragar las costas del proceso.
  • El 5 de junio se abre un proyecto de crowdfunding en la plataforma Goteo para conseguir la financiación necesaria para seguir con el proyecto. Se solicita una aportación total de 15.042/16.042€ (mínimo/óptimo), y se acompaña de documentación económica detallada.
  • El 6 de junio, en apenas 24h, se consigue el 130% de lo solicitado y, en consecuencia, se espera que se inicie el proceso de investigación judicial que termine, si así procede, con Rodrigo Rato en el banquillo.

Y recordemos que todo esto se ha realizado:

  • Con el trabajo y dedicación de muchas personas, a título individual, que han destinado tiempo y energías (y recursos de todo tipo también) para intentar aunar voluntades y llevar a cabo el proyecto.
  • Sin el apoyo de una organización formal o estable y sin necesidad de constituirse como tal — aunque es también verdad que sí hay grupos más cohesionados que han coordinado y respaldado gran parte del proceso.
  • Sin financiación — hasta que ha sido necesario recurrir a servicios profesionales externos o pagar gastos inevitables.
  • En tiempos verdaderamente vertiginosos respecto a otras instituciones y movimientos ciudadanos de corte más «tradicional».

¿Por qué ha sido posible 15MpaRato?

En la (por ahora) rápida, eficaz y eficiente campaña 15MpaRato han confluido varios factores. Ninguno de ellos ha sido condición suficiente para el éxito de la campaña, y seguramente ninguno ha sido estrictamente necesario. Está, en mi opinión, en la conjunción de todos ellos la explicación de por qué ha sido posible 15MpaRato y por qué ha funcionado bien. De lo que a estas alturas no cabe ninguna duda es que Internet ha sido el catalizador que ha hecho realidad dicha conjunción. Y, también sin ninguna duda que sin Internet no habría sido posible, al menos no en los mismos términos de rapidez, eficacia y eficiencia.

Sin particular orden de importancia, algunos factores que personalmente creo que han posibilitado esta iniciativa. Creo que vale la pena hacer un inciso: estos factores son estructurales y, por tanto, es de esperar que en el futuro inmediato haya más iniciativas como la de 15MpaRato.

  • Una marca potente, versátil, que hace de paraguas. Esta marca se llama 15M y, si alguien dudaba de qué había conseguido el movimiento del 15M este último año, esto es: un estado de consciencia, una identidad aglutinadora de malestares y vertebradora de inquietudes. Lo más interesante de esta «marca» es que permite la adscripción sin ser un requisito la afiliación. La marca permite actuar bajo ella sin el cierto vasallaje que impone la membresía en una organización formal. La marca es, además, compatible con otras marcas o adscripciones, a diferencia de la mayoría de organizaciones políticas. Por último, y muy importante, la marca no puede ser apropiada ni capitalizada por nadie, lo que la mantiene neutral y resistente a manipulaciones.
  • Bajo esta marca genérica, cabe un objetivo concreto, actual, a corto plazo, más allá de las grandes ideas o ideologías de otras organizaciones con otros tempos. El fracaso del 15M de hacer propuestas de política de gran calado contrasta con la gran facilidad e impacto de proponer y llevar a cabo acciones muy concretas, con resultados fáciles de explicar y de medir. Empieza a haber ya datos (Norris & Curtice, 2006; (Rainie, Purcell & Smith, 2011) que nos indican que Internet facilita este tipo de acción concreta y adscripción puntual, alejándonos de la forma tradicional/industrial de participación política y ciudadana basada en la institución y la afiliación de base ideológica a largo plazo.
  • Una organización en red, con gran flexibilidad formal y capacidad de reacción, que permite la concurrencia de muchos actores que actúan siempre de cara al consenso, a la construcción, al definirse por la acción. Ello ha permitido, por ejemplo, ser ágil en la detección de puntos débiles (p.ej. las críticas por la poca transparencia al inicio de la campaña de financiación) y avanzar a base de superar las barreras diarias (p.ej. mis propias críticas a la indefinición inicial del proyecto).
  • Esta concurrencia de distintos actores, que se adscriben al proyecto o marca de forma discrecional, es posible solamente si hay un despiece del proyecto en microtareas, altamente inspirado en la ética hacker del software libre (Raymond, 1999; Benkler, 2006). Gracias a la concurrencia de pequeños procesos en paralelo, se ha facilitado la concurrencia de más actores que han podido coincidir o no en todos o algunos de ellos, según interés, disponibilidad y perfil. La microfinanciación ha sido el último de estos pequeños procesos.
  • Uso intensivo de infraestructuras tecnológicas, de fácil uso, coste bajo o nulo, acceso descentralizado y complementariedad de funciones.

