El fantasma del populismo 2.0 del 15M

Ahora que se acerca el primer aniversario del movimiento del 15M y se preparan nuevas movilizaciones para el 12M-15M, valdría la pena volver sobre los pasos del movimiento inicial y ver en qué está quedando.

En mi opinión, siempre he considerado que la apuesta del 15M tenía que ser de corte sistémico (contra unas propuesta de «detalles») y limitarse a pedir una democracia mejor, que esto pasaba por abandonar las plazas y tomar las ágoras y, sobre todo, que era necesario indignar a los políticos de base.

A medida que el movimiento evoluciona, me asalta la duda de si hay un plan o si bien la inamovible impasividad (o impasible inmovilismo) de gobiernos y políticos en general ha hecho derivar el movimiento del 15M hacia derroteros más populistas, más creativos en las formas que propositivos en los fondos.

Le robo (en parte) el título de esta relfexión a mi compañero Mikel Barreda, quien advertía, en 2007, sobre los renovados populismos en América Latina. En El fantasma del populismo (original en PDF en La Vanguardia, copia web en Tribuna Libre) define el populismo como un tipo de discurso político por el cual se divide la sociedad entre el pueblo y unos poderosos que someten y hacen sufrir al pueblo y lo caracteriza de la siguiente forma:

  1. Hay una crisis de representación donde los ciudadanos no ven respondidas sus expectativas políticas;
  2. El líder populista denuncia a los opresores.
  3. Recurso a la escenografía y la retórica.
  4. Debilitamiento de las instituciones democráticas y relegación a un segundo plano.
  5. Atención discrecional y clientelar a determinados colectivos, maniqueísmo y poco respeto al pluralismo.

Se me antoja que los puntos anteriores son más que resonantes con muchas de las características del 15M, especialmente aquel que es más visible y que también hacen más visible los medios (por desgracia, dado que hay otro 15M que trabaja y mucho fuera de los focos mediáticos):

  1. La crisis de representación es obvia. De ahí sale el lema no nos representan y, más importante, de ahí sale la constante necesidad de los cargos electos de blandir la ‘legitimidad de las urnas’.
  2. En mi opinión, y contrariamente a aquel 15M que trabaja fuera de los focos mediáticos, hay «líderes» (digitales) cuyo mayor empeño es esa denuncia del «opresor», a menudo (casi siempre) sin mayor aportación al debate que la identificación de los dos «frentes».
  3. La escenografía se ha materializado (es un decir) en las distintas plataformas de redes sociales (con especial énfasis en Twitter) y la retórica ha sido, claramente, la del «doscerismo» de oposición a «lo analógico»: no se pueden poner barreras al campo, somos la red, somos los internautas, la cultura es libre, el cambio es imparable, etc.
  4. Los partidos políticos, sobre todo, pero también todo tipo de institución de la democracia ha visto disminuida — y atacada — su utilidad y su legitimidad. Se incluyen aquí sindicatos y muchas organizaciones no gubernamentales, a las que se acusa de poca flexibilidad o de servilismo a quien las financia.
  5. Ligado a la escenografía y la retórica, ha habido y está habiendo, si no una atención discrecional y clientelar, sí simpatías y condescendencias a determinados colectivos. Estos colectivos — desde los movimientos nacidos de las nuevas formas de colaboración y trabajo en la red hasta los que la prensa tilda de «antisistema» (signifique esto lo que signifique) — han pasado de ser ejemplos de alteridad a constituir discursos y objetivos en sí mismos. En esta línea, ha habido y hay un «nosotros o contra nosotros», y no solamente poco respeto al pluralismo sino ataque a la disensión o a la ponderación, de la misma forma que esto se critica al pensamiento ortodoxo imperante.

La sensación que a uno le queda es que la mayor parte de la población vive embocadillada entre dos opciones antagónicas. Una es aquella con la que comparte las formas, el discurso, el imaginario, pero cuyo fondo ha ido alejándose más y más de la realidad y de las cada vez más acuciantes necesidades de la ciudadanía: son gobiernos, partidos y políticos que hablan de economía, paro y sanidad para referirse a sus prebendas, votos y sillas que calentar. Otra es aquella con la que empatiza en los fundamentos, en las propuestas e incluso en las soluciones, pero cuya música es, si no arcana, al menos disonante: son los nuevos activistas, enzarzados en un esfuerzo identitario de oposición a los anteriores, que indefectiblemente les lleva a formas de vanguardia desconocidas para el público en general.

Ante el populismo mendaz que practican esos despojos de la democracia representativa, el discurso más visible del movimiento 15M corre el peligro de instalarse en otro populismo, cautivo de sus propias formas e instrumentalizado en beneficio de sus propias servitudes. Sería una lástima que, al final, los extremos se tocasen.

Actualización 20120418 16:58

Respondiendo a la solicitud de John Postill en los comentarios, algunos casos para ejemplificar lo anteriormente expuesto, punto por punto:

