Contenidos digitales: fomento del producto, del productor o de la producción

Una de las noticias más importantes que ha dado la edición de 2010 del Foro Internacional de Contenidos Digitales (FICOD) es la que presentaba el ministro de industria Miguel Sebastián cuando afirmaba que la industria de contenidos digitales superó los 8.000 millones de euros en 2009.

Estos datos, publicados con todo detalle en el último Informe Anual de los Contenidos Digitales en España, son los que avalan la estrategia del ministro de crea(r) un plan de contenidos digitales con 200 millones para 2011 de forma que se contribuya a que en 15 años las TIC (sean) el segundo sector más importante del país, después del turismo.

En mi opinión esto son un cúmulo de buenas noticias. Por una parte, porque el sector de las TIC tiene mucho más futuro que otros sectores, como el vilipendiado sector de la construcción, las manufacturas industriales u otras industrias de bajo valor añadido. Por otra parte, porque además del impacto directo en la economía, los sectores tecnológicos tienen impactos indirectos mucho mayores, atraen y generan capital humano, o son más sostenibles por sus más intensivas estrategias de I+D+i, por mencionar algunos aspectos. Por último, porque en el momento en el que se encuentra España, el desarrollo de la Sociedad de la Información pasa por incentivar la demanda de contenidos y servicios digitales, algo en lo que el sector de los contenidos impactará de lleno.

Cabe, sin embargo, y ahondando especialmente en este último punto, tener en cuenta algunas consideraciones.

Sobre todo que no todo contenido en Internet es industria de contenidos.

En cambio, para incentivar esa demanda y, con ella, un más rápido y mejor desarrollo de la Sociedad de la Información, sí todo contenido digital tiene su impacto, en muchos casos, precisamente, aquel cuyo origen no proviene de la industria.

Hay tres grandes formas de incentivar los contenidos digitales. Pueden parecer similares, pero los detalles que las diferencian son relevantes:

  1. El primero, al que se refiere el ministro, es apoyar a la industria, es decir, apoyar al productor profesional. El fortalecimiento de los derechos de propiedad intelectual, el cierre de contenidos tras barreras tecnológicas, como el DRM o la promoción de iniciativas como el Proyecto Escuela 2.0 y sus libros de texto digitales son medidas que protegen al sector, le conceden ventajas competitivas que le permiten generar músculo y, en consecuencia, hacer crecer el sector de forma que permita arrojar dividendos y crear empleo. Por supuesto, también genera contenidos, pero el objetivo aquí es la industria y su impacto económico.
  2. En el otro extremo encontramos las políticas centradas en el producto digital, es decir, aquellas cuyo objetivo es que haya tanto contenido digital como sea posible. A diferencia de las anteriores, de lo que aquí se trata es de facilitar en extremo la máxima difusión y uso de dichos contenidos: licencias libres, repositorios abiertos, contenidos abiertos con estándares abiertos que permitan su consulta en mutiplicidad de dispositivos, fomento de la creación de obras derivadas, etc. Seguramente el modelo de negocio no está tan claro… posiblemente porque el negocio no es el objetivo. El objetivo no es el impacto económico, sino el impacto social.
  3. A medio camino podemos identificar iniciativas que promueven la producción. No se trata de fomentar los contenidos ni la industria, sino fomentar la creación de herramientas y estrategias que permiten la generación de contenidos digitales. El fomento del programario de creación colaborativa de documentos, de las herramientas de autor, de la capacitación (sí, capacitación) en edición digital de cualquier tipo de contenidos o de la formación en lenguajes de programación son formas de fomentar la generación de contenidos digitales sin ser tan finalistas como el fomento del contenido en sí o del productor/industria.

¿Ejemplos?

  1. Apoyo al productor: creación de un programa educativo cuyos libros de texto serán desarrollados exclusivamente por la industria de los contenidos educativos. Favorecerá la modernización del sector y su fortalecimiento frente a otros competidores extranjeros.
  2. Apoyo al producto: subvenciones a la traducción y adaptación de contenidos educativos extranjeros de alta calidad para utilizarlos en el aula.
  3. Apoyo a la producción: creación de un kit de producción colaborativa de contenidos educativos (p.ej. preinstalación de página web + blog + wiki) y capacitación a profesores y alumnos para que lo utilicen en clase.