Un apunte sobre el crowdfunding

Titulaba esta reflexión como Crowdfunding político: la pieza que faltaba en la nueva política ciudadana. Tradicionalmente, la financiación ha sido el último escollo de la acción ciudadana. Y, a diferencia de otros muchos escollos que pueden superarse a base de voluntariado o de donativos en especie, este último escollo a menudo no se supera y lo que inicialmente era participación transformadora acaba en (en el mejor de los casos) sensibilización política con un amplio rango de impactos y consecuencias.

La posibilidad de recurrir a la microfinanciación por Internet es una revolución, por dos motivos fundamentales:

  • Por una, parte consigue un alto grado de segmentación y llega, sobre todo, a quienes realmente interesa la cuestión. Mientras una recogida de donativos a la salida del metro no discrimina el público objetivo, el hacerlo por Internet — acompañado por una potentísima campaña de comunicación — hace que la campaña pueda capilarizarse hasta llegar a las comunidades que, presentes también en Internet, tienen intereses compartidos. Además, esa comunicación llega por lazos personales de confianza, con lo que no solamente la llamada a la financiación gana en legitimidad, sino que hay una promoción tácita o explícita a participar, también, en difundir el mensaje.
  • Por otra parte, consigue generar masa crítica al trascender cualquier limitación de espacio y de tiempo. En el momento de escribir estas líneas habían participado en la campaña de financiación 474 personas. De estar distribuidas homogéneamente en el territorio español, habría una persona por cada 1.000km2, o lo que es lo mismo, la persona más cercana estaría a más de 30Km de distancia. Imposible en un mundo sin Internet, relativamente fácil en un mundo conectado.

Había dos aspectos que el 15M — y los nueva acción ciudadana en red &mash; había conseguido, que eran:

  1. Conseguir la información necesaria para la acción política y
  2. reinstaurar la deliberación como nodo central de toda acción política. La organización de protestas, manifestaciones y acampadas han generado la experiencia suficiente para conseguir
  3. fraguar el diseño estrategias y fijación de objetivos políticos concretos. Por último, el crowdfunding
  4. hace posible la financiación de los costes ligados a la acción política ciudadana.

Y con ello se cierra el círculo. Es de esperar, pues, muchas más acciones de este tipo. Con un peligro añadido: cuánto mejor funcionen y cuánto más tarden las instituciones políticas tradicionales (gobiernos, parlamentos, partidos, etc.), peor para su legitimidad democrática, con las consecuencias (buenas o malas) que ello comportará.

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Los políticos indignados deben subirse a la lavadora

El panorama político en España a día de hoy es más o menos el siguiente:

El panorama político en España a día de hoy es desolador. Las instituciones están rotas. Las han roto.

Se justifica y legitima la corrupción como un ejercicio de transparencia, cuando en realidad no es transparencia sino airear la basura para que acabe de fermentar. El hedor se hace insoportable. Y en democracia, es peor el hedor que la basura.

Las instituciones están rotas y hay que cortar. No queda sino sacrificar los muebles para salvar el edificio.

Pocas veces como ahora tendrán los políticos honestos, los que trabajan cada día desde la sincera entrega y el compromiso, una oportunidad como esta de soltar lastre, de hacer limpieza, de subirse a la lavadora que una comisión de investigación puede proporcionarles. Hay que investigar la crisis de los bancos, la corrupción política, la burbuja inmobiliaria. No hay que dejar baldosa por levantar.

Los políticos tienen que indignarse y rebelarse.

Quedarse con medio partido será más que quedarse sin partido alguno.

Quedarse con las instituciones diezmadas será más que la autodestrucción que, desde dentro, les están infligiendo los cargos puestos a dedo desde los partidos.

Hay que dejar espacio para una democracia mejor y eso solamente se conseguirá si los políticos se suben a la lavadora y hacen limpieza, profunda, en casa.

Lo contrario es dar a entender que nunca se creyó en la vía democrática para construir. Y lo contrario de construir es la destrucción.

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Los tertulianos que no amaban a Internet y los periodistas en las torres de papel

Una crítica que habitualmente se hace a los políticos es que han perdido el contacto con la gente de la calle. Se les acusa de vivir en una burbuja que los aísla de los problemas cotidianos de la ciudadanía, de sus tribulaciones, de lo que conforma su día a día.

La misma crítica se hace a menudo también a los académicos. Que viven en una torre de marfil, aislados de las distracciones mundanas, de lo prosaico y frívolo que les pueda distraer de lo que es «importante».

Leyendo los periódicos, escuchando la radio y viendo la televisión, uno tiene la impresión de que hay un buen grupo de profesionales de los medios que empiezan a desligarse de lo que solían reportar.

Por un lado están los sesgos e intereses habituales que, en cualquier grupo de poder, provocan desencuentros con la realidad. Estos desencuentros suelen resolverse a partir de cambiar una realidad por la propia «realidad». O por la desaparición de quien impulsa el cambio.

