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La mercantilización de la política: entrevista a Manuel Castells

La política es esencialmente mediática y, por tanto, adopta el lenguaje mediático caracterizado por la lógica del entretenimiento y el escándalo para ganar audiencia. Así se simplifican los mensajes políticos, se personaliza la política y se generaliza la política negativa basada en el denigramiento del adversario. Todo ello conduce a un desprestigio de la clase política y socava la confianza de los ciudadanos en sus representantes. Pero no son los medios los que activan los escándalos, son los propios políticos, utilizando los medios para sus fines, en connivencia con los intereses de los medios para ganar audiencia.

Así se despacha Manuel Castells con la clase política en la entrevista que le hace Anna Sánchez-Juárez en la UOC y a la que llego a través de Javier Velilla.

La entrevista trata sobre lo que Castells explica en su nuevo libro, Communication Power (Comunicación y Poder en Ariel). Podéis haceros una idea del libro leyendo el comentario que hace del libro Christian Fuchs en Some Reflections on Manuel Castells’ Book “Communication Power”, la reseña del seminario Manuel Castells: Politics and Internet in Obama era, o un artículo del propio Castells: Communication, Power and Counter-power in the Network Society.

Me quedo con la frase de Fuchs, con traducción bastante libre: Nuestra principal tarea en el ámbito de la poítica sería, ahora, la de desarrollar un contra-poder contra la mercantilización de todo, especialmente la política.

En eso estamos, en la mercantilización de la política. Como cualquier otra empresa, los partidos publicitan sus productos (candidatos) para mantener su cuota (asientos) de mercado (en el gobierno). Como el candidato es lo que se vende, las ideas y proyectos han pasado a segundo plano, desapareciendo del debate y, a la larga, de las agendas de los partidos. ¿La prueba del nueve?

En definitiva, publicidad y mercadotecnia, saturación del ágora de debate pero no para debatir, sino para entretener (peor que mejor).

Pero la web 2.0 dará luz a una nueva era de Política 2.0 donde la ciudadanía participará y hará oir su voz. Puede. O puede que no. Por una parte, González Bailón ya nos advierte que Internet no es muy distinta, en términos de concentración y control, de los medios de comunicación tradicionales. Por otra parte, si «inventamos» la democracia representativa es por los costes de ejercer nuestros derechos democráticos (informarse, debatir, crearse una opinión, etc.) en todos y cada uno de los temas que nos conciernen. La democracia directa es una interesante propuesta, pero ¿quién tiene el tiempo y los recursos para intervenir, directamente, en todas las cuestiones públicas? De momento, los partidos.

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