Son tres estrategias distintas cada una con objetivos convergentes en el límite pero también muy, muy diferentes en el proceso, como cada uno podrá deducir.

Y acabamos como empezábamos: es de celebrar tanto el desarrollo de una industria de contenidos como que el gobierno quiera apoyarla desde el ministerio correspondiente.

No obstante, los contenidos (y servicios) digitales son, a mi parecer, demasiado estratégicos como para que sus políticas se aborden desde un único ministerio o desde una aproximación parcial, no comprehensiva, no articulada con otras líneas. Creo, pues, que la noticia debería ser que el gobierno impulsará los contenidos digitales y no (o no solamente) la industria de contenidos digitales. Esperemos que así sea.

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Toros no: cuestión de libertad

Esta entrada ha acabado teniendo dos partes: la primera, Toros no: centrando el debate, antes de que la iniciativa legislativa popular para prohibir los toros fuese aceptada por el Parlament de Catalunya, y la segunda, Toros no: cuestión de libertad, después de la prohibición de las corridas por el Parlament y a colación de las primeras reacciones a la misma. Esta es la segunda parte.

Cuando anteayer, en Toros no: centrando el debate, intentaba listar los falsos argumentos que se meten con calzador en el supuesto debate sobre la abolición de las corridas en Catalunya, me olvidé del que, por lo visto, ha sido (y parece que será) el argumento principal contra la abolición: atenta contra mi libertad.

El President Montilla apeló a la libertad y a no imponer las ideas propias a los demás, por lo que pedía responsabilidad (léase: si no votas conmigo eres un irresponsable, un gran argumento).

Rajoy también centra su reacción en que los ciudadanos puedan ejercer libremente el derecho más importante que tienen, que es la libertad (valga la tautología).

En casa de Alfonso Serrano pude escuchar a Andrés Calamaro arremeter contra las prohibiciones, por coartar la libertad individual.

Y un señor en la radio decía esta mañana (literal): son unos nazis, porque prohíben lo que a mí me gusta, entre otras cosas olvidando que el Parlamento no se conjuga en tercera persona, sino en primera.

La verdad es que las prohibiciones son un incordio:

  • Prohíben la violación, coartando mi libertad a tener sexo (no consentido y violentamente) con las madres, esposas e hijas de mis conciudadanos. Y las extranjeras, si se puede, también.
  • Prohíben el proxenetismo, coartando mi libertad a… (lo mismo de antes pero con dinero de por medio)
  • Prohíben la pedofilia, coartando mi libertad a… (lo mismo de las dos anteriores antes pero con niños)
  • Prohíben el terrorismo, coartando mi libertad a amenazar, extorsionar y asesinar a aquellos que no piensan como yo.
  • Prohíben el fraude fiscal, coartando mi libertad a tener una educación, una sanidad y una justicia de calidad y gratuitas de verdad de verdad.
  • Prohíben conducir ciego de alcohol, coartando mi libertad a utilizar el medio de transporte que a mí me plazca habiendo bebido lo que libremente yo desee: quién te ha dicho a ti las copas que yo tengo o no tengo que beber.
  • Prohíben los toros, coartando mi libertad a divertirme y hacer dinero como y cuando a mí me dé la gana.

Las libertades son como un calcetín y se les puede dar la vuelta. Esta es la realidad de las prohibiciones. Porque en ningún caso fueron pensadas para lo siguiente:

  • Prohíben la violación, defendiendo mi libertad a tener sexo con quien quiera y si yo quiero, sin ser forzado ni violentado por nadie al tenerlo.
  • Prohíben el proxenetismo, defendiendo mi libertad a… (lo mismo de antes pero sin dinero de por medio)
  • Prohíben la pedofilia, defendiendo mi libertad a… (lo mismo de las dos anteriores pero con niños, con el añadido del factor tiempo y la madurez mental, emocional y sexual)
  • Prohíben el terrorismo, defendiendo mi libertad a expresar mis opiniones e ideas políticas sin que por ello mi integridad física y hasta mi vida corra peligro.
  • Prohíben el fraude fiscal, defendiendo mi libertad a tener una educación, sanidad y justicia de calidad y sufragada por todos según las posibilidades de cada uno.
  • Prohíben conducir ciego de alcohol, defendiendo mi libertad a no ser atropellado, postrado en una silla de ruedas o simplemente asesinado al salir de fiesta con mis amigos.
  • Prohíben los toros, defendiendo la libertad de todo ser vivo de no ser torturado y asesinado gratuitamente, como gratuito es cualquier espectáculo o disposición de un animal exclusivamente por placer.

