Anda el tema revuelto con las últimas declaraciones del grupo socialista en el senado sobre la cuestión de la Neutralidad en la Red.
Uno de los mensajes que ha calado bastante contra una Neutralidad de la Red es que ante una persona que está jugando en línea y una intervención quirúrgica con asistencia remota, ambas compitiendo por el uso de las infraestructuras, debería discriminarse el uso red para usos sanitarios y no lúdicos.
Totalmente de acuerdo.
Pero es no hace falta hacerlo mediante una discriminación de los contenidos que fluyen por la Red.
Básicamente, hay dos formas (además de la discriminación) de hacerlo… y que ya existen y que ya están en marcha y que ya se utilizan y que ya funcionan:
- La primera es contratar más ancho de banda. La Universitat Oberta de Catalunya es una universidad virtual que da servicios educativos a una comunidad de unas 50.000 personas y cuya concurrencia (número de personas que se conectan a la vez al campus virtual), en un día normal, ronda las 2.500 personas. Para que ello sea posible, mi universidad ha tenido la previsión de contratar más ancho de banda que el que yo tengo en casa para mandar correo, leer páginas web y, de tanto en tanto, videoconferenciar por Skype.
- La segunda es conectar directamente servicios estratégicos mediante infraestructuras paralelas de acceso prioritario. La Universitat Oberta de Catalunya, además de contratar más ancho de banda, está conectada/pertenece a la Anella Científica del Centre de Supercomputació de Catalunya (CESCA), que a su vez enlaza con RedIRIS. Es decir, unas redes que conectan universidades y centros de investigación para que su acceso a Internet sea de altísima calidad de forma que las instituciones puedan conectarse entre ellas, con el exterior, puedan compartir recursos, etc.
Poniendo un símil automovilístico, las universidades van por el carril bus de una autopista y con un Ferrari de 2000 caballos de potencia.
Lo que el fin de la neutralidad de la red supondría es que un señor se pondría en el acceso a la autopista y solamente dejaría entrar en ella, con o sin Ferrari, a quién hubiese pactado con él unas determinadas condiciones preferentes. Y puede que los hospitales y las universidades acaben teniendo ese trato preferente. Pero habida cuenta que la filantropía en las empresas solamente se entiende para con los accionistas, es muy probable que el trato preferente lo tuviese quien pudiese pagar más. Y esos no son, al menos en este país, ni los hospitales ni mucho menos las universidades. Si alguien tiene dinero en Internet son, precisamente, las grandes corporaciones de contenidos que, entre otras cosas, también venden videojuegos.