  1. Sobre la crisis de representación, puedo referirme a entradas mías anteriores como Quiénes y cuántos son los indignados: delimitando la protesta con datos del CIS sobre desafección electoral, Percepción de la Corrupción en España, 1995-2011 con datos de Transparency International sobre corrupción, o Índice de Democracia, España 2006-2011 con datos del Economist Intelligence Unit sobre percepción de la calidad de la democracia.
  2. Sobre los líderes digitales con especial hincapié en la denuncia del opresor, se me antoja que #nolesvotes o V de Vivienda son dos ejemplos paradigmáticos donde se polariza el discurso, en el primer caso contra el actual bipartidismo y en el segundo (mayormente) contra la banca. Son, en mi opinión, discursos formalmente distintos al de Democracia Real Ya, por poner un ejemplo más ecléctico. La Asociación de Internautas (con, por ejemplo, su extinta iniciativa «Putasgae») o X-Net (antes EXGAE) son también claros ejemplos de lucha contra una ortodoxia dominante y autodefinidas «en oposición a». Hay también ejemplos de personas particulares que no creo necesario listar aquí (NOTA: quiero aclarar aquí comparto gran parte del fondo de estas iniciativas y otras más. Apunto solamente, aquí, que sus formas han podido derivar en aquellas que el populismo ha utilizado en otros lugares).
  3. Sobre la escenografía, creo que el caso más claro arranca con la Declaración de independencia del ciberespacio (John Perry Barlow, 1996) como punto de partida y el ¡Indignaos! (Stéphane Hessel, 2010) como punto de llegada de muchos debates protagonizados por el 15M. En el plano de las plataformas creo que huelga decir que ha habido una casi obsesión por el «hashtag» (#acampadasol, #redresiste, etc.), o con el sentimiento de «Red» y las especiales características de una arquitectura de red, con la digitalidad y su naturaleza intrínseca. Este, por una parte, sentido de rebelión y, por otra parte, de contraposición de lo tradicional contra lo digital se ha encarnado, sin lugar a dudas, en el hacktivismo de Anonymous (entre muchos otros) y su imaginario y discurso ciberutópico/ciberpunk.
  4. Sobre la legitimidad de partidos, sindicatos y ONG me remito al primer punto. Es también muy interesante la aportación que hizo Joan Coscubiela durante el Seminario «Comunicación y Sociedad Civil» en noviembre de 2011 sobre el papel de los sindicatos en el s.XXI, de las más lúcidas que yo he escuchado especialmente por provenir de alguien muy conocedor de la materia y poco sospechoso de antisindical. Y la reflexión que Fundación Esplai está llevando a cabo estos días en Ciudadanía y ONG me parece también sintomática de esa sensación descolocación que sufren también las organizaciones no gubernamentales.
  5. Por último, sobre la cuestión de los clientelismos, creo que no hay mejor representación que el cajón de sastre que es el manifiesto fundacional de Democracia Real Ya. Hablé también sobre esta cuestión en ¿Qué piden los indignados? donde, entre otras cosas, apuntaba a esas propuestas maximalistas que se daban en las plazas con el objetivo de acomodar todas las sensibilidades de aquellos que asistían a las asambleas.
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    4 Comments a “El fantasma del populismo 2.0 del 15M” »

    1. Gracias por toda la informacion adicional en un tiempo record, Ismael, eres una maquina :-)

      Hay mucho por investigar y debatir aqui, y yo soy un bloguero mas lento que tu.

      Sobre la escenografia en red (punto 3) yo he sido un esceptico durante muchos anyos de la tesis ‘sociedad red’, incluyendo el uso indiscriminado y sin definir de terminos como ‘network’ o ‘red’ en el estudio de nuevas tecnologias (e.g. Postill 2008, Localising the internet beyond communities and networks, New Media and Society).

      Jaueber, he observado que tanto indignados como occupiers le estan sacando muy buen partido a la metafora de red (ver tambien Juris 2008, Networking Futures, sobre como activistas anteriores tambien se enamoraron de la metafora). Tal vez la fuerza de esta metafora – y otras metaforas vecinas, como horizontalidad – radique precisamente en su polisemia y versatilidad.

      Ademas, no veo ningun problema con diferenciarse de movimientos o sectores anteriores, aunque sea a base de identidades negativas («lo que si sabemos es no somos ni A, ni B, ni C») – es una ley universal del cambio sociocultural: como puede un colectivo crecer, consolidarse e innovar si no se desmarca de otros y abre sus propios espacios de interaction y experimentacion? Creo que estaras de acuerdo conmigo que el #15M ha abierto nuevos espacios de debate y aprendijace tecno-politico – y lo hizo en muy poco tiempo.

      El #15M es la hostia, pues abre una gran brecha en la cultura politica de Espanya, una brecha para la participacion ciudadana y para la coordinacion de plataformas single-issue muy dispares.

      En cuanto a la «obsesion» por los hashtags, no es para menos. Twitter se ha convertido en uno de los puntos de encuentro clave dentro de esta cultura politica en transicion. Se trata esta de una cultura politica cada vez mas viralizada en la cual «compartimos» contenidos digitales de forma habitual y semi-automatica. Yo lo llamo ‘the age of viral reality’: la realidad politica y cultural de ciudadanos, politicos, periodistas, intelectuales, etc, esta cada vez mas viralizada (see Wasik 2008, And Then There Is This). Como ejemplo, la foto viral de Juan Carlos I posando delante de un elefante recien abatido.

      • Brevemente:

        El motivo de esta entrada es más expositivo que de juicio de valor. Entre otras cosas porque yo mismo me considero parte del #15M.

        En este sentido, me interesaba apuntar si podía haber un paralelismo con el populismo, sin entrar a valorar si (1) esto es bueno o mano y (2) si hay o no otra opción (especialmente en lo que apuntas tù de construir una nueva identidad difícilmente asociable a otros colectivos y movimientos existentes hasta ese momento).

        Dicho esto, la reflexión que habría que hacer ahora es si el 15M comparte formas con los populismos, pero no el fondo (básicamente, el populismo como forma de manipulación), o bien se está convirtiendo en eso, en puras formas.

        Y mi sensación ahora mismo — más personal que académica, que este es mi blog informal ;) — es que de los muchos quinceemes que hay, algunos estás más concentrados en los aspectos formales que en las propuestas constructivas (constructivas aunque supongan la destrucción de lo previo, pero no solamente centradas en la destrucción sin ir más allá).

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