Dicho esto, por favor, centremos de una vez el debate. Aunque haya partes interesadas (políticamente, económicamente, ideológicamente, etc.), la pregunta no va de política, ni de economía, ni de ideología.

La pregunta es: ¿cree usted que es legítimo maltratar, infligir dolor y matar a seis toros para un espectáculo de dos horas?. Esa es la pregunta y esa es la única que hay que contestar. No hay más. De verdad.

Mi respuesta, después de haber ido a la plaza, es no, y lo digo sin tapujos. Por favor, céntrense en el debate y digan, sin ambages, cuál es su respuesta. Compartida o no, yo la respetaré. Pero respeten ustedes, por favor, mi inteligencia con argumentos que sean tales.

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Toros no: centrando el debate

Esta entrada ha acabado teniendo dos partes: la primera, Toros no: centrando el debate, antes de que la iniciativa legislativa popular para prohibir los toros fuese aceptada por el Parlament de Catalunya, y la segunda, Toros no: cuestión de libertad, después de la prohibición de las corridas por el Parlament y a colación de las primeras reacciones a la misma. Esta es la primera parte.

Hace unos años decidí ir a ver una corrida de toros. Por muchos motivos, pero sobre todo para ver y comprender.

No es este el lugar para extenderse, pero fue una tarde sobre la que los periódicos hablaron con más elogios de lo habitual. Y una tarde que me dejó simple y llanamente impresionado. El que no haya estado en una corrida es difícil que pueda entender lo que ocurre en la arena: la esencia animal del hombre, la alegoría de la caza, la estética de la coreografía, la impresión de la primera embestida…

Quién no haya estado en una corrida es también difícil que entienda lo que ocurre en la arena: divisas, puyas, banderillas, rejones, estoques, sangre, ensañamiento y dolor, mucho dolor.

Lo primero es tan cierto como lo segundo y, además, van juntos de la mano y son indisociables lo uno de lo otro. A título personal decidí que el dolor del animal no justificaba el espectáculo. La atrocidad no legitimaba la belleza. Hay gente que piensa justo lo contrario y por ello los respeto: por decir, claramente, que su opción es la inversa.

Porque creo que es en estos dos términos en los que habría que medir las corridas de toros. De hecho, no creo que haya más: lo que se hace, ¿justifica el sufrimiento del animal sí o no?

Mañana se decide en el parlamento catalán si las corridas de toros dejan de estar permitidas en Catalunya o no.

Puede que sea deformación profesional y por eso me molesta (a) la falta de debate y (b) los falsos argumentos, que en el fondo, no hacen sino contaminar el debate y matarlo. Me gustaría aquí reconducir hacia la esencia del debate algunos de los argumentos que, de forma reiterada, van apareciendo en columnas de opinión, pancartas y bancadas de diputados. Mi intención no es adoctrinar, ni convencer a nadie de nada: simplemente que, por favor, debatan con la cabeza (no, en el mejor de los casos, con el corazón).

El toro no sufre

Sí sufre. Y muere, en la arena, sangrando por todos y cada uno de los agujeros que se le han infligido durante la corrida.

La cuestión es, simplemente, si ese sufrimiento paga el resto, si legitima el resto de argumentos. Para mí no. Es una opción personal, y en mi quehacer diario intentaré siempre que me sea posible evitar el dolor a los animales. Y esta es una de esas situaciones donde creo que se puede evitar.

Otros animales también sufren

Es cierto.

Pero.

Primero. Que otros animales sufran no tiene nada que ver con que el toro sufra. El argumento «pues las vacas lecheras en los establos también sufren» no tiene nada que ver con los toros. Los toros se torean y matan en la plaza con independencia del resto, de si hay vacas lecheras o no, por lo que merecen debates separados.

Segundo. Los motivos importan. Estabular vacas proporciona alimento a todo el mundo (es un decir). Matar toros proporciona un espectáculo.

La cuestión es, pues, primero, independiente de otros debates. Segundo, sobre si ese sufrimiento legitima el espectáculo. Para mí no. Es una opción personal, pero no tiene nada que ver con otros debates (por muy necesario que también sea tener aquellos).

