Comentábamos en Otro análisis del 25N: de los partidos tradicionales a los partidos red que además de los consabidos eje social (izquierdas vs. derechas) y eje nacional (catalanismo vs. españolismo), en los resultados de las elecciones autonómicas del 25N en Catalunya podría haber indicios de un tercer eje en emergencia: el eje tradicional/en red.
Para ilustrarlo, dibujábamos un esquema que venía a ilustrar una suposición: los partidos tradicionales — el llamado bipartidismo PP-PSOE, que en Catalunya suma un tercer partido, CiU — se veían drenados de votos que alimentaban a otros partidos más pequeños, más flexibles y, sobre todo, más enraizados en las plataformas y movimientos ciudadanos, con las CUP como partido paradigmático.
Lo que sigue es un análisis ya no basado en la intuición, sino en datos, basados esta vez en la encuesta preelectoral del 18 de noviembre de 2012 que Metroscopia realizó para El País.
En la siguiente tabla se presenta la transferencia de votos de un partido a otro, así como los ciudadanos que solían abstenerse y que decidieron ir a votar:
Los dos siguientes grafos presentan los flujos netos entre partidos de las tablas anteriores. El grueso de los nodos es proporcional al total de votos obtenidos. El grueso de las aristas o flechas que unen cada nodo corresponden, en el primer caso, al total de votos, y en el segundo caso, a la proporción de votos que una formación recibe en relación al total de votos obtenidos. Como se puede deducir, el sentido de la flecha representa el sentido del resultado neto de trasvase de votos entre dos formaciones.
Algunas observaciones rápidas que ya da cuenta de ellas José Pablo Ferrándiz Magaña en el artículo original de El País:
- Lo primero que podemos observar en los grafos es lo que fue más evidente la noche electoral: el incremento de participación, representado aquí por esas flechas grises que van de la abstención a alimentar a la mayoría de partidos.
- Lo segundo, la centrifugación de CiU en beneficio de prácticamente todos los demás, la centrifucgación del PSC sobre todo hacia las izquierdas, así como la «reabsorción» de SI por parte de ERC.
- La activación del voto con todo tipo de (presuntos) motivos: para reforzar el españolismo (PP, PSC, Cs), reforzar el catalanismo (ERC, CUP) y para castigar al gobierno de derechas (ERC, CUP, ICV)
Dicho esto, ¿qué más podemos interpretar de los datos?
Por supuesto, el gran crecimiento de las CUP y de Ciutadans, pero un crecimiento que no bebe en su mayoría de otros partidos, sino básicamente de la abstención. Al margen de los motivos que hacen reactivarse a todo ese electorado que se abstenía (sea el eje nacional en un sentido u otro, sea el eje social), la cuestión es que ese electorado no se reactiva volviendo a su partido de origen, sino que va a partidos o bien de nuevo cuño (CUP) o bien con un estilo y discurso muy distinto (aunque sea en las formas) de los partidos tradicionales (Cs). Aunque habría que ir a los datos oficiales de elecciones anteriores, es evidente que esa gran bolsa de abstención ha sido alimentada a lo largo de los años por los grandes partidos: CiU, PSC (seguramente quien más) y PPC (seguramente menos en unas elecciones autonómicas).
Lo mismo sirve para ICV-EUiA y, sobre todo, ERC: el crecimiento de ambas no se explica (creo) solamente por una reactivación del electorado, sino por una reactivación en un determinado sentido: de mayor flexibilidad o de mayor cercanía a la ciudadanía, las plataformas ciudadanas y, en definitiva, a los movimientos sociales que han zarandeado la sociedad española y catalana los últimos 18 meses (por acotar en el tiempo).
Podemos ver, no obstante, como CUP y Cs siguen marcando la diferencia, dado que no solamente recuperan abstencionistas para sí, sino que también provocan trasvases de otros partidos a sí mismos dentro de una cierta afinidad ideológica.
Cabría preguntarse si, más allá de lo excepcional de las elecciones del 25N, empezaremos a ver una vuelta atrás en la abstención. Una vuelta atrás en el sentido de que, habiendo vaciado a los principales partidos de votantes decepcionados o directamente indignados con su gestión y, sobre todo, con su forma de hacer, ahora vendrá a alimentar a partidos mucho más cuidadosos con la participación, la democracia interna… o también una catalización hacia una anti-política y una forma de hacer populista, que es la cara opuesta de esa democracia más deliberativa y participada de los partidos de fuerte componente local.
Dicho de otra forma, se me antojan tres vías de evolución a medio plazo de la actual situación de desencanto, deconfianza y desafección política:
- Los grandes partidos siguen igual, la abstención engrosa, las instituciones se vacían de legitimidad y el caos acaba desembocando en rebelión, habida cuenta de que la situación de desgobernanza es ya insostenible.
- Los grandes partidos siguen igual, la abstención devuelve votantes, pero lo hace hacia partidos extremistas y populistas, relajándose la situación en la superficie («éstos tienen la solución») pero empeorando en el fondo. Es lo que probablemente hemos visto en Europa los últimos 10 años.
- Los grandes partidos siguen igual, pero la abstención devuelve votantes hacia nuevos partidos y formaciones, organizados de forma más horizontal y fuertemente vinculados con las plataformas ciudadanas. Las instituciones reciben nueva sangre, tanto en su composición como en las formas, y se recupera paulatinamente la gobernanza del sistema.
Personalmente, me gustaría que fuese lo tercero.
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4 Comments a “La abstención como catalizador del tercer eje político” »
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Lo que pasa Ismael es que estas elecciones concretas no creo que sean representativas de otros comicios cualesquiera, están enmarcadas en un contexto especial generado por el partido gobernante al convocarlas. Por tanto la presunción de que desde la base del abstencionismo se promueva otra forma de gobernanza del sistema (yo también lo deseo y además pienso que es así), votando esta vez a partidos más horizontales, no sé hasta qué punto la podemos extrapolar para el futuro.
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