Ni de izquierdas ni de derechas: cautivos de los instrumentos

Empieza a ser recurrente que un partido de nuevo cuño — o de reciente refundación — se defina como ni de izquierdas ni de derechas, siendo la penúltima encarnación de ello el Movimiento 5 estrellas de Beppe Grillo. Considero que hay casos como el Partido X y su marcado énfasis en el tercer ejea (el eje democrático, diferente del eje social izquierda-derecha o el eje nacional) donde a lo mejor esa afirmación podría tener algo de cierto.

En otros muchos, no obstante, creo que el problema es que nos hemos vuelto cautivos de los instrumentos. Hemos asociado determinados instrumentos a determinadas políticas. Flexibilizar los despidos es de derechas y aumentar el gasto público es de izquierdas. Esto nos ha llevado a dos tipos de razonamiento totalmente absurdos:

  1. No poder utilizar determinadas herramientas de políticas públicas porque son del «contrario».
  2. Seguir utilizando determinadas herramientas a pesar de que, por haber cambiado el contexto, o por tener ahora más datos que antes, se han demostrado ineficaces e incluso con efectos contrarios al espíritu que las impulsó.

Pongamos un par de ejemplos.

Subir las tasas universitarias es… una política de derechas. Supongamos, no obstante, que subimos las tasas y las situamos a un 1000% del coste de la docencia universitaria, y con el dinero que sobra, damos becas al 90% de los estudiantes con rentas más bajas. ¿Qué tipo de política es esta?

Aumentar las subvenciones es… una política de izquierdas. Supongamos, no obstante, que pagamos ese aumento de las subvenciones con impuestos indirectos, y que destinamos el 100% del aumento de subvenciones a conceder financiación a fondo perdido a los fondos de inversión de grandes inversores particulares, y que a su vez pueden descontar esos ingresos de las rentas del capital. ¿Qué tipo de política es esta?

Es decir, ni los instrumentos son, per se, de derechas o de izquierdas, ni el uso de un determinado instrumento suele darse de forma aislada, por lo que habría que fijarse en el conjunto de la política que se está poniendo en marcha.

Y volvamos a los razonamientos absurdos.

Cuando se habla de — o un partido afirma — no ser ni de izquierdas ni de derechas, más que fijarnos en qué instrumentos de política va a poner en marcha, habría que fijarse a quién dice defender o qué motivos lo mueven, y ver, en conjunto, cuál va a ser el resultado final de su acción política.

Invirtiendo la reflexión, el hábito no hace al monje: identificar una política y el partido que la impulsa con su grado de «izquierdosidad» o «derechosidad» (y su pureza y su pedigrí). Porque puede que defender un puesto de trabajo sea menos de izquierdas que defender a un trabajador; o defender menos impuestos sea menos de derechas que el compromiso con la investigación y la educación.

Para terminar, vale la pena recomendar la charla que dio al respecto Roger Senserrich del colectivo Politikon en Barcelona, en junio de 2012, titulada Falacias de la izquierda reaccionaria.

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Esforzándose en la sombra: el amanecer de la Política 2.0 en España

Hace año y medio, la profesora de la Universidad de Leiden Marga Groothuis me escribió para proponerme participar en un libro sobre innovación en la esfera de los gobiernos. Le interesaba, especialmente, mi punto de visto sobre «lo 2.0» en el ámbito de la política y la gobernanza en España.

El libro, provisionalmente titulado Innovating Government. Normative, policy and technological dimensions of modern government, tiene previsto ver la luz a finales de este año.

Mi capítulo, titulado con un inequívoco Striving behind the shadow — The dawn of Spanish politics 2.0 (traducción aproximada: Esforzándose en la sombra: el amanecer de la Política 2.0 en España), hace un repaso de la literatura existente sobre el tema para acabar concluyendo que «sí, pero no». Sí, se ha intentado; pero no, ni es 2.0 ni, en muchos casos, es ni tan solo política.

Cuando un libro tarda año y medio en publicarse (para ser honestos, un año desde que entregué mi manuscrito) uno siempre tiene la sensación de si lo que saldrá en papel seguirá teniendo validez alguna.

Me entero por Roger Senserrich, Carlos Guadián y Xavier Peytibí que un grupo de autores coordinado por Edgar Rovira ha publicado Los límites del 2.0 (PDF file, 295 KB), un manifiesto sobre el actual estado de lo que llamamos Política 2.0 y cuyo sentir es poco menos que pesimista:

Se puede comprobar fácilmente cómo parte del debate y la estrategia política en la red está aportando confrontación, con las organizaciones políticas intentando imponer su estructura vertical y su mensaje centralizado en las redes sociales, haciendo que parte de la conversación política en la red sea un mero cruce de eslogans. Entonces resulta que ese gran debate colectivo de ideas no se produce con la horizontalidad que se había anunciado: la red no es una gran ágora, sino un conjunto de habitaciones ideológicas con estrechos pasillos poco poblados donde interaccionar.

Aunque a posteriori, me gustaría añadirme a dicho manifiesto, al desencanto con que uno contempla lo que podría ser y no está siendo en materia de participación ciudadana, política, gobierno y Sociedad de la Información.

A continuación enlazo una versión prácticamente definitiva del capítulo sobre Política 2.0 en España que, dando más rodeos, acaba en el mismo punto que el manifiesto:

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