El toro se extinguiría

A lo que habría que responder: pues toreemos linces ibéricos o tigres siberianos, en mucho mayor riesgo de extinción que el toro de lidia.

En lógica, a esto se le llama falacia, la falacia ad hoc: justificamos con un argumento general traído por los pelos a nuestro caso particular.

Siempre se ha hecho

Este es un argumento que no es tal y es también otra falacia, la llamada falacia ad populum. El mejor ejemplo para replicar a este argumento es el de la esclavitud: la esclavitud ha existido durante la mayor parte de la historia del hombre. Primero las clases más humildes, después los extranjeros, después los de otras razas y, casi siempre, las mujeres.

Siempre ha sido así, hasta que hace apenas unos pocos cientos de años se trabaja activamente para su erradicación en todo el globo.

La cuestión no es si siempre se ha hecho así, sino si queremos que siga así, si queremos vivir y ser recordados así. Yo no. Es una opción personal, pero no tiene nada que ver con el pasado, sino con el presente y el futuro.

Es una actividad económicamente beneficiosa

Sí, así es: el toreo es altamente lucrativo. Aunque no le puede hacer sombra a la esclavitud: imperios enteros se han edificado sobre las espaldas de los esclavos y los beneficios que comporta la mano de obra prácticamente gratuita. El proxenetismo, sin ir más lejos, es un gran negocio basado, en la mayoría de los casos, en la esclavitud.

El tráfico de armas, el tráfico de drogas y el tráfico de seres humanos son probablemente las tres actividades económicas más lucrativas del mundo.

La cuestión no es si da dinero o no, sino si queremos que siga siendo así, si queremos ganar dinero así. Yo no. Es una opción personal, pero no tiene nada que ver con si da o no dinero, sino con la formaen que uno lo gana.

Forma parte de la identidad de España

Este argumento es parecido al que defiende que siempre se ha hecho así, y a él me remito.

¿Justifica la identidad nacional (sea eso lo que sea) el sufrimiento del toro? Para mí no. Es una opción personal, y en la construcción de mi identidad personal (esa sí real e intransferible) intentaré siempre que me sea posible evitar edificarla sobre la dominación y el dolor.

Es un ataque de los nacionalistas a la identidad de España

Este argumento es parecido al que defiende que otros animales también sufren.

No soy un ingenuo: es cierto que hay personas que instrumentalizan las corridas para atacar lo que otros consideran su identidad colectiva. Pero, como en el caso de si otros animales sufren o no, ese es un debate que debe dirimirse aparte y por parte de las dos partes.

¿Justifica la instrumentalización del sufrimiento de un animal la lucha política que sus respectivas identidades colectivas deberían mantener en el plano político? Para mí no. Es una opción personal, y mi enfrentamiento (en caso que lo hubiere) con aquellos con los que no estoy de acuerdo sobre temas políticos no tiene que ver ni con permitir ni con denunciar el sufrimiento de un animal.

No vamos a imponer nuestra opinión a la de los demás

Pues sí: precisamente de eso trata la democracia. Y por ese mismo motivo, si sigue habiendo corridas, deberá acatarse la opinión de la mayoría, sea esta la que sea.

Pero no, este argumento no tiene nada que ver con respetar las minorías: respetar las minorías es darles voz y voto en igualdad de condiciones. Es que haya un debate abierto e incluso dar a las minorías un trato de favor con votos más valiosos que los de la mayoría (como el voto de las zonas rurales frente a los grandes núcleos urbanos). Pero la mayoría decide, porque precisamente eso es una democracia.

En resumen

Señores diputados, cuando ustedes mañana decidan si toros sí o no, por favor, pongan en orden sus prioridades y escalas de valores. Supongo que estamos de acuerdo en que el toro sufre y muere en la arena. Y lo hace por un placer estético y, a lo sumo, alegórico.

Pónganle ustedes un precio a eso: ¿unos puestos de trabajo? ¿la enseña de la identidad colectiva? ¿la renuncia a pensar en presente en lugar de en pasado? ¿condicionar el tener otros debates por una falsa correlación entre temas dispares?

Si votan sí, por favor, sean valientes. Digan: sí, voto sí a los toros porque creo que el espectáculo bien merece la sangre derramada y el sufrimiento y muerte del animal. Lo aceptaremos: en eso consiste la democracia.

