Comentaba en Movimientos sociales y nueva institucionalidad de la democracia que parecía haber una gran disociación entre la política en vertical — la de los partidos que deben recoger sensibilidades y trasladarlas «hacia arriba» hasta el lugar donde se toman las decisiones — y la política en horizontal — la que ocurre en la calle, entre los vecinos, allí donde se gestionan y se sufren los problemas del día a día, donde se debaten las alternativas, donde se inventan las soluciones.
Abogaba entonces por una sociedad civil fuerte, organizada — aunque no necesariamente institucionalizada — que fuese capaz de proponer (además de criticar o destruir), así como por una nueva suerte de política institucional (partidos, sindicatos, parlamentos, gobiernos…) que fuese capaz de empaparse de ese debate en la base, capilarizarlo y trasladarlo a las ágoras de toma de decisiones, a la vez de trasladar el «contexto» hacia abajo, hacia esas bases absortas en su día a día.
El (entonces llamado) Partido X empezó con un programa unimodal centrado en la regeneración democrática. Como cualquier otro partido monotemático (o single-issued, en la jerga politológica), sus aspiraciones eran (seguramente) más orientadas a concienciar sobre una cuestión en concreto (como los partidos animalistas sobre los derechos de los animales o los feministas sobre la cuestión de género) que no a tomar el poder en sentido estricto. Así, uno de los lemas del Partido X era que cualquier reflexión que se diese dentro de él podía apropiársela cualquier otra fuerza: lo importante era que las propuestas llegasen a los centros de poder, las trasladase quien las trasladase.
Ha habido, sin embargo, desde los inicios del Partido X una diferencia fundamental con cualquier otro partido: la abertura total del mismo, tanto en las propuestas como, mucho más importante, en los procesos. Así, literalmente cualquier ciudadano ha podido no solamente «trasladar sus ideas al partido», sino compartirlas en abierto y ser susceptible de verlas apoyadas por cualquier otro u otros ciudadanos.
El resultado es el que ahora sale a la luz con la presentación de la Red Ciudadana Partido X en sociedad. Si bien el fondo sigue siendo el mismo — regeneración democrática — el tono y el contenido han variado sustancialmente gracias a las aportaciones de centenares de voces de ciudadanos anónimos y no tan anónimos. Y ya no solamente se centra en las instituciones, sino en todo un conjunto de cuestiones que, a entender de la Red Ciudadana, afectan directa o indirectamente el pleno ejercicio de la democracia. Así, se presentan ahora Las siete recetas del Partido X para alcanzar la «Democracia Económica», no solamente despejando muchas incógnitas, sino entrando de lleno en la política de propuestas, más allá de la política de denuncia o de sensibilización.
Es tremendamente arriesgado aventurar ahora un pronóstico sobre el impacto electoral que pueda tener esta formación en próximos comicios.
Pero no es, considero, nada exagerado afirmar que la Red Ciudadana Partido X va por delante en una nueva forma de hacer política, más participada y, sobre todo, mucho más abierta — y más ahora que la deseada privacidad para mantener el foco en el qué y no en quién acaba de desvanecerse.
La Red Ciudadana Partido X conjuga ahora dos realidades políticas que, hasta este momento, se habían dado por separado en España. Por una parte, formar parte de la política institucional y su objetivo de participar en la democracia representativa como muchas otras formaciones políticas. Por otra parte, su funcionamiento interno en el más puro estilo de plataforma-red que tan bien ha rendido en otras esferas de la participación ciudadana, con la PAH como buque insignia más destacado.
Si bien ha habido otros intentos más tímidos o discretos de unir partido y plataforma-red ciudadana en otras formaciones — Equo, seguramente, así como el Partido Pirata, o la misma Candidatura d’Unitat Popular (CUP) en Catalunya — sin duda alguna la Red Ciudadana Partido X es la primera en hacerlo al 100% y a gran escala. Sí, hemos tenido plataformas cercanas a partidos, y sí, hemos tenido partidos cercanos a plataformas. Pero en la Red Ciudadana Partido X la confusión (dicho en el mejor de los sentidos) de ambas arquitecturas es absoluta e indisociable.
Ante un momento de total deslegitimación de la política institucional, de gran hastío respecto al ejercicio mismo de la democracia, la Red Ciudadana Partido X no propone una negación de la mayor basada en la destrucción antipolítica, sino que hace una apelación a los ciudadanos a hacerse responsables de lo que es suyo. No está nada mal para un 15M que andaba «desnortado» y era «incapaz de hacer propuestas concretas».