Por otro lado, hay un distanciamiento de la realidad debido a la repentina aparición de una nueva manera de explicarla y de vivirla: Internet.

Los tertulianos que no amaban a Internet

Durante los primeros años de Internet — y especialmente los primeros años de la llamada Web 2.0 — tuvimos que sufrir el espurio debate sobre si un blog era periodismo o no, o si existía algo parecido al periodismo ciudadano. Debate espurio y cortina de humo porque el verdadero debate estaba o está en otra parte, en la parte de si la retransmisión palabra por palabra de notas de prensa institucionales o de piezas de agencia es periodismo o no; o en la parte de si el apoyo acrítico a una opción política o grupo empresarial es periodismo o no.

Parapetados a la defensiva — una opción, por otra parte, totalmente comprensible — han pasado los años y todavía encontramos los mismos tertulianos negando Internet a la brava. Ni Internet es periodismo ni Internet es en absoluto. Internet, sencillamente, no es.

Ante la negación, un creciente número de ciudadanos (entre ellos también muchos periodistas) no entienden ya el puzzle de la información sin la pieza de Internet. La televisión se ve con los ojos y se comenta con los dedos en Twitter, los diarios se leen en papel y se busca su edición en línea para compartirla en Facebook; la radio se escucha, se graba, se edita y se pega un corte en el blog donde se añade el contexto que las ondas no han tenido tiempo de dar.

Pero Internet no sólo reproduce, sino que produce: Al-Jazeera — por poner un ejemplo cercano en el tiempo y neutral en casa — abrevó en Internet durante toda la revolución árabe, estableciendo una pauta que ahora es norma en muchos medios grandes y pequeños. En un excelente ejercicio de cinismo, abrevamos pero no reconocemos la fuente.

Y lo que hace realmente muy importante Internet es que, aun siendo «sólo» un instrumento, es un instrumento profundamente transformador que ha supuesto una Revolución Digital, a la altura de la del Neolítico o la Industrial. Una transformación que nos lleva a un cambio de era — la Sociedad Red.

Mientras muchos tertulianos siguen en su ciclo de Kübler-Ross negando Internet y dirigiéndole sus iracundos ataques, Internet se ha trascendido a sí misma y ha pasado a ser también un espacio: un espacio donde pasan cosas. Los estudios de radio y los platós de televisión hicieron posible que las cosas pudieran pasar fuera de las plazas, delante de un micrófono, ante un periodista: todos hemos sido testigos de cosas que han pasado en una entrevista. Del mismo modo, en Internet pasan cosas: se reúnen personas que se informan, deliberan, negocian y construyen nuevos proyectos de cualquier tipo. Pasan cosas. Mejores o peores, en Internet pasan muchas cosas. Cada vez más.

Pero, claro, para darse cuenta de ello hay que estar en Internet. Y pasar tantas horas como (todavía, también) pasamos frente al televisor o pegados a la radio.

Porque, en Internet, pasan cosas, estemos o no, como el agua baja río abajo tanto si estamos para verlo como si no.

Los periodistas en las torres de papel

Érase una vez que un político era alguien que salía de una comunidad de vecinos, de un ateneo, de un sindicato. Érase una vez que un científico trajinaba con legajos en la biblioteca, pasaba más tiempo con los cobayas del laboratorio que con la familia, viajaba sobre un barco desvencijado a «descubrir» nuevas culturas. Érase una vez que el periodista gastaba las suelas a pie de calle, no tenía más notas que las de su libreta y conocía personalmente el que-es-quién de su ámbito.

Todos tomamos distancia: hacemos equipos, nos especializamos, nos dividimos las tareas y nos hace más eficaces y más eficientes.

Hay periodistas que se sientan sobre una pila de papeles de periódico amontonados por las ondas hertzianas y la TDT. Hay tanto de papel amontonado que los pies les cuelgan, lejos del suelo. Es tan alta la pila de papel que hace falta quien la mantenga en su sitio: son los tertulianos que no amaban a Internet. Se cogen de las manos, de cara a la pila, y hacen un cinturón humano para estrechar en un abrazo mortal la torre de papel que tanto esfuerzo ha costado amontonar.

El periodista, con los pies colgando, se los mira desde su altura, altivo.

Los tertulianos, con la cara empotrada en el papel, se miran entre ellos — es todo lo que pueden hacer — y de vez en cuando miran de reojo hacia arriba.

Mientras tanto, en Internet pasan cosas.

Entrada originalmente publicada el 25 de mayo de 2012, bajo el título Els tertulians que no estimaven Internet i els periodistes a les torres de paper en Reflexions sobre periodisme, comunicació i cultura (blog de ESCACC, Fundació Espai Català de Cultura i Comunicació). Todos los artículos publicados en este blog pueden consultarse allí en catalán o aquí en castellano.

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