Al menos, por favor, no insulten nuestra inteligencia con argumentos que provocan vergüenza ajena.

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Proposición no de Ley para impulsar el desarrollo de nuevos modelos digitales de negocios para la Industria de Contenidos

La diputada del Grupo Socialista Lourdes Muñoz Santamaría me hace llegar la Proposición no de Ley para impulsar el desarrollo de nuevos modelos digitales de negocios para la Industria de Contenidos que ha presentado en el Congreso junto con el también diputado del Grupo Socialista Carlos Trujillo Garzón.

La proposición no de ley reza así:

El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a elaborar un Plan Estatal para el desarrollo de la industria de los Contenidos que contemple medidas y mecanismos dirigidos a favorecer el sector de contenidos digitales de música, cine y vídeo, editoriales (prensa y libro), publicidad, videojuegos y televisión, contando con la participación de empresas, creadores e instituciones asociadas a las actividades mencionadas.

Planteada en estos términos, esta proposición no puede sino merecer todo mi apoyo por conveniente y por estratégica: sabemos que no subirse al tren digital es perder el tren del desarrollo, pero sabemos también que los ciudadanos e instituciones (en general) pensamos a corto plazo, y que si no le encontramos utilidad a la Red ahora mismo, no nos vamos a digitalizar. Los servicios y los contenidos digitales son, si no la única forma, una de las más directas de dar sentido y utilidad a la Red y, con ello, incentivar la demanda, su uso, la adquisición de competencias digitales y su adopción en el día a día.

Sin embargo, el camino del infierno está plagado de buenas intenciones.

Si el gobierno acaba poniendo en marcha un plan para promover los contenidos digitales — e, insisto, en mi opinión esa sería una buena forma de gastar nuestro presupuesto en crisis — definir el qué y el cómo no puede recaer únicamente en la industria de contenidos.

Por mucho que ASIMELEC afirme que hace falta un plan de contenidos para que se facilite financia­ción específica para que el sector afronte su reconversión industrial y para apoyar la adecuación de las pymes del sector al contexto digital, de lo que estamos hablando no es de una reconversión industrial, sino de una reconversión social.

Valga como ejemplo el para mí desafortunado Plan Escuela 2.0 (sobre el que ya tratamos en Monográfico sobre la brecha digital en la educación). El Plan Escuela 2.0 pretende, a grandes rasgos y generalizando, modernizar la escuela. Sin embargo, la propuesta se centra en informatizar lo que ya se está haciendo sin proponer cambio significativo alguno, y no ya obviando una reflexión de cariz más pedagógico, sino haciendo oídos sordos al encendido e interesantísimo debate que se está dando desde todos los frentes del mundo educativo.

No es que esté bien que haya un plan sobre contenidos digitales, es que estoy convencido que debe haberlo.

Ahora bien, hay que aprovecharlo para reflexionar a fondo sobre todas las implicaciones del uso de las tecnologías digitales en la producción, distribución y consumo de contenidos. E intentar trabajar para conseguir un consenso tan amplio como sea posible. Y, solamente después de ello, ponerse a producir.

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Firma online contra el Canon

El profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona Jordi Herrera, experto en cifrado, acaba de poner en marcha una prueba piloto de firma digital basada en el DNI electrónico y el certificado de la FNMT (el mismo que utilizamos para la declaración de la Renta).

Lo que su proyecto querría probar es que es posible hacer una campaña de recogida de firmas online que fuese tan válida como las que hacemos firmando en una hoja y acompañando a nuestra firma nuestro número de DNI.

Dice la web del proyecto:

Esta prueba piloto forma parte del proyecto MyCity, un proyecto Avanza I+D financiado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, que tiene como objetivo el fomento de la participación ciudanana.

Somos conscientes que intentar movilizar un conjunto amplio de la sociedad para realizar una prueba piloto no es tarea fácil y, por este motivo, hemos escogido de forma totalmente intencionada un tema polémico como la gestión de de los derechos de autor realizada por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).

Con ello, se hace una llamada a todos aquellos que tengan DNI electrónico o un certificado digital válido y vigente a que se adhieran a la campaña contra el canon digital. Por supuesto, la consulta no es vinculante, pero sí puede dar alguna idea sobre por dónde van los tiros y, sobre todo, una idea de la validez de esta metodología.

También habla de ello César Córcoles en Usa tu DNI electrónico: recogida de firmas con e-ilp.org.

