SociedadRed

¿Quiénes fueron los nazis?

Cada vez que se apela al nazismo para condenar una disensión política, se demuestra o bien una ignorancia extrema sobre lo que supuso el nazismo para la Humanidad o bien un cinismo y una mala intención fuera de todo límite. Uno desearía que no hubiese habido nazismo, además de por lo que hizo y supuso, porque forzaría a muchos a buscar mejores argumentos.

Haciendo un ejercicio de simplificación histórica, podemos resumir en tres las grandes «aportaciones» del nazismo a la Humanidad:

  1. Se lleva al límite el totalitarismo y la autocracia. Por una parte, a través de las purgas políticas iniciadas en la llamada operación Kolibri o Noche de los cuchillos largos, donde se elimina — literalmente — toda oposición al futuro régimen. Por otra parte, a través de la Gleichschaltung — o sincronización o nazificación — que crea estructuras de estado que fomenten la identificación con la ideología nazi en la sociedad civil a la vez que elimina la posibilidad de que surjan estructuras alternativas u opositoras. Este totalitarismo se mantiene, así, gracias a la combinación de grandes dosis de propaganda y exaltación de los ideales del régimen, violencia y terror, antisemitismo y xenofobia.
  2. La propaganda y exaltación del régimen desemboca en el Anschluss, la unificación de «las Alemanias» y que acabó degenerando en la Segunda Guerra Mundial. Como causante de dicha guerra, se puede atribuir al régimen nazi, de forma directa o indirecta, la muerte de entre 50.000.000 y 70.000.000 personas. Además de dichas muertes de militares y, sobre todo, civiles, debemos también al nazismo la destrucción económica de Europa, el Proyecto Manhattan y la bomba atómica, y el inicio de la Guerra Fría.
  3. El antisemitismo, la xenofobia y, en general, el odio al «distinto», se cebaron, especialmente, en los judíos, los gitanos, los comunistas, los discapacitados y los homosexuales. Holocausto, Shoah, Endlösung o solución final son las distintas palabras usadas para hacer referencia al proceso frío, sistemático, industrial, pilotado por el Estado de acabar con 6.000.000 judíos e incontables miembros de los colectivos anteriormente citados.

Hay que retrotraerse a los genocidios sucedidos en la América del s.XVI o al comercio de esclavos africanos de los siglos XVI al XIX para encontrar una barbarie similar a la del nazismo.

No obstante, el nazismo es «superior» tanto cuantitativa como cualitativamente al genocidio americano y posterior esclavitud del África Negra. Aunque en América murieron indígenas por decenas de millones, suele atribuirse a las enfermedades y otras condiciones sanitarias la mayor parte (70-90%) de su mortandad. En lo que se refiere al tráfico de esclavos, se calcula que fue de cerca de una decena de millones. Nada deleznable, pero aquí entra la parte cualitativa del nazismo.

El nazismo, a diferencia de otras aberraciones pasadas, incorporó dos factores importantes para la consecución de sus objetivos: una, toda la fuerza del Estado, su organización, la jerarquía, los recursos humanos, materiales y financieros; la segunda, el poder de la revolución industrial. Lejos de ser una metáfora, el nazismo instituyó una fuerte industria estatal dedicada exclusivamente a conseguir la mayor eficacia y eficiencia al servicio del exterminio y la aniquilación, tanto física y personal como psicológica e ideológica.

Las «limpiezas étnicas» de África, los genocidios de los balcanes o de Oriente Próximo, las persecuciones soviéticas y los gúlags, los pogromos, la persecución de judios y musulmanes, incluso la Inquisición palicede ante la maquinaria de muerte nazi. No hay acto vil perpetrado por la derecha, por la izquierda, por los blancos, por los negros, por los cristianos, por los musulmanes… comparable a la vileza del régimen nazi.

Es por ello que cualquier comparación solamente puede obedecer a la más obtusa de las ignorancias o al más malintencionado de los cinismos. Además de a una retórica empobrecida a base de argumentos falaces y fundamentos poco documentados, apriorísticos, sesgados y, en definitiva, faltos de razón.

Uno no debería hacerse estas cosas y, más importante, uno no debería dejar que los demás se infligiesen semejante bochorno a sí mismos. Ante la dicotomía de si uno lo hace por falta de conocimiento o con mala intención, uno no sabe dónde aplicar el beneficio de la duda: ¿qué es peor, ser tan ignorante o ser tan malvado?

Comparte:

Salir de la versión móvil