El Magazine de La Vanguardia publicaba el otro día un artículo sobre aprendizaje e Internet titulado Conectarse para aprender donde hacía un breve repaso del potencial de la Red en algunos aspectos de la educación. El artículo, de la mano de reputados conocedores del tema, hace un itinerario por conceptos, iniciativas, tecnologías, etc. que están emergiendo o bien ya afianzándose en el ámbito de la tecnología educativa, los objetos de aprendizaje (digitales) abiertos, etc. Hasta aquí, una entretenida lectura.
En el despiece — en el papel; en el formato web viene al final del artículo — la autora apunta:
Los adultos también tienen en internet una buena fuente de formación. Las universidades, incluidas las más prestigiosas del mundo, ofrecen cursos on line, conocidos como MOOC, sobre todo tipo de materias (matemáticas, canto, política, literatura…). Suelen ser gratuitos y en algunos casos otorgan un diploma si el alumno supera una prueba. Siguen la metodología de las universidades en línea –como la UNED o la UOC en España– y ponen al alcance de cualquiera profesores de Harvard, Columbia, la Sorbona o la London School of Economics.
Este párrafo contiene algunos de errores de fundamento que sería conveniente corregir.
El primero, formal: MOOC es un acrónimo que no se ha desplegado con anterioridad en el artículo. Se refiere a Massive open online course es decir, Cursos en Línea Masivos y Abiertos. Esta cuestión formal, de haberse corregido, facilitaría la comprensión o el despejar los errores subsiguientes.
El segundo error, ya de mayor calado, es que no es cierto que «las universidades ofrecen cursos on line» (sic), dando a entender que es una práctica generalizada. Si bien es cierto que es creciente el número de universidades que lo hacen, es todavía una cuestión muy incipiente y ciertamente concentrada en un puñado de plataformas, con más proyectos piloto (con interesantísimas excepciones, por supuesto) que estrategias plenamente consolidadas.
Por otra parte, y aquí está la parte más grave del asunto, todos los MOOC sí son, por construcción, cursos online; pero no todos los cursos online son MOOC. Por tanto, los «cursos on line» no son «conocidos como MOOC»… sino como cursos online, formación virtual, e-learning y otras muchas denominaciones. Pero no MOOC. En absoluto.
A pesar de ser una modalidad de curso online, los MOOC no son algo homogéneo dentro de dicha modalidad, sino que hay una gran variabilidad de metodologías para desarrollarlos. A grandes rasgos, hay dos grandes familias de MOOC: los MOOC conectivistas o cMOOC y los no conectivistas, o xMOOC. Da la casualidad que son estos últimos, los xMOOC, los más populares y los que habitualmente ofrecen esas universidades entre «las más prestigiosas del mundo». Pues bien, dichos xMOOC no suelen (o, mejor dicho, solamente se da en casos excepcionales) tener una metodología remotamente parecida a la cada vez más seguida por las universidades en línea, donde es primordial tanto el papel que se otorga al profesor, monitor, tutor, mentor o como acordemos llamarle, así como a los compañeros de aula. La mayoría de xMOOC — no así los cMOOC — suelen dedicar poco esfuerzo al acompañamiento y todavía menos a la creación de una comunidad de aprendizaje (precisamente, la principal crítica de los defensores de otro modelo de enseñanza virtual).
Es decir, ni los MOOC son una práctica generalizada, ni los MOOC son la misma cosa que la formación virtual ni, precisamente por eso, comparten en la mayor parte de los casos metodología alguna con la formación virtual de grado superior.
No querría terminar sin una nota personal. Este tipo de escritos (como el mío aquí) fácilmente se acaban atribuyendo a (1) una defensa acérrima del propio cortijo (en mi caso, la UOC, que me paga el sueldo), (2) una forma de pensar reaccionaria y retrógrada o (3) las dos anteriores.
Aprovecho la circunstancia, pues, no para justificarme, sino para hacer publicidad de alguna de mi producción científica relacionada con la temática de los MOOC, la tecnología educativa y el que para mí es el concepto clave de toda esta cuestión: los Entornos Personales de Aprendizaje o PLE (por sus siglas en inglés de Personal Learning Environment).
Heavy switchers in translearning: From formal teaching to ubiquitous learning. En On the Horizon, 21 (2). Lincoln: NCB University Press.
El PLE de investigación-docencia: el aprendizaje como enseñanza. En Castañeda, L. & Adell, J. (Eds.) (2013). Entornos Personales de Aprendizaje: claves para el ecosistema educativo en red. Capítulo 6, 93-110. Alcoy: Marfil.
Si alguien quiere ampliar, aquí va más material. Que no sea por falta de humildad:
- Selección de artículos sobre PLE de Ismael Peña-López.
- Selección de artículos sobre tecnología educativa de Ismael Peña-López.
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3 Comments a “Desinformar sobre los MOOC” »
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Hola Ismael:
Acabo de leer este post, y quisiera hacer un par de puntualizaciones, cómo antiguo estudiante de la UNED y de la Universidad convencional, y actual estudiante de MOOCs, porque estoy y he estado cursando varios MOOCs.
uno.- la interrelación con el profesor y los compañeros es bastante grande en la UNED, depende de la voluntad del alumno en la convencional y lo mismo en los MOOC, hay medios, pero hay que querer
Dos.-en general, el nivel académico de los MOOC es muy aceptable, y el nivel de exigencia suele ser elevado, pues cierto que son temas concretos, pero hay que desarrollarlos en pocas semanas.
Tres.-considero que los MOOC son muy positivos para la formación de la persona, muy buena en actualización profesional, e incluso te ofrece un abanico de intereses y conocimientos «serios» antes imposibles de conseguir; mi ejemplo, soy de letras y me apunté en un curso de Farmacología, por puro interés de aprender.
cuatro.-es cierto que son los propios profesores de las universidades los que ofrecen los cursos, pues se aprecia incluso en los estilos y metodologías, estoy haciendo un curso de Harvard y te lo atestiguo.
quinto.-lo más importante, acceso a la cultura para miles de personas que nunca soñaron con llegar a un nivel de conocimientos de esa envergadura, gratis. Algo de esa semilla fructificará.
Bueno, es largo, pero creo que ilustra mi experiencia en este tema.
Hola Ernesto,
Veo por tu comentario que lees en mi reflexión una crítica a los MOOC: en absoluto. La crítica era al artículo, que simplificaba dramáticamente un fenómeno que es, como poco, muy variado y complejo. Y, con ello, incurría en errores de bulto.
Estoy de acuerdo que hay medios para la interacción en la mayoría de MOOC. Pero yo hablaba de acompañamiento, que es algo muy distinto. Por otra parte, la interacción en universidades como la UNED (que conozco) o la UOC (que conozco al dedillo) es a menudo algo no opcional e incluso evaluable. Y, en el límite, hasta se «persigue» a quién se descuelga del curso. Eso sencillamente no sucede en absoluto en el 99% de los MOOC. Es el abismo entre facilitar la interacción y centrar tu modelo pedagógico en el acompañamiento.
Sobre lo positivo de los MOOC, no era como digo el objetivo de mi reflexión. Considero los MOOC un revulsivo en muchos aspectos, aunque parte del mérito que se atribuye a los MOOC no les pertenece, sino que viene de, al menos, una década antes: la eclosión de los recursos abiertos de aprendizaje (OER, en sus siglas en inglés), ya sea desde la UNESCO ya sea desde el MIT y su OCW, ambas iniciativas eclosionando en 2002 y vehiculadas en gran parte por la aparición de Creative Commons en 2001.
Y cierro como empecé: creo que el artículo crea confusión tanto acerca de los MOOC como de la formación en línea, y esta era mi crítica. Sobre los MOOC en sí tengo otra opinión, en parte positiva y en parte negativa. Si te interesa, un resumen condensado puede leerse en MOOCs, cMOOCs and xMOOCs: time to split up.
:)
i.