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Tres breves reflexiones sobre Balzac.tv y Nikodemo

Con apenas unas horas de diferencia, cierran dos proyectos bien populares en el ámbito castellanoparlante de la web: Balzac.tv y Nikodemo. Me veo incapaz de hablar de su calidad, éxito comercial, sostenibilidad financiera y otras variables, básicamente por falta de datos y para evitar entrar en subjetividades.

Sí creo que vale la pena incidir en tres aspectos que creo que han concurrido en el cierre de ambas iniciativas, y que creo que son tres grandes retos (probablemente los más importantes) que actualmente enfrenta todo proyecto que pretenda hacer negocio con los contenidos digitales en Internet (en orden inverso de importancia):

Endogamia

En España solamente un 8% hace un uso avanzado de Internet y solamente un 6% del total de ventas se hacen online (más datos en Goverati: ¿Una alternativa a la democracia representativa?). Aunque el uso de los medios sociales es ya muy elevado y sigue una tendencia creciente, quienes hacen un uso intensivo de la Red son todavía pocos. Y la oferta de Balzac.tv y Nicodemo, aunque de corte muy popular, me aventuro a afirmar que debía tener una base muy estrecha, centrada la intersección de una determinado estrato socioeconómico, tramo de edad y entorno/perfil cultural/educativo específico: el perfil del internauta experto.

Un modelo económico basado en audiencia con una población potencialmente limitada por una pequeña base es un problema. Puede que no a corto, pero sí a largo plazo. ¿Soluciones? Héctor Milla apunta unas cuantas en la entrada de despedida de Balzac.tv que, por algún motivo, no parecen haber llegado a tiempo. En general, la cuestión debe estar en salir de la blogocosa, diversificar, tener una estrategia crossmedia…

Microfinanciación

Contra el modelo anterior, basado en la cantidad de audiencia, tenemos el modelo basado en la suscripción y el pago por contenidos.

15 años después de la apertura de Internet al público en general, parece que todavía no hemos encontrado una solución fácil, rápida, popular, escalable de articular estructuras de microfinanciación. Conocemos casos de éxito tanto sobre microcrédito como sobre micropagos. Y sin embargo parece ser que no salimos de los casos típicos.

Desconozco si el problema está en destino (la gente es todavía reticente a prestar o pagar por Internet — seguramente es así) o en origen (los contenidos no se valoran — con razón o no — lo suficiente como para apostar o pagar por ellos). La cuestión es que no son modelos generalizados, ni mucho menos.

Y la cuestión es que, con la digitalización de procesos y contenidos, los costes se vienen abajo: parecería lógico que las nuevas estructuras de negocio basadas en costes bajos y pequeños nichos de mercado tuviesen a su alcance nuevas estructuras de financiación basadas en microaportaciones. Pero todavía no es así.

Volatilidad de audiencias y contenidos

Las cadenas de televisión saben lo que cuesta retener una audiencia. En un mundo donde los canales no se cuentan por decenas o por centenares sino por miles o por millones, retener la audiencia en Internet es un problema varios órdenes de magnitud superior que en el caso de la televisión.

Por otra parte, mientras las televisiones se estructuran como grandes empresas de contenidos (en plural), la mayoría de iniciativas online se estructuran como proyectos productores de contenido (en singular): empresas vs. proyectos, contenidos vs. contenido. Aunque esta es una burda simplificación, espero que sirva de ejemplo didáctico: mientras cualquier cadena española puede sacar de la parrilla un programa que se muere y sustituirlo por algo nuevo y fresco (seguramente nuevo y fresco en apariencia, pero ahora no hablamos de eso), Nikodemo no puede deshacerse de Cálico Electrónico y Balzac.tv no puede deshacerse de la comedia humana del XXI porque, a muchos efectos, lo uno es lo otro y lo otro es lo uno. Empresas vs. proyectos, contenidos vs. contenido.

No pretendo dar lecciones a nadie. Al menos no a los empresarios, ni a los que sobreviven ni a los que tienen que cerrar. En cualquier caso, sí un aviso a navegantes a quien pueda hacer algo por alimentar la demanda en la Sociedad de la Información española, tanto desde gobiernos como desde la iniciativa privada. Algunos aspectos a considerar:

Seguramente hay mucho más que reflexionar, pero esto eran solamente tres breves